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Nadie sabe nada

Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada. Andreu Buenafuente y Berto Romero se sientan frente a frente, micro a micro, e improvisan. ¿Qué puede salir mal? El humor de estos dos genios es oro para tus orejas. Ábrelas bien que, en el fondo, nadie sabe nada.

Transcribed podcasts: 753
Time transcribed: 6d 14h 7m 47s

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Tienes una música de abuelas por ahí, a ver.
Ah, joder, parece que la esté viendo.
¡Ay, la yaya! ¡Llega la yaya!
Mira la baja del cielo.
Las grandes madres.
Está muerta la mía.
Las grandes madres.
Baja del cielo o sale de la tierra.
Venga, una tú, una yo, una tú, una yo.
Venga, pim, pam, anécdota, anécdota.
Ta, ta, ta, abuela.
Pa, pa, pa.
Yo te tiro mi abuela, tú me tiras tu abuela.
Venga, a ver.
La mía, empiezo yo.
Venga, va.
Negacionista de la llegada del hombre a la luna.
Mi abuela Paca sustuvo hasta su muerte
que esos astronautas que vimos en las imágenes del año 69,
esos eran muñecos.
Y le dijimos, pero abuela, ¿no se da cuenta usted
que estamos en una era ya moderna ni era ni era?
Esos son muñecos.
Y a mí no me saca de ahí.
Y se enfadaba, ¿eh?
Y se enfadaba.
Y también yo nunca entendí,
porque tenía que enfadarse ante un avance de la tecnología.
Pero la mujer no quería cambiar su chip mental.
Y nunca se murió pensando que el hombre no había llegado a la luna.
Vale.
Venga, la tuya.
Mi abuela, le recetaron unas pastillas para los nervios
y le dijeron que se tomara una cada ocho horas.
Y yo no sé si es que cogió el papel al revés
y se tomó ocho cada hora.
No, no, no.
Que se podía haber quedado muñeca la abuela, ¿eh?
Pero a la hora, o sea, lo pillamos pronto,
pero fue mi padre a verla a su casa que vivía sola
y se la encontró en la cocina
mirando fijamente el tambor de la lavadora.
Y estaba mirando el tambor de la lavadora
y le dijo, ¿qué ves?
Y dijo ella, los toros.
Se produce un terremoto en la zona,
no en mi casa solo, ¿eh?
Porque eso ya sería inquina.
Si no, hubo un movimiento sísmico.
Mi abuela no estaba, había ido a bajar la basura.
Y cuando sube no se encontró a todos.
Mi padre, Picasso, el sofá se había movido cuatro metros,
otro aguantando el mueble,
que fue un taca, taca, taca, taca.
El gran terremoto de Reus.
No, hombre, grande no, pero, hostia.
Big One.
Acojonaba.
Y dice mi abuela, ¿qué hace?
Y le decimos, pues que había un terremoto.
Hay que beber un terremoto,
hay que beber un terremoto.
No se lo creyó también, tampoco.
Yo no he notado nada, no he notado nada.
Le dice mi padre, ¿cómo va a notar
si estaba usted tirando la basura en la calle?
Pues se hubiera movido las cosas,
no se movió, no se lo creyó.
Mira, le cogió una rabia a mi padre.
Pues claro, ya llevaba 40 años con ella,
soportando eso,
y no pudo soportar que negara
lo que podía haber sido una tragedia.
Era muy negacionista a mi abuela.
Le robaba el tabaco a mi cuñado,
me lo daba a mí, toma pa' ti.
Ah, ¿sí?
Sí.
Sí, yo digo, abuela, hombre, no,
acá está, así no se entera.
Y mi cuñado diciendo,
hostia, pero ¿quién me robó el tabaco a mí?
Y ella, así a puñadicos, ¿sabes?
Me los iba dando.
Muy fuerte, sí, muy panque.
Bueno, última de abuela o cerramos aquí.
No, lo que quieras, yo tengo muchas.
Venga, otra vez, va.
Vale, una vez se quemó la...
Se hizo una quemadura en un brazo
y como tenía las cajas de las medicinas
distribuidas por el color,
había puesto entre las pomadas
cola de impacto marca el avión,
que había una cola de impacto.
¿Cómo?
Y entonces se puso cola de impacto en la herida.
Hostia.
Y nos lo dijo un día, dice,
me dijo, llegó a casa y dijo,
me he quemado,
¿a qué no sabe lo que me puse en la herida?
Dijo, ¡pegamín!
¿Pegamín?
¡Pegamín!
Sí, sí.
¿Y pero luego qué pasó?
Tuvo que era el médico.
O sea, ya que yo, una reacción empezó,
bueno, esperamos,
esperamos como escuela de impacto,
esperamos que no hiciera hilillos a tocarla
y cuando ya cuajó bien,
cuando nuestra abuela llevamos.
Le pegamos las llaves ahí.
No, no, no, porque no a tiempo,
no pasó nada.
Mi abuela, Alberta.
Sí, Alberta, lo sé, lo sé.
Sí, sí.
Y sí que era,
tú has dicho públicamente
que era una persona realmente...
Una persona...
Un poco mala.
Bueno, tenía un carácter.
Sí.
Iba a veces a un parque infantil,
se sentaba con un bastón que llevaba
y entonces yo la vi,
yo esto se lo vi hacer, ¿eh?
Sí.
Llamaba a los chiquillos,
venían,
decía,
sagalico, sagalico,
venirse, venirse, sagalico.
Entonces cuando llegaba
y cuando los tenía a tiro,
con el bastón,
¡boom!
Les intentaba dar.
¿Eh?
Los vídeos se esquivaban.
Hombre, ¿eh?
Sí.
Como Kung Fu Panda, ¿no?
Y le preguntamos,
¿pero por qué lo hace?
Y dice,
porque hacían mucho ruido,
me molestaba.
Bien.
Másoden.
Másodーブ,
Másodro cincón,
cuando llegaba.
Másodritos,
Másodro,
Másodro...
Másodro...
Másodro...
Másodro...
Meso...
Másodro...
Másodro...
Másodro...
Másodro...
Másodro...
Másodro...