Yo me he encontrado de ir a un restaurante, traeré un vino malo y dices, perdón, este vino está malo.
¿Está picao?
No se preocupe, señor. Esa cosa...
Sí, sí, por favor, por favor, se lo lleva, te trae otro, lo saca...
Y te lo pruebas y está picao también.
Hostia, eso no me ha pasado nunca.
Un coño.
¿Doble picao?
¡Uy, espérate!
No ha pasado.
Y yo le digo, perdón, no se lo va a creer. Dígame, señor, dígame.
Digo, también está picao. ¿Qué me está contando?
¿Qué me está contando?
Esto es increíble, nunca había pasado.
Entonces, lo pruebe...
Ha salido una remesa mala.
Se lo lleva, pero usted no debe preocuparse por nada.
Y yo, bueno, es que me sabe mal. Se lo lleva, trae otro.
Lo probamos, está picao también.
¿Te ha pasado un triple?
Te lo juro. ¿Qué harías? ¿Tú qué harías?
Yo, pues, me lo bebo. ¿No? ¿A la tercera?
Yo ahí dije, yo me lo bebo.
Hombre, es que a la tercera yo tiendo a pensar que es mi boca la que está estropeando.
O sea, yo llevo el picao en la boca, tengo una muela picada.
No, no, no.
Estoy picado yo, estoy avinagrado.
Llevo yo el picao.
Esto es lo rancio que soy, que ya lo noto hasta en el vino.
Corrompes los líquidos, ¿no?
Pues yo digo, oye, ya, tal.
Y dice, yo iba con un amigo mío, que tiene unos huevos como esta mesa,
y dice, no, no, yo se lo digo.
Yo se lo digo.
Más habla, sí, yo se lo digo.
¿Lo conozco?
Sí.
Yo se lo digo.
Yo se lo digo.
Ay, no me suena.
Es igual, no lo vamos a comprometer, coño.
Y yo, hostia, qué vergüenza pasea.
Y dice, por favor, por favor.
Y viene el tío ya, ya no tan disciplente, ¿sabes?
Y ahí dice...
Displicente.
¿Qué he dicho? Disciplente.
¿Disciplente?
No, disciplente me gusta más, sí.
Vale, vale, vale.
Yo no tan disciplente.
Dice, dígame, dice, es que está picado también.
Y este ya dice, bueno, a ver...
Llevo tres botellas ya tiradas a la basura.
Y hace una cosa...
Por el desagüe.
No, hace una cosa que nunca hace un sommelier.
Porque el sommelier nunca duda de ti.
El sommelier...
Nunca duda de ti.
El sommelier disciplente.
El sommelier disciplente nunca duda de ti.
Si tú dices, está picado, dice, muy bien, señor, se lo lleva.
Claro.
Pero el tercero, ¿qué hizo el tío?
¿Le metió?
Lo probó él.
¡No!
Sí.
Dice, les importa si lo pruebo.
Bueno, claro, a la tercera igual sí que se puede, ¿no?
¿Hay algún sommelier aquí que...?
¿Hay algún semelé?
¿Algún semol...
¿Un semelé es otra cosa, eh?
Ya, ya, ya.
¿En catalán semelé?
Sí, es otra cosa, sí.
¿Es semental?
Ya, no, es el tema.
Semelé es un pene grande directo.
Un pene grande, sí, sí.
Por lo tanto, lo más seguro es que en 100 personas seguro que hay un semelé.
Pero, lo que quiero decirte, no es el tema.
Se ve...
Se ve...
Se ve que...
Se ve que hay ya una norma por la cual...
Coño, pues...
Pues sí, mundo abierto también.
Y dice el tío...
Un mundo abierto, un motillo.
Y dice el tío...
Si no nos importa...
Y hace el tío...
Una tensión.
Se pone ahí el vino de la terceros y los otros.
Y mi amigo...
Tranquilo, ya verás.
Oye, lo prueba el tío y dice...
Efectivamente, tienen razón.
¡Hostia!
Está razón.
Dice...
Y esto debe responder a que toda la caja está mal.
¡Oh!
Que también tiene cojones.
Que desde la bodega te traigan toda una caja picada.
Hostia, yo no sé si hubiera tenido el coraje.
Yo a la tercera empezaría a dudar de mí mismo.
Dice, les traigo otro.
Digo, mire...
No, traiga...
No traiga vino.
Tengo una Coca-Cola cero.
¡Ja, ja, ja!