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Entrevistes de La Rambla (radiodesvern)


Transcribed podcasts: 316
Time transcribed: 5d 3h 43m 53s

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Música
Són les 11 i 12 minuts del matí.
Comencem ara a la segona hora del Magazine Matinal,
la Rambla, de Ràdio Desvern, l'emissora de Sant Just,
i comencem l'entrevista del dia.
La convidada d'avui és la Desiré Bohanda,
que viu a Sant Just i és autora del llibre
Yo madre de un adicto,
publicat el 2018 amb l'editorial Universo de Libros.
En lloc de presentar-la com a escriptora,
ella, sobretot, ve avui aquí per compartir el seu testimoni
i les seves vivències del que li va posar la vida al davant,
l'addicció del seu fill.
La saludem, buenos días, Desiré.
Buenos días.
Esto no será un he venido a hablar de mi libro exactamente,
sino que nos va a servir para romper los estigmas de las adicciones
y hablar sobre todo de esta parte más emocional, no médica.
Desiré, ¿cuándo llegó la enfermedad de tu hijo en la familia?
¿Cuándo empezó todo?
Bueno, realmente yo descubrí el consumo de marihuana,
específicamente, que fue lo que me preocupó.
En el año 2013, hace ya 11 años, en ese momento,
el cannabis no estaba tan legalizado como hoy en día.
Había mucho más tabú sobre el cannabis, la marihuana.
Y bueno, realmente, para nosotros,
que somos una familia medianamente funcional,
fue algo totalmente inesperado.
Fue un momento de mucha angustia, de mucha preocupación,
de no saber qué hacer,
porque es algo que jamás pensábamos que nos iba a llegar a la familia.
¿Qué sabíais de todo esto, antes del diagnóstico a tu hijo,
por lo que he leído ahora un poco en el libro, es Gustavo?
¿Qué sabíais de las drogas?
Claro, comentas que erais una familia funcional, ¿no?
Medianamente funcional, porque la familia perfecta no existe.
Yo hago referencia a eso, porque en el estigma
se piensa que el drogadicto, que es como se les llama bajo el estigma,
porque realmente es el adicto,
es una persona o de una clase social muy pobre, a lo mejor,
con muchos traumas, muchas carencias,
o se imagina, muchas veces,
las personas creen que es el hijito de papá que tiene todo,
que es un vago que no hace nada porque todo se lo da.
Ese es el imaginario que uno tiene,
realmente, de lo que se llamaba drogadicto antes.
Por eso yo hago referencia a una familia medianamente funcional,
porque tenemos muchos años de casados,
tengo dos hijos, y fue algo imprevisto.
De hecho, se dice que es una enfermedad democrática,
porque puede darle a cualquier persona, en cualquier circunstancia,
puede tener la enfermedad de la adicción.
Lo que pasa es que, como hay tanto estigma,
no se ahonda sobre el conocimiento,
incluso no se sabe que es una enfermedad como tal.
La gente piensa que el adicto es un vicioso, es un vago,
pobrecita, deciré que el hijo le salió mal.
Ese es el imaginario que hay, ¿no?, realmente.
Y yo, con mi libro y mi proyecto personal,
y estando aquí, lo que busco es romper un poco más el estigma,
ayudar a la gente a conocer de la enfermedad
y cambiar esa visión para poder ayudar a muchas familias
que sufren en silencio por la culpa, por la vergüenza
y por el desconocimiento y no saber cómo actuar.
Deciré, ¿cómo fue la aceptación de esta enfermedad a tu hijo?
¿Le diagnostican esta adicción?
¿Tú, al principio, en el entorno familiar, lo aceptáis?
¿Sientes culpa? ¿Cómo fue?
Mira, es un proceso muy complejo y largo,
porque realmente yo no sabía ni siquiera de la adicción.
O sea, mi única preocupación y de mi esposo en ese momento
es, ¿nuestro hijo está consumiendo marihuana? ¿Qué es esto? ¿Por qué?
Inclusive, el desconocimiento y la ignorancia es tal
de que nosotros sabíamos que él consumía alcohol.
Y el alcohol es una droga legal.
O sea, el alcohol y la marihuana, la diferencia es que una es legal
y la otra es ilegal, que el alcohol está socialmente aceptado,
a diferencia de la marihuana, y nosotros no reparábamos en el alcohol.
Nuestra angustia fue la marihuana.
Nosotros no hablábamos de adicción, solo del consumo.
De hecho, empezamos a ir a especialistas,
psiquiatras, y realmente, de hecho, yo cuento en el libro
que el primer psiquiatra, cuando me dijo que mi hijo estaba enfermo
y que tenía que internarlo, porque tenía una enfermedad mental,
yo me fui corriendo de allí y yo no volví,
porque yo no sabía que era una enfermedad mental,
yo no entendía eso, yo dije, el loco es él.
O sea, cómo me va a decir que mi hijo está enfermo mentalmente, ¿no?
Entonces, fue un proceso muy largo, primero de dos años de negación,
porque el adicto lo niega, el adicto siempre cree que puede controlar,
el adicto siempre dice a la familia, tú eres una exagerada,
eso no es así, yo lo controlo, y uno va observando,
yo lo que observaba era que él no podía parar.
O sea, uno tiene la imagen de que si mi hijo estudiaba en la universidad,
de hecho, mi hijo se graduó en la universidad,
y yo decía, ¿cómo puede ser que no puede parar?
En familia hablábamos, ¿cómo por amor a tus padres no puedes dejar eso?
Y veíamos que era imposible, de ahí la búsqueda de ayuda, ¿no?
Claro, no es tanto una fuerza de voluntad que...
Para nada, hay un dicho muy poderoso que dice,
querer no es poder en el mundo de las adicciones.
Ojo, hay consumo, hay abuso, hay dependencia,
y llegas a la adicción, o sea, no todo el que consume una droga es adicto.
De hecho, a mí, en mi proyecto personal, en mis conversatorios,
no me gusta satanizar las drogas,
porque satanizando las drogas no conseguimos absolutamente nada.
La droga está allí, hay drogas legales, hay drogas ilegales,
lo que hay es que manejar la prevención consciente
en base al conocimiento de riesgos, ¿no?
Pero realmente, para uno no sabe lo que es adicción.
Yo vine a aprender de la adicción,
fue cuando ya mi hijo entró a tratamiento residencial dos años después,
porque por la negación él no aceptaba ayuda.
Y muchas veces la familia, que no fue nuestro caso,
pero lo he visto en muchos casos, evade.
La familia se vuelve un cómplice,
porque la familia también tiene su propia enfermedad,
que es la codependencia emocional, y se denomina coadicción.
El hijo, en todo este proceso de dolor, culpa y vergüenza,
se va convirtiendo en tu droga.
Vives en función de tu familiar.
Hablo del hijo porque es mi caso, pero vale para el cónyuge,
vale para la hermana, vale para el tío, para el familiar que sea.
Y llega un momento en que tu vida solo gira en función de esa persona.
Si consumió, si no consumió, con quién salió, si me robó...
¿A ti te pasó eso? ¿Tuviste esta codependencia, no?
Totalmente, y de allí es mi libro.
O sea, si realmente tú dices cuál es el objetivo de mi libro,
y lees la primera frase en la portada,
dice, sanando la codependencia emocional y derribando estigma.
La familia genera una codependencia emocional insana
hacia el adicto, y vives solo en función y dejas tu vida propia.
Entonces, sanar esa codependencia emocional
también es aceptación de parte de la familia,
para dedicarte a trabajar en tu enfermedad
y saber que indistintamente que el adicto se recupere o no,
porque no todos los casos son exitosos,
la familia tiene que seguir adelante.
Y ese es mi proyecto personal.
Primero, orientar a la familia que esté viviendo lo que yo viví
y que yo no sabía cómo enfrentar,
porque estuve dos años en un laberinto sin salida,
más todo el proceso de tratamiento después, cuando él estuvo interno.
Y quiero ayudar a orientar, a saber qué es lo que sucede,
qué es lo que se vive, pero que al final hay que buscar una solución,
e indistintamente de lo exitoso que sea el caso,
uno tiene que recuperar su vida propia.
Porque deciré cómo cambió la relación,
cómo conseguisteis que de esa relación tóxica,
entre tú y tu hijo se fuera transformando,
entiendo que ahora tu hijo está mejor,
no sé si recuperado o no,
pero supongo que la relación ha ido cambiando.
¿Cómo ha sido ese proceso?
Mi hijo tiene nueve años sobrios.
Esta vivencia ha sido una historia con un final muy feliz,
como lo digo en mi libro,
porque ha sido un proceso de aprendizaje para todos,
de ver la vida de diferentes formas.
Yo creo que un adicto recuperado
es la persona que más puede valorar morir y volver a nacer.
El dejar donde estaba, donde sufría tanto,
porque la gente cree que es un vicioso, que es una mala persona,
y realmente el adicto sufre muchísimo
por no poder controlar ese cerebro que lo lleva al consumo
por una cantidad de factores neuroquímicos,
fisiológicos, etcétera.
Y el adicto valora muchísimo su sobriedad.
Y en este proceso de aprendizaje,
si la familia realmente quiere hacer un verdadero tratamiento
junto con el adicto, quiere apoyarlo,
porque hay que conocer la enfermedad,
hay que entender su sintomatología,
es una enfermedad del cerebro,
es una enfermedad de las emociones,
y es una enfermedad crónica, no se cura,
es para toda la vida, se trata, pero no se cura.
Entonces, si la familia realmente se involucra,
ellos se convierten en sabios para la familia,
nos hacen ser mejor personas, vivir de mejor forma,
valorar la vida como nadie,
y vivir siendo mejor personas.
Y la relación de nosotros es de mucho orgullo,
de mucho amor, de mucho crecimiento personal.
Y justamente la portada del libro habla un poco de ello.
No quería una portada lúgubre,
no quería una portada que tuviera que ver con la sustancia.
Incluso hoy en día hay adicciones comportamentales
que son por la vía tecnológica,
a la pornografía, al juego online, al videojuego,
son igual comportamientos adictivos que no son con sustancia,
y que igual deterioran a la familia.
Lo que pasa es que uno solo tiene en mente en este momento
la parte de las drogas,
pero las adicciones comportamentales
son muy duras y muy difíciles,
pero con todo este proceso uno llega a un amor y a un respeto
y a un orgullo inmenso.
Deciré en qué momento escribese el libro,
es decir, ¿en qué fase se encontraba tu hijo?
¿Era justo en esos dos años que estuviste un poco perdida?
¿O fue después?
Fue después, cuando mi hijo entró en tratamiento,
yo tenía mucho dolor y mucha rabia
porque no sabía nada de lo que te estoy explicando ahora.
Yo solo sabía que mi hijo no me quería,
que mi hijo nos había fallado,
yo solo decía en que nos equivocamos,
y en esa rabia, cuando mi hijo entró al centro interno,
se me fue mi droga.
Yo estuve dos años en función de él,
vigilándolo, convenciéndolo,
conflictos en la casa, o sea, una locura.
Hay un símbol muy interesante que dicen los expertos
de que tener un adicto en casa
es como tener un elefante en el medio de la casa, ¿no?
Imagínate el caos.
Y cuando él entra al centro,
yo empecé a escribir como un diario,
o sea, yo voy a dejar escrito todo lo que viví,
cómo me enteré, qué pasó,
y ahí empecé a ir a terapia familiar
en el centro donde estaba mi hijo.
Y eso fui escribiendo, escribiendo,
iba vaciando todos mis conocimientos,
todo lo que aprendí en la terapia,
empecé a leer, yo soy autodidacta en toda esta materia,
y empecé a escribir este borrador,
y yo trabajé en una empresa que tenía editorial de textos,
y se lo mandé a una amiga editora,
y cuando ella lo leyó, mi hijo decía,
esto es una profunda historia de amor,
mandalo a Planeta, en Venezuela.
Lo envié, y me habían dicho que sí,
que me ayudaban con el libro, por la situación del país,
a los seis meses me dijeron que no, que no podían publicarlo.
Y ellos me hablaron de la autoedición.
Entonces, bueno, así fue que llegué al libro.
Sin embargo, antes hay una anécdota muy buena,
que tiene que ver con el estigma,
que cuando yo empecé a buscar editoriales,
que yo mandaba mi texto por email,
yo busqué un pseudónimo.
Entonces, por la vergüenza, fíjate, ¿no?
Y yo era Débora Sober, me encanta el nombre de Débora,
y Sober por sobriedad,
y cuando llegó un día que yo dije,
Dios mío, yo quiero ayudar a romper el estigma
y yo me estoy escondiendo.
Entonces, a partir de ese día,
borré a Débora Sober y puse de Sire Bujandamil.
Qué bien, un paso, ¿no?
Sí, un paso importante.
Digo, todo este proceso entiendo que os ha hecho crecer
emocionalmente y también a nivel personal,
como ya nos has comentado.
En el libro hay también esperanza
para la gente que lo lea,
que se encuentra lo mejor en este proceso
que tú te encontraste hace unos años.
Sí, justamente, el libro ha sido parte
de mi proceso de sanación
y la idea del libro es que se sepa
que hay un final feliz,
que se puede morir y volver a nacer,
que en ese morir y volver a nacer
nacemos todos, renacemos todos,
que se hay salida,
que no hay que dejar de buscarla.
No es fácil porque las enfermedades mentales,
sus procesos son largos,
aquí es difícil.
Yo escuchaba a padres en las terapias
queriendo que alguien le diera un diagnóstico,
como tú vas y haces una radiografía
o haces una tomografía,
aquí no lo hay, es conductual totalmente.
Entonces fue allí en cuanto al momento
que nosotros nos dieron el diagnóstico
cuando él entra al centro,
pero sí hay salida,
sí hay salida y vale la pena.
Vale la pena apoyarlos, vale la pena ayudarlos
y vale la pena sanar y trabajar nosotros
y sumar muchas voces para romper el estigma
y ayudar a muchas familias que sufren
en silencio por la culpa y la vergüenza.
A nivel familiar, ¿todo este proceso
os unió más o salieron a la luz
o a la luz a lo mejor otros problemas?
Mira, realmente nos unió muchísimo.
Esto es un proyecto personal,
como lo digo yo en mi libro,
aquí ha habido apoyo de todos
porque hasta los recursos para publicar el libro
tuvieron que salir de la familia
y todo este trabajito que yo hago
de tocar puertas, llevar libros,
de buscar espacios para sumar voces.
A nosotros nos unió muchísimo,
nosotros gracias a Dios no tuvimos
un proceso de echarnos culpas,
nos autorrevisábamos en qué fallamos,
mi esposo y yo,
pero no fue tan traumático,
sino más bien dolorosísimo,
pero nos ayudó a unirnos,
a unirnos, a no desfallecer.
Nosotros fuimos a tres psiquiatras
antes de llegar al centro,
la negación de él es terrible,
la negación del adicto es horrible
porque es una impotencia
y tú no sabes cómo agarrarlo
y decirle, sí, necesitas tratamiento
y es no, no, no, no.
Y incluso en muchos casos tú ves familias
que se niegan ellas mismas
porque prefieren no ver.
De hecho, yo tengo un capítulo
que se llama quitar la venda de los ojos,
porque la negación también
es un síntoma de la enfermedad de la familia.
Pero en nuestro caso nos ha unido
y bueno, en esto trabajamos todos,
y yo consigo una entrevista
y todos nos alegramos
y todos sumamos voces
y todos nos apoyamos en casa,
inclusive en mi hijo recuperado.
¿Cómo exidió tu hijo a hacer tratamiento?
Porque claro, al principio había negación,
no sé si a lo mejor tuvo que haber
algún empuje desde fuera.
Yo realmente, voy a ser honesta,
lo soborné.
Mi hijo quería venir a Barcelona
entonces nosotros le dijimos
que sí que lo apoyábamos
con los estudios económicamente
pero que él no podía venir a Barcelona enfermo.
O sea, enfermo no, consumiendo drogas
porque yo no sabía enfermedad en ese momento.
Que si él entraba a un centro
y hacía el tratamiento,
nosotros lo apoyábamos con el máster
aquí en Barcelona, España.
De hecho, nuestro hijo dijo sí
porque en el centro inicialmente
te hablan de 12 semanas,
lo cual no era cierto.
Sí, de internación, pues al final el proceso...
Es poco, ¿no?
Sí.
Ah, vale, porque digo...
Bueno, 12 internos más el tratamiento por fuera,
pues luego, ¿no? Ambulatorio.
Al final uno no entiende nada de lo que te explican
y él juraba que en 12 semanas
él hacía maleta y se venía a Barcelona, España.
O sea, en tres meses.
En tres meses.
De hecho, me dijo,
ok, por favor, legalízame todos mis documentos.
Que en tres meses me voy.
Que en tres meses me voy.
Yo pagué abogado,
él hizo la...
solicitó los documentos,
los recibí yo después estando en el centro.
Y bueno, finalmente
él salió del centro en el 2016
y en el 2018 se pudo venir a España.
Pero fue un soborno, un chantaje
que me salió y me funcionó.
Pues gracias a Dios.
Bueno, a veces hace falta...
Usar otras estrategias.
Claro, claro, claro.
Sí, es para bien.
¿Cómo notaste los cambios en tu hijo?
¿Cómo os disteis cuenta de que pasaba algo,
de que vuestro hijo no estaba bien?
Aparte, has comentado lo del consumo del alcohol, ¿no?
Sí, te voy a ser honesta.
Yo creo que si yo no me hubiese enterado
por el teléfono que me enteré,
a mí me hubiese costado mucho darme cuenta.
Porque la ignorancia y la ingenuidad
fueron muy malas compañeras de viaje en mi camino.
Yo no sabía nada de droga,
yo no sabía nada de adicción.
Yo era muy ingenua, muy ignorante.
Y mi hijo, el adicto es muy vivo,
es manipulador, su mente es muy manipuladora.
Ellos saben hacer las cosas
para evitar que uno se dé cuenta.
Yo hoy en día, años después,
cuando miro por el retrovisor
si veo algunas conductas distintas,
diferentes, extrañas,
que a lo mejor las he debido a absorber con más atención.
Pero yo siempre pensé que mi hijo era especial,
que era diferente.
Y entonces no le puse atención.
Pero realmente, si hay conductas en casa,
que igual lo digo en mi conversatorio,
que hay que observar, estar alerta.
Por ejemplo, mi hijo chocaba el carro,
no choque fuerte, rayones.
Tú cuando estás bajo el consumo del alcohol o de la marihuana,
tú no tienes los reflejos bien.
Mi hijo, hilaridad,
una risa sin mucho sentido.
Descuido en la higiene personal en algunos casos.
Descuido en el cuarto, el desorden en la habitación.
En algunos momentos quizás buscaba conflictos
como para tener una excusa,
a lo mejor para no ir con nosotros a algún sitio.
Pero esas son cosas que yo me vine a dar cuenta
después que tenía el conocimiento.
Claro, ¿cómo es el sufrimiento por eso?
¿Cómo veías tú el sufrimiento de tu hijo?
No, yo a él no lo vi sufrir.
La que sufría era yo.
Él no sufría para nada.
Él estaba feliz en su mundo.
El adicto...
Fíjate que yo siempre dije que a mí lo peor
que me podía pasar era tener un hijo adicto.
Y después que mi hijo empezó a hacer tratamiento,
después del tratamiento yo le digo a él,
¿cómo te sentías tú si yo te decía eso?
Ay, no, es que yo no me consideraba adicto.
Eso para él no existía.
Vivía como en otra realidad.
En otra realidad, totalmente.
No, el sufrimiento horrible es para la familia.
Por eso es que mi proyecto es para la familia.
Los terapeutas, los científicos,
los médicos que se encarguen del adicto.
La familia es la que está sola.
La familia es la que no sabe a dónde hablar,
no sabe con quién hablar.
Muchas veces no tiene orientación.
La familia está muy sola.
Y si tú ves por cada adicto
cuántas personas alrededor están sufriendo.
Muchas.
Incluso cuando yo doy mi charla,
mi conversatorio en las empresas,
¿cuántos padres, cuántas madres o hermanos
van a trabajar y no pueden ser 100% productivos
porque la noche antes el hermano o el hijo no llegó?
Claro.
¿Cuántas madres o cuántas padres
pasaron toda la noche en vela?
¿Cuántas madres o padres han tenido que pagar
deudas de droga porque te dicen que van a matar a tu hijo?
¿Cuántas madres o padres han visto perder un vehículo
y casi matarse al hijo en un accidente de tránsito?
O sea, la droga, la adicción, perdón, la droga no.
La adicción hace que haya muchas muertes en el mundo.
Muchas.
Las muertes por sobredosis.
Entonces, en las empresas,
el aleccionar a los trabajadores
o el decirle a los trabajadores que hay solución
y que estos mismos trabajadores puedan ser agentes
de prevención y de transmisión de información
en sus casas les permite hacer una prevención
más consciente, no con la ingenuidad y la ignorancia
que yo tuve, que es lo que yo estoy buscando.
Prevención consciente, esto está.
Tienes que hablar con tu hijo.
Tienes que tener una comunicación
no como la que yo tenía.
Los padres creíamos que yo hablo mucho con mi hijo,
mi hijo es mi amigo, mentira.
La autoridad existe, existen los límites.
La parte del límite es muy importante
y la conversación, en vez de hablar nosotros tanto,
tenemos que escuchar más.
Supongo que ese papel fundamental de la familia,
ahora los tratamientos que hay, las clínicas y demás,
también por eso incluyen terapias familiares,
incluyen a la familia como otro elemento más
para la recuperación.
Sí, es muy importante porque la familia
termina siendo un gran bastión en este proceso.
Es más, yo he visto mucho,
nuestro terapeuta se quejaba
de que muchas veces la familia entorpecía el tratamiento.
Muchas veces la familia actuaba de una manera
que perjudicaba en vez de facilitar.
Si tú no entiendes que esto es crónico, por ejemplo,
crees que tu hijo entró en un tratamiento ambulatorio
a los grupos de anónimos que son excelentes,
y tú consumes en unos momentos o unas etapas del proceso,
o tú le dices no le hagas caso al terapeuta,
vamos a salir, o vamos a exponerlos a situaciones de riesgo.
El adicto recuperado tiene sus pautas, tiene sus límites,
sabe a dónde puede exponerse y a dónde no,
y hay veces que muchas veces la familia eso se le olvida.
Ah, no, ya mi hijo se recuperó,
y como es una enfermedad que no da dolor físico,
es una enfermedad que tú ves a mis dos hijos
y tú no sabes distinguir cuál de las dos es el adicto recuperado,
porque no es visible, es de la mente, es del alma.
Entonces, tú ahí dices la familia muchas veces desayuda.
De hecho, en las terapias de familia yo escuchaba
que el adicto tenía que recuperarse con la familia,
sin la familia y a pesar de la familia.
Pero lo ideal es que sea con la familia
y que esta sanación nos llegue a todos,
y que todos vivamos mejor y seamos muy felices,
y que nos sintamos orgullosos de todos sus logros
y de los logros como familia.
Claro, tu hijo ahora da alguna charla o explica,
ha querido explicar su testimonio, sus experiencias,
cómo lo vivió, animando a otros jóvenes,
a lo mejor si están enfermos a tratarse o...
No, no lo hace.
Este es un proyecto personal mío, o sea, yo soy la voz,
la cara visible,
y el proyecto personal se basa más que todo
en ayudar a la familia,
porque ayudando a la familia ayudamos al adicto.
Entonces, el adicto hay que tener cuidado.
Mi primera frase en el libro es
yo no soy terapeuta, yo no soy escritora tampoco,
yo solo soy una mamá,
una mamá que vivió esta experiencia,
que quiere transmitirla, que con su testimonio
y su aprendizaje quiere ayudar a otros.
Entonces, realmente mi audiencia es familia,
mi audiencia es trabajadores,
mi audiencia es mamás y papás en la escuela.
Todo aquel que yo pueda iniciar en el tema,
en el conocimiento para hacer prevención como debe ser.
¿Cuál es? A través de la comunicación,
a través del conocimiento de riesgos,
¿cómo preparo a mi hijo frente a ese riesgo?
¿Cuáles son las consecuencias?
¿Cómo debes tomar decisión?
¿Y qué pasa si tomas la decisión de una manera u otra?
Deciré, terminaremos la entrevista
si quieres dando un consejo a las familias,
precisamente un mensaje positivo de esperanza
a esas familias que estén pasando ahora mismo
por un proceso similar al que pasasteis vosotros hace unos años.
No sentir vergüenza es una enfermedad
como la de cualquier otro órgano,
como puede ser la hipertensión, puede ser el cáncer,
esta es una enfermedad del cerebro.
Es multifactorial,
son muchas las causas que inciden en el desarrollo de la adicción.
No todo consumo de sustancia
o no todo comportamiento lleva a la adicción,
no podemos satanizar,
tenemos que estar pendientes de las conductas de riesgo,
saber hacer prevención, informarlo,
mucho conocimiento.
Y bueno, decirles que si hay un final feliz,
que hay tratamiento, aunque sea crónica,
y bueno, decirles que estoy a la orden
y que hay que ayudar a romper el estímulo y sumar voces.
Muy bien.
Libre se puede encontrar en Amazon.
En Amazon, en la casa del libro,
y bueno, tengo mis redes sociales en Instagram y Facebook,
arroba madre de un adicto,
y bueno, si alguna institución está interesada en mi conversatorio,
que es sobre la adicción y la codependencia emocional en la familia,
que ayuda a adentrarse en ese tema,
a tener conocimientos de una madre
que lo ha vivido en primera persona
y que les puede dar esa semillita para seguir informándose.
Y si están en un proceso de algún caso que puedan tener duda,
puedan salir sin vergüenza, sin culpa, con mucho amor,
a buscar ayuda.
Claro.
Muy bien.
Pues nos quedamos con tus vivencias, con tu experiencia,
te tomamos la palabra,
y nada, que vaya todo muy bien.
Felicidades y enhorabuena.
Yo a ustedes como radio quiero darles las gracias
por este espacio, por haberme abierto las puertas
y por ser un canal para sumar voces.
Se los agradezco muchísimo.
Pues nada, a ti.
Que vaya bien, deciré.
Muchas gracias.
Fins aquí el programa d'avui.