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La ciudad de Tarragona os ha expresado con palabra elocuente
de su alcalde y desde el señorial balcón de este palacio
su más cordial y sincera salutación,
ratificada por el entusiasmo fervoroso
de tantos tarragonenses congregados en esa plaza
que supo antaño ya, bajo las águilas romanas
y para gustas personas, del fervor de las multitudes.
Y ahora me cabe a mí, como presidente de la Diputación
y en su nombre, el alto honor de ofreceros
en esta primera visita vuestra
el respeto y la devoción de la provincia
a sus reyes y señores naturales.
Porque en esta sala late en estos momentos y al unísono
el sentir de nuestros pueblos y ciudades,
el de los presentes y de los que hubieran querido estarlo,
bien pertenezcan a las altiplanicies de la Segarra y la Conca,
las serranías del Monciá y Montenegrelo,
las tierras nobles y enjutas de la Terra Alta y el Priorato,
las fecundas del Baixébre y Rivera
o las placidamente luminosas del Cam y Penedés.
Y no se trata, señor, únicamente de una bienvenida
que halle su causa como la haya en un profundo sentimiento de lealtad
tradicionalmente firme y arraigado en esas tierras,
sino que también de la respuesta ilusionada
que ellas dan a vuestro mensaje de la corona
pronunciado con motivo de vuestra proclamación.
Somos hombres amantes de la paz,
del trabajo y del entendimiento
y queremos acudir a vuestra llamada a la integración y generosidad
en búsqueda de una justicia indiscriminada
en una patria que verdaderamente sea una empresa colectiva de los españoles
y realizada mediante el reconocimiento de las peculiaridades de sus pueblos.
Y este es, tal vez, momento adecuado para que conozcáis,
no a través de la frialdad inevitable de los documentos,
sino en directo contacto con nuestras gentes
algunas de aquellas peculiaridades que, en el conjunto catalán,
prestan muy especialmente características a esta provincia terraconense,
bien distinta, ciertamente, a las que a tiempo ha
se le atribuyeron como legataria reposada
de los gloriosos pero plácidos tiempos
de la antigua colonia Julia Víxtrix Imperial Estárrago.
Porque la grandeza de los pueblos, señor,
puede manifestarse de muchas y variadas formas
y la de esta Tarragona de hoy
no dimana de su posición más bien estática
en el transcurso de la paz romana,
sino del dinamismo alcanzado bajo esta otra paz
de Francisco Franco,
durante la cual ha conocido la provincia
un desarrollo extraordinario
que, en algunos aspectos,
pueden sin duda calificarse como espectaculares.
Pero no es menos cierto
que ese inusitado desarrollo
ha generado una extensa serie de dificultades,
problemas y desequilibrios,
fuente de honda preocupación para nosotros,
y que no sería, por mi parte, honesto pretender ocultaros
ni conveniente para los intereses que represento
no verificar un rápido planteamiento
de los mismos ante nuestro Rey.
y quizás entre ellos
ocupen un lugar preferente
los que afectan a nuestro campo.
Porque bien sabéis, señor,
que la tierra sigue siendo madre
y en ella sigue apoyándose mayoritariamente
la vida de la patria.
Y conocéis el teraz esfuerzo
de nuestros agricultores
para arrancar de unas entrañas
predominantemente áridas
su propio sustento y el de la nación.
Aquí, en Tarragona,
y por las bancaladas pedregosas
de nuestras laderas montañosas,
ha sido siempre realidad el conocido proverbio
de que los catalanes
de las piedras acampanes.
Pero hoy, señor,
a esos panes,
por decirlo de alguna manera,
no alcanzan nuestros sudores
y que un del desánimo
en los rostres
de los hombres
sobres,
virils,
iguales a los que
encara es perfilen
en los nuestros
ferrenys armados
y recuerden
los césars
de las monedas
que el tall
de la rella
o el pic
desenterren,
en imagen
cantada por nuestro poeta
Mocent Melendres
en su inmortal obra
la esposa de Bañelli.
Sin ánimo de exagerar,
podemos afirmar
que últimamente
la rentabilidad general
de nuestros cultivos
ha descendido
alarmamente
y que ya
ni nuestra fuerte
organización cooperativa
puede afrontar
la depreciación
del vino,
del aceite
y de las avellanas.
cuyos stocks
siguen aumentando
en las bodegas
y almacenes,
ni las tremendas
oscilaciones
del mercado avícola
y el hundimiento
de los precios
del arroz.
Precisamos ya
con urgencia
y no para exclusivo
servicio nuestro
sino de toda la nación
de una política
agraria
que no consista
en una mera protección
coyuntural
para nuestras producciones
sino de potenciación
de nuestras explotaciones
agrarias.
Una política
que cubra
el ámbito
de la producción
en su aspecto técnico,
estructural
y económico,
que se ocupe
de la transformación
y de la comercialización,
que presente
una rigurosa atención
a la competencia
de productos extranjeros,
que se ejerza
cada vez más
en estricta relación
de la administración
con las entidades
agrarias de base
y que se complete
con una profunda
acción estatal
que dé a nuestros
pueblos rurales
las infraestructuras
de todo orden
que hagan la vida
en ellos
no ya posible
sino agradable.
En esa línea,
señor,
debe estar
el arritmo tan lento
iniciado saneamiento
del delta del Ebro,
la ordenación rural
de las comarcas
del interior,
como también
la redención
de las tierras sedientas
mediante la creación
de un racional
sistema hidráulico
provincial,
un sistema
cuyo nombre
del eje central
está en el pensamiento
de todos
y cuya referencia
no puedo eludir,
porque obligados
estamos
al aprovechamiento
exhaustivo
de todos los recursos
que por la naturaleza
nos han sido dados,
pero salvando
el respeto
a derechos prioritarios
e intereses legítimos
comunitarios
que podrían quedar
gravemente afectados
por cualquier derivación
de aguas
de nuestro gran río
al romper
el equilibrio
ecológico
y menoscabar
y aún coartar
el desarrollo
económico-social
de una parte
muy estimable
de nuestra provincia
si sin dar
satisfactoria contestación
a unos condicionantes
nos lanzáramos
prematuramente
a una obra
tan polémica
como difícil
y costosa.
Muy bien.
Sobre todo, señor,
cuando un elemental
criterio de rentabilidad
parece aconsejar
un inicial
y progresivo
aprovechamiento
en las proximidades
de su propio discurrir.
Pero nuestra provincia
se apoya
cada vez más
en el binomio
industria-turismo.
La luminosidad
de nuestras costas,
los incomparables
paisajes del interior
y un contemplativo
patrimonio artístico
monumental
han determinado
una gran afluencia
turística,
pero cuya progresión
y aún tal vez
su mantenimiento
se hallan seriamente
comprometidos
por un deficiente
saneamiento
y una concurrencia
zonal y ambiental
cada vez más
acusada con la industria.
Y ahí también
el remedio, señor,
está por encima
de nuestras posibilidades,
ya que hay que abordar
a mayor ritmo
ese doble
e importante problema
del saneamiento
llamado
de la Costa Dorada
y de la ordenación
todavía posible
en gran venida
del territorio provincial.
Una ordenación,
por cierto,
cuyas posibilidades
se han visto
últimamente mermadas
por la actual
y proyectada
concentración
en nuestra provincia
de instalaciones energéticas
precisas,
sí,
para el cabal
desarrollo de España,
pero que con todo respeto
estimamos llegado
ya el límite
que justamente
puede demandarse
a Tarragona,
pues además
produciría
un innecesario
encarecimiento
en su transporte lineal
hacia los más importantes
centros de consumo.
Y no quisiéramos, señor,
ofrecer
una simple
imagen
de sucursalistas.
Y en esta exposición
en la cual
os rogamos
queráis ver
no la una munesca
quejumbre hispánica,
sino un firme espíritu
de lealtad
y esperanza en vos,
es preciso también
destacar
que la rápida evolución
industrial
de la provincia
ha producido
un grave problema
de estructura,
cuya solución
hay que acometer
si no queremos
poner en peligro
las poderosas fuentes
de trabajo
y riqueza conseguidas.
Porque en el aspecto viario
urge el perfeccionamiento
de la penetración
de nuestras tierras
hacia el interior
fácilmente conseguible
en cuanto a carreteras,
con unos pocos enlaces
y rectificaciones
de trazado
a lo largo
del Valle del Ebro
y en la comunicación
con Lérida,
mientras que para el servicio
de la provincia
es urgente
la ampliación
y mejora
de los enlaces
Tarragona-Reus
y Aldea Tortosa,
así como los adecuados
accesos
al puerto de Tarragona
a fin de hacer
más ágil
y eficaz
el manejo
de esos 8 millones
de toneladas
a que llega hoy
su movimiento.
Y desde el punto
de vista
del ferrocarril
el restablecimiento
del deval de Zafán
y su prolongación
hasta San Carlos
de la Rápida
constituye
un imperativo
socioeconómico
que debería completarse
con la puesta
al día
de este último puerto
que constituyó
bien lo sabéis
el sueño
del buen rey
Carlos III
sueño
de buen presagio
que bien
pudo ser
con visión
de altas torres
sobre plataformas
continentales
petrolíferas
y con lo
que quedaría
conseguido
el enlace
directo
entre el interior
y el Mediterráneo.
Y con la potenciación
de estos dos puertos
a escala nacional
añadiría
aquellos costeros
en que se apoya
la vida
de más de 1.500
familias pescadoras
que configuran
unas zonas
de servicios
que no quedan
a la zaga
en cuanto a posibilidades
y necesidades
y las representadas
por los núcleos
industriales
que como la gran
refinería de Cataluña
precisa de una
adecuada red
de enlaces
así como la impulsión
de los polígonos
industriales
y residenciales
cuya importancia
se acrecienta
si los consideramos
imprescindibles
para una deseable
actividad industrial
extendida
y no monopolizada
pero esa misma
vida económica
de Tarragona
ha generado también
un crecimiento demográfico
que exige
para hoy
y para el futuro
más viviendas sociales
mayor creación
de suelo edificable
escuelas
centros de formación
profesional
camas hospitalarias
y centros comarcales
de sanidad
todo un extenso
mosaico de realidades
problemas
y esperanzas
en una provincia
cuyas singularidades
son
señor
bien patentes
y para cuyo
adecuado tratamiento
y haciéndose eco
del sentir
de la población
precisamente
el pasado lunes
nuestra diputación
acordó solicitar
el régimen especial
para la provincia
que responda
a sus especiales
características
y le permita
sirviéndose
a sí misma
y en el contexto
regional
servir mejor
a España
quizás
una de esas
características
sea en lo anímico
y en lo físico
la claridad
claridades
de los cielos
diáfanos
de nuestras montañas
que también conocéis
hasta los amplios
y profundos horizontes
de nuestras costas
claridad
con la que hubiera
querido reflejar
en mis palabras
la emoción
el afecto
y la ilusión
esperanzada
con que hemos recibido
la visita
de una reina
gentil y afable
de un rey joven
firme y generoso
que rigen
y simbolizan
a la patria
de unos reyes
cuya presencia
entre nosotros
ha traído
a mi mente
parte de aquellas
últimas estrofas
de l'himne ibèric
de Maragall
quan diu
terra entre mars
ibèria
mare i madre
tots els teus fills
et fem la gran cançó
en cada platja
fa son cant
l'onada
més terra
endins
se sent
un sol
ressò
que de l'un cap
a l'altre
amor convida
i es va tornant
un cant
de germanor
recibid
augustes majestades
el cántico
de estas tierras
terraconenses
como firme
expresión
de la hermandad
en todos
los pueblos
de España
que en torno
vuestro
se unan
y se afanan
llen de Tarragona
visca el rey
visca
visca la reina
visca
No voy a negar
que sería fácil
sería fácil
para mí
el justo
decirle
al presidente
de la diputación
gracias
por lo que acaba
de decir
pero creo
que ha dicho
muchas cosas
y es difícil
resumirlas
pero
el rey
y el deber
del rey
es provocar
precisamente
lo que acaba
de hacer
el presidente
de la diputación
eso es lo que
queremos hacer
la reina y yo
en este recorrer
por las tierras
de España
en este recorrer
de conocer
a sus gentes
sus tierras
sus preocupaciones
sus aspiraciones
lo que quieren
mejorar
lo que aspiran
en fin
todo aquello
que un ser humano
necesita
quiere
y necesita
a su alrededor
yo no me voy a extender
más
únicamente
a hacer esta consideración
y que agradezco
no solo de corazón
sino creo que ha sido
una prueba
de la lealtad
de Tarragona
una prueba
de la sinceridad
y una prueba
de las verdaderas necesidades
realidades
y sobre todo
dificultades
que tiene
Tarragona
yo agradezco
al presidente
de la diputación
esas palabras
le ruego
que me entregue
eso
porque también
es deber del rey
el encauzar
esas peticiones
a los distintos
organismos
del estado
esta es la prueba
de que
la monarquía
tiene que estar
unida a su pueblo
y el pueblo
a su rey
para que así
podamos hacer
más grande todavía
esta España
tierra nuestra
¡Gracias!