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¿Os ha ocurrido hacer una película sobre las anécdotas de nuestras abuelas?
Uy, uy, uy, uy.
Ahí, Berto, le cedo absolutamente todo el protagonismo.
Ha contado en teatros muchos años las historias de tu abuela, Alberta.
Mi abuela Alberta era un personaje muy característico,
sobre todo en lo formal.
Mi abuela estéticamente era una persona muy llamativa.
Nos trasladamos a la posguerra española, ¿no?
Hombre, pues nació en el 74.
Bueno, no, tu abuela.
Tu abuela nació antes, ¿no?
¿Ah, sí?
Vamos, tal como están, movan las cosas normalmente.
Para situar el contexto, ¿no?
Nació muy madrón. Sí, sí.
De una vulva gigantesca. Sí, sí.
¿Cómo era tu abuela? ¿Eh? ¿Cómo era tu abuela?
Pues cuando la conocí, ya era una vieja. Ya.
O sea, mi abuela...
Mira, mi abuela era una persona vestida de negro perenne.
Sí.
Desde que murió su marido, en el año 50 y tantos...
Sí.
Estoy hablando de cuando yo tenía 10 años, en el 85,
todavía iba de luto.
Ella decidió que se haría de luto siempre.
Esto es muy común, perdonen, en el ámbito español,
cuando la posguerra...
En fin, no nos vamos a aburrir con esto,
pero marca una herida transversal a toda la sociedad.
La casa de Bernardo Alba,
no se van a abrir las ventanas de esta casa,
aquí no va a entrar el aire.
Sí, época muy oscura, donde miles de mujeres,
que, por cierto, bromas aparte, sacan el país adelante,
piden a sus maridos... Mi abuela no sacó el país adelante.
Mi abuela lo empujó un poco para atrás.
Tiene que haber... Gracias al resto de abuelas
que venían empujando, el país avanzó un poco.
Tiene que haber mujeres para todo.
Te digo yo que mi abuela no empujó una mierda.
Precariedad, dolor...
Dolor, amargura, falta de dientes...
Falta de dientes.
Encias retraídas.
Señoras, como mi abuela, que deciden siempre de negro.
Vale, pues siempre de negro.
Como ninjas, ¿eh?
Como ninjas.
Bastante gorda...
Como ninjas gordas.
Bueno, elimina bastante el ser ninja, el sobrepeso, pero bueno.
Entonces, mi abuela vestía de negro
unas gafas de culo de vaso con muchísimo aumento,
tanto aumento, que ampliaba mucho la pupila negra,
entonces se veía todo el cristal negro y parecía las gafas de sol,
pero no eran gafas de sol, eran de ver,
pero parecía todo negro, ¿de acuerdo?
Ampliación máxima, ¿no?
Ampliación máxima, todo lo que daba.
El cristalero dijo, lo siguiente ya es para...
Sí.
Es el culo de una botella de champán, ¿vale?
Vale, vale.
Es el telescopio de arecibo.
Así.
El pelo siempre apretado hacia atrás.
Sí, recogido.
Un moño recogido.
Sí.
Estirado a tope.
Ya.
Un bastón, siempre un bastón.
A modo más de defensa personal que como ayuda, ¿eh?
Porque esta es otra.
Mi abuela era una persona con muy mal carácter
que gustaba de intentar golpear a los niños.
A ella, la infancia le molestaba.
Se encontraba tan lejos de la infancia
que le parecía ofensivo para ella.
Entonces, yo la había visto alguna vez en un parque
estar sentadita y llamar...
Bueno, sentada, porque a ella no le viene bien el diminutivo.
Y entonces llamaba a los niños,
venidse, venidse, Sagalico, le decía, Sagalico, Sagalico,
venidse, venidse.
Entonces, cuando estaban cerca, con el bastón...
¡Bum!
Le sarreaba e intentaba alcanzar.
Hombre, pero era una mala persona, ¿no?
Pues lo estoy diciendo.
Ya.
¿No lo has leído en tres líneas?
Sí, sí, co... Sí, sí.
Estaban todas las abuelas de España empujando el país
y ella para atrás.
Ah, sí.
Sería mala.
¡No empujéis, no empujéis!
¡No avances! ¡Queremos no tener por guerra!
Bueno...
Entonces, el bastón era un poco de defensa personal.
O sea, las cosas como son.
Vestía de negro y asma.
Tenía un asma muy pronunciado.
Yo tenía el tamaño de un niño de 10 años
y cuando llamaban al timbre a la puerta,
veía esa silueta negra con una especie de casca,
una especie de gafas, como un bastón,
y haciendo...
Desde siempre, se le llamó la abuela Vader en casa.
Era la abuela Vader.
Obvio.
Obvio, obvio.
Es obvio, obvio, obvio, obvio.
Bueno, bueno.
Y tenía muy mal carácter.
Ya, ya, ya, ya. Bueno, bueno.
Pero era muy graciosa.
De hecho, fue una de las personas que más marcó a la familia
porque se cuentan muchas anécdotas,
todas terribles.
Claro.
Todas terribles, pero muy horribles, ¿eh?
Sí, ¿eh? Sí, sí.
Bueno, ya no está entre nosotros, no puede pasar nada, ¿no?
Bueno, tengo familia viva, que a lo mejor no le gusta que lo cuente.
Pero si contaban que, una vez...
Lo voy a contar. Venga, va.
Pero porque estamos aquí... Capítulo 2, capítulo 2.
Vamos a ver, música, capítulo 2.
No, la otra ya no servía, pero, en fin, capítulo 2, vamos, venga.
Una vez, le dejaron un bebé para que lo cuidara un rato.
Pero ¿quién hizo eso?
¿Un loco?
¿Quién hizo eso? ¿Un loco? Un incociente.
No, por favor.
Y cuando llegaron... Estoy sufriendo por ese bebé del pasado.
Tenía el culo quemado el bebé.
¡Hombre!
Había quemado el culo al bebé en un brasero para calentarse.
Era una bruja, ¿eh? Era una bruja, ¿eh?
No lo hizo conscientemente, supongo, ¿no?
Que le preguntaron, le dijeron...
¿Pero qué ha pasado con el niño?
Dijo que lloraba mucho, me molestaba, lo senté y a ver si se callaba.
¿Qué dices? Sí.
¡Hostia!
Pero eso... Pero eso es ilegal.
¡Es terrible!
¡Madre mía! ¡Es terrible!
Claro, el niño se cayó, ¿no?
¡No, yo lo más, encima de la tonta!
¡Bueh, bueh!
¿No se dio cuenta?
Y subió una octava el llanto, ¿no?
¡Bueh, bueh!
A ver, no sé si...
Bebé ha quedado muy crudo y nunca mejor dicho.
Ya.
Nunca mejor expresado.
A lo mejor el niño era un poco más mayor.
Va, ya, ya.
Bueno, mira, vamos a abrir las ventanas,
vamos a ventilar el programa.
No sé por qué he contado esto. Ya, ya, ya.
Para conocerte más, gracias, Berto, por abrir tu corazón.
Yo a veces temo, porque ese ADN está dentro de mí.