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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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¿Sabes que cuando yo era pequeño, bueno, yo soy de una época
que los niños jugaban en la calle, que eso se ha perdido ya en muchas zonas,
en las ciudades sobre todo.
Y comíais altamontes, ¿no? Eran como vuestra gamba.
¿Cómo, perdonad? Comíais altamontes.
Bueno, hombre, no, en principio teníamos alimentos...
Ya como quicos para vosotros. Sí, sí.
Una bolsa de altamontes y hormigas, ¿no? Sí, sí, perfecto.
Y chupábamos las artijas.
No, nos íbamos abajo a la plaza
que estaba a las afueras de mi ciudad en Reus, Tarragona, Cataluña, España.
Sí. El Reus de España, ¿eh?
El Reus de España, sí. El Reus de la República Dominicana.
Entonces, estábamos a las afueras.
Y, curiosamente, aquella era una zona donde había una rotonda
que, por alguna razón, venía hacia una circunvolación en la ciudad
y llegaban muchos coches buscando la costa.
Me decían, solo, por favor, solo.
Era cuando no había GPS ni nada, fíjate.
La gente se orientaba con unos papeles donde estaba el país
dibujado pequeño dentro. Sí, sí, sí.
Fíjate tú. La cosa...
La gente bajaba la ventanilla... Mapas, les llamaba. Sí, mapas.
Y preguntaban a veces.
No Google Maps, Paper Maps.
Real Maps. No sabéis de lo que estoy hablando.
No, no, no. Soy muy joven.
Eso era mi época, años 70, finales de los 70.
Y, por alguna razón, que nosotros no los cuestionamos,
sino que, a la veras, disfrutábamos,
bajábamos a comer cucarachas, insectos...
Igual pescábais en el río de Reus con un palo.
Sí, sí, sí, lo secábamos, pescados secos,
hacíamos una fogata... Bueno, niños prehistóricos, vamos.
Y estábamos ahí jugando. Y venían coches.
Vanticula francesa... Los primeros coches, no lo decían.
¡Babu! Sí, sí.
Coches de...
¡Babu! Un fuerte, un coche de caballos. Un hispano-suiza.
Pague irás al salón y nosotros siempre...
Era inglés, este es francés. Este es francés.
Vale, vale. Menende varios lugares.
Por favor, niños, niños, niños.
Siempre ponen el acento mal.
Garzón, garzón. Sí, niños, niños.
¿Dónde está Salón? Sí, sí.
Pague irás al salón y nosotros le decíamos.
Por aquí, por aquí, que era directamente a una carretera
que llevaba a la montañita y a la que no había salido.
Es un cul-de-sac. Qué cabra.
Era un cul-de-sac, que también es muy francés.
Es francés totalmente.
Y lo bonito era decir... ¡Muchas gracias, niños!
Y iban...
Pasaban ocho, nueve minutos y bajaban.
¡Hijos tibutas!
Y nosotros... ¡Adiós!
Y era nuestra diversión, tío.
Porque no sé qué pasó...
Que venían todos los coches extranjeros.
Que malafollada niños. Sí, salió Taragona, por aquí, por aquí.
Y se perdían entre avellanos y campos.
Avellanos. ¿He dicho avellanos?
Sí, sí. Con nuez de pecan, estamos muy...
Exacto.
El árbol de la vellano, con el árbol de la nuez de pecan,
si podéis cortar una rodaja de cada uno y comerlo.
Vale, oye, rodaja, me está molestando un poco esta música.
Escúchala. Pues apóla, apóla, apóla. No, no, no, apóla.
Que para contar cosas de mi infancia,
han puesto música como media, ¿verdad?
A media, ¿verdad?
Hombre...
Hombre, ¿qué te crees?
Acerquense todos, arreglos.
La capital del mundo moderno.
¿Qué te crees, que tirábamos el pipi por la ventana o qué?