This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Más país, la formación de Íñigo de Rajón para las elecciones generales del próximo 10 de noviembre acaba de presentar su programa electoral
y aunque hay muchos asuntos que comentar del mismo, permitanme reflexionar brevemente sobre un párrafo que me ha parecido especialmente desafortunado
incluso especialmente escandaloso o insultante.
Dice Más país, el neoliberalismo nos ha convertido en la primera sociedad de la historia humana que pone en peligro de modo directo la supervivencia de sus hijos.
La transición ecológica debe ser un instrumento para restaurar el primer derecho de todos los derechos, el derecho al futuro.
Es decir, en este párrafo de Más país, la formación de izquierda supuestamente moderada se nos está diciendo que por primera vez en la historia nuestros hijos corren el riesgo de no sobrevivir
como consecuencia del neoliberalismo y más en particular de la crisis ecológica que puede o que está provocando el neoliberalismo.
Se trata de una afirmación muy osada especialmente por dos razones.
La primera es que la mortalidad infantil, que mide el riesgo de que los recién nacidos no lleguen a los cinco años de vida y de que, por tanto, no tengan futuro,
se haya en mínimos históricos en todas las partes del planeta, después de haber caído de una manera tremendamente intensa en los últimos 70 años.
En el gráfico podemos observar cómo la mortalidad infantil en algunas partes del planeta, después de la Segunda Guerra Mundial,
superaba el 30% o el 20%, es decir, que uno de cada tres niños, uno de cada cinco niños, morían antes de alcanzar los cinco años de vida.
Por tanto, ¿signifique lo que significa neoliberalismo? Si hoy vivimos en un sistema neoliberal, tal como parece suponer Más país,
estamos en el momento de la historia donde la mortalidad infantil es más reducida, es decir, estamos en el momento de la historia donde uno de los principales determinantes,
sino el principal de que los recién nacidos, los menores, nuestros hijos no tengan futuro, que es, en esencia, que no lleguen a sobrevivir la edad de cinco años,
se encuentra ese riesgo en el mínimo histórico. O dicho de otra manera, es totalmente absurdo, totalmente descabellado,
decir que, por primera vez en la historia, el sistema neoliberal ha puesto en riesgo la supervivencia de nuestros hijos.
La supervivencia de nuestros hijos ha estado extremadamente en riesgo durante toda la historia de la humanidad.
Lo normal, lo habitual, lo común durante toda la historia de la humanidad ha sido que los niños tuvieran una altísima probabilidad de morir al nacer,
o en todo caso, antes de la edad de cinco años, es decir, que muchos niños no tuvieran ningún futuro.
Lo excepcional no es que nuestros hijos no tengan futuro, sino que lo tengan, que sobreviven a la edad de cinco años.
Y esta excepcionalidad, se circunscribe a las últimas décadas de desarrollo humano, décadas que, según Inigo de Rejón,
están caracterizadas por la era neoliberal. Por consiguiente, aún cuando fuera cierto que estamos a las puertas de una crisis ecológica
que amenaza gravísimamente a la mayor parte de la humanidad, no sería cierto que esta es la ocasión en la que, por primera vez,
nuestros menores se enfrentan al riesgo de no tener futuro.
A lo largo de la historia de la humanidad, lo habitual es que los menores no tuvieran futuro o se enfrentaran a un riesgo altísimo de no tener futuro.
De modo que, si la formación de Rejón, más país, quisiera elaborar un juicio medianamente ponderado de lo que ha supuesto el neoliberalismo,
incluso tomando como cierta su narrativa sobre la crisis ecológica que amenaza con extinguir la humanidad,
lo que debería decir es, por un lado, el neoliberalismo ha sido un sistema que nos ha llevado a los mayores estándares de vida de la historia de la humanidad,
a incrementar extraordinariamente la esperanza de vida de los ciudadanos y a reducir de un modo igualmente extraordinario la mortalidad infantil,
pero lo ha hecho, en gran medida, basado en el uso de combustibles fósiles. Y esos combustibles fósiles ahora están generando una nueva amenaza,
que esta sí puede ser relativamente inédita en la historia de la humanidad, al menos como amenaza generada por la propia humanidad,
que es la crisis ecológica derivada del abuso de combustibles fósiles, por tanto hemos de intentar preservar lo bueno que nos ha traído el neoliberalismo,
pero descarbonizando la economía. Este sería un discurso relativamente sensato que uno podría hacer desde la izquierda ecologista,
lo que no tiene ningún sentido es venir a vendernos, que antes de la era neoliberal el mundo era una especie de arcadía feliz,
donde todas las personas miraban al futuro con optimismo y disfrutaban de unos estándares de vida extraordinariamente elevados,
y que fue el advenimiento del neoliberalismo el que terminó frustrando estas aspiraciones y generando una crisis ecológica que no ha tenido ningún tipo de contrapartida en el bienestar de las personas.
Aún aceptando la narrativa de que estamos explotando sobre explotando el planeta, tengamos presente que nuestros estándares de vida actuales,
que son muchísimo mayores que los que ha tenido cualquier otra persona a lo largo de la historia de la humanidad,
y que son, por tanto, responsables de que hoy disfrutemos de una mortalidad infantil bajísima, pues que esos estándares de vida son consecuencia del uso intensivo de los recursos que estamos haciendo del planeta.
Sin embargo, el discurso de más país tiene, como decía, dos problemas, primero es este, querer echarle todas las culpas de todo lo horrible que sucede en el mundo al neoliberalismo,
y no reconocer, aún cuando uno puede aceptar esas culpas, no reconocer los beneficios que sin duda también ha traído el neoliberalismo,
culparle de la crisis ecológica, pero no reconocerle el mérito de haber reducido a mínimos históricos la mortalidad infantil generando, por tanto, un futuro para centenares de millones de niños.
Pero el segundo problema se refiere a si realmente el neoliberalismo se está despreocupando por la sostenibilidad ecológica del planeta,
es decir, si cada vez el crecimiento económico está explotando y sobre explotando más el planeta que antes.
Dentro de la narrativa de izquierdas de más país, por neoliberalismo se suele entender la era posterior a la revolución conservadora de principios de los ochenta,
la era de Reagan y la era de Tatcher, con lo cual si realmente el neoliberalismo es responsable de la sobre explotación absoluta de los recursos que nos está conduciendo
a una crisis ecológica de magnitudes insospechadas, lo que deberíamos observar es que desde la era neoliberal, ante lo que estamos, es ante un agravamiento de las dinámicas de sobre explotación de recursos,
que antes de la era neoliberal, a la que por cierto muchas de estas formaciones de izquierdas suelen apelar con buena memoria, suelen apelar como el momento histórico al que deberíamos regresar,
los años sesenta, los años setenta, los años de la socialdemocracia triunfante del kinesianismo internacional, pues bien, si es verdad que de los años sesenta, setenta a los ochenta, noventa y dos mil hemos pasado de sostenibilidad ecológica a insostenibilidad ecológica,
pues más país sí que tendría una cierta razón, un cierto punto, a la hora de culpar al neoliberalismo de la insostenibilidad ecológica, sin embargo, como podemos observar desde principios de los años ochenta,
es decir, justamente cuando empieza la revolución conservadora, no por esto, pero justamente desde que empieza la revolución conservadora, lo que empezamos a ver en el mundo es que el consumo de energía por unidad EP producida se desploma,
es decir, las economías mundiales a partir de los ochenta invierten masivamente para tratar de volverse más eficientes a la hora de producir bienes y servicios sin consumir energía,
intentan minimizar los imputs energéticos para producir outputs en forma de bienes y servicios, fijémonos como por ejemplo, la eficiencia energética de Estados Unidos por unidad de output producida
baja a la mitad, a más de la mitad, desde los años setenta a la actualidad. Esto significa, esencialmente, que nuestras economías son capaces de producir más bienes y servicios ahora con menos energía que antes,
por tanto, que nos estamos volviendo más eficientes, que sacamos más partido a la energía que utilizamos y por consiguiente necesitamos consumir menos energía por cada unidad de PIB que producimos.
Esta misma mejoría de la eficiencia ecológica durante la era neoliberal la podemos observar en el caso de las emisiones de CO2, por ejemplo, Estados Unidos.
Desde los años setenta a la actualidad, sus emisiones de CO2 per cápita se reducen desde unas veintidós toneladas al año a dieciséis, lo mismo sucede con Reino Unido,
donde las emisiones per cápita caen de aproximadamente once toneladas de CO2 a unas seis y media seis, o también, en el siguiente gráfico, podemos ver las emisiones de la Unión Europea, que caen de diez a seis.
Por tanto, lo que ha sucedido desde los años ochenta en los países desarrollados, en los países neoliberales, porque supongo que, de acuerdo a la narrativa de Rejón, vivimos en un espacio, en un país neoliberal,
y justamente por eso su formación política pretende abandonar el neoliberalismo y reemplazarlo por otro sistema, pues lo que ha sucedido en los países neoliberales es que las emisiones de CO2 per cápita,
desde los años ochenta, desde la revolución conservadora, han ido bajando sostenidamente en el tiempo, a diferencia de lo que sucedía antes de los años ochenta,
durante el periodo que muchos de estos partidos de izquierdas reivindican como idílico.
Durante los sesenta y los setenta, las emisiones de CO2 per cápita crecían y la eficiencia energética no mejoraba.
Evidentemente, este cambio de comportamiento de la eficiencia energética y del CO2 no tiene demasiado que ver con la revolución conservadora de los años ochenta.
Tiene que ver, en cambio, con la crisis del petróleo de los años setenta, y tiene que ver con la reacción espontánea que la economía de mercado adopta cuando hay un encarecimiento de precios de los factores productivos.
Si los combustibles fósiles se encarecen masivamente a partir de los años setenta, lo lógico es que la economía de mercado desarrolle un proceso para intentar economizar
y para intentar sustituir los combustibles fósiles, un proceso que se podrá considerar a lo mejor demasiado lento.
A lo mejor, para hacer frente a la crisis ecológica de la que habla más país, necesitamos acelerar este proceso
y necesitamos internalizar muchas de las externalidades que se siguen produciendo y que no son tenidas adecuadamente en cuenta,
pero incluso sin internalizar plenamente las externalidades negativas que supone, por ejemplo, la emisión de CO2,
lo que sí que estamos viendo es que la economía de mercado está reaccionando mucho más y mucho mejor que muchos políticos
ante el encarecimiento del petróleo y, por tanto, está sustituyendo, está reemplazando combustibles fósiles por otro tipo de fuentes de energía.
Y este proceso se inicia, para mala suerte, de la demagogia antineoliberal de más país, se inicia en los años ochenta.
Por tanto, no es solo que la esperanza de vida y la mortalidad infantil estén en el mejor momento de la historia
y, por tanto, que el presente sea el momento de la historia en el que tenemos un mayor futuro para un mayor número de gente
en la historia de la humanidad, sino que, además, este también es el momento de la historia de la humanidad donde hemos empezado a revertir
la posible huella ecológica que estamos generando en el planeta.
Hasta los años ochenta había una despreocupación absoluta por cuestiones ecológicas en el conjunto del mundo,
no solo durante el siglo veinte, sino también antes del siglo veinte.
A partir de los años ochenta, sin embargo, las economías de mercado han ido mejorando sostenidamente su eficiencia energética,
lo que nos permite hoy ser mucho más ricos sin necesidad de consumir tanta energía.
Y eso se debe, o eso al menos se circunscribe, a un sistema que Rejón llama neoliberal.
Y si esto es el neoliberalismo, señores de más país, el neoliberalismo se puede anotar,
primero, las mejores condiciones para los menores de la historia de la humanidad,
segundo, el proceso más intenso en la historia de la humanidad para mejorar nuestra eficiencia energética
y, por tanto, para sostener nuestros estándares de vida que son los que permiten que la juventud tenga futuro
sin necesidad de dejar una enorme huella ecológica en el planeta.
Puede que sea insuficiente, puede que haya que hacer mucho más, puede que haya que acelerar el proceso
que ya está teniendo lugar para evitar daños ecológicos mayores en el futuro.
Puede que incluso haya que establecer un impuesto sobre el CO2 para que la economía de mercado
internalice plenamente las externalidades que genere y, por tanto, que ella misma tenga incentivos
para acelerar este proceso de transformación. Todo esto puede formar parte de un discurso
moderadamente razonable y sensato. Lo que no forma parte de un discurso sensato,
lo que forma parte de un discurso plenamente de mágogo es ideologizar esta cuestión
y tratar de culpar a los neoliberales.
Signifique lo que significa el término, porque en el fondo es un mero espantajo
con el que azotar a todos aquellos que no son de izquierdas.
Digo, lo que no tiene sentido es culpar a los neoliberales de todos los males de la humanidad.
Cuando el Partido de Rejón hace esto no solo está mintiendo, no solo está falseando
sobre cuál es la realidad del mundo, no solo está insultando, no solo está denigrando
a aquellos que son sus adversarios ideológicos, pero que tienen posiciones
que pueden ser igualmente sensatas o más sensatas que las suyas, sino que, en el fondo,
está demostrando que la posible crisis ecológica que se avecina
solo le importa en tanto en cuanto la pueda instrumentar políticamente para alcanzar el poder.