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La demarcació de Tarragona
Hem volgut conversar una estona amb ella aprofitant la seva visita a Tarragona.
Muy buenos días, Vilma.
Sí, muy buenos días.
Vilma, usted está en la vicepresidencia de la Federación Internacional por Derechos Humanos,
pero también muy vinculada en su país, en Nicaragua, donde es presidenta también de asociaciones por derechos humanos.
También una mujer muy vinculada a determinados estamentos del gobierno de Nicaragua en una época determinada dentro del Poder Judicial.
Y a usted, yo se lo comentaba justo antes de entrar en la entrevista, se la ve a usted una mujer como muy tranquila y muy afable,
pero con todo este currículum, y seguro que me ha dejado muchas cosas detrás,
¿cómo se va metiendo una poco a poco en todas estas instituciones y a luchar por toda esta serie de cosas en un país tan convulso como Nicaragua?
Sí, bueno, en primer lugar, un saludo a la población en general que oye tu programa y agradecer de verdad esta entrevista.
Siempre que hablo de lo que más me cuesta es hablar de mí misma,
pero definitivamente para trabajar en derechos humanos hay que creer en esto,
y siempre tiene que haber una motivación personal.
Una motivación que va más allá del compromiso con los más pobres de los países,
con los más pobres del mundo, que son precisamente las víctimas primeras de violación a los derechos humanos en todas partes del mundo.
Entonces, mi trabajo en materia de derechos humanos arranca prácticamente desde mi infancia.
Yo soy hija de un dirigente político conservador, ya murió mi padre,
de un pueblo muy apartado de Nicaragua, que durante la dictadura de Somoza fue víctima permanente de persecución.
Entonces, esa persecución política en contra de mi padre yo la fui interiorizando,
ella es muy adentro,
y cuando yo llego a la universidad en Nicaragua, a la Universidad de León, a estudiar Derecho,
precisamente quise estudiar Derecho para luchar contra la injusticia,
y me involucro precisamente en la lucha antisomocista desde mi época de estudiante en 1958.
Y es así, con esa participación, pero con esa visión y esa concepción de que hay que luchar por los demás,
por los derechos humanos,
yo fui defensora de los reos políticos de la dictadura somocista,
y después fui defensora de la gente que luchaba ya dentro del Frente Sandinista,
que se fundó en 1961.
Es por esa vinculación, ¿verdad?, política y de participación en el movimiento estudiantil en la universidad,
donde yo fui una de las primeras mujeres que en la universidad se metió en política,
y llegué a ser cofundadora del movimiento pro libertad de los reos universitarios,
que es preso por la dictadura de Somoza.
Entonces, en esta forma uno se va involucrando, ¿verdad?, en la lucha política,
y antes me involucré directamente a trabajar con el Frente Sandinista,
pero mi trabajo dentro del Frente Sandinista era de carácter jurídico,
independientemente que después fue de carácter legal,
jamás tuve la oportunidad de ser guerrillera propiamente tal,
pero creo yo que ese trabajo no es el trabajo de defensa legal y de apoyo logístico,
no es menos importante que el trabajo del que toma las armas.
Y por estas razones yo estuve presa, yo fui una presa de conciencia,
así lo declaró a la institución internacional de la dictadura de Somoza,
y cuando triunfa la Revolución Sandinista, en 1979, yo estaba en la cárcel.
Y de allí, por mi trayectoria jurídica, soy especialista en Derecho Penal y en Derechos Humanos,
y fui nombrada la primera mujer magistrada que accedió a la Corte Suprema de Justicia,
porque incluso en la legislación nicaragüense existía en la Constitución una prohibición
para ser, para las mujeres, para ser magistrada de la Corte Suprema se necesitaba ser hombre.
Una cosa completamente, este, completamente absurda que fue derogada en una reforma constitucional
previa al triunfo de la Revolución.
Fue una experiencia interesante durante todo el periodo revolucionario,
querer impulsar, romper todo un esquema de subordinación de los más desposeídos,
desposeídos, de los más pobres, y dentro de esto pudiéramos decir,
luchar contra la exclusión histórica y tradicional en contra de las mujeres,
y eso me tocó hacer durante diez años que estuve en la vicepresidencia de la Corte Suprema de Justicia
en Nicaragua, cuando la revolución pierde el poder, porque no me gusta decir que la revolución terminó,
porque tengo la esperanza de que este esfuerzo para buscar cómo sacar a Nicaragua de la injusticia,
de la desigualdad de las mayorías, algún día recobre su rumbo, ¿verdad?, y su camino,
se dio precisamente en 1990 por una serie de circunstancias que no es el caso, ¿verdad?,
de detallar, y entonces a partir de ese momento yo analicé qué era lo que tenía que hacer,
y con esa convicción que tengo de que tenemos que buscar cómo rescatar la revolución,
cómo encauzarla, quizás ya no con las mismas connotaciones ideológicas que en un momento
se quiso tener, pero sí hacer una revolución donde haya justicia para todos,
donde haya una sociedad más justa, más humana, pienso yo que es un ideal que no debemos de perder,
y en vez de dedicarme, salirme del Poder Judicial, salirme de ser funcionaria gubernamental del gobierno
revolucionario a ejercer mi profesión, tal vez a ser abogada de empresas o cosas así que nunca me ha gustado.
Entonces decidí con un grupo de compañeros y compañeras con las cuales analizamos la situación
que era importante fundar un organismo de derechos humanos no gubernamental que de manera independiente
defendiera todo aquello que se había iniciado a realizar en la revolución
y que llamábamos transformaciones revolucionarias, como salud gratuita, educación gratuita y otra serie de cosas,
pero que en realidad si lo enfocamos desde el punto de vista de derechos humanos
son realizaciones concretas en materia de derechos humanos.
Gracias.
Gracias.