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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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¿Por qué en las películas, cada vez que cogen un coche o una moto
a un ciudadano de a pie, se lo cogen, se lo roban?
¿Siempre tiene gasolina suficiente para la persecución?
¿No tiene que ir a echar gasolina o cambiarlos limpias o las ruedas?
¿Sabes? La típica escena de que nunca quiere...
Claro, porque tú no quieres que te quiten el coche en plena calle.
No, pero ¿sabes qué? El bueno o el malo acogen y salgan.
O Policía de los Ángeles, salgan y lo otro.
Aquí no lo hacen esto, ¿eh? No.
Aquí en España no se hace porque el tío se ata con el cinturón
y de una mierda te lo doy.
De una mierda con lo que me ha costado.
Cuídase, Policía de... De Móstoles, venga.
Las películas, esto es una obviedad que voy a decir,
pero evidentemente nos hacen mucha gracia estas cosas,
pero si no sacrificas estas cosas, no se puede explicar una historia.
Porque tú imagínate James Bond, ¿vale?
James Bond coge, está en Londres y dice...
Vale, voy a perseguir a Scaramanga, ¿no?
Scaramanga me gusta.
Scaramanga es un malvado de una película de James Bond.
Sí, sirve también para Cirque du Soleil.
Sí.
Scaramanga...
Scaramanga es el personaje que interpretaba Christopher Lee
en una película de James Bond que no recuerdo cuál era, ¿vale?
Pero bueno, Scaramanga, Blothel, los nombres que tiene el malo de James Bond.
Doctor No.
Blothel, Baffel? Blothel.
¿Cómo es eso dulce que se come?
Waffle. No.
Waffle. ¿Cómo?
Gophre. Gophre, habían tenido Gophre.
El malo que fuera Gophre, como muy caramelizado, ¿no?
Un tío muy dulce. Te voy a matar, pero me caes de puta madre.
A lo que yo voy es que James Bond está en Londres y dice...
Voy a perseguir a Scaramanga, coño.
Ya está en Jamaica. Otra intención, otra vez.
Ya está en Jamaica.
Qué problema más tenso está quedando.
Llega a Jamaica, no, señor Bond.
Es que aquí no era, en Nueva York, ya está, Naciones Unidas.
Entra James Bond, se mueve por el mundo.
No, en el cine lo solucionan muy rápido.
Le dice, tú tienes que ir a Naciones Unidas.
Por corte, salech, Naciones Unidas.
Naciones Unidas. Siete de la mañana.
Cojones, siete de la mañana. Yo estoy a quince horas...
Y no tiene ni jet lag, el puta, ni nada.
Nada, nada, nada. Camisa planchada, afeitao.
Va cambiando sus horarios.
Ahora coge un coche, un tren, un avión.
En realidad, James Bond no se mueve de Londres.
Claro. ¿Hay que ir a Jamaica?
Bueno, déjame mirar. Los billetes, no hay vuelo hasta el martes.
Tengo que hablar con mi mujer, que tengo un chiquillo malo.
El chiquillo...
¿Yo cómo dejo a mi mujer con este marrón?
¿Cómo te vas a ir a Jamaica?
El martes. Siempre fuera de la casa.
El martes tiene piscina el niño y revisión la otra en el dentista.
Es que está escaramanga, ni escaramanga ni escaramago.
No es escaramango, eh.
Por ejemplo... También tendrá sus hijos escaramangas.
Claro, claro. Es que no avanzas.
¡Maldad! O sea, no avanzas, no avanzas.
Llega James Bond a Jamaica.
Y la vacuna. ¿Qué hemos quedado a las dos?
Está todo vacunado al entrar. Está vacunado.
No, no estoy vacunado, no puedo entrar.
Tiene que dormir hasta tarde por el cambio horario
o va a la reunión con el malo, no se entera de nada
porque va dando cabezazos.
Claro. Luego, cambio de aguas, dolor de estómago.
Se caga vivo. James Bond cagándose vivo.
Está cagando vivo. Está apuntando a escaramanga y dice...
Escrétate un momento que tengo que ir al lavabo.
Y lo otro no, ya es que es el cambio de aguas.
Te digo más. La cotidianidad se carga la ficción.
Te digo más. El espía.
James Bond consigue burlar a todos los...
Entra en el despacho del malo, ahí hay un ordenador.
Es un despacho muy grande. Los malos tienen un despacho muy grande.
Y entonces dice, voy a descargarme todo.
Coge un USB, lo clava y ya sale automáticamente downloading.
Ah, sí. Eso no va así.
Tú llegas al ordenador, sales el USB y dices, hostia,
es clavija grande y el ordenador es clavija pequeña.
No tengo el adaptador. Cuando lo conoces,
no reconoces el dispositivo.
Luego, descargar. ¿Con qué programa lo vas a descargar?
Y si consigues... ¿Acepta las condiciones de uso?
Exacto.
Y tú dices, sí, sí. Las cookies.
Y cuando al final, después de tres cuartos de oro una hora,
peleándote con el dispositivo, que te puede haber matado cinco veces ya,
consigues descargar, estoy seguro de que no cabe en el lápiz de memoria.
No cabe, seguro.