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Arxiu/ARXIU 2003/ENTREVISTES 2003/


Transcribed podcasts: 805
Time transcribed: 10d 5h 28m 59s

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Amparo Ribelles, muy buenos días.
Buenos días.
Gracias por atender nuestra llamada.
La verdad es que es un honor hablar con usted.
Ay, no, por favor, yo encantada.
Que sí, se lo digo yo, se lo digo yo que sí,
porque, bueno, es una actriz de aquellas
que una si llevara sombrero se lo quitaría
y después de haberla halagado un poquito solo,
a mí sobre todo me gustaría que usted explicara
que esta obra de teatro,
sí que la película está basada en la obra teatral,
pero que no es la película.
No, no, es la obra de teatro.
Bueno, esto fue primero una obra de teatro
por la que además le dieron al autor el premio Pulitzer.
Luego esto fue llevado al cine
y ahora yo estoy representando la obra original,
que es la de teatro,
y es una función preciosa.
Yo tengo entendido que respecto a la película hablo,
que en la obra de teatro los personajes son más ricos,
tienen más matices que en la película.
Sí, porque no se diluyen en la película,
lógicamente no se puede hacer una película con tres personajes.
Salen muchos personajes que, ¿cómo te diría yo?,
que distraen un poco lo que es el argumento,
lo que es lo bonito de la obra,
que es cómo ver pasar 25 años a través de tres vidas,
sobre todo la de Miss Daisy y la de su chofer.
Miss Daisy es una mujer insoportable,
es una viuda rica, judía,
que no quiere reconocer que es rica,
que es insoportable, que es racista,
que es clasista,
y que no quiere por nada del mundo dejar de conducir
y encima que le pongan un chofer negro.
Entonces, es como esta mujer a través de los años
va cambiando, va dándose cuenta
de que la vida no es la que ella vivía,
sino que hay amistad, que hay cariño,
que hay ternura, que hay comprensión
y todo eso en comedia,
porque no es un drama,
ni muchísimo menos,
es una comedia, la gente lo pasa muy bien
y yo estoy feliz,
y lo que estoy ya es triste de pensar
que estoy terminando ya,
después de casi dos años de hacer la función,
ya estamos terminando la gira.
Es que vaya así ha paseado.
Me da mucha pena dejar a Miss Daisy.
¿Ha paseado mucho Miss Daisy?
Mucho, le he paseado por todo España.
Y por muchos sitios.
Este personaje, como usted decía,
aborda el tema del racismo,
de la amistad, de los prejuicios,
¿el hecho de envejecer también?
Sí.
¿De la soledad?
Sí, sí, se da cuenta de muchas cosas
que ella viene de una familia de migrantes
que han llegado con una mano atrás y otra adelante
y parece un verso,
llegan a Estados Unidos
y a base de trabajo se hacen ricos
y tienen su sociedad,
pero fuera de esa sociedad
esta mujer no tiene nada,
más que el hijo que la atiende,
que la cuida,
una nuera a la que detesta
y se encuentra de repente con este personaje
que es el chofer
y le va cambiando la vida.
Es una mujer que empieza insoportable al principio
y que acaba maravillosamente tierna al final.
Yo imagino que el espectador
que va viviendo toda esta evolución
lo que está es deseando que Miss Daisy,
que en principio aparece como una individua
que usted ha definido,
pues vaya un poco mostrando esa parte más humana.
A cada minuto que pasa de la obra
el espectador debe disfrutar
descubriendo esa otra Miss Daisy.
Es una transformación.
Es que la obra, por ejemplo,
mi personaje empieza con 72 años
y acaba con 97.
O sea, pasan 25 años
a través de la vida de esta mujer
con todo lo que conlleva
el ir cambiando.
Siempre regañando con su chofer, siempre.
Porque es una regañona.
Pero cómo va cambiando los regaños
y cómo va cambiando ella
es un transcurrir de 25 años muy bonito.
Y dígame una cosa, Amparo,
¿hay coche en el escenario?
Ah, claro.
Yo me lo preguntaba.
Digo, ¿habrá coche en el escenario?
No, no, tenemos de todo.
No nos falta nada.
Fíjate.
Tenemos coche, tenemos proyección,
viajamos con paisajes.
No, no, no.
Lo pasamos muy bien.
Y en cuanto a personajes
que comparten escenario,
el chofer, evidentemente.
Hemos tenido la suerte
de encontrar un actor de color cubano,
maravilloso,
y Delfonso Tamayo,
que está espléndido, espléndido.
Puede competir perfectamente
con el de la película.
Morgan Freeman era, ¿no?
Morgan Freeman, sí.
Y Jessica Tandy
era la que hacía de Miss Daisy.
Miss Daisy.
Y luego está Mario Bedoya,
que hace el hijo,
que es un papel más ingrato,
pero que está espléndido también.
Y sobre todo,
nos llevamos muy bien
y disfrutamos mucho
haciendo la función.
Luis Olmos ya se ha convertido
en un auténtico especialista
de rescatar obras teatrales
que triunfaron en el cine
y él ha hecho que triunfen en el teatro, ¿no?
Sí, sí, sí.
No, no.
Es un actor,
es un director sensacional.
Es una persona maravillosa
como amigo, como director,
como todo,
una persona educada
que te hace entender las cosas
sin necesidad de gritar
ni de regañar
ni de ponerse furioso.
Al contrario,
es un gran amigo.
Yo, Amparo,
por la imagen que desprende,
creo que tiene poco que ver
con Miss Daisy, ¿verdad?
Bueno, afortunadamente poco.
También tengo mis ratitos
de mal humor.
Bueno, como todo el mundo, ¿eh?
Como todo el mundo.
Pero no, afortunadamente,
yo creo que he llegado ya
a esta edad
que ayer cumplí 78.
Ayer fue su cumpleaños,
que yo no lo quería decir.
Ayer, ayer cumplí 78.
Por eso,
porque en los currículum
salía 11 de febrero.
De febrero del 25.
Y digo,
yo no seré indiscreta
y no le felicitaré
por el cumpleaños
que fue ayer.
No, no, no, pues no.
Yo lo lanzo a los cuatro vientos
porque llegar a los 78 años
todavía con ilusión
y con ganas de trabajar,
yo creo que es un mérito.
Ella ya lo puede decir ya, ¿eh?
Porque se puede hacerse la coqueta
y decir que tiene menos también.
No, no, yo siempre...
Es con esa edad no...
Yo siempre he dicho mi edad
porque si yo ahora digo
que tengo 62,
van a decir,
está hecha un asco.
Sin embargo,
si digo que tengo 78,
pues está estupendamente.
En eso consiste la coquetería.
Sí, realmente.
Es decir,
pues nadie diría
que tiene esa edad, ¿no?
Sí.
Claro, eso es lo que realmente
halaga a una persona.
Solo faltaría...
Hablaba de ilusión
y que Miss Daisy
dejará de pasearla
dentro de poco.
Y después,
¿tenemos algo pensado,
algo en proyecto?
Sí.
¿Se puede decir o no?
Bueno,
todavía no está del todo,
pero vamos,
ya está bastante adelantado
y es un proyecto muy bonito
de una obra
de dos personajes
que seríamos
Nuria Esper y yo.
y yo creo
que puede ser
un acontecimiento
porque es una obra preciosa.
En el teatro,
lógicamente.
En el teatro,
en el teatro.
Amparo que ha hecho
televisión y cine,
pero el teatro
es su pasión.
Es lo que me gusta.
Es lo que le gusta hacer.
Sí, sí.
Es lo más cansado,
pero es lo que más me gusta.
Amparo Ribelle
no ha venido mucho
a Tarragona.
No, sí.
¿Sí?
Sí, sí.
¿Recuerda cuándo fue
la última vez?
Bueno,
he estado en Tarragona,
he estado yo creo
desde luego
con los clásicos,
con Adolfo Marsillac
que ya no está
y con María Jesús Valdés
y yo no sé
si he estado también
con Los árboles
mueren de pie.
Eso sí,
no lo sé,
no lo tengo seguro.
No lo recuerdo yo tampoco.
Con los clásicos
de Marsillac sí.
Con los clásicos sí.
Que si no recuerdo mal
actuó en el auditorio
del campo de Marte.
Pues eso sí,
no me acuerdo,
pero sí sé
que era un sitio grande
y además
que el público
respondió maravillosamente
porque era
un espectáculo precioso.
Pues prepárese
porque desde que se anunció
que venía esta obra
las entradas
se vendieron rapidísimamente.
O sea,
tendrá un teatro lleno,
ya se lo digo yo.
Pues me alegro muchísimo
porque afortunadamente
no tengo experiencia
en ver teatros vacíos.
No por mí,
sino porque siempre llevo
cosas de categoría
y cosas importantes,
pero trabajar
con un teatro vacío
debe ser horrible.
Pues este ya le digo yo
que no,
que lo tendrá lleno,
lleno y de verdad además.
Ay, pues me alegro muchísimo.
Amparo Ribelle,
ha sido un placer,
de verdad.
Igualmente.
Y esperemos
que si llega
a buen puerto,
que seguro que llegará
ese proyecto
que apuntaba levemente,
ya sabemos lo que pasa
en el mundo del teatro,
pues que también lo podamos
ver aquí en Tarragona.
Ah, no,
desde luego.
Gracias, Amparo.
Por supuesto,
un abrazo.
Hasta siempre.
Adiós.
Adiós.
Adiós.