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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

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Time transcribed: 6d 0h 26m 18s

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Andréu Buenafuente y Berto Romero presentan Nadie Sabe Nadie.
Muchas gracias. Un abrazo a todos. Muchas gracias. HBO los siguientes de la cadena son plataformas de audio. Yo que sé, creo que salimos hasta por un microondas que tiene mi tía en gandesa que dice que todavía escucha el programa.
Oye que si te ofendió el chancho y el pene de barro, cuidado con esto. La carraca mexicana es muy fuerte. Es el top de las carracas. Tremenda balasera.
Mira, mira, mira. Es horroroso. Es increíble. Es bonito porque pone México y tal. Vamos si te parece a temas. Oye, una cosa importante que ha ocurrido en estos meses que no nos hemos visto, ¿sabes que se me estropeó la nevera?
Sí, se me estropeó la nevera. Se me estropeó y no se... Eso es horrible. Es de las peor cosas que te pueden pasar. Pero que me hizo un amago de estropearse la cabrona de la nevera. Se estropeó lo suficientemente.
¿Cómo avisa una nevera de que se va a estropear? Deja enfriar. Es lo contrario cuando muere una persona que se enfría, la nevera se calienta. Perfecto. Bueno, se queda a temperatura ambiente.
Sí, pero para lo que es ella se calienta. Entonces, de repente, ante la perspectiva de que se pudra la comida...
No puede ni la resistencia. ¿Sabes que gruñe? Ella está luchando por vivir. Pero yo tengo una nevera pequeñita que hace eso. Está como... Tiene una nevera flamenca. Hasta que petará.
No, no. Está murió en silencio. Vale, vale. Pero no... Como te cuento, no murió del todo. Ella dio como señales de muerte. Entonces yo inmediatamente reaccioné. Dije, tengo que salvar a mi familia de la putrefacción.
Claro. Entonces fui rápidamente a una tienda de electrodomésticos y compré una nevera.
Pero no eres tonto, no eres tonto. Pues era esa tienda. Y dijiste, buenas tardes, yo no soy tonto. Claro, llegué muy... Con mucha premura. Necesito una nevera, necesito una nevera. Rápido.
Entonces ellos con toda la calma... ¿Valoraste el hielo y la sal? Como hacían los romanos. Yo siempre valoro el hielo y la sal.
No, quiero decir que... Como cada día me levanto y doy gracias a Dios. No, a falta de electrodomésticos, salazón. Hombre, si yo soy de Cardona, ¿qué vas a contar? Prácticamente inventamos eso.
Sí, inventasteis la sal, ¿no? Que sí, que sí, que sí, hombre, que sí.
Pues tú no tienes ni idea de con quién estás hablando. No, la verdad es que no.
En Cardona, estoy a lo contado, tenemos un yacimiento de sal al aire libre prácticamente único en el mundo. El salero de Cataluña. Tu cojas Cataluña, le das la vuelta y la sal, por donde sale la sal, eso es Cardona.
Y por donde sale la pimienta, eso es Reus.
Aprovechado para ponerse la polla de barro en la boca. No, no, no, un pene de barro. Hay algo atábico que le llaman. Un pene de barro. Bueno. Dime. Fui.
Rápido, una nevera. Una nevera. Entonces me dice, bueno, bueno, rápido, rápido, vamos a ver, tenemos estos sistemas. Digo, yo no quiero sistemas, yo quiero frío.
De dos puertas, una puerta. Una puerta porque es lo que me cabe. A mí no me caben dos puertas. ¿No te cabe la nevera americana esa que se puede meter una persona dentro? Eso es un sueño para mi familia. ¿Qué neveras tienen los americanos? Norteamericanos.
En casa le llamamos nevera de rico y no hemos podido todavía tener una de esas. Oh, qué envidia me da. El día que yo tenga una casa de rico, tendré una nevera. El día que yo tenga una nevera que pueda abrirla así como el armario de Narnia, ese día diré.
Mira, abres tú el tema. Estamos en un especial neveras, nadie sabe nada, ¿no? Venga, especial neveras. Yo conocí a un tío que dice, ¿tú quieres ver una nevera? ¿Tú quieres ver una nevera guapa?
Porque también estaba yo cambiándome la nevera. Sí. Y dice, tal día, tal hora, en la calle Montaner.
¿Como el puente de los espías? Sí. Cojo un taxi, me dirijo a la calle Montaner, me está esperando aquí. Bajamos, dice, ¿vas a entrar en un showroom privado de una marca? No diré la marca.
Ahí están los mejores, son las mejores neveras del mundo aquí dentro. Y dice, ¿vas a ver unas neveras que no has visto en tu vida? Pasa, acompáñame.
¿Pone su huella digital en un lector? Lo abrieron a la vez con dos llaves, uno en cada lado de la puerta. Se necesitan dos personas, uno solo no tiene la distancia de brazos.
Mira, cuando yo entro en ese showroom, no digo el nombre porque no me acuerdo, no por la marca que no me acuerdo. Ni L.
No, son esas marcas de ultra ricos que la gente normal no conoce. Ah, es verdad, cuando las marcas de muy ricos tienen nombres... Sí....ignotos. Sí, sí, sí, sí.
Y entonces dice, mira, mira esto, da la luz. ¿Qué pasa? No, no me gusta esta música, no, no, no. Que pintan a música sexy.
Porque fue durante la ley seca de las neveras. Que pintan a música sexy en un showroom de neveras. Bueno, y me dice, mira, mira esto, ostianen lo que vi yo allí. ¿Qué pasó? Dice, mira, te presento a la estrella de la colección.
Y digo, pero esto es una cámara frigorífica de un mercado, ¿no? Y abre. Dice, ¿caben? Sí, sí, sí, sí. ¿Te cabe Han Solo congelado dentro? Sí. Y todavía te queda el sitio para las frutas. A cojón.
Digo, pero yo no tengo una casa así, no puedo meter. Ah, bueno, claro. Es que la gente que compra esto se hace ya el espacio para la nevera.
Construye la casa alrededor de la nevera, ¿no? Pues prácticamente. Pues tío. Dice, no, para que lo vieras. Digo, bueno, en mi vida tendré yo esto. Ahora, claro, alucinante.
Sí, sí. Podías entrar, de verdad. Hacia eco. Hacia eco. Qué guay. Vas a buscar la leche y hace eco. Qué bien. Vale, ¿puedo seguir con lo mío? Sí, adelante.
Entonces, tío, nada, que la nevera tal. Me ha atacado todo el tema, ¿eh? Sí, rápido. Entonces empiezo. Me gusta esta. Oh, no la tenemos. Se agotó. ¿Cuánto tarda?
¿Cuánto tarda? Dos semanas. ¡Imposible! Estaría todo podrido. Mis hijos llorando. Carne muerta por casa. No somos fatos, pero somos lentos.
Claro. Sí, sí. No, se ve que llegué en un momento que no era un buen momento para la nevera. Y entonces, venga, mira, ahí está la nevera tal.
Y entonces digo, ¿esta o esta de exposición? Oh, otro concepto muy interesante. Bueno, barata.
Digo, ¿y qué ocurre? Y vi la cara. Oh, exposición. Dímela. Expóngala. Pase de exponerla aquí. Exponerla en mi casa.
Exponerla en mi casa. Le propongo esto. Es muy loco. Quizás no lo ha oído nunca. Muy bien jugado. ¿Qué tal si los ponemos en mi casa?
Sí. Bueno, bueno. Ya veremos. Me la conseguí llevar. ¿Cuándo estará aquí? En mi casa. Pasá mañana. Bueno, venga, va.
¿Me la subirán? ¿Me la subirán? ¿Le preguntaste? No, me la bajarán. Ah, ¿te la bajarán? Mi casa tiene como una acción.
Ah, es verdad que vives como una conejera, ¿no? Sí, sí. Vives como una conejera, es verdad. No, mi casa engaña. Sí, sí, sí.
Mi casa engaña. Entras por arriba. No se acostuma ante su casa. Entras por arriba, pero cuando bajas no estás arriba. No, no, no.
Tiene como... Es un sistema de niveles. Sí, sí, sí, sí. Bueno. Muy difícil. Tenrías que venir un día a verla.
Sí, te daré un casco. Pero no lo voy a dejar porque no os conozco. Te daré un casco de minero en la puerta. Eso sí, también.
Mi padre era minero. Claro, por eso. Claro, por eso yo de alguna manera... Se han vuelto los orígenes, ¿no? Claro.
Vale, nevera. ¿Llegó? ¿Llegó a casa? Llegó la nevera. Llega la nevera. ¿Qué hiciste con la vieja? ¿Se la llevaron ellos?
En cuanto llegó la nevera nueva, hace la vieja ¡pum! y se pone a funcionar. ¡Madre que las parió!
Hostia, como los ordenadores, cuando no vas y llamas al informático y viene a tu lado y se pone a funcionar el suelo, el hijo de puta.
Claro. No el informático. Yo por despecho pensé que se la lleven. Que se la lleven, aunque funcione. Claro.
Se ha jugado conmigo. No la quiere. Si me ha hecho esto una vez, me la puedo hacer otra. Sí.
Y mi mujer dijo, no, esta nevera se queda. Dio, ¿pero dónde se va a quedar? En el garaje.
Y ahora en el garaje... Tu mujer no tira ni la basura, ¿no? Mi mujer. En el sentido de que conserva todo, ¿no?
Mi mujer me ha... Esto no le va a gustar que lo diga por la radio, pero me ha revisado basura a mí, ¿eh?
Sí, sí, ya me lo contaste. Me lo contaste. Yo tiro cosas y luego ella va a revisar.
Y dice, esto no lo deberías tirar. Digo, hombre, esto es lo peor que me puedes hacer. Ya, ya, ya.
Bueno, la nevera ahora está en mi garaje y en la nevera ahora. Muy bien.
Tú puedes hacer vida en mi garaje. Bueno. Vale. Oye, no va mal porque es nevera de apoyo para, yo que sé, tener bebidas o cosas que...
Sí, ahora es eso. Que colapsan la primera. Ahora es una nevera de apoyo. Muy bien.
Entonces, la nevera nueva que traen, empieza a funcionar muy bien y...
La comida huele. La comida empieza a oler. En un olor que en casa le llamamos olor a cuco.
Olía a cuco. Sabéis lo que es como humedad. Entonces yo empiezo a llamar. Empieza una reclamación.
Oiga, la nevera huele. Reclamación, reclamación. Sube la música. Reclamación.
Gracias. Baja la música. Baja la música. Sí, pero como no me ve el técnico lo voy a hacer con la voz, ¿vale?
Vale. Nueva radio, nueva radio. Me dicen, es que es un sistema especial al que usted compró.
Que es una nevera que mantiene la humedad, mantiene más la humedad en la caja de las verduras.
Porque se ve que así se mantienen más. Y yo le digo, pero esto no está funcionando.
Porque no se mantienen más. Están oliendo mal. Bueno, bueno. Y ellos me dicen, acostúmbrese.
Me vienen a decir, acostúmbrese. Los tiempos han cambiado, señor.
Sí, sí. Usted ha apostado por un sistema de nevera que mantiene la humedad, conviva usted con la humedad.
Y yo le digo, esta humedad huele a casa del señor o mayor. No, o señor mayor. No quiero ser con esto machista.
La humedad es vida. No te dijo eso. La humedad es vida.
Me viene a la cabeza la casa de mi abuela, que era una señora y había como un...
Sí, un revenente, un revenente. Sí, había como un...
Y esto va avanzando, va avanzando. Yo voy aumentando la presión. Aumento la presión.
Sí. Sube música. Baja música. Sube música.
Y al final logro que venga un técnico de la marca de la nevera.
Hostia. Entra un técnico a comprobar el olor. Un sommelier.
¿Llevaba un mono o una chaquetilla con el logo? ¿Eh?
¿Llevaba una chaquetilla con el logo, por ejemplo? Por supuesto.
Muy bien. Eso me encanta a mí. Un sommelier con el que se habla, al que se le convoca.
Sommelier del frío. Sommelier del olor.
Sommelier de olor y el frío. El frío no lo hueles. Frío lo notas. ¿Vale?
Sí. Bueno, tú, tú a lo mejor, con el...
Con la tocha que tienes, tú hueles el verano, ¿no?
Tú el verano que todavía no está llegando ya lo estás oliendo, ¿no?
Yo huelo a los imbéciles y me está viniendo un olor muy fuerte.
Vale, vale, vale.
¡Gracias! ¡Gracias!
Última vez que lo hago. Y entonces, ¿llegas sommelier?
Sí.
Con un olor a tabaco.
¡Buh! O sea, olía tabaco como en mi vida olido.
Bueno, porque habría pegado dos caladas antes de entrar.
Pero olía muchísimo a tabaco.
Entonces, llevaba todavía el aroma de la última calada, ¿no?
Y entra, abre la nevera y dice, pues yo no huelo nada.
Y mi mujer y yo mirándonos pensando, ¿cómo va a oler?
Si tiene todo el sistema obturado de Winston.
Ya, ya, ya. ¿Vale?
Entonces, bueno, continuábamos, continuábamos. Al final se cambió la nevera.
Tengo una que ahora ya no huele.
Con lo cual, el problema no era mío, era la nevera.
No, no.
Pero todo esto a que venía.
Volvemos atrás.
Cuando llegó la nevera, la primera vez.
Sí.
El repartidor. Entran por la calle.
Me ven, me detectan.
Y veo que su cara cambia y hace...
Hay reconocimiento.
Reconocimiento facial.
Reconocimiento facial.
Muy bien.
Vale.
Entonces, baja.
Con dos más que venían a ayudarle a traer la nevera.
Entre el gran regocijo.
Los otros dos no parecían reconocerme, pero él sí.
Y entonces, extiende la mano y le aclara a los otros dos mi identidad.
Les dice, mirad, este es Bertín Ordóñez.
¿En serio?
¡Guau!
Sube música.
Me encanta, tío.
Bertín Ordóñez.
Bertín Ordóñez.
Es otra persona.
Claro.
De entrada, mi cuerpo intenta revelarse y decir, no, claro que no.
Pero al mismo tiempo hago la lectura y digo, este nombre es de puta madre
porque ha mezclado muchas cosas.
Claro, claro.
Ha mezclado varios personajes y ha hecho un personaje nuevo.
Y entonces yo digo, sí, lo soy.
Muy bien.
Soy Bertín Ordóñez.
Muy bien, muy bien.
En el albarán puso entregadame ver a Bertín Ordóñez.
No lo sé.
¿No?
Me hice unas fotos como Bertín Ordóñez.
Sí.
¿Pusiste otra cara?
Bueno, como más de haberme hinchado jamón.
Ya, ya.
Sí.
Y desear una España mejor.
Sí.
Muy bien.
Y ya está.
Y aquí acaba la historia.
Hostia, que va muy interesante.
Muchas gracias.
Hasta aquí la epopeya de la nevera de Bertín Ordóñez.
Un aplauso.
Gracias.
Sonia, desde Madrid.
Hola, Berto y Andrés.
No he podido evitar fijarme en que cada vez que contáis algo deprimente, ponéis un violonchelo
sonando de fondo.
Sí.
Soy violonchelista.
Y la gente tiene que saber que mi instrumento sirve para más cosas que para funerales.
Ah, vale.
¿Me echáis una mano?
Podríais a partir de ahora...
No lo pongas, no lo pongas.
Espérate.
¿Podríais a partir de ahora poner otro instrumento para esos momentos?
No.
¿O usar el violonchelo en secciones felices?
Sí.
Vamos a hacer la prueba.
Venga.
Voy a contarte el momento más feliz de mi vida.
Venga.
El día que nació mi hija, a que no concuerda ni el tono ni la narración con esto, entré.
Bueno, no entré porque salió el médico.
No me dejaron entrar en el parto y salió el médico.
Me llamaron a la habitación.
Venga un momento.
Y salió un señor que deduje que era el médico porque iba con la bata y todo y me dijo, miren,
es su hija.
Sube la música.
No funciona.
No.
Pero también porque este violonchelo está tocando algo triste.
¿Podemos buscar música de violonchelo alegre, si existe?
Vale, lo buscaremos.
Tomamos nota de tu reclamación.
Vamos a intentar encontrar música de violonchelo alegre.
Pero ella debe saber cómo se llama la chica esta.
Sonia.
Sonia sabrá, coño, que está trabajando una música introspectiva.
Bueno, es que mira el sonido que da.
Muy bonita.
Ah, mucho, sí, hombre.
Bueno, es una alegría moderada.
Bueno, mira, sabes qué es esta música?
Saliendo de un funeral diciendo tenemos que vernos más.
Mira, mira, mira.
Te quieres reír, pero tu cerebro no quiere...
Sí, pero no...
No, la otra, la otra.
Un reto a la audiencia a encontrar o incluso que venga un violonchelista...
Sí, por la otra, perdona, por la otra, hombre.
No, la de chum-chum, chum-chum.
Exacto.
Un reto a un violonchelista que venga y nos interprete una música.
Estoy andando mentalmente.
Tenemos que vernos más, tenemos que vernos más.
Andreu.
Dime.
¿Qué esto pasa?
Porque somos legos de la materia, yo soy un ignorante en esto.
¿Legos o lerdos?
Bueno, las dos cosas.
Lergos.
Somos lerdos.
Lergos, correcto.
Es probable que exista música de violonchelo súper animada,
pero la desconozco por mi ignorancia.
Sí, sí.
Reto a un violonchelista.
El oeste, el can-can, el baile del can-can.
Lo tocaban con violonchelo.
No, pero que venga alguien con su violonchelo
y nos toque una canción que diga, qué alegría de vivir.
Oye, pero es que a lo mejor no cabe un violonchelo grande.
Es enorme.
Es como una nevera de ricos, es muy grande.
No, no cabe, si lo llevan.
¿Le llevan un violonchelo?
Lo transportan.
Sí, lleva una ruedecita abajo.
Le lleva una grúa, como la orca Ulises.
No, hombre, no.
Pero lleva una ruedecita muy ridícula.
Un helicóptero.
Sí, no he visto la ruedecita del violonchelo.
Pero está quedando un poco de gracia.
Y como diciendo, va, te pongo una ruedecita, pero no...
Que venga.
Vale, perfecto.
Pues si alguien toca el violonchelo
y está dispuesto a hacer algo alegre con él,
que venga a la radio.
Vamos allá.
Espera.
Se ha roto una parte de la mesa por abajo.
Estoy apoyando como un embrague.
Digo...
Mira qué bonito.
Es como...
Sí.
Es precioso.
Como una plancha de metal.
Como una peineta.
Una peineta.
La voy a tirar para ver el ruido que hace.
Vale.
¿Preparados?
Muy bien.
Pues nada, experimentos sonoros.
Recordando México,
os quería compartir una cosa que ocurrió
cuando volvimos de México,
fuimos a comer a un restaurante mexicano.
¿Os acordáis?
Fallo nuestro también.
Bueno, pero por recordar.
Estuvo bonito.
Y entonces fuimos a comer al restaurante mexicano
y entonces yo pedí una cerveza sin alcohol
porque me apetecía...
¿Alguien se ha reído?
Ah, es Vero porque estaba ahí con nosotros.
Y entonces digo, quiero una cerveza sin alcohol.
Pero dale todo lo mexicano, coño.
Mira.
Pues esto es un paso doble.
Como que todo lo mexicano es un paso doble.
No, que te estuvieron las trompetas por ahí.
Pues que ponéis, que ponéis de música española.
Ahora sí, ahora sí, ahora sí, sí.
Ah, mira.
El acordeón que compramos al señor
en la puerta del teatro.
Pero yo quiero hablar, no le he dado aquí una tómbola.
No, pero coño, quiero darle ambiente mexicano.
He hecho de menos México, cabrón.
Toma, toca el acordeón.
Venga.
Pero yo quería explicar una anécdota.
Voy a tocar exactamente lo mismo que toca la canción.
Vale.
Pero desenganchalo por los dos lados, por favor.
Sí, hombre, claro.
A ver.
Ayuda, ¿no?
A ver.
Sube, sube.
¡Eh!
Aquí toda la música.
No, no, gracias.
Me ha salido como una segunda voz, ¿no?
¿Cuánto se podría alargar un acordeón?
Lo has pensado alguna vez.
Pues me fui sin beber nada del restaurante.
Me asqué y me fui.
Dime, dime, dime.
¿Qué te pasó en el restaurante?
Pues que, digo, tenéis cerveza sin alcohol
y el chico que era mexicano me dice
sí, por supuesto, tenemos cerveza frida.
Y entonces digo, hostia, qué guay.
Porque, además, en México, en Ciudad de México
habíamos estado en el Museo de Frida Kahlo,
que es un sitio precioso.
La Casa Azul.
La verdad, la Casa Azul de Frida Kahlo.
La verdad, lo disfrutamos muchísimo.
Y digo, pues me apetece muchísimo
probar la cerveza frida sin alcohol.
Sí.
Y entonces la trajo y era freedom.
¡Oh!
¡Qué bajona!
¡Qué bajona!
Oye, pues es una buena campaña para cerveceros.
Dame, a lo mejor.
Pero él lo pronunció rápido. Dijo, tenemos un freedom.
Freedom.
Tenemos freedom.
¡Uy!
Y era freedom.
Ay, con color, con colores, ¿no?
Colorichis.
Me esperaba otra cosa.
Con todo el respeto a freedom.
Bueno, si quieres México...
Está bien, ¿eh?
Eres a México, cabrón.
Pero en México no deben hacer cerveza sin alcohol.
¿Qué? Ah, bueno, no, no, no, no.
Esto no lo juegan.
Por lo menos, si es sin alcohol,
tiene que ser picante que te explote el escroto.
Lo probaron una mañana y dijeron,
ah, no, ¿para qué?
Teniendo lo otro, ¿para qué?
¿Te acuerdas el picante?
Me he dado cuenta que me suda mucho la cabeza
cuando tomo picante.
Sí, ¿eh?
Sí.
Me suda el curo cabelludo.
Acabo como si saliera de la ducha.
Sí, ¿verdad?
Me pica la cabeza.
Yo no comí tanto picante,
porque estaba con el viaje un poco mal del estómago.
Bueno, yo qué sé.
Y vosotros sí que ya entrasteis a Capón.
Te la saco.
La primera noche ya saco, ¿no?
Sí, sí, sí.
Muy fuerte, muy fuerte.
Bueno, bueno.
Ay, qué recuerdos.
Ay...
Últimos minutos del programa.
Venga, vamos a despedirnos con un carrusel, va.
Va, rapidito, carrusel.
Carrusel de preguntitas.
Así reconectamos con nuestro público.
Queda solo un minuto, va.
¿Qué pasaría si un alien parasitase a un zombi?
Vale.
Vale.
¿Cómo sería?
Nadie se ve nada en el musical.
Yo creo que estáis para gira.
Samantea Cholón Marta desde Granada.
Solo hay que ver cómo toca el acordeón para prever el musical.
Tenemos los instrumentos, solo falta el talento.
Marcelo desde Bañolas.
¿La habéis liado alguna vez mandando algún WhatsApp o foto a quien no era?
Andreu tiene pinta de que es un no parado.
No, no, no, no.
Alguna verdad, pero alguna vez sí, de verdad.
Pero como se ha inventado el eliminar para todos,
que por cierto deja rastro de la cagada, ¿eh?
Hombre, claro.
El eliminar para todos en el chat de WhatsApp, eso es...
Aquí ha pasado algo, ¿eh?
Hombre, ¿sabes que yo con Vero...
Tengo Vero, que sabes que trabaja aquí en el programa.
No sé qué cargo tiene, pero es uno de los Minium.
De los Minium, sí.
¡Apira, papá! ¡Apira, papá! ¡Banana!
Pero es una Minium de nivel alto, ¿eh?
Sí, es una Minium...
¿Qué te pasa con Vero?
Es Maxium.
Maxium.
No es Minium.
Pues que tenemos la costumbre, cuando acabamos una conversación en WhatsApp,
borrar el último mensaje para que quede la señal.
¡Ay, qué rabia de eso!
Interpretando que lo último que hemos dicho es un insulto.
Incorrecto, que te arrepientes, ¿no?
Nosotros no nos arrepentimos.
No tiene mucha gracia, pero lo hacemos.
No nos arrepentimos de haber pasado una hora aquí con ustedes.
Pero a nosotros nos gusta, ¿verdad?
Pero nos gusta más la gente.
Déjame hacer final populista.
¿Puedo hacer un final populista?
Hace mucho que no la veía.
Qué buena persona es.
¿Puedo hacer final populista?
Estamos montados, ¿estás fijado?
Tú estás con una mierda y yo con otra.
Esto no rula.
No, voy a hacer final populista.
Ah, sí, entonces se te da muy bien.
Se me da muy bien.
Ha sido un placer volver a veros.
Ha valido la pena volver a casa,
porque ustedes son nuestra casa.
Gracias.
¡Adiós!
Aplausos.