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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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Es bívectota de mi infancia, lo digo por si quieres poner música medieval, cabrón.
Ah, sí.
Es que últimamente le he dado por ahí.
Y yo soy tan tonto que digo, no, pómenla, pómenla.
Qué Ramón, eh. Yo no hago nada.
Día de mi primera comunión.
Un poquito antes del medieval, ¿no tienes nada?
No.
Estábamos todos allí y vienen muchas familiares a la primera comunión.
En aquella época yo iba a un colegio religioso y, bueno, pues había que hacer la comunión,
porque quedaba feo, ¿no? Es decir, el chiquillo no va a ir. Voy.
Bueno, quedaba feo, claro.
Que, por cierto, tengo una foto donde salen 70 niños, todos con trajecico,
y el único que va con pantalón corto es yo.
Hostia, ¿no te avisaron?
No, no. En mi casa decidieron que tenía que ir con bermudas y se ve todo el mundo oscuro
y un niño como si fuera de Miami, moreno, con color crema y las rodillicas al aire.
Siempre lo comentan en casa y digo, pero nadie repara en esto.
Esta foto trae la un día y la vemos.
Hostia, pues sí, ya trae una cabeza, nene.
Ya me imagino.
Hostia, ¿qué cabeza se veía de esto?
Es que salió la cabeza antes y luego el cuerpo se acompasó, ¿no?
Sí, no mucho, pero se acompasó.
Entonces, yo estoy tomando la primera comunión, la hostia, la hostia clásica.
¿De gustando ese parecillo?
Bueno, de gustando.
Bueno, tiene poco...
Ya, cura melada y tal. Estaban los familiares.
La oblea, la oblea.
La oblea, la oblea.
La oblea, como las bicicletas.
La oblea.
Entonces...
Una broma lingüística.
No se puede desarrollar.
Y vienen familiares a ese recinto, muy bonito por cierto,
una iglesia como Modernita y tal, dentro del colegio de curas.
¿Y qué pasa en esos sitios?
Que ponen los cancioneros, ¿sabes?
Ahí en los banquitos, porque ellos preven
que la gente no va siempre por la calle con un cancionero de misa.
Eso está bien tirado, ¿eh?
Que tú dices, ¡ay, cantaría, pero no os tengo!
¡Pum, ahí la tienes!
Y en eso que toda mi familia se pone ahí...
¿Es el subtitulado de la Iglesia Cantolícate?
Bueno, yo bueno...
¿El singalón?
Sí, sí, el singalón, sí.
La banda sonora, ¿no?
Entonces hay un momento en que el oficiante,
me encanta el concepto, el oficiante,
dice con esa parsimonia que tienen los curas,
¿sabes? Que prisiona llevan, ¿no?
Venga, ¿cómo estáis? Poneros de piel.
Oye, menos más, me estilo pantalón.
Bueno, esas cosas de la ceremonia.
Ahora vamos a cantar.
Ahora vamos a cantar...
Ahora...
¿A qué feo al canzone?
Decía, coger el cancionero.
Yo te traduzco.
Vale.
El número 56.
El número 56.
Entonces la gente...
¡Vaya, vaya, vaya!
Y él siempre arranca.
Porque el cura, otra cosa, ¿no?
El cura, no.
Es una señora que es un poco sorda.
Ahora me acuerdo lo que te iba a contar.
Ah, sí, sí.
Que el cura, otra cosa, no.
Pero es un frontman de puta madre.
Se pone en el escenario o altar.
Da un vacio al frente,
como diciendo, ya os llevo yo a todos
con yo marco la nota.
Eso no se valora suficiente, ¿eh?
Porque la gente está allí, con la cara espera, no se queda.
Y él, que ha estudiado canto.
Porque el cura ha estudiado canto.
¿Es troncal? En cura, es troncal.
¿Qué es troncal?
Perdona, como no estudiaba, no me suena.
Es troncal, de canto.
El hombre se pone allí y dice...
Número 56.
Ah, bueno. Número 56.
Número 56.
¿Qué ha dicho, qué ha dicho?
56.
No, esto es de Jesucristo Superstar.
Imaginas que la canta.
Bueno, una de misa.
Yo no me acuerdo, joder, hace tanto.
Y todo el mundo...
Busca la nota.
Y tenía yo una tía abuela.
Porque mis abuelas eran muchas.
Siempre acostumbrase muy buenos, los nombres de tía abuela.
No, bueno...
Paca, Ricardo, a tías nomes así.
Todas mis abuelas llaman Paca, Marquina, Juana, Laura...
Marquina.
Le ponemos Marquina, ¿vale?
Marquina, que dice...
Otra cosa, no, pero donde fueras
haz lo que vieras.
Entonces, coge el cancionero y se opone...
A mover la boca.
A mover la boca.
Sí, ella hacía playback
de lo que cantaban los demás.
Hostia, qué lista.
Hasta que mi padre
le pega así un codazo
y le dice...
Porque era su madre.
Dice, mamá.
Lleva usted el cancionero al rebelde.