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Arxiu/ARXIU 2005/JA TARDES 2005/


Transcribed podcasts: 460
Time transcribed: 6d 0h 13m 53s

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Andrés i Andrés, bona tarda.
Molt bona tarda.
Vam deixar ahir les aventures del Quixot en un punt crucial
i, a més, un dels més famosos i coneguts de la seva història,
que és aquella batalla amb els molins de vent.
Però, tot i sapiguem el que passa, no deixa de ser emocionant.
Sí, i...
I doncs...
Què hem de fer avui, però? Primer tenim parada a l'Antiquari.
Avui dimecres tenim a l'Antiquari, a les 10 del vespre,
una pel·lícula molt curiosa que es diu Brasil.
No Brasil, sinó es diu Brasil.
I és una pel·lícula de Gran Bretanya feta l'any 1984 en colors
i és una fantasia que van interpretar Jonathan Price, Robert De Niro,
Catherine Helmond, Ian Holm, Bob Hoskins, Michelle Palin
i va ser dirigida per Terry Gilliam.
Aquesta pel·lícula serà passada a les 10 del vespre amb entrada lliure
a l'Antiquari, carrer Santana, número 3 del casc antic de Tarragona.
Repeteixo, Brasil aquest vespre.
Fem un apunt important i és que tothom que li soni al grup de teatre i també de cinema,
vaja, el grup còmic anglese, Monty Python,
és una producció dels Monty Python, el Terry Gilliam és un dels components.
Exacte, i un d'ells és el director de la pel·lícula, dels intèrprets.
Per tant, té aquell puntet d'humor surrealista.
Exacte, és una pel·lícula de fantasia, però que és molt divertida i molt distreta.
Bé, i ara anem per una altra cosa també molt divertida i molt distreta,
com la gran obra de Miguel de Cervantes, Don Quixote de la Manxa
i l'aventurer que el segueix, el pobret Sancho Panza.
Vam deixar-los ahir que estan arribant a un lloc que potser pot representar un perill
per aquest galant aventurer que era Don Quixote de la Manxa.
Escoltem què és el que passa.
No hi hais, covardes i viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Seguro que la lia otra vez.
Temblar, covardes!
Y aunque mováis los brazos amenazadoramente, me lo habréis de pagar.
El caballero de la triste figura, en nombre de su amada Dulcidea,
dará buena razón de vuestros huesos villanos.
Afuera, canalla ingente, rendíos a mi fuerte brazo.
Rendíos ante Don Quixote de la Manxa.
Os haré probar, mi noble acero.
Guerra, guerra, defendeos o entregad de vuestra voluntad.
Moliremos patadores, y si no, probad el temple de mi acero.
Espíritus del mal.
Oh, espíritus del mal, ¿qué transformáis en molinos los gigantes?
¿Qué le había dicho yo, señor?
Venga, deje que le ayude a acomodar.
Sin duda el sabio prestón, mi peor enemigo,
ha sido el que ha producido este encantamiento.
Ha transformado al gigante Briareo y a todo su cortejo en pacíficos molinos.
Pero de nada os valdrá el engaño, bellacos.
Nada valdrán prestón tus malas artes contra la bondad de mi espada.
Digamos, señor, que yo creo todo lo que me dice.
Pero endereces un poco, que parece que va como de medio lado,
sin duda por el molimiento de la caída.
Esa es la verdad.
Pero no me quejo porque no he estado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna.
Si algo le duele, quisiera que se quejase, como hago yo.
Creo que los escuderos no entramos en el juego de no quejarnos de los caballeros andantes.
Que yo, al menor dolor, grito.
Grito por el daño.
Y también, además, para ver si alguien viene a socorrerme.
No te pido que me ayudes ni que muestres valor.
Que la audacia y la arrogancia no son necesarias para un escudero como tú.
¿Por qué no descansamos en ese pueblo vecino?
Pero no ves que debemos seguir adelante.
Oye, tira pa'lante.
Vamos, mi buen Sancho.
La verdad, señor, es que me tienen asombrados sus redaños.
O mejor, su capacidad de aguante.
¿Te asombras de mi temple?
De tener yo el bálsamo de Fiera Brás.
Verígades maravillas.
¿El bálsamo de Fiera Brás?
¿Qué diablos es ese bálsamo?
No tiene arreglo, eh.
¿Y por qué intentas comprenderle?
Limítate a seguirle como hacemos nosotros.
Del bálsamo tengo la receta.
Y con él no hay que temer a la muerte ni pensar en morir de herida alguna.
En tal caso le cambio la ínsula por la receta.
Eh, chucho, largo de aquí.
Fuera.
Eh, aca.
Largo.
Largo.
Déjalo.
Si ladran significa que cabalgamos.
¿Cabalgamos?
Sí, pero ¿hacia dónde?
Eh, no vaya tan rápido.
Que mi rucio no es un caballo de carreras.
Eh, señor Don Quijote, espere.
¡Espere!
Pienso si no sería mejor que usted fuese caballero de esos que en las cortes están tan campantes.
No todos los caballeros pueden ser cortesanos,
ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes.
Y aunque todos seamoslo, va mucha diferencia de los unos a los otros.
Soberana y alta señora, dulcísima Dulcinea del Toboso,
si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro,
maguer que yo sea sab de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita que,
además de ser fuerte, es muy duradera.
Es para mi cama una carga.
Deben recordar, Sancho, que el amor es como la muerte.
Claro, sí.
Porque el amor como la muerte asedia por igual al altivo castillo que al humilde hogar.
¿Sabe usted una cosa?
Dime, Sancho.
Mirándole de pies a cabeza, pues no descubro cómo alguien podría enamorarse de usted.
Oh, dulcísima Dulcinea del Toboso, es vuestra belleza la que me inspira.
E incluso si vuestra belleza no llegare jamás a ser mía,
nunca decaerán mis sentimientos por vos.
Muriendo por vuestro amor, el caballero de la triste figura.
Lo de la triste figura le va que ni pintado, sobre todo a una carta tan bonita.
Vamos, levántese llante.
El sabio encargado de narrar esta historia, que según parece soy yo,
se encuentra en una situación embarazosa porque los sucesos que se dispone a relatar
rozan lo increíble pese a ser rigurosamente ciertos.
Nada de extraño hay en ello, porque el verdadero conductor de esta historia es Don Quijote
y cada día está más loco.
Muy cierto, ya lo dice el refrán.
Aunque la verdad pueda pasar las putas,
siempre flota por encima de la mentira como el aceite sobre el agua.
Gracias, Sancho.
De nada, hombre. De nada.
Y a mandar.
Tome su lanza nueva y su vaciastrosa.
Ve presto, mi fiel Sancho.
Ya voy, deme.
Pero, mi amo, por favor, mientras tanto debería alegrar su corazón,
porque lo que es ahora no debe tenerlo más grande que una avellana.
recuerde eso de quien se vence a sí mismo,
cien gigantes vence o cuando menos esperas salta la niebre.
Ve, hijo mío.
y no permitas que te sea negado el sol de la belleza que vas a ver.
Con esto dio la espalda a su amo y nosotros también dejaremos a Don Quijote
cargado de pensamientos tristes e inquietos.
En cuanto perdió de vista al de la triste figura, el fiel escudero comenzó a hablar solo.
¿Dónde vas, Sancho?
Voy a ver si le echo en vano a una princesa.
¿Y quién te mandó buscarla?
Don Quijote, el que endereza tuertos y protege a los inocentes.
¿Y sabes dónde puede estar la casa de esa dama?
Don Quijote porfía que se da algún palacio real o castillo elegante.
¿Pero cómo la voy a reconocer?
Porque lo que sí es cierto es que ninguno de los dos la ha visto jamás.
Claro que para empezar habría que saber si existe,
porque veamos, si es saldonza, tendría que buscarla en una pocilga.
Pero si es Dulcidea, debería buscarla en un palacio.
A lo mejor en las pocitas del palacio.
Ay, en menudo líos te he metido, piensa, Sancho.
¡Don Pablo! ¡Tenemos sed!
¡Pídanos agua, hombre!
¡Ya va, mujer! ¡Ya va!
¡Qué artita es todo, de tanto polvo!
¡Mira esta! ¡Tenemos sed!
Si Don Quijote confunde a los molinos con gigantes
y a los rebaños con ejércitos,
no resultará muy difícil hacerle creer
que su famosa dulcinía del toboso es una de esas.
¡Basta de paliques!
¡Y vosotras, iros ya!
¿Y por qué no?
¡Qué mundo de donas, qué mundo de donas, no?
¿Quién estaba la mente, pobre Don Quijote?
Venen algunes dones
i, esclar, aquí Sancho Panza ja imagina
que pot ser alguna d'elles la pròpia dulcinea.
Clar, perquè amb la Lorenza, amb la Dolza Lorenzo,
no li quadra.
No, no, és que ell tampoc ja ho diu.
No sap ni qui és ni el Don Quijote mateix ho sap.
Tot és pura fantasia.
Doncs, Andrés, sabrem a veure demà,
suposo que serà el dia de l'enamorament, no?
Esperem, aviam.
El dia en què es trobin els amants.
Ja ho veurem.
Gràcies, Andrés.
Fins demà.
nel현os et voló.
Gràcies, Vene.
Gràcies.
Gràcies.
Gràcies, Vene.