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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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La inflación roza el 10% en España, y ahora qué? Veámoslo.
La inflación se disparó en España durante el mes de marzo del año 2022 hasta el 9,8%.
Una inflación de prácticamente 2 dígitos, que es la más elevada desde el año 1985.
No sólo eso, la inflación mensual llegó a ser del 3%, es decir, que el promedio de
todos los precios de los bienes de consumo en la economía española en marzo se incrementaron
un 3% con respecto al mes de febrero de este mismo año.
Si esa tasa de inflación mensual, que es la más elevada desde el año 1977, se mantuviese
a lo largo del resto del año, lo cual no es probable que suceda, pero si se mantuviese
a lo largo del resto del año, la tasa de inflación interanual llegaría a ser al cabo de 12
meses del 45%. Mencibe en este dato para que seamos conscientes de la barbaridad económica,
que es que en un solo mes los precios se incrementen un 3%. Recordemos, a su vez, que el objetivo
del Banco Central Europeo de inflación a medio plazo es del 2% en el conjunto del año. Estamos
diciendo que en un mes, por tanto, sea más que batido el objetivo de inflación del
Banco Central Europeo para todo un año. Este muy considerable incremento de la inflación
sí tiene una relación bastante directa con la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Sin embargo, no hay que confundir esto con que la inflación o la mayor parte de la inflación
sea responsabilidad de la guerra en Ucrania. Recordemos, en el mes de febrero del año
2022, la tasa de inflación ya estaba en el 7,6% y no todo el aumento de precios que
hemos experimentado en marzo es atribuible a la guerra. De hecho, el propio gobierno
estima que tres cuartas partes de ese incremento sí es atribuible a la guerra, pero una cuarta
parte no lo es. Por consiguiente, aún sin la guerra, la tasa de inflación se habría
elevado por encima del 8% según el propio gobierno. Hay algunos que aún así insisten
en vincular la tasa de inflación previa a la guerra, a la preparación de esa guerra
por parte de Putin, que si ya estaba empezando a restringir los precios del gas y por eso
los precios del gas se dispararon y por eso los precios de la electricidad se dispararon
y por eso la inflación se disparó. Esta explicación, que puede tener algún fundamento,
que puede tener alguna base, es sin embargo una explicación incompleta. En Estados Unidos
la tasa de inflación en febrero estaba en el 7,9% y Estados Unidos no consume gas de
Rusia. Por tanto, tampoco la guerra, tampoco la invasión de Ucrania, permite explicar
la totalidad ni un porcentaje significativo de la inflación previa a la guerra.
De hecho, la inflación subyacente en el mes de marzo, recordemos que la inflación subyacente
es aquella que excluye los precios de la energía y los precios de los alimentos no elaborados,
la inflación subyacente en el mes de marzo se incrementa desde el 3 al 3,4%. Es desde
luego un incremento mucho menor que el que ha experimentado la tasa de inflación general,
pero sigue siendo un incremento que no puede vincularse con la guerra, porque aún cuando
los altos precios de la energía y los altos precios de los alimentos elaborados con el
tiempo se terminan filtrando hacia el resto de la economía, en el corto plazo es improbable
que se hayan filtrado de manera significativa. Por tanto, esta elevación de la inflación
subyacente responde a circunstancias previas a la guerra y estamos hablando de una tasa
de inflación subyacente del 3,4%. La inflación nuclear de la economía, aún olvidándonos
de la energía, es del 3,4%. Casi el doble del objetivo a medio plazo del banco central
europeo. Sentado todo esto y con estas altas tasas de inflación que, bueno, lo más previsible
que suceda en el corto plazo es que empecemos a ver exigencias a través de la negociación
colectiva de revalorizaciones salariales. Es comprensible que si los trabajadores están
perdiendo de media un 10% de su poder adquisitivo a falta de la revalorización salarial, esos
trabajadores traten de recuperar parte del poder adquisitivo que han perdido a lo largo
de los últimos 12 meses. Recordemos que una inflación del 10% sin que suban los salarios
equivale hasta cierto punto a que bajen los salarios alrededor de un 10% sin que suban
los precios. Por consiguiente, está claro que va a haber una fuerte presión entre los
trabajadores para reclamar alza salariales a las empresas. Y esas empresas, si terminan
cediendo en forma de alza salariales, tratarán de repercutir ese incrementado coste salarial
a mayores precios de venta, con lo cual empezaremos a cebar una espiral precio salarios que se
independizaría de la elevación de los precios de la energía. Y en ese caso, la única forma
de cortar la espiral inflacionista que termina devorando los fundamentos monetarios y financieros
de una sociedad, la única forma de frenar esa espiral inflacionista es con políticas
fiscales y con políticas monetarias de carácter restrictivo. Es decir, que estas altas tasas
de inflación, no solo con respecto a la tasa de inflación general, sino también con respecto
a la tasa de inflación subyacente, apuntan, por un lado, a subidas de tipos de interés
por parte del Banco Central Europeo. En el vídeo de ayer ya hablamos de que los mercados
están empezando a anticipar esa subida de tipos de interés, porque los tipos de interés
de la deuda pública se están disparando en las últimas semanas, y apunta también,
aunque se esté hablando mucho menos de esto, a una restricción de la política fiscal que
están aplicando los gobiernos, es decir, a subidas de impuestos o a recortes del gasto,
y como el gobierno que tenemos en España es alérgico ideológicamente a recortar el
gasto, todo apunta a fuertes subidas de impuestos. En resumen, más allá del espectacular dato
de inflación del mes de marzo, que podría llegar a tener una entidad transitoria si
terminara pronto la guerra, algunas de las alzas de precios intensas que hemos observado
podrían retroceder, pero más allá de esa subida espectacular de la inflación en el
mes de marzo, lo preocupante es que seguimos observando de manera estructural, de manera
nuclear, elevaciones en los precios dentro del conjunto de la economía. Si quitamos
el ruido de la guerra, los precios siguen subiendo y mucho, y la única forma que conocemos
de frenar una inflación que se ha descontrolado por el exceso de gasto agregado dentro de
la economía, promovido por políticas monetarias y fiscales de estímulo, es retirar esas políticas
monetarias y fiscales de estímulo, contraer de hecho la política fiscal y la política
monetaria, y toda restricción de la política monetaria y de la política fiscal a corto
plazo implica dolor, implica frenazos en la actividad e implica menor creación de empleo
cuando no destrucción de empleo. Los excesos estimulantes de ayer los pagamos con la inflación
de hoy y con la crisis de mañana.