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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Los defensores del sistema de licencias de taxis suelen afirmar que Uber no constituye
ningún tipo de innovación tecnológica, que es un mero intrusismo laboral, una mera réplica
del trabajo que ya están desempeñando los taxistas en condiciones desiguales, dado
que a ellos no se les exige o pretenden que no se les exija la licencia que sí se les
ha reclamado a los taxistas y por la cual han tenido que pagar a otros taxistas, no
a la administración pública, sino a otros taxistas unas levadas sumas de dinero.
Pero este tipo de argumentos no entienden adecuadamente cuál es el cambio que ha
introducido Uber y por el cual el actual sistema de licencias deja de estar absolutamente
justificado si es que alguna vez los tuvo.
El sistema de licencias surge como una forma regulatoria de solventar ciertos problemas
que es verdad, a que jaban a un mercado de taxi completamente liberalizado o donde se
permitirá irrestrictamente la libertad de entrada, básicamente el riesgo de que no
conozcamos quién es el taxista que me va a llevar, el hecho de no conocer tampoco cuál
es el trayecto óptimo por el que me tiene que llevar y por tanto el hecho de que un
mercado libre y desregulado de taxis debido a la información asimétrica que existe entre
taxista y usuario pudiese degenerar, es cierto, en abusos, en conflictividad, en riesgos para
el propio pasajero.
Sin embargo, la aplicación de Uber y de cualquier otra aplicación que emule este sistema lo
que permite es que descentralizadamente los usuarios evalúen al conductor, permite monitorizar
controlar en todo momento la ruta que está siguiendo el conductor y permite en definitiva
coordinar la oferta y la demanda de servicios de taxi sin ningún tipo de información asimétrica
que padezca el usuario.
Y si esto es así, si Uber soluciona este problema fundamental que aquejaba el libre
mercado de taxis antes de su aparición, ya deja de estar justificado el sistema de licencias
que, digamos, regulando el acceso y controlando el acceso por parte de las administraciones
públicas a quien prestaba o dejaba de prestar este servicio, pretendía solucionar este problema
o este inconveniente.
Por tanto, hoy el sistema de licencias es un sistema absolutamente anacrónico, un sistema
que ya no sirve para aquello, para lo que supuestamente nació.
Y hoy el sistema de licencias únicamente se utiliza para restringir la cantidad de
operadores que pueda haber en el mercado.
Y por eso es del todo injustificable, porque están contingentando, están restringiendo
el número de personas de taxis que pueden prestar un servicio a los usuarios y por esa
vía, por esa restricción oligopolística de la competencia, están encareciendo y empeorando
el servicio que se está prestando al usuario y lo están haciendo sin ningún tipo de contrapartida
en beneficio del usuario.
Por lo que insisto, antes se podía decir esto mismo, que el sistema de licencias restringía
el número de taxis y por tanto empeoraba o encarecía el servicio, pero al menos estaba
la contrapartida de que aseguraba de una manera quizá muy poco avanzada o muy poco rigurosa,
pero de alguna manera aseguraba o solucionaba el problema de la información asimétrica
que padecía el usuario.
Hoy ya no, hoy es mera restricción a cambio de nada, es mero lucro privativo de quienes
ya estén dentro del mercado de taxis con licencia y por eso hay que liberalizarlo.
Y por eso Uber y cualquier sistema análogo a Uber, incluso el que puedan emplear los
actuales taxistas en un mercado libre, abierto y competitivo, por eso Uber y cualquier sistema
análogo a Uber constituye una revolución disruptiva que hace obsoleto, que vuelve obsoleto
el restrictivo sistema de licencias de taxis.