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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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Ayer fui acompañado de mi familia a ver a mi hijo mayor a un torneo...
Escoltado prácticamente, ¿no? Porque sois tantos que parece tu escolta, ¿no?
No le ha gustado, no le ha gustado. No, no lo he entendido muy bien, pero bueno, a ver a mi hijo a un torneo de
básquet, a una ciudad, a una ciudad media. ¿No vas a mencionarla? No. Vale, vale. No, no. Vale, vale. No quiero.
No, no, no. Yo te lo respeto a tope. El caso es que llegamos y había una máquina de parking, de zona verde.
Sí. Entonces intentamos sacar el... Máquina de parking me ha gustado mucho. El boleto...
Como muy genérico, pero lo he entendido. Sí, sí, sí. El boleto zona verde. Entonces mi mujer tiene
una característica que es darle a los botones muchas veces. Ah, sí. Sin esperar la respuesta
natural del botón. Entonces cuando el botón responde, le han dado 15 veces al botón. Y entonces
él dice, bueno, pues doy 15. 15 de lo mío. Entonces, botón, ¿cuánto rato quiere usted estar en la zona verde?
Entonces el botón, de repente, a aquello se lo piensa un rato, porque claro, está abasallado.
Procesando, procesando aquello. Un ordenador abasallado. Las ocho de la tarde. Aquello daba como máxima
hora a las ocho de la tarde. Claro, claro. Y el torneo acababa a la una. Sí. No, acababa a las dos y medio.
Así digo, igual vamos a pagar seis horas más, no hace falta. Entonces intenta volver para atrás,
pero para atrás volvía muy a poco a poco. O sea, para ir para adelante iba como un rayo, pero para ir
para atrás como un trueno. Diez minutos menos, diez minutos menos. Mucho rato allí. Y había unas
personas. Y de repente escucho mi nombre a través de un megáfono. ¿De un megáfono? Que es, para mí,
es de lo de lo peor que puede que me puede pasar es escuchar. ¡Berto! ¡Berto! ¿Qué pasa? Que no sabe cómo funciona la máquina de Pergui, ¿eh, Berto?
¡Hostia! No, no, no. Escúchame, ¿quién iba con un megáfono? Pues unos papás de unos niños que también debían estar en el torneo, que habían decidido ir a animarles, y uno de ellos llevó un pequeño megáfono.
¿Sabes estos padres que gritan desde la grada? Pues este dio tres pantallas más. Dijo, yo no solo voy a gritar, sino que voy a llevar un megáfono.
Sí, sí, sí. Un notas, un notas clásico, vamos. Un pequeño megáfono. No era muy grande, pero ya... ¡Berto!
Yo cuando oigo esto, automáticamente... ¿Tú qué harías si escuchas tu nombre con un megáfono y ves que hay como un grupo de veinte personas mirándote en el parking? ¿Tú qué haces?
Joder, no sé. Yo, como un conejo ante los faros de un coche, me quedo parado, me quedo quieto, mirando el parking y pensando, si no haces nada, seguirán con su vida, guardarán el megáfono y seguirán.
Pero no, noto que, veo que ellos esperan una respuesta, y además una respuesta de tipo humorístico. Pero a mí no me sale, estoy paralizado.
Sí, claro, es muy invasivo eso.
Entonces, mi mujer con el dedo allí en la máquina, yo también, esperando que salga el papel, y hay revuelo entre el grupo del megáfono.
Y yo, cada vez más paralizado, entonces, agarro el papel y atravieso el grupo, bueno, lo rodeo un poco, pero paso frente ellos, callao, es que no sabía qué decir.
Hombre, pero al menos di algo, calla los payasos o algo así.
No me venía broma, no me venía ninguna broma. Estaba paralizado por el terror del megáfono.
Dile algo tú.
No, y entonces empiezo a escuchar por el megáfono.
De los peores ratos de mi vida.
Ríete.
Sí, sí.
Me metía dentro del pabellón de deporte y todavía se oía, fue como comentarios del megáfono, pues no están crecidos.
Y para acá, pues, bueno, yo me sentí.
Y yo, yo, me sentí.
No sé, yo, yo, yo, yo, yo, yo.
Me sentí, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo.
Me sentí, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo.
Me sentí, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo, yo.
Y sí, sí, sí, sí, sí.
Y pagamos hasta las 6 de la tarde, porque no fui capaz de hacer que volviera.