que me puse debajo de la placa de la calle, donde pone calle Pepe Rubiano.
Ay, qué bonito. ¿Sabes?
Esquina Juan de Borbón, que Pepe se me haría de la risa.
¡Holy shit! ¡Vaya combo, guapo, ¿no?
Sí, sí, sí. Me han dicho que Juan de Borbón ya...
¡Jale mole! ¿Qué?
La van a... Igual la cambian.
Igual la cambian.
Ah, pensaba que era como un insinuar que iba a morir.
No, no. Pero está muerto ya. Sí.
Juan de Borbón murió. Ya está muy muerto, sí, sí.
Bastante muerto. Muy muerto no, es binario.
O muerto o vivo, no hay... Es cada de muerto.
Bueno, pero cuántos más años hace, más muerto estás.
No estoy de acuerdo.
Bueno, Cervantes... Estás igual de muerto.
Cervantes que lo enterramos ayer o qué.
Es como muy embarazada. No está muy embarazada, es embarazada.
Es verdad. Bueno, entonces estoy debajo de la placa,
pues ya te digo allí, yo solo con mis cosas.
Y mi cigarro. Dilo, dilo, dilo.
Mi cigarro. Sí, mi cigarro y yo.
Mi cigarro. Un sinuncial.
Y hay un tío con una furgoneta que está parcado justo delante
y me mira, abre la ventana y hace esa situación para nosotros
incómoda porque hay algo más incómodo que te conozcan
y te digan cosas, que es que te conozcan y no te digan nada.
Sí, sí, sí. Es otra pantalla.
Sí, los carpeteros estos que te paran para...
Oye, ¿quiere colaborar con algo? Sí.
Estás fijado que a veces te miran y deciden que tú no eres su objetivo.
Ya, ya. A mí no me ha pasado nunca, ¿eh?
A mí me da mucha rabia que me paren, pero más aún que me miren y hagan...
No.
Yo pienso, ¿qué pasa? Que yo no puedo colaborar...
¿Qué pasa? ¿Soy muy viejo para tu movida?
Sí, que mi dinero no vale o que... ¿Soy muy viejo para colaborar con algo?
Bueno, en este caso, este estaba parcado...
No puedo responder a una encuesta de tres preguntas,
será un minutito solo. No te enfades, no te enfades.
No te enfades que pierdo la narración.
Y este lo que pasa es que me veía...
Oye, meto chistes. Estaba parcando...
No, el coche ha parcado allí...
Furgoneta, ¿eh? Me habías dicho furgoneta.
Furgoneta, perdón. Y me mira como diciendo, sé quién eres,
pero bueno, en fin, que quede entre tú y yo, ¿no?
¿Ah, sí?
Y yo...
¿Qué tal?
Y ya se anima, mira, señala la calle, señala la placa,
me señala a mí y dice...
A ti también te van a poner una, ¿eh?
No, no, no, espérate.
Eh, me mató, me mató.
Me clavó.
Digo, a ver qué le digo, digo...
Porque fíjate, es el elogio...
embrenado.
Sí, sí, claro, claro.
Por un lado dices, hostia, qué bonito que pueda este hombre
de suponer que el día de mañana...
Pero estar para la placa es sinónimo de...
Bueno, yo le digo...
¿Capellà al cuarto?
Claro, yo le digo, oye, dame un tiempo, coño.
Sí, sí, sí.
Dicen, a ver, claro, como si era gestionar a mi vida, ¿sabes?
Voy diciendo, sí, puedes vivir.
La placa es la lápida social.
Bueno, sí, sí.