A que el otro día pedí a producción,
me pareció que observando todo el despliegue de trastos,
sonoros y cosas que tenemos aquí, digo, aquí faltan maracas.
Y el equipo, que ya te he dicho antes, o quería decirte,
es un equipo de un nivel altísimo, ¿no? Sí.
Y dijo, maracas, hombre, pues, vamos para allá.
Y me informan que hay un surtido de maracas para que escogamos.
Sí, compañero, muchas gracias.
Para que escogas, a mí no me interesa, ¿no?
Maracas de fantasía, esto es un acol.
¿Un acol? Bueno, le han traído un surtido de maracas,
porque en el programa anterior él dijo que, por lo que sea,
necesita tener maracas.
Nadie entiende por qué, pero...
Bueno, maracas, maracas, ¿a quién se llama de maracas?
¿A quién es maracólogo? Algo experto en marcólogo.
¿No? ¿Por qué esto?
Esa no, esa tiene un sonido muy...
Como semilla, ¿no? Por dentro.
Yo, el acol.
El acol está muy bien. Está bien.
Pero es como una lechuga, ¿no? Como un repolle.
¿Y el pistacho, este?
No, muy agresivo, muy agresivo. Esto es agresivo.
Bueno, lo podemos tener para una ocasión.
Porque hábelas todas, y total...
Ya, es verdad.
Es sonajero. Sí, es más sonajero.
Un niño nervioso. Vale, muy bien.
Me lo quiero de todo. A mí me gusta el acol.
Si puedo escoger...
¿Qué?
Simplemente estoy esperando ver a dónde lleva esto.
Bueno, pues estoy probando, habrá que probarlo, ¿no?
Pero no hay nada detrás. No, no, no.
No es necesito unas maracas porque tengo una canción
compuesta para el instrumento.
No hay nada.
Para maracas. Maracas y cuerda, ¿no?
No, tío, que la quería. Aquela es que la quería.
Lo que te pasa por la cabeza lo suelta y ya está.
Y aquí me lo consiguen gratis. Coño, tú no lo harías.
Sí, sí, sí. Cualquiera que esta aquí lo haría.
Vale, pues perfecta.