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Gràcies.
Doncs avui la gent ens acosta fins al final de l'informatiu. No hi ha temps per més, però recordeu que l'actualitat local tornarà demà dijous, a partir de les 10, el gest a la fusta. També als 8 lletins horaris de Ràdio d'Esvern i a la 1, al Sant Jus Notícies, edició migdia. Mentrestant, us recordem que podeu seguir l'actualitat del que passa a Sant Jus, està al web de la ràdio, radiodesvern.com, i també a les nostres xarxes socials, al Twitter i al Facebook. Ho deixem aquí, que acabeu de passar un molt bon dimecres. Fins demà.
A l'escoltes l'àdio d'Esperm, sintonitzes l'àdio d'Esperm, la ràdio de Sant Just, 98.1. Ràdio d'Esperm, 98.1. Ràdio d'Esperm, 98.1.
La diuda es perd la ràdio de Sant Junts 98.1.
Bona tarda, amics suïdors de Ràdio 2 Ver. En tots vostès, veus de la parròquia.
Com cada dimecres, a aquesta hora, veus de la parròquia, avui en el programa de Paraula Viscuda, us saludem, la Montse Giró. Hola, bona tarda. La que us parla, la Lina, i la nostra convidada, una persona que no és de temps coneguda, però que ja d'entrada l'estimem moltíssim, que és la Silvina. Bona tarda. Bona tarda. La Silvina intentarà, no intentarà, no podrà fer-ho, perquè encara fa molt poc que està aquí...
i ens parlarà en castellà, però entén perfectament el català, i jo suposo que no hi haurà cap problema per tots vostès, al contrari. I li estem molt agraïts perquè vol participar en el nostre programa. Ella ens presentarà un llibre, és un llibre que és de la Isabel Allende, que possiblement molts de vostès també l'han sentit. El títol del llibre és Mi País Inventado, perdó, Mi País Inventado,
i que en realitat el llibre jo no l'he llegit, o sigui que dic el que més o menys ella m'ha explicat, però quasi podríem dir que és una autobiografia de l'escritora, una senyora que vostès ja ho saben, tota la seva relació, la major part de vostès l'han llegit, un altre llibre d'ella també molt important és La casa dels espíritus,
i moltes més que ha fet per a una filla que se li va morir, etcètera, etcètera, etcètera. Després la Silvina ens dirà per què l'ha triat.
Però primer la Montse ens dirà una mica... ens parlarà de la Silvina. Bé, o sigui, la Silvina és d'Argentina, és nascuda d'Argentina. Els seus cognoms, fixeu-vos que diu Silvina, Gisbert, els seus orígens valencians...
i López, Galícia. Per tant, penso que el llibre que ha triat és molt esplèndid en aquest sentit de casa de tots. Sí, del que vol expressar l'escritora. Ella fa 11 anys que està a Catalunya, actualment viu a Esplugues,
Té tres fills i un marit que ella ens pot dir exactament el que ens vulgui dir. Jo el que dic és que jo conec un dels fills que per mi és molt maco, me l'estimo molt. Ens fa molta alegria perquè ja veureu com ens transmet aquesta alegria també. Estem contentes de tenir de convidada la Silvina.
Gràcies. I ara Silvina ens explicarà, ens dirà el per què ha triat aquest llibre. Silvina, dinos per què has escogit el llibre? Què és el que t'ha aportat a ti el llibre? Bé, com a primer ho he elegit perquè m'agrada molt.
Me gusta mucho esta autora. He leído el anterior que vos nombraste, La Casa de los Espíritus, y bueno, es tanto... La Casa de los Espíritus es una... Esta es una autobiografía de mi país inventado.
Y la casa de los espíritus es como que ella utiliza su familia para contarnos, ¿no? Para expresar. Y bueno, salvando las distancias y las diferencias, ¿no? Me he sentido muy identificada en muchas cosas por...
por lo que cuenta de la familia, porque creo que todos en la familia tenemos siempre personajes especiales, ese tío que es un poco más dichalachero, esas tías que siempre nos van guiando, los primos...
Algún primo que te incordia. Sí, también, también, esos que siempre nos peleamos. Sí, pero tú eres la familia. La familia, sí, sí, sí. El recuerdo de... Ella, por ejemplo, cuenta aquí en Mi País Inventado, cuenta, describe situaciones y describe emociones que muchas veces nosotros, al menos yo, no sabría plasmarla en letras. Pero me he sentido muy identificada cuando cuenta...
Ella habla de su abuelo. Ella tiene la referencia que tiene de su abuelo. Yo he tenido la suerte de tener abuelos y...
Primero nos hablabas que quizá en tu familia, y esto lo expreso así, que las mujeres han ejercido un papel muy importante. Muy importante, sí, sí. He tenido abuelos, pero bueno, han fallecido de jóvenes, la mayoría, entonces las que han llevado las riendas siempre han sido las mujeres. En casa mi bisabuela...
Y mi abuela, eran esas mujeres que eran de armas tomar. La palabra de ella era... O sea, tampoco necesitaba decir mucho. A veces un golpecito en la mesa y todo alrededor de ella. Y bueno, sí, mi abuela y mi bisabuela me han marcado mucho. Creo que han hecho hacer lo que uno es, ¿no?
Y, por ejemplo, lo que me gusta mucho de esta autora, que ya cuenta de las vivencias que tiene con su abuelo, que yo me he sentido muy identificada, que a través de los años uno valora eso, cómo uno se puede, todo eso que te aportan a la niñez, que parece que a veces los abuelos están ahí,
y que te recalcan las cosas veinte veces y te la dicen, y uno a veces le dice, sí, abuelo, sí. Y te das cuenta, a veces, hoy en día, hoy que ya no los tengo, yo digo, cómo me gustaría volver a escucharlo aunque me den la lata setenta veces, porque es lo que uno se da cuenta con los años, ¿no? En uno, perdón, en uno de los pasajes que tú me has dicho, pues aquí quizás se vea bien, yo no sé si tú lo has hecho,
Dice,
Verdaderas odiseas en tren, jeep, carreta de convoyes y a lomo de caballos. Viajábamos hacia el sur recorriendo los magníficos bosques de árboles nativos donde siempre llueve. Navegábamos por las aguas inmaculadas de los lagos que como espejos reflejaban los volcanes nevados.
atravesábamos la empinada cordillera de los Andes por rutas escondidas usadas por contrapantistas. Aquí ahora la pregunta que yo hago una pausa y te digo, ¿no ibas de contrapant? No, no, nosotros por el momento... Creo que no, a ver. Era pequeña, no me daba cosa. No, no.
No, eso es lo que me recuerda, las vivencias que teníamos cuando viajábamos de vacaciones, con todos los trastos. Y tú dices que tú habías montado mucho por la estampa. Sí, sí, sí. Bueno, tengo tíos que han tenido campo, entonces, claro, siempre todos. Antes se acostumbraba mucho allí para las fiestas, para las reuniones especiales, para Semana Santa, para Pascua...
¿Los asados? Claro, asados, por supuesto. Entonces nos íbamos a la Casa del Campo y bueno, y ahí nos reuníamos todos. Ahí estábamos todos. Y en otro pasaje que dice ahí, me gusta mucho eso, ¿no? Que cuenta de la familia que está en todo. Y yo recordaba las mesas tendidas en casa, o sea, en casa de mi abuela, ¿no? Las mesas tendidas
Y que si cierro los ojos en este momento... La estoy viendo. Y eso es lo lindo. Estábamos todos. Todos los que, bueno, desgraciadamente ya no están. Y aparte, las sensaciones de ver todos ahí...
como decirlo, todos juntos, a pesar de las rencillas que hay propias en cada familia, ¿no? A pesar de todo, porque claro, verse cada domingo, porque había que, la iban a visitar a la bisabuela. Era la vieja. Claro, la vieja como decimos nosotros cariñosamente, ¿no? Y era sagrado ir a visitarla, ir los domingos a comer con la vieja era sagrado. Entonces, claro, íbamos todos, éramos un batallón y los chicos nos...
Jugábamos, pero terminábamos peleándonos. Y los grandes conversaban y terminaban hablando o de política o de fútbol y también discutiendo, ¿no? Porque... Pero decías que aquí es muy bonito, quizá... Perdona, ¿eh? Sí, no, por favor. Que entonces la abuela solamente picaba en la mesa. Sí, sí, sí, sí. Y todo el mundo...
Callaba, sí. Enseguida se cambió el tema. Sí, señor, no lo decía. No, no, no. Por ejemplo, yo recuerdo los tíos, dos de sus hijos, y mi padre, y mis otros tíos, ¿no? Que, claro, empezaban a conversar, a conversar, y cada vez se acaloraba más o de fútbol, porque...
Sí, hombre, esto... Eso desde siempre. Ahora lo sabemos, ¿eh? Hasta el papa. Sí. O de política. Entonces, claro, llegaba un momento que se acaloraba, ¿no? Como muy propio. Y yo me acuerdo que nosotros polulábamos por ahí todos y a veces estaba metida también porque siempre he sido muy metida en eso. Sí.
Ha sido como la pizza. Sí, sí, sí. Pero me acuerdo que ella tenía esos sillones, esos que se hamacaban, ¿no? Se sentaban en la punta. Una vez que terminábamos de comer, cuando estábamos conversando, ella se hamacaba y se levantaba un poquito y hacían la mesa. Bueno, ya está, ¿no?
Pero no decía nada más. Y era palabra santa. Yo lo he intentado en casa. Jamás surtió efecto. Los tiempos cambiaron. Sí, sí, sí. Pero ella era sorprendente. Fíjate que muy poco nos has hablado de esta familia, de lo que es una familia de verdad, porque es lo que pasa en las familias, que se discuten, se hablan. Sí, sí, sí.
y de la autoridad dentro de la familia, de una autoridad que no era autoritarismo. No, no, no, no, porque ella era muy cariñosa. Una sola palabra y era suficiente. O sea, que son unos valores para destacar. Por supuesto, por supuesto. Ella era muy cariñosa, era muy cariñosa. Hay un dicho que dice que nadie sabe lo que es el cariño verdadero hasta que no come un puré pisado por una abuela.
Ah, está bonito eso, ¿eh? Sí, eso me lo dijeron hace mucho tiempo. Y yo soy... Lo creo firmemente a eso. Vamos a decirle a Yato que crezca un poco más y se busque pareja para que tú seas abuela. No, no, no, todavía no. Más adelante. Cuando tú dices pisado...
Pisado me lo refiero a... Chacado. Sí, claro. Bueno, nosotros, por ejemplo, que mi madre también tiene esa costumbre, sirve, nos hace el puré... Y después el chef a ella. Sí, no, pero lo hace el puré plato por plato, a cada uno. A cada uno.
Claro, y lo pisa con el tenedor, por eso digo pisado, claro, como es un dicho en Argentina. Sí, por eso me ha gustado. Pisado, pisado. Ahora te voy a sorrir, perdón, porque yo hoy he hecho verdura en mi casa y para mis nietos les chafo. Claro, el chafar.
Chorrito de aceite. De aceite, sí, sí. Aquí, perdón, continuamos, porque es que hay tiempo aquí en las radios. Esto de la mesa, o sea, que todos juntos, esta importancia que se le daba al estar al voltant de la taula, ¿no? Sí, sí. Dirías que ahora aquí, o sea, que estamos más en sofá,
¿Vale? ¿Has encontrado a faltar un poco el estar todos alrededor de la mesa? Sí, la verdad que sí, porque... Y sobre todo por las prisas también, por los horarios, el ritmo de vida que uno hoy lleva, que ni siquiera a veces ni los domingos logramos estar todos juntos. Eso sí, eso es algo que añoro muchísimo. Sí, porque... Y es algo que siempre me...
Si bien cuando me vine, me vine buscando aventura y un futuro mejor para mis hijos y todo lo que hice, lo hice para ellos, a veces me, no sé si recriminar es la palabra, pero a veces me cuestiono si hice bien, porque todo esto que yo estoy contando y todas las sensaciones que tengo y que les repito a ellos un montón de veces y les cuento y les digo...
de sentir la familia, de sentirme... Alejada. No, sí, me siento ahora, pero de sentir lo que yo sentía cuando era adolescente, cuando era niña, de sentirme tan cuidada, que éramos una piña, que aunque nos peleemos sabemos que estábamos ahí, que estaban ahí todos. ¿Me permite, sin molestar, que te diga que los miembros de la manada
¿Cuidaban de los pequeños? Sí, es así. Sí, sí, sí. Porque si nos peleábamos nos caíamos porque éramos muy chivos. Chivo, decir, en la Argentina, chivo se lo dice el que sube. Veo que los chivos suben a la montaña. Todos los pequeños que andábamos ahí, claro.
Y nos caíamos y nos levantaba cualquiera, o sea, cualquiera de los tíos, de los primos más grandes, de las tías, y ya nos iban y nos lavaban las rodillas que teníamos. O sea, era la familia que te contiene, la que te da la esencia de lo que sos, de lo que querés ser el día de mañana. De lo que te da, yo diría que es una seguridad. Sí, la seguridad.
El tener la sensación de que tú eres alguien dentro del mundo. Sí, sí, sí, de que te valoran, de que hagas lo que hagas. Por ejemplo, mi abuela, yo me acuerdo que hacía unos dibujos que para ella todo lo que yo hacía estaba bien, era lo mejor. Ahora yo digo, claro, dibujaba, sigo, jamás aprendí a dibujar.
Pero para ella era lo más... Pero esa sensación de saber que hagas lo que hagas vos. Vas a tener a alguien atrás que te apoya, que te acompaña, que te empuja siempre, que te valora. Eso tiene un valor incalculable. Y eso hace que uno el día de mañana tenga las fuerzas para enfrentar la vida. Para salir, para decir... Yo muchas veces pienso... Mi bisabuela fue...
Enviudó cuando tenía 33 años y con tres hijos y murió con 101 o 102, no recuerdo bien. Ella siguió sola y sacó adelante sus hijos y sus hijos todos estudiaron y todos fueron buena gente. Todos fueron buena gente. A mí eso, yo siempre le digo a mis hijos, ustedes hagan lo que quieran en la vida, lo que quieran. Pero sean felices y sean buena gente. Porque eso te abre cualquier puerta.
Eso creo que fue lo que me enseñó. Que sí que a veces uno dice, no sé si siendo buena gente, pero bueno, es lo que a uno le enseñaron, ¿no? Es lo que uno vivió, lo que palpó, lo que mamó en la casa. Pero fíjate también, aquí todavía ya sabes tú que este es un programa religioso y no hemos hablado de religión en ningún momento. Sí.
Bueno, pero está implícito. Esto no, no, es como una espiritualidad grandiosa. Claro, claro. El ser buena gente. Sí, sí, sí. Bueno, hacer lo que queráis, pero ser buena gente. Sí, sí, sí. Ser felices y ser buena gente. Y ser buena gente. Porque sí puede ser, claro.
Y normalmente yo, y yo lo llamo así, él siempre tiene esa sonrisa que tienes tú. Tienes uno al menos que se parecía a ti. No sé si es tan mandor como dices que tú haces, pero eso no es un muchacho que lo ves que es buena gente. Tu hijo es buena gente. Sí, sí.
Sí, sí, yo lo sé porque los directores, por ejemplo, en los colegios, que cuando he ido son adolescentes y son chicos normales y comunes, que hacen las trastadas que hacen todos los chicos, ni más ni menos. Y cuando me han llamado y todo, siempre las maestras, yo les he preguntado, ¿le faltó el respeto a alguno?
Yo siempre les digo, ustedes pueden no estudiar. Que la maestra me llame porque ustedes no estudiaron por algo es una cosa. Pero que una sola vez me llame porque ustedes faltaron al respeto. Pobres. Creo que con el tono que se los digo ya. Y aparte no de ahora. De siempre. Esto es un poco la misión de los padres. Y que desgraciadamente hoy muchos padres no hacen.
Y entonces lo que pasa es que la maestra tiene la culpa o el maestro. Ese es el principio de autoridad que es necesario para ser persona seria, formal, y tener principios en el sentido de no dudar, porque hay muchos adultos ahora que no son personas que confían en sí mismos, están muy así.
Y eso se... Se nota después en los chicos. Lo notan por esta pequeña rigidez que los padres han de mostrar para que no se salgan del cauce. Que si no se desbordan, ¿no? Sí, sí, que es fácil. Lo que pasa es que en este momento es difícil con la vida que estamos viviendo. Es difícil. Estamos todo el día afuera trabajando. Y claro, queremos... Si encima llegamos y siempre le decimos no, no, no... Yo lo veo también en las amigas que tengo con los hijos pequeños...
Que, claro, los chicos nos reclaman tanta atención y encima le vas a estar diciendo que no continuamente después de haberlo dejado a las nueve de la mañana y buscado a las cinco de la tarde en el colegio. Es como que estamos ahí en esa contrapartida que nos sentimos... Por eso la lectura de este libro te ha llevado a estos recuerdos, a estas emociones, ¿no? Porque dices, es que yo veo la mesa, veo el paisaje. Sí, sí, sí, sí. Eso lo tengo presente. Claro.
Que me acompaña, que me acompaña. Yo cierro los ojos y puedo verlo, y puedo verlo. Y también hay una sensación que tengo muy linda, o sea, por decirlo linda, ¿no? Recuerdo un momento también muy especial, yo habré tenido cinco o seis años, y falleció uno de los hijos de mi bisavol, un tío abuelo mío, ¿no?
Y me acuerdo, que yo se los he comentado, me acuerdo cuando ella, cuando tuvieron que darle la noticia, antes se velaban en casa, la familia se velaba en casa y estaba toda la noche ahí, hasta el otro día que venían a buscarlo y venían todos.
Yo me acuerdo que también era, habré tenido 5 o 6 años nomás, que estábamos todos ahí. Recuerdo que los hombres, esos hombres tan fuertes, los hombres de la casa, mis tíos, mis padres, o sea, mi padre, mi...
todos los otros hombres, el abuelo y todos los otros hombres que eran claro, a nosotros ser tan pequeñajos los bellos árboles, claro eran unos árboles eran los robles de la casa y verlos llorar de esa manera y aparte
Dejando de lado su propio dolor para cuidarla a ella. ¿De qué manera contenerla a ella? Claro, porque se le había muerto el hijo. Muy triste. Claro, es una cosa muy triste. Pero a mí eso me marcó mucho en el sentido de ver cómo... Y verlos a esos hombres que...
Unas semanas atrás habían estado discutiendo que parecía, porque, o sea, discutir no mal, sino que tan acaloradamente que parecía que eran enemigos, iban a ser enemigos toda la vida y estaban discutiendo de algo que no tenía sentido.
Y verlos que... Que eran tan débiles como podías... Claro, y aparte llorar de esa manera y verlos con los ojos, porque bueno, como decimos siempre las mujeres, lloramos por las alegrías y por las tristezas, pero los hombres no. Y aparte verlos tan cercanos, eso a mí me impactó mucho. Yo me acuerdo que los miraba, fue una cosa que... Verlos a mi papá llorar, después con los años lo he visto llorar, porque mi papá es muy llorón también, él ve una novela... Llora.
Y llora. Ve una noticia triste en la televisión y llora. Es de lágrimas fáciles. Te hizo descubrir una faceta que no conocías de los hombres, de los robles de la casa. Aquí hay otro trozo que tú has marcado. Has marcado varios, pero claro, no podemos leerlos. Pero hay uno final que es muy bonito. Dice...
Son solo recuerdos que me asaltan y que de tanto acariciarlos van tomando consistencia material. Me sucede con la gente y también con Chile. Ese país mítico de tanto añorar ha reemplazado al país real. Ese pueblo dentro de mi cabeza, como lo describen mis nietos, es un escenario donde pongo y quito a mi antojo objetos, personajes y situaciones. Solo el paisaje permanece verdadero e inmutable.
En ese majestuoso paisatge chileno no soy forastera. Me inquieta esta tendencia a transformar la realidad, a inventar la memoria, porque no sé cuándo me puede, no sé cuán lejos me puede conducir.
Me ocurre lo mismo con las personas. Si volviera a ver por un instante a mis abuelos. Ahí tú, esta fijación, la tienes bonita. Y es verdad que, claro, el paisaje, las cosas pueden cambiar. Como tú nos decías, que las ciudades, los pueblos... Pero el paisaje no cambia. No, el paisaje se mantiene intacto. Yo volví a Argentina después de ocho años de estar aquí, que no iba...
¿Algo en contraste es diferente? Encontré, claro, los edificios están diferentes porque eso va cambiando, como pasa aquí mismo. Hace casi 11 años que estoy aquí, lo he visto cambiar, ahí en Espluga han cambiado... La tira. Claro, ha cambiado mucho la fisonomía.
y también hay mucha gente que ya no está, uno fue a ver, ya no los encontrás, pero el olor de la ciudad, las sensaciones de caminar por esas calles en donde uno creció, es maravilloso. Y creo que eso es lo que más me gusta de este libro, este libro te conecta con...
Con los sentimientos. Y no es necesario cambiar de país, porque creo que cuando uno cambia de ciudad, de aquí mismo se ha visto, ¿no? De pueblo. Claro, uno cambia de pueblo y... Y hasta se encuentra un poco. De entrada se encuentra extraño y quizá idealiza un poco. También, o sea, ese trozo que ella dice, que los recuerdos, de alguna manera, uno los puede transformar, ¿no?
No sé, yo ahora, a mí se me murió mi padre cuando tenía seis años. Por lo tanto, mi padre me lo hice a mi manera. Me lo hice a mi manera. Fantástico, amoroso. Y esto puede cambiar en función qué es lo que ella dice. En cambio, el paisaje...
Si no, nos lo transforman. Se mantiene. Por esto, cuando defendemos la tierra, defendemos el paisaje también. El lugar al que uno pertenece. Las raíces. En este libro también hay una parte que cuenta que ella cuando volvió a Chile, la casa de sus bisabuelos estaba derrumbada y ahora hay unos edificios. Y que había unas palmeras
que las trasladaron de sitio y que parecía que no iban a seguir viviendo porque después de tanto cambio... Y sin embargo, ella dice lo que ella piensa, que como las palmeras se llevaron un poquito de esa tierra al lugar nuevo...
Por eso vivieron. Por eso vivieron. Porque no se quedaron aisladas completamente. Tenían algo. Tenían una raíz. Claro, habían llevado algo. Entonces ella dice que eso es lo que ella siente, que no pierde su identidad ni pierde el rumbo precisamente porque aún conserva un poquito de su tierra. Yo creo que eso es muy importante porque seamos del lugar que seamos uno no tiene que renunciar a lo suyo. Tiene que valorar el lugar donde está.
Tiene que quererlo al lugar donde está. Al menos eso es lo que a mí me enseñaron. Querer. Uno tiene que querer la tierra que te recibe, la tierra que te da, que te permite formar tu hogar. Y seguir queriendo lo tuyo, de donde sos, a lo que pertenecés, porque el corazón es muy grande para albergar cariño. Entonces creo que es lo que... Por eso esta autora me... Bueno, me conecta un poco con mi realidad y con la realidad creo que de mucha gente.
Nos quedan exactamente cuatro minutos. Casi no vamos a poder hacer nada. Normalmente nosotros siempre leemos el Evangelio que van a huirse este domingo en la iglesia. Estamos en el ciclo de Adviento, que es cerca de Navidad.
Pero como resulta que coincide con el día 8 de diciembre, que es el día de la Inmaculada, pues entonces resulta que aquí es cuando el señor, el ángel, se le aparece a María. Yo no nos da tiempo, porque lo que quiero que tú remarques exactamente los dos puntos importantes.
Aquí en el Evangelio se ve que María es fuerte. Y tú nos has dicho eso. ¿Te ha gustado el libro por qué? ¿Porque la mujer? Porque la mujer es fuerte. Es la que lleva a la familia. Es la que mantiene unida a la familia. Es la que nos hace sentirnos parte importante de una familia. Es la que siempre está ahí en todo. Para la caricia y para el reto. Cuando nos tiene que encaminar y cuando nos tiene que acariciar la cabeza con tanto cariño que...
Aquí en el Evangelio también nos dice que María dice, hagas en mí como tú quieras. Según tu voluntad. Eso es, se acepta la voluntad del Señor y decir, diríamos estoica, si ahora no le quisiéramos decir, este estoicismo de decir, pues sea lo que Dios quiera.
Sí. Bueno, pero uno siempre se tiene que encomendar a Dios. O sea, uno tiene que tratar de hacer las cosas lo mejor que puede, intentarlo. Y lo demás hay que dejarlo en manos de Dios, no se puede. Al menos es lo que a mí me inculcaron. A veces uno a través de la vida va haciendo cosas, cambiando algunas maneras, pero...
Cuando en cualquier momento del día uno le pasa, Dios mío, que... O sea, lo tiene dentro del cuerpo, lo tienes incorporado a la vida. O sea, si estás viviendo una cosa que crees. Creería que sí, al menos lo intento. Al menos lo intento. Dicen los ingleses, hay una frase muy chula que dice, wow, I do my best.
¿Qué quiere decir? He hecho lo mejor que yo sé. Nosotros estamos muy agradecidas, decimos a los oyentes, que aquest programa lo tornarán a sentir el dissabte al matí a dos cuarts d'onza. Y ahora prácticamente es que aquí a la ràdio y al nuestro bon amic Marc, que también es buena gente, Marc es uno de los de buena gente, pues él nos dice que tenéis que cortar.
Així és que te damos las gracias, Silvina. Donem las gracias. De res. De res, veus que bé. Poc a poc, poc a poc. Poc a poc i bona lletra, diuen. Poc a poc i bona lletra. Sí. Ha sido una lección de recuerdos, de memorias, de añoranzas, pero con esta felicidad, podríamos decir, de disfrutar también de lo que tienes. Sí.
Y esto para todos en estos momentos de crisis yo creo que es una manera de un rayo de esperanza a todo el mundo que, bueno, las cosas salen como salen, pero nos tenemos que despedir. Así es que, señores, fins a la propera y deusiau. Bona tarda. Gracias.
Ràdio 98.1 Ràdio 98.1 Ràdio 98.1 Ràdio 98.1
A la penya del morro estem molt contents perquè ja hem arribat al programa 1.500. És per això que us convidem al programa especial que farem el diumenge 26 d'octubre a Sant Just, al carrer d'11-2 del migdia, a la plaça Jacint Verdaguer, al costat de Can Cardona, en una carpa molona. Amb els enjustencs Clara Segura, Lluís Canut i la participació de col·laboradors i excol·laboradors que han passat durant aquestes set temporades per les tardes de Ràdio Desverdes.
La penya del morro, programa 1.500 a Sant Just, al carrer. Un programa de carrer. Aquest final no m'ha agradat, eh? Carave, un programa per arqueòlegs de la música moderna. Cada setmana ens endinsarem fins als racons més amagats de la música dels últims 50 anys.
Música sense etiquetes ni dates de caducitat.