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Juan Ramón Rallo

Laissez faire, laissez passer. Laissez faire, laissez passer.

Transcribed podcasts: 2280
Time transcribed: 38d 6h 22m 10s

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Por violencia política podemos entender la violencia física que se ejerce contra una persona
motivada por sus ideas políticas, es decir, la violencia cuyo desencadenante es la intolerancia
hacia las ideas políticas ajenas. Una sociedad donde la violencia política se generaliza
es una sociedad que avanza imparable hacia el enfrentamiento civil, donde unos intentan
agredir a otros y los otros intentan agredir a unos porque la intolerancia hacia las ideologías
diversas se ha generalizado, se ha extendido tanto que ya solo cabe ese enfrentamiento
a gran escala. Por consiguiente, toda sociedad debería evitar a toda costa que esa violencia
política se normalice, que esa violencia política pase a ser considerada como una forma más
de expresar la discrepancia hacia los que piensan distinto de uno mismo.
Y por desgracia creo que en España estamos empezando a dar pasos hacia la normalización
de esa violencia política. No es que, no querría exagerar, no es que esa normalización
sea algo verdaderamente extendido, verdaderamente inquistado dentro de lo más profundo de
nuestra sociedad, afortunadamente estamos muy lejos de que todos los españoles acepten
la violencia política como algo legítimo que pueda practicarse contra el incidente
político, pero aun así vamos rompiendo tabúes que no habría que romper. Algunos grupos
de la población van interiorizando que la violencia política dirigida contra otros
grupos de esa sociedad sí es legítima, sí es defendible y si eso se extiende entre
determinados sectores ideológicos de una parte de la sociedad, evidentemente otros
sectores ideológicos se radicalizarán aunque solo sea en un comienzo como reacción defensiva
y más adelante terminarán legitimando igualmente el ataque hacia esas otras ideologías que
no dudan en defender la violencia contra los que piensan distinto.
Y por eso creo que es indispensable reclamar una desescalada en el proceso de legitimación
de la violencia política que estamos empezando a vivir en ciertos sectores de la sociedad
española. Y es que a raíz de los incidentes que tuvieron tristemente lugar en el meeting
de Vox en Vallecas han sido tres los argumentos que se han ofrecido para legitimar, para justificar
los ataques contra los miembros y contra el meeting de Vox. El primer argumento ha sido
que las ideas de Vox no pueden ser toleradas porque son ideas inerentemente intolerantes
con el resto de la sociedad y que por tanto la violencia sí es legítima frente a ese
tipo de ideas radicalmente intolerantes. El segundo argumento es que la presencia de
Vox en Vallecas constituía en sí misma una provocación, casi una amenaza contra el resto
de vecinos residentes en Vallecas y por tanto los ataques contra Vox respondían a esa provocación
inicial derivada de que Vox quisiera convocar un meeting en un distrito que no le es especialmente
favorable desde un punto de vista electoral. Y en tercer lugar, la tercera justificación
para los ataques que sufrieron los miembros de Vox en ese meeting en Vallecas es que la
provocación llegó hasta el extremo cuando Santiago Abascal decidió saltarse el cordón
policial y a partir de ese momento es cuando las agresiones por el otro lado empezaron,
es decir que en cierto modo fue Santiago Abascal quien saltándose el cordón policial inició
las agresiones y las respuestas agresivas que recibieron a partir de ese momento los miembros
de Vox fueron simplemente legítima defensa frente a ese ataque consistente en saltarse
el cordón policial. Vamos a examinar estos tres argumentos para
comprobar que son tremendamente deficientes y cómo son fácilmente reversibles para justificar
la violencia política contra cualquier otro grupo político, contra cualquier otro grupo
ideológico y precisamente por eso son argumentos tan peligrosos, porque son argumentos que
se pueden utilizar por cualquiera para agredir a cualquiera, ni siquiera son argumentos que
acoten el ejercicio de la violencia contra un grupo determinado de la población, que
ya en sí mismo podría ser criticable, sino que además son tan sumamente ambiguos, tan
sumamente abstractos que cualquier grupo de la población se los puede llegar a arrogar
para agredir a cualquier otro grupo de la población.
Y por tanto son argumentos que tienen una vocación expansionista de la violencia política
dentro de la sociedad. Empecemos por el primero de ellos, que es una especie de refrito de
la paradoja de la tolerancia de Karl Popper, es decir, las ideas de Vox son inerentemente
intolerantes, son racistas, xenófobas, homófobas, misóginas, y por tanto esas ideas inerentemente
intolerantes no deben ser toleradas por el resto de la población, que incluso podría
recurrir a la violencia política para aplastarlas, para expulsarlas, para marginarlas, para contenerlas
como si fueran un virus frente al resto de la sociedad.
Personalmente hay muchas ideas de Vox que no me gustan nada y que sí considero ideas
muy peligrosas si empiezan a extenderse dentro de la sociedad.
Por ejemplo, cuando en ocasiones Vox ha amenazado con deportar a Pablo Echenique o más recientemente
a Serín Valle, lo que está haciendo Vox con ese tipo de amenazas es extender la idea
de que estos ciudadanos españoles son ciudadanos españoles de segunda porque de alguna manera
no han nacido en España y por tanto no tienen una vinculación de sangre con una especie
de pueblo ancestral español, que son españoles de segunda, españoles acogidos que van a
estar siempre en una situación subordinada al resto de españoles de primera división,
que son aquellos que han nacido en España de padres incuestionablemente españoles,
porque en caso contrario no amenazarían, ni se les pasaría por la cabeza, con amenazar,
con expulsar a españoles que son tan españoles como los son ellos o como los soy yo, que
hayan adquirido la nacionalidad española de manera derivada no significa que no sean
ahora mismo españoles de pleno derecho, y por consiguiente como mucho podrían amenazarlos
con encarcelarlos y delinquen, como al resto de ciudadanos españoles, pero no con deportarlos
como si en realidad no fueran españoles.
Esos mensajes que difunde de vez en cuando Vox son mensajes fundamentalmente xenófobos
que sí son mensajes tremendamente preocupantes en la medida en que terminen extendiéndose
por dentro de nuestra sociedad, dado que pueden contribuir a reformar los términos de la
ciudadanía y a crear españoles de primera y españoles de segunda en función de un criterio
tan sumamente arbitrario como es la sangre, lo que define la ciudadanía no es la sangre,
lo que define la ciudadanía es la vocación de residir y convivir dentro de un determinado
marco jurídico aceptado por todos aquellos que son ciudadanos, es una condición jurídica
frente al Estado, no es una condición sanguínea frente al resto de la tribu.
Pues bien, esta idea sí creo que es una idea muy peligrosa que hay que combatir, pero hay
que combatirla intelectualmente, no a través de la violencia, concluir que por el hecho
de que Vox esté difundiendo estas ideas que sí son ideas peligrosas y que hay que atacar
intelectualmente, Vox merece ser receptor de la violencia de los demás, es decir que
no hay que tolerar que Vox pueda difundir, divulgar, proclamar este tipo de afirmaciones
porque son afirmaciones que podrían llevar a conducir a la violencia, y así lo creo,
es verdad, que podrían llegar a conducir a la violencia estatal o privada contra determinados
individuos, ese salto, si defiendes esto, merece ser agredido, es un salto que no deberíamos
dar, porque por la misma regla de 3, el comunismo, en su grado más extremo o en su grado menos
extremo, defiende la necesidad de utilizar la violencia social o estatal contra los propietarios
de medios de producción, y por tanto por esa regla de 3 uno podría decir que si la izquierda
o parte importante de la izquierda defiende utilizar la violencia contra quienes tienen
una propiedad, entonces todos aquellos que tienen una propiedad y se sienten amenazados
por ese discurso intelectualmente violento, deberían estar legitimados a ejercer la violencia
contra la izquierda, y esto, desde luego, nos llevaría al enfrentamiento civil.
De nuevo, las ideas perversas de la izquierda en relación con la propia privada deben ser
combatidas intelectualmente, es más, si consideramos que dentro de una sociedad hay determinadas
ideas que si se transforman en políticas desde el gobierno serían ideas contraproducentes
para la libertad, para los derechos de las personas, lo que hay que hacer es reducir
el poder del gobierno para que ese gobierno no pueda aplicar ese tipo de políticas lesivas
contra las personas. Por eso, por ejemplo, existe un documento constitucional donde se
salvaguarda, donde se protegen los derechos individuales de las personas, incluyendo su
propia privada. Si podemos llegar al poder y no se salta
la Constitución, podemos, no estará haciendo nada que dentro de esta sociedad, en función
de las reglas mayoritariamente aceptadas, de las reglas más generales mayoritariamente
aceptadas dentro de esa sociedad, consideremos que esté mal hecho. Si Vox llega al poder
y no hace nada que se salte la Constitución, de nuevo Vox no estará haciendo nada que
dentro de esta sociedad se considere mayoritariamente mal hecho. Y si consideramos que las preferencias
las percepciones, las ideas de la mayoría, tal como están, por ejemplo, materializadas
en la Constitución, son ideas que conceden al poder político un exceso margen de arbitrariedad
a la hora de dañar, de atacar las libertades de terceros, y yo desde luego lo considero,
lo que uno tiene que hacer es intentar persuadir a la mayoría para que avancemos hacia una
reforma de esas reglas de juego de tal manera que se otorgue menos poder político al gobierno,
para desde el gobierno atacar las libertades de los ciudadanos. Es decir, que si uno considera,
como yo considero, que la propiedad privada está insuficientemente protegida en España,
lo que hay que hacer no es ilegalizar a aquellos partidos que dentro de la Constitución propugnan
políticas que atacan esa propiedad privada, pero dentro de la Constitución lo que hay
que hacer es reformar la Constitución, lo que hay que hacer es persuadir a la mayoría
de la población para reformar la Constitución con el objetivo de reforzar la protección
sobre la propiedad privada. Es decir, lo que hay que hacer es cambiar las opiniones de
la mayoría sobre qué es correcto, qué es incorrecto, qué es moral, qué es inmoral dentro
de una sociedad. No convencer a la mayoría para que, si adquirimos una mayoría transitoria
en el Congreso de los Diputados, entonces, devenimos legitimados a perseguir las ideas
políticas que no nos gustan. Y en el extremo si no fuéramos capaces de lograr un consenso
mayoritario, porque hay dos grupos que tienen posiciones irreconciliables sobre algún asunto,
antes que prohibir la existencia de uno de esos dos grupos sería muy preferible la separación
política, es decir, la seccesión, es decir, la Constitución de comunidades políticas
distintas, guiadas por criterios diferentes en función de cuál sea el grupo que habite
cada una de esas comunidades políticas. Si no podemos vivir bajo unas normas comunes,
porque nosotros tenemos una visión de la propiedad privada que vosotros no aceptáis
y viceversa, mejor separarnos políticamente antes de que uno persiga violentamente al
otro grupo.
Restricciones al poder político. No prohibición de difusión de ideas políticas. Y, por supuesto,
nada de violencia política contra ideas políticas que ni siquiera se han materializado en acciones
concretas dirigidas a atacar las libertades de absolutamente nadie.
Por tanto, el primer argumento es un argumento muy peligroso, porque lo mismo sirve para
que podemos, quiera ilegalizar a Vox, ya no digamos para que los afines a Podemos ejerzan
la violencia política contra Vox, como serviría para que Vox proponga ilegalizar Podemos
o que los afines a Vox ejerzan la violencia política contra Podemos. Por tanto, es una
justificación que deberíamos desterrar del argumentario para legitimar, para normalizar
la violencia política.
En segundo lugar, considerar que por el hecho de que Vox haya acudido a dar un meeting en
el distrito de Vallecas, Vox está provocando a los residentes de Vallecas y, por tanto,
los residentes de Vallecas están legitimados para ejercer la violencia, para agredir a
los miembros de Vox que han sido los primeros. En provocarlos es igualmente un pésimo argumento
para legitimar la violencia política.
En primer lugar, el distrito de Vallecas, o cualquier otro distrito, no es propiedad
privada de ningún grupo ideológico concreto. Es verdad que en Vallecas puede haber unas
preferencias ideológicas mayoritariamente de izquierdas, pero eso no significa que eso
sea territorio monopolizado, territorio propiedad privada, un cortijo personal de la izquierda.
Si aplicáramos este mismo sistema en otras elecciones, por ejemplo, en Galicia, donde
podemos no tener representación política, deberíamos decir que si podemos va a Galicia
a dar un meeting en las autonómicas, entonces podemos estar yendo a provocar a los gallegos
y, por tanto, los gallegos tendrían derecho a ejercer la violencia contra Podemos si acude
a dar un meeting allí.
No.
Segundo, el hecho de que en algunos momentos algunos dirigentes de Vox hayan efectuado
declaraciones que podrían interpretarse como un insulto a los residentes en Vallecas
tampoco justifica en sí mismo la violencia, que una persona pueda insultar a otra, no
justifica que esa otra le pueda agredir impunemente a la primera.
En ese mismo sentido, por ejemplo, recordemos cuando Podemos ha estado insultando o ha estado
ridiculizando a los residentes en el barrio de Salamanca llamándoles calletanos, llamándoles
niños malcriados, niños minimados, ricos que solo buscan proteger sus privilegios aplastando
a los pobres, significa eso que si podemos fuera al barrio de Salamanca a dar un meeting,
como previamente ha habido una serie de provocaciones, una serie de insultos hacia un determinado
perfil ideológico que reside en el barrio de Salamanca, esos residentes estarían legitimados
a agredir a Podemos en ese meeting, evidentemente no.
Porque, en tercer lugar, el punto clave de esta falacia es pensar que por el hecho de
que alguien se sienta provocado por la presencia de un tercero, que algunos residentes en
Vallecas se sientan provocados porque Vox esté en Vallecas, que algunos residentes
del barrio de Salamanca se sientan provocados por el hecho de que Podemos esté en el barrio
de Salamanca, que por el hecho de que alguien se sienta provocado por la presencia de otro,
el que se siente provocado adquiere el derecho a agredir a aquel que le está supuestamente
provocando.
Yo no niego que pueda haber personas en Vallecas que se puedan haber sentido provocadas por
el hecho de que Vox esté allí.
La provocación es un sentimiento subjetivo y personas que sean ideológicamente intolerantes
que consideren que no debería haber nadie que piensa distinto cerca de ellos, se pueden
sentir provocadas porque haya alguien que piensa distinto de lo que piensan ellos.
Pero que uno sea ideológicamente intolerante, que uno se sienta provocado por la presencia
de otras personas que no piensan como tú, no te legítima a utilizar la violencia.
La violencia en términos generales solo en legítima defensa, y legítima defensa frente
al uso físico de la violencia contra ti, no frente a la presencia ideológica incómoda
de otros cerca de ti.
Nuevamente, si damos rienda suelta a que aquellas personas que se sientan incómodas con la
ideología de un tercero puedan agredir a ese tercero, a menos que ese tercero se aleje
mucho de donde están ellas, entonces si que estamos abriendo el camino a la violencia
política generalizada, cualquiera que sea suficientemente intolerante para convivir
con otros, le estaremos diciendo que puede agredir a esos otros a menos que se expulse
a esos otros.
Y en tercer lugar, también se ha pretendido justificar las agresiones a los miembros de
Vox diciendo que fue Santiago Abascal quien se saltó el cordón policial y que por tanto
una vez te ha saltado el cordón policial, cabe entender que se ha producido una agresión
y por consiguiente los ataques contra Abascal o contra los miembros de Vox serían la respuesta
legítima frente a esa iniciación de la violencia por parte de Abascal saltándose el cordón
policial.
Que alguien se salte un cordón policial, sea Abascal o iglesias, podrá ser una irresponsabilidad
en un contexto de alta tensión, en un contexto donde tienes a una masa enfermarizada de potenciales
violentos que quieren agredirte.
Que alguien se salte en esas condiciones el cordón policial dificulta la labor que tiene
que hacer la policía de evitar que prenda la chispa de la violencia y que por tanto
esos potenciales violentos se conviertan en actuales violentos.
Ahora bien, que sea una irresponsabilidad, una temeridad, una falta de colaboración
con la policía no significa que saltarse un cordón policial justifique desde el otro
lado la violencia.
En primer lugar, lo que todo el mundo se tendría que plantear es ¿por qué hay un cordón
policial?
Pues hay un cordón policial porque se presupone que sin ese cordón policial aquellos que
están al otro lado del cordón policial agrederían a los que están en este lado del cordón
policial.
Y por tanto, el problema de partida es que haga falta un cordón policial por el hecho
de que un partido político quiera dar un meeting.
Ese es el pecado original, el problema de raíz sobre el que habría que llamar la atención.
No si alguien se salta un cordón policial, sino ¿por qué tiene que haber un cordón
policial?
¿Qué pasaría en ausencia del mismo?
¿Nos parece correcto socialmente que lo que cabe esperar que sucedería en ausencia
del mismo termine sucediendo?
Es decir, ¿nos parece correcta la violencia que habría en ausencia del cordón policial?
Y si la respuesta es que no y creo que debería ser que no, entonces no se puede poner el
foco en que alguien se salte el cordón policial, se debería poner el foco, sobre todo, en
aquellos que hacen necesario el cordón policial, hasta el punto de que si te lo saltas, prende
y se generaliza la violencia.
Y en segundo lugar, saltarse el cordón policial, como ya he dicho, podrá ser una irresponsabilidad,
pero no es una agresión contra terceros, solo sería una agresión contra terceros si
cupiera presuponer que quien se salta el cordón policial lo hace para agredir a los que están
al otro lado del cordón policial.
Ahí sí, ahí cabría entender que si yo me salto el cordón porque voy a agredir a terceros,
pues saltarme el cordón es una presunción de amenaza, de ataque, frente a aquellos que
están al otro lado y, por tanto, cabría decir que cabe legítima defensa por parte de los
que están al otro lado frente a quien se ha saltado el cordón policial.
Pero alguien piensa realmente que Santiago Abascal se saltó el cordón policial para
agredir a los que estaban en el otro lado?
Evidentemente, no había ningún riesgo de que Santiago Abascal fuera a agredir a los
que estaban al otro lado del cordón policial por el hecho de saltárselo, insisto, podrá
ser una irresponsabilidad porque dificulta la labor de la policía, pero desde luego
no cabe entender ese salto del cordón policial como una amenaza consumada frente a los que
estaban al otro lado del cordón policial.
Y, en todo caso, aunque fuera una amenaza consumada, el único que estaría agrediendo
en ese caso y que podría recibir la legítima defensa de los que están al otro lado del
cordón policial sería Santiago Abascal, no todos los otros restantes miembros de Vox
que no se saltaron el cordón policial ni hicieron a demanda de saltárselo.
Y, por tanto, el hecho de entender que si Abascal se salta el cordón policial, en
cierto modo, es que nos ha declarado la guerra y que, por tanto, ya podemos agredir impunemente
a todo el grupo de Vox porque es todo un ejército que nos va a atacar, desde luego, es algo
tremendamente absurdo y tremendamente improcedente.
Es solo una forma, repito, de armar de argumentos a aquellos que quieren utilizar la violencia
política para darles un espalda razo en la espalda y, diciéndoles, no lo habéis hecho
mal, en este caso habéis utilizado la violencia política de manera correcta.
Por las mismas razones, por consiguiente, si alguna vez Pablo Iglesias se acercara
a una persona que le está increpando, entonces cabría entender que Pablo Iglesias quiere
atacar a esa otra persona y que, por tanto, la violencia política contra Pablo Iglesias,
que se ha acercado a atacar al tercero, estaría legitimada.
Desde luego sería un argumento que no tendría absolutamente ningún sentido, pero es el mismo
argumento que se ha empleado para justificar la violencia política que se ha vivido en
Vallecas contra los miembros de Vox por el hecho de que Santiago Abascal cometiera así
una irresponsabilidad saltándose el cordón policial.
En definitiva, hay críticas, incluso críticas durísimas, perfectamente legítimas contra
el fondo y contra la forma de las estrategias y de los mensajes políticos de Vox.
Pero hay una respuesta que no es admisible, que es la violencia política.
Una violencia política que, en la medida en que empieza a ser justificada por un sector
ideológico de la sociedad, inevitablemente se le terminará volviendo contra él.
Y esa propagación de la violencia política sí nos iría acercando al enfrentamiento
civil.
La sociedad es un marco donde las personas tienen que convivir o al menos coexistir si
no pueden convivir, si no pueden cooperar, si no se pueden entremezclar, al menos coexistir
pacíficamente y legitimar la violencia contra aquel que piensa distinto de ti, porque consideras
que es una amenaza existencial contra lo que tú supones es esencialmente romper de raíz
la sociedad, es esencialmente hacer un llamamiento al enfrentamiento civil.