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El gobierno de PSOE Podemos acaba de aprobar en el Congreso de los Diputados el impuesto
sobre las transacciones financieras, más popularmente conocido como TASA TOBIN.
A través de este tributo, la compra venta de determinadas acciones cotizadas en España,
concretamente las acciones de compañías cuya capitalización supera los 1.000 millones
de euros, se verá sometida a un gravamento del 0,2%.
Es decir, que si una persona compra, por ejemplo, 100 euros en acciones de telefónica, tendrá
que pagar 20 céntimos de euros, y cuando venda esas acciones de telefónica para realizar
una plusvalía o una minusvalía, tendrá que volver a pagar el 0,2%.
Si las vende de nuevo por 100 euros, tendrá que pagar otros 20 céntimos de euros.
El gobierno ha defendido este impuesto sobre las transacciones financieras, esta TASA TOBIN,
con el argumento de que desea que el sector financiero contribuya de un modo más justo
a la salida de la crisis en la que ahora mismo nos encontramos, y ya sabemos que este gobierno
equipara justicia con subirles los impuestos a los ciudadanos o a las empresas.
Además, el Ejecutivo también ha amatizado que no considera que este tributo del 0,2%
en la compra y en la venta de acciones de grandes empresas cotizadas en España vaya
a afectar de un modo muy significativo a las clases medias.
Primero, porque el sujeto pasivo del impuesto, es decir, aquel que está obligado a pagarlo,
son los intermediarios financieros, es, por ejemplo, la banca que procesa las órdenes
de los ciudadanos de comprar y de vender acciones, no son los propios ciudadanos los que han
de pagar directamente este impuesto.
Y, en segundo lugar, porque, además, son muy pocos los ciudadanos españoles que invierten
en bolsa, alrededor del 10% de la ciudadanía tiene acciones cotizadas y, por tanto, ese
10% que el gobierno considera que son los más ricos de la sociedad, pues tampoco pasaría
nada si pagaran algunos impuestos, algunos tributos más en el momento en el que nos
encontramos.
Estos argumentos, sin embargo, son equivocados por dos razones.
La primera es que, evidentemente, los intermediarios financieros van a repercutir este gravamen
a los compradores o a los vendedores finales de acciones.
No van a ser ellos quienes los paguen, porque ellos no tienen ninguna necesidad ni de comprar
ni de vender acciones.
Todos son simplemente la herramienta que utilizamos a aquellos que sí queremos comprar o vender
acciones en los mercados financieros para procesar esas órdenes.
De manera que los intermediarios financieros se limiterán a encarecer las comisiones de
compraventa de determinadas acciones cotizadas en España, especialmente en el IBS35, y todos
aquellos que quieran participar en ese mercado tendrán que pagar, como digo, comisiones más
elevadas.
Si no lo va a pagar el sector financiero, no lo van a pagar los intermediarios financieros,
lo van a pagar en un primer momento, al menos, las familias que puedan estar interesadas
en comprar y vender acciones.
Y aquí nos encontramos con el segundo problema, y es que el gobierno argumenta que, bueno,
si lo pagan las familias que quieren comprar y vender acciones, como esas familias son
muy ricas, tampoco pasa nada, que es lógico que quienes más tienen más contribuyan
en los momentos como los actuales.
Sin embargo, fijémonos que el problema no es tanto que a determinado grupo de familias
se les cargue un impuesto extraordinario y que ese impuesto extraordinario, por tanto,
repercuta negativamente en su situación patrimonial.
El problema, como digo, no es sólo ese o no es esencialmente ese.
El problema es que esas familias a las que se les encarece la compraventa de acciones
son familias ahorradoras, son familias que tienen un capital para comprar acciones.
Y destinar capital a comprar acciones es proporcionar financiación o a las compañías que emiten
en primer lugar esas acciones o a aquellos que han comprado las acciones que fueron emitidas
en primer lugar por las compañías, es decir, canalizar ahorro de las familias hacia los
mercados financieros, ya sea el mercado primario, títulos financieros de nueva emisión o el
mercado secundario, transferencias de títulos ya emitidos entre quienes compraron en primer
lugar esos activos financieros, canalizar ahorro hacia los mercados financieros es
canalizar financiación hacia los mercados financieros.
Insisto, si una compañía emite nuevas acciones, eso sería una transacción del mercado primario
y un ahorrador con presas acciones le está dando su ahorro, su capital, a la empresa
para que realice las inversiones que la empresa tenga a bien efectuar.
Si una persona que ha comprado previamente acciones en el mercado primario y que tiene
las acciones en su patrimonio, cualquiera de nosotros, cualquiera que escuche este vídeo
y haya invertido alguna vez en bolsa, si ese señor quiere vender su cartera o parte de
su cartera de acciones para realizar una ganancia porque necesita liquidez urgentemente para
efectuar algún gasto, esa venta sería una transacción en el mercado secundario y quien
compre esas acciones que otra persona está vendiendo, le está proporcionando financiación
a ese vendedor de las acciones que no lo olvidemos en primer lugar le había proporcionado financiación
a la empresa cuando vendió por primera vez sus acciones en el mercado primario.
Por consiguiente, repito, comprar acciones en los mercados financieros, ya sean transacciones
de mercado primario o de mercado secundario, significa inyectar financiación a los mercados
financieros y más en particular al sector empresarial o a aquellos que previamente han
financiado al sector empresarial. Y aquí nos topamos con el gran problema de este impuesto,
si encarecemos la compra y la venta de acciones, es decir, si encarecemos las transacciones
en los mercados financieros, si encarecemos que las familias que tienen ahorros puedan
destinar esos ahorros a los mercados financieros y más en particular a los mercados de renta
variable españoles, lo que estaremos dificultando es la transformación de ahorro en inversión,
lo que estaremos dificultando es que las familias ahorradoras proporcionen financiación
a los agentes que busquen financiación a través del mercado financiero.
Por supuesto, uno puede pensar que la influencia, el desincentivo de transformación de ahorro
en inversión a través de los mercados financieros de un impuesto cuyo gravamen es de apenas
el 0,2% en la compra y el 0,2% en la venta. Por tanto, el 0,4% en una transacción completa
de compra a venta, que la influencia de ese gravamen no puede ser muy importante. ¿Quién
va a dejar de efectuar una inversión muy rentable a través de los mercados financieros
simplemente por tener que pagar una vez el 0,4% del valor de esa inversión? No parece
que sea una decisión muy razonable. Existe controversia al respecto, en muchas ocasiones
un 0,4% de un margen pequeño es un muy elevado porcentaje, pero además conviene recordar
que hay muchos operadores en los mercados financieros que no compran acciones para mantenerlas
en su cartera durante mucho tiempo buscando rentabilidades muy elevadas. Hay muchos operadores
en los mercados financieros que a lo que se dedican es a comprar y a vender acciones
de manera continuada para aprovechar márgenes de beneficio muy estrechos. Hay muchos operadores
que se contentan con una rentabilidad del 0,1%, del 0,15%, del 0,2% si esa rentabilidad es
a muy corto plazo. Evidentemente todas estas transacciones rápidas que proporcionen una
ganancia tan pequeña van a quedar prohibidas de facto a través de este impuesto, quien
va a comprar y a vender acciones dentro de un mismo día para ganar el 0,1% si tiene que
pagar el 0,4% en impuestos. Y de hecho el espíritu inicial de algunos defensores de
la tasa Tobin, por ejemplo de John Meenard Keynes en la teoría general del empleo, el interés
y el dinero, año 36, era ese, era desincentivar estas transacciones dizquespeculativas, es
decir transacciones que solo contribuyen a desestabilizar los precios en los mercados
financieros. Si hay mucha gente que está comprando y vendiendo acciones a corto plazo,
parecería que los precios de esas acciones fluctúan mucho y que eso de alguna manera
ahuyenta a aquellos que quieren meterse en los mercados financieros, que quieren invertir
en los mercados financieros con una visión de mucho más largo plazo. Sin embargo, no
olvidemos que estos operadores que están comprando y vendiendo continuamente acciones,
buscando spreads, buscando márgenes de beneficio muy estrechos, lo que hacen, lo que contribuyen
también a hacer es unificar las transacciones del mercado, proporcionan lo que en finanza
se conoce como negociabilidad de los activos financieros. Imaginemos que solo aquellas
personas que quieren comprar y vender a muy largo plazo acciones participaran en el mercado
financiero. Si yo compro hoy un paquete de acciones y lo quiero vender en dos años, cuando
concluyan esos dos años y digan oigan señores que quiero vender estas acciones, ¿quién
me las compra? Pues solo me las podría comprar otra persona que en ese momento casualmente
estuviese dispuesto a efectuar una transacción a largo plazo, a comprar esas acciones para
mantenerlas en cartera durante un largo periodo de tiempo. Y esas personas no siempre existen
ni están disponibles cuando yo necesito que estén disponibles. Es por eso que aquellos
operadores que están efectuando muchas transacciones día a día en el mercado, lo que permiten
es que cuando yo, que he invertido a dos años por ejemplo, quiero realizar, quiero vender
mi paquete de acciones, mi cartera, parte de mi cartera de acciones, hay a alguien que
la compre y que la venda a lo mejor en unas horas, pero que se la venda a otro, que también
la va a comprar y la va a vender en unas horas hasta que aparezca un comprador, ya vemos
final, que si quiera mantener esas acciones en su cartera durante un año, durante año
y medio, durante dos años, durante seis meses da igual, pero actúan como puente entre el
vendedor final y el comprador final. Si muchas de esas transacciones puente que permiten
conectar a través de los mercados financieros al vendedor final con el comprador final desaparecen,
habrá mucha menos negociabilidad en el mercado. Sólo podré vender si hay alguien que casualmente
en ese mismo momento, quiere comprarme mis acciones al precio al que yo las quiero vender
para mantenerlas en el largo plazo, o si no hay nadie que casualmente en ese momento en
el que yo necesito vender, quiera comprar mis acciones al precio al que yo las quiero
vender, lo que tendré que hacer es ir bajando el precio hasta que aparezca alguien que diga
hombre a este precio tan rebajado, sí que me interesa comprarte tus acciones en este
momento para mantenerlas a largo plazo. Es decir, que a quien tenga prisa por vender,
se tocará vender más barato de lo que alternativamente habría vendido si hubiese operadores que
compran y venden acciones no para mantenerlas en el muy largo plazo, sino simplemente como
puente entre otras transacciones más a largo plazo. Y si los inversores a largo plazo en
bolsa son conscientes de que cuando necesiten vender sus acciones las van a tener que vender
a un precio mucho más bajo de lo que podrían haberlo vendido hasta la entrada en vigor
de este impuesto, tendrán también menores incentivos a canalizar su ahorro, a transformar
su ahorro de largo plazo en financiación a largo plazo a través de estos mercados
financieros. Como digo, existe mucha controversia académica sobre si el papel de estos operadores
especulativos a corto plazo en los mercados financieros es un papel estabilizador en
la medida en que actúan como puente entre vendedores y compradores finales de acciones
o un papel desestabilizador en la medida en que al efectuar muchas transacciones desvinculadas
del objeto final del negocio están de alguna manera moviendo los precios en direcciones
irracionales en el corto plazo. Sin embargo, para conocer cuál es la opinión de los políticos
alrededor de este debate, si la tasa Tobin va a restringir la financiación canalizada
a través de los mercados financieros o no la va a afectar, es mucho mejor observar
aquello que hacen que aquello que nos dicen. Es mejor observar sus actos que escuchar sus
palabras. Y en sus actos lo que podemos observar es que los políticos temen que la tasa Tobin,
que el impuesto a las transacciones financieras, sí va a restringir la financiación. ¿Y por
qué? Pues porque el impuesto a las transacciones financieras, tal como ha sido diseñado por
esos políticos, no se va a aplicar a un activo financiero que tiene una importancia
capital para esos políticos, que es la compraventa de deuda pública. En ninguno de los modelos
y de las propuestas que se han planteado hasta la fecha de la tasa Tobin, de la impuesto
a las transacciones financieras, en ninguno la deuda pública, la compraventa de deuda
pública por ningún importe ha resultado nunca grabada por este impuesto. ¿Por qué
razón? Pues porque evidentemente los políticos saben que si al comprar o al vender títulos
de deuda pública los operadores financieros han de pagar un recargo, van a comprar muchos
menos títulos de deuda pública. Si la demanda de títulos de deuda pública se reduce, el
coste de la financiación de los emisores de deuda pública, es decir, de las administraciones
públicas, se va a encarecer. Y los políticos no quieren financiarse, no quieren financiar
sus gastos de manera más cara, por cuantías más caras de lo que se están financiando
en la actualidad. Con lo cual, como no quieren encarecer el coste de financiación de la
deuda pública, de la financiación pública, no imponen la tasa Tobin el impuesto a las
transacciones financieras sobre la deuda pública. Pero esto implica, evidentemente,
que son conscientes de que la tasa Tobin, de que el impuesto a las transacciones financieras
sí encarece el coste de la financiación. Lo que sucede es que no les importa que se
encarezca el coste de la financiación de algunos operadores económicos, de algunos
agentes económicos, como es el caso de las grandes empresas cotizadas en España, que
si se les dificulte la financiación a estas grandes empresas, a la clase política no
le importa, demasiado con tal de que puedan pasar el cepillo y recaudar unos pocos cientos
de millones de euros. Digo pocos cientos de millones de euros porque el déficit público
para este año va a superar los 100.000 millones de euros. Ahora, su financiación, la financiación
a través de la deuda pública, la financiación necesaria para sufragar ese déficit de más
de 100.000 millones de euros que no se la toquen y, por tanto, que no grabemos las operaciones
de compraventa de deuda pública con este impuesto que, según nos dicen, no va a tener
ningún efecto perjudicial sobre la financiación de las grandes empresas.
Si en circunstancias normales esta decisión política ya sería profundamente equivocada
porque la prosperidad de un país procede, en última instancia, de su capacidad para
amasar mucho ahorro y para transformar ese ahorro en inversión, y si tú dificultas
el proceso de transformación de ahorro en inversión, lo que estás haciendo es entorpecer
el crecimiento y el desarrollo económico de ese país, pero digo, si en circunstancias
normales esa decisión política ya sería profundamente equivocada, en las actuales
lo es muchísimo más. ¿Por qué? Pues porque en las actuales circunstancias todo el tejido
empresarial de cualquier país del mundo, también desde luego de España, necesita
de mucha más financiación para recapitalizarse o para reestructurarse, es decir, necesita
de mucha más financiación para poder volver a entrar en funcionamiento, para poder volver
a generar riqueza de manera sostenible. Sin financiación habrá muchas empresas que o
no entrarán en funcionamiento o entrarán en funcionamiento a medio gas o terminarán
siendo desplazadas del mercado porque no serán capaces de readaptar su modelo de negocio
a los nuevos tiempos, a las nuevas circunstancias que vienen a partir de ahora. Por consiguiente,
que en el momento actual el gobierno para recaudar 400, 500 millones de euros esté poniendo
en riesgo, esté dificultando, esté entorpeciendo, esté obstaculizando la capacidad de financiación
de las grandes empresas españolas al menos a través de los mercados financieros españoles,
porque lo que harán será buscar financiación en otros mercados financieros, con lo cual
las transacciones dentro de los nuestros se van a hundir y por tanto el gobierno no va
a recaudar ni mucho menos lo que espera recaudar, pero en todo caso que el gobierno para recaudar
unos pocos cientos de millones de euros esté poniendo en riesgo la capacidad de financiación
de nuestras grandes empresas es de una irresponsabilidad titánica. Parece que este gobierno esté
sacando adelante todos sus proyectos ideológicos del pasado porque este impuesto ya estaba
en el anteproyecto de presupuestos para el año 2019 sin importarle que nos ha atropellado
una pandemia y que hemos entrado en la crisis económica más dura, más profunda desde
la guerra civil española. Parece que el gobierno sigue comportándose exactamente
del mismo modo como si nada hubiese sucedido y por desgracia han sucedido demasiadas cosas
demasiado malas como para que este pésimo gobierno siga tomando tan desastrosas decisiones
como las que pretendía tomar en el pasado.