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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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la cocaína será en 2023 la principal exportación al resto del mundo de la Colombia de Gustavo Petro.
¡Veámoslo!
Los liberales pensamos que los individuos y los países tienen que especializarse en producir
aquello en lo que tienen ventaja comparativa, es decir, aquello en lo que son relativamente
mejores. Los no liberales, en cambio, tienden a pensar que son los gobiernos los que tienen
que influir o incluso imponer en que se tienen que especializar los individuos y las sociedades,
porque los gobiernos saben mejor qué conviene a individuos y a sociedades. Ahí es donde encaja la
lógica de la llamada política industrial. La política industrial es un conjunto de
intervenciones que desarrolla el Estado para tratar de orientar la especialización del
sistema económico hacia actividades de supuesto valor añadido, es decir, incrementar el desarrollo
y la productividad de un sistema económico por encima de lo que lograría incrementarlo
en libre mercado sin ese conjunto de intervenciones del Estado dirigidas a marcar el camino que ha
de seguir la economía hacia la prosperidad. Gustavo Petro es el actual presidente de Colombia
y es un presidente que no entronca precisamente con la tradición de pensamiento liberal,
entronca más bien con una tradición de pensamiento intervencionista que considera
que ha de ser el Estado, a través de sus diversos instrumentos de política pública,
quienes han de marcar el rumbo de la especialización de la economía privada. De ahí que nos sorprende
en absoluto que Gustavo Petro defienda la política industrial.
¿Por qué hay que construir una política industrial? Porque es en la producción donde
se genera la riqueza. Y como parte de esa política industrial que pretende diseñar
la Colombia del futuro, Gustavo Petro ha apostado desde el primer día por desinvertir en combustibles
fósiles, por alejarse de la producción y exportación de carbón y de petróleo.
Es hora de desvalorizar la economía de los hidrocarburos con fechas definidas para su final
y valorizar las ramas de la economía descarbonizada. La solución es un mundo sin petróleo y sin carbón.
Bien, hay que tomar dos medidas de tipo económico que puede tomar un presidente inmediatamente.
Una, cesa la contratación de exploración de petróleo en Colombia. Mensaje, vamos hacia
una economía productiva nuestra activista. Pues yo vengo aquí a esta Plaza de Corozal a
demostrar que los aguacates son más importantes que el petróleo.
Es decir, que claramente a Gustavo Petro no le gusta el petróleo. Quiere que Colombia
deje de producir petróleo a medio plazo, que transite hacia un modelo económico no basado
en los hidrocarburos, que transforme su economía en lo que él cree que ha de ser la economía del
futuro para Colombia. Una economía del futuro donde no está el petróleo, a pesar de que hoy
por hoy la principal exportación de Colombia es el petróleo, hasta el punto de que supone un tercio
de todos los ingresos por exportaciones que obtiene Colombia. Y si bien a Gustavo Petro no
le gusta que Colombia se especialice en producir petróleo, ¿en qué le gusta a Gustavo Petro que se
especialice Colombia? Pues entre otras mercancías, en la producción de hoja de coca.
El gobierno se propone a nivel nacional, en las regiones de mayor producción de hoja de coca usada
de otra manera, poner fábricas para comprar esa hoja de coca y volverla a abono sin carbón,
abono descarbonizado o, si queremos otra palabra, biofertilizantes.
Le diría a los funcionarios que ideemos el programa para que un campesino pueda
cultivar a un hoja de coca mientras va plantando el cultivo sustituto.
Ah, nos van a decir, y ustedes entonces conviven con ese satán, ¿no? Convivimos con la realidad.
Luego, la respuesta fundamental es, uno, promocionamos la industrialización del
cannabis y su exportación. Dos, sustituimos la economía de la hoja de coca, no a partir
de la fumigación y la represión, sino a partir de una reforma agraria que permita
la industrialización de los productos del campesinado en manos y en propiedad del
mismo campesinado. ¿Qué es más venenoso para el ser humano? La cocaína, o el carbón,
o el petróleo. El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida.
Así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis y más por las mezclas que provoca
su clandestinidad dictaminada. Pero, en cambio, el carbón y el petróleo deben ser protegidos.
Así su uso pueda extinguir a toda, a toda la humanidad.
Está claro que Gustavo Petro ve con mejores ojos que Colombia produzca cocaína, aunque sea
ilegal, a que produzca petróleo. No digamos ya a que Colombia produzca legalmente hoja de coca.
Por tanto, cabe esperar que la política industrial de Gustavo Petro, la política industrial dirigida
a planificar cómo ha de ser la Colombia del futuro, será una política industrial dirigida
a desincentivar, a erradicar la producción colombiana de petróleo y a tolerar o fomentar
la producción colombiana de hoja de coca y de productos derivados de la misma.
Y de momento parece que su política industrial está funcionando. Durante el primer semestre de
las exportaciones colombianas de petróleo se han hundido un 30% con respecto al mismo
periodo del año anterior. Y en paralelo, según el último informe de las Naciones Unidas,
la superficie agraria dedicada al cultivo de hoja de coca ha alcanzado su máximo histórico,
230.000 hectáreas de territorio colombiano dedicado al cultivo de hoja de coca,
suficiente para producir 1.700 toneladas de cocaína, nuevamente máximo histórico.
Y si estas tendencias se mantienen a lo largo de este año 2023, según las estimaciones de
Bloomberg Economics, la principal exportación de Colombia al resto del mundo durante este año 2023
será la cocaína. Ya en 2022, durante el primer año de gobierno de Gustavo Petro,
la estimación de las exportaciones de cocaína se quedó muy cerca de las exportaciones de petróleo.
Colombia exportó en 2022 19.000 millones de dólares en petróleo y una estimación de
18.000 millones de dólares en cocaína. Pero en 2023, después de la fuerte caída de la
exportación de petróleo y después del récord histórico de cultivo de hoja de coca, todo parece
indicar que el principal producto, repito, que exporte Colombia al resto del mundo será cocaína.
El resultado de la política industrial petrista, castigar la producción y exportación de petróleo,
tolerar o fomentar la producción y exportación de hoja de coca. Personalmente, como liberal,
no me opongo ni a la producción, ni a la comercialización, ni al consumo de drogas.
Sin embargo, desde luego, tampoco creo que sea el Estado quien deba fomentar,
quien deba proteger, quien deba incentivar la producción y la comercialización de la
materia prima de la cocaína. Al fin y al cabo, si esta es la política industrial de Gustavo Petro,
¿significa que esta es la Colombia del futuro con la que sueña Gustavo Petro?