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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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Esto nos lleva a la Mesa de Nules, famosa en los años 80 y 90,
que tú ponías las manos y se movía y subía y bajaba escaleras.
Pero era un truco, ¿no?
¿Qué truco? Hacía motocross la mesa.
¿La mesa?
Es el misterio finito.
Por aquellas fechas...
No es el misterio finito.
Por aquellas fechas, Nules era un pueblecito de 500 habitantes,
con escasa circulación y mucha tranquilidad.
Con el fenómeno de la tabla,
los visitantes aumentaron especialmente en los días.
¡Dios!
Exagerado, ¿no?
La buchedumbre que iba a visitar la mesa
hizo necesario que la misma fuera trasladada
a la casa particular de los propietarios.
¿Y dónde estaba?
No, de la casa al ayuntamiento.
Ah, vale, vale.
Madre mía, cuántas vueltas de la mesa.
Ahí se envía.
A fin de no molestar a la familia propietaria.
Claro.
Se ve que los propietarios estaban hasta los huevos.
Pero aquí hay toda la noche la mesa, ¿no?
¡Calzala! Decía el padre, ¿no?
Posteriormente la mesa fue transportada
del ayuntamiento al bar del pueblo.
Los del dominó dijeron,
trae la mesa, que ya hace la mezcla sola.
Bueno...
No, porque...
No, no, estamos fibulizando, pero es un caso,
pero en los nubles...
Los niños colocaban...
El sistema no era dificultoso, dice.
¿Pero qué sistema?
Pues el sistema de la acción que hacía la mesa.
Dice, no era dificultoso, dos puntos.
Los niños colocaban las manos encima del tablero
y misteriosamente la tabla se empezaba a mover.
Yo te digo, como deslizándose por el suelo.
Inicialmente ellos se dedicó...
No escribe bien esta persona.
No, ya te he dicho que no.
Inicialmente ellos se dedicó la mesa.
¿Cómo?
Ellos se dedicó la mesa.
No escribe bien, no tiene corrector.
Se dice que lo hizo en una época sin corrector.
Bueno, entonces...
Tal, tal, tal.
Subía y bajaba escaleras sin necesidad de elevarla.
Tenía articulaciones.
¡Oye, oye, oye!
Y se...
¿Cómo los robots esos, sabes?
¿Qué sabes de esos videos de robots?
Los perros robots.
Que son como achaparrados y van...
Son perros.
Y se dedican a darles hostias.
Los tumban y...
Y vuelan otra vez.
Dice, se dio el caso incluso
de llevar personas encima.
¡Hostia!
Se ve que había unos nulos que...
¡Me lleve a ver, me lleve a ver!
Se ve como una virgen, como una virgen.
Bueno, el precio...
¡Eh, cuidado!
Ah, como llevar una virgen.
Sí, como llevar una virgen.
Es que yo había interpretado
subirte en una virgen y que te lleve.
No, menos.
Menos, eso es muy faltoso.
Como llevar.
Se ve que alguien...
Incluso lo propuso.
Y si ponemos la virgen del pueblo
y sale por ser una santa...
Y no hará falta que nadie la acarre, ¿no?
No, no, no.
Dice, el precio que se hacía pagar...
El precio, el precio.
El peso que se hacía pagar por la experimentación...
Ah, cobraban.
Era 50 pesetas.
Hostia.
Y la recaudación se destinaba
a un fondo común del pueblo
para construir un complejo polideportivo.
Hostia, qué guapo, ¿no?
Las funciones del pequeño mueble
fue incresendo.
¿No tendría mucha carcoma?
Dice, llegando a responder bajo un código de golpes...
Hostia.
...a las preguntas de los niños
o cualquier interlocutor.
Separa niños de interlocutores, ¿eh?
Fíjate.
En todo momento, sus movimientos eran rápidos,
pero acentuaban su velocidad
si las manos de Rosa María la tocaban.
Ah, Rosa María estaba conectada de alguna forma.
Sí, de alguna forma.
Estaba conectada.
Y luego ya el tío ve que baja el interés
y pone un clickbait y dice...
¿Obra del demonio?
Ah, ya ha tenido que salir el demonio.
No tiene otra cosa que hacer el demonio
que mover una mesa.
Claro.