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¿Cuál es ahora mismo la situación económica de China? ¿Cómo está evolucionando su crisis
inmobiliaria? ¿Cómo están afectando a la economía los confinamientos derivados de la
política de covid-zero implantada por el Partido Comunista de China? Veámoslo.
Desde hace una década el crecimiento económico tendencial chino venía
ralentizándose. Si observamos la evolución del crecimiento económico interanual de su
producto interior bruto, veremos claramente una tendencia a la baja con respecto al ritmo
de crecimiento que prevalecía antes de la crisis económica del año 2008. Sin duda la
fuerte caída de la actividad económica durante el covid, así como la posterior rápida recuperación,
introducen algo de ruido en esta comparación, pero en todo caso y omitiendo esas bajas y esas
alzas tan repentinas, la tendencia es claramente hacia una ralentización del ritmo de crecimiento
económico. Por otro lado, algo normal en un país que ha crecido tanto durante tanto tiempo y que
por tanto ha alcanzado de manera muy rápida cotas de desarrollo que lo ubicaría en una especie de
clase media mundial, no clase media occidental, sino clase media mundial. Cuando un país es muy rico,
más cuesta crecer en el margen, más cuesta crecer adicionalmente. Cada vez se va volviendo más
difícil mantener los ritmos de crecimientos anteriores. Básicamente porque cuando un país es
muy pobre, si cuenta con unas instituciones que no expulsan el crecimiento, se puede beneficiar
de una industrialización rápida, de una importación de tecnología extranjera, es decir,
de una movilización en masa de los factores productivos internos que no estaban siendo
productivos, que no estaban siendo aprovechados y eso puede generar muy rápidamente mucho
crecimiento económico. Pero una vez ya se han incorporado gran parte de las tecnologías,
de las técnicas que incrementan la productividad de fuera del país, una vez se han movilizado
los recursos internos para seguir creciendo, ya tienes que ir incrementando competitivamente
la productividad, ya tienes que ir buscando nuevas formas de hacer las cosas que no encontrarás
copiando fuera, sino que tienes que desarrollar dentro y como las ideas acerca de cómo multiplicar
la productividad no son infinitas, ni se consiguen de manera muy sencilla, sino que hay que invertir
muchos recursos, muchas de ellas fracasan, solo algunas de ellas triunfan, el crecimiento,
como digo, se va frenando. En el caso de China, sin embargo, a este crecimiento tendencial
a la la baja, se le une desde hace un año la incipiente crisis inmobiliaria que padece
el país. Recordemos que durante esta última década, en la que justamente el crecimiento
económico se ha ido frenando, una forma de sostener, quizá de manera artificial, esas
cifras de crecimiento económico, han sido impulsar un boom, un boom peligroso en el
mercado de la construcción. El PIB chino ha llegado a depender en alrededor de un 30%
del sector de la construcción, directa o indirectamente, y ese boom de la construcción
se apoyó sobre la laxitud crediticia, durante muchos años de mucho endeudamiento privado,
como ya tuvimos ocasión de explicar en un vídeo anterior.
A comienzos de 2021, el Partido Comunista Chino quiso poner fin a ese boom de endeudamiento
privado y pinchó. La burbuja crediticia y, por tanto, también pinchó la burbuja inmobiliaria,
una de las víctimas más conocidas de este pinchazo de la actividad inmobiliaria en China,
fue el coloso inmobiliario Evergrand, que a efectos prácticos ha entrado en una liquidación
ordenada, es decir, socializando pérdidas. Como consecuencia de todo ello, el mercado
inmobiliario chino ya estaba muy debilitado. Pensemos que uno de los motores principales
de ese mercado inmobiliario chino era la adquisición de segundas o incluso de terceras residencias
por parte de la población china. Claro, tiene sentido adquirir segundas o terceras viviendas
si su precio es creciente. Sin embargo, si cambian las tornas en el mercado inmobiliario
y su precio se estanca o tiene perspectivas incluso de bajar, los que solían demandar,
los que solían querer comprar segundas o terceras viviendas, salen del mercado y eso agrava
todavía más la situación de los precios y eso agrava todavía más la situación del
mercado inmobiliario, porque si los precios bajan y hay un enorme stock de viviendas
sin vender, qué promotores inmobiliarios se van a lanzar a producir nuevas viviendas
cuando no están siendo capaces de liquidar su stock de viviendas a precios que les cubran
los costes de construcción de esas viviendas. Como digo, por tanto, el mercado inmobiliario
chino lo estaba pasando muy mal, una de las patas, por tanto, del crecimiento económico
chino durante la última década lo estaba pasando muy mal, en parte, porque así lo
quería, así lo quiere el Partido Comunista Chino, quiere que el peso de la construcción
en el PIB se reduzca para que se expanda el precio de otros sectores dentro del PIB,
en parte probablemente porque el pinchazo se les esté yendo de las manos, pinchar
una burbuja no es sencillo y puede dar lugar a graves e imprevisibles efectos, como bien
conocemos, por cierto, en el caso de España. Y a todo esto se le ha sumado, desde el pasado
mes de marzo, las políticas de Covid-Cero, que ha decretado masivamente el Partido Comunista
por la mayor parte de China, con el objetivo de frenar la expansión de la variante Omicron
del coronavirus. A día de hoy casi 400 millones de chinos se están enfrentando a algún tipo
de restricción a la movilidad, 400 casi 400 millones de chinos en 45 ciudades. Las políticas
de Covid-Cero, que aparentemente le funcionaron muy bien a China durante febrero y marzo del
año 2020, ahora mismo no está claro que vayan a tener éxito, dado que Omicron es uno de
los virus más contagiosos de la historia de la humanidad. Por consiguiente, es muy
complicado que consigas detener su avance incluso encerrando durante mucho tiempo a
la gente en su casa. En el caso de Shanghai, por ejemplo, parecía que el virus empezaba
a remitir, que se empezaba a ralentizar su transmisión a finales de abril, pero a lo
largo de mayo volvieron a remontar los casos y las autoridades chinas decretaron nuevamente
un aislamiento doméstico, impidiendo a las personas salir de sus casas y recibir cualquier
suministro que no sean bienes esenciales. Y todo esto, mantener a la gente encerrada
en sus casas o restringir su movilidad, su actividad económica diaria normal, ya está
empezando a tener sus efectos sobre el conjunto de la economía del país. Por ejemplo, en
el mes de abril, las ventas minoristas en China se contrajeron un 11% con respecto al
mismo mes del año anterior. Se trata de la mayor caída desde marzo del año 2020, es
decir, durante la primera ola del coronavirus. Y si las ventas internas no están ayudando
las externas, es decir, las exportaciones, tampoco están yendo también como habían
ido a lo largo de 2020 y de 2021. Obviamente, durante esos años, muchos países en el resto
del mundo estaban aplicando sus propias políticas de restricción frente al coronavirus, lo cual
limitaba su capacidad para producir internamente y si no produces internamente y quieres seguir
consumiendo, tienes que traerlo desde fuera, tienes que importarlo. Eso generó un boom
de exportaciones en China que ayudó a sostener su economía durante esos complicados años
de rebote pos COVID y de crisis en el mercado inmobiliario, pero ahora mismo también ese
boom de las exportaciones está tocando a su fin. Tanto porque Occidente ya no depende
de una manera tan acusada de las importaciones chinas, como cuando Occidente estaba paralizado
de actividad como consecuencia del coronavirus, cuanto por las propias restricciones a la
movilidad que ha implantado China para luchar contra el coronavirus a través de su visión
de COVID-0. Obviamente, si no se produce, no se puede exportar. Y por tanto, con lo que
nos encontramos es que las exportaciones chinas apenas están creciendo en términos de valor
y probablemente ya estén retrocediendo con respecto a 2021 en términos de volumen,
de cantidad de bienes exportados. Y si no se compra ni dentro ni fuera, y si además
existen restricciones serias a la producción, a la movilidad social, a la actividad económica
que dificultan poder producir en las industrias del país, ¿qué sucede con la producción
industrial? Pues que cae un 2,9% durante el mes de abril. Su ritmo más acelerado no
desde marzo de 2020, sino desde febrero del año 2020. Es decir, que la actividad industrial
se está contrayendo más en China ahora, que durante uno de los meses más duros del
primer confinamiento de la primera ola del coronavirus. Y si la actividad económica
general en China se está ralentizando, ¿qué le ocurre entonces a un mercado inmobiliario
que como decíamos ya estaba muy debilitado? Pues que se debilita todavía más. Como podemos
observar, la venta de inmuebles en China en las principales ciudades del país, ya sean
las 50 principales ciudades del país, o las ciudades grandes o las ciudades medias, las
ventas de viviendas ya venían sufriendo antes del actual confinamiento. Pero el actual
confinamiento y todo el daño económico que está generando han agravado todavía más
la caída. En definitiva, ahora mismo el crecimiento económico
chino se enfrenta a una triple dificultad. En primer lugar, la caída del crecimiento
tendencial de China, que eso es algo que cabía esperar que sucediera en el largo plazo. Pues
bien, ya está sucediendo. En segundo lugar, una crisis sectorial, una crisis económica
coyuntural vinculada al pinchazo de la burbuja del ladrillo. Y en tercer lugar, una crisis
sanitaria política desde el lado de la oferta, como consecuencia de las políticas de las
medidas de covid-zero que está adoptando el gobierno chino. Cabe pensar que las dificultades
por las políticas de covid-zero serán las primeras en superarse, dado que en el fondo
no deja de ser una decisión política levantarlas y, por tanto, permitir que la actividad económica
se reanude. Sin embargo, el declive del crecimiento tendencial a largo plazo está ahí para quedarse,
China no volverá a crecer de manera sostenida a tasas del 10 o del 15%, y la digestión
del pinchazo de la burbuja inmobiliaria y consecuente reestructuración del conjunto
de la economía se está atascando cada vez más. En gran medida, porque el Partido Comunista
de China no ha querido que sea un ajuste rápido y doloroso y, por tanto, está prolongando
un ajuste lento pero que será igualmente doloroso. Y si China, una de las principales
economías del planeta, se tambalea, no pensemos que el resto del mundo vamos a salir airosos.