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Arxiu/ARXIU 2005/JA TARDES 2005/


Transcribed podcasts: 460
Time transcribed: 6d 0h 13m 53s

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Andrés, bona tarda de nou, veig que has tornat.
Molt bona tarda, esclar, els nostres camins han d'anar a seguir junts.
Ai, és que ahir vam deixar el Quixot en un punt molt, molt crític,
dels més tristos, potser.
Tu creus que algun dia l'hem deixat en un moment bo?
Sí, clar, pobra home, no guanya per espans.
Bé, en fi, avui explicarem que Don Quixote i Sancho Panza
estan fent una aventura, la clàssica que coneixem ja des de fa 400 anys,
que va escriure Don Miguel de Cervantes,
però la pel·lícula que estem passant avui, Don Quixote, de Orson Welles,
és una fantasmagoria que es va inventar aquest gran director i actor
que va ser Orson Welles, i és barrejar la ficció d'aquella època
amb la ficció i realitat actual.
I això és el que tenim previst per aquests dies.
I anem a prosseguir precisament amb aquesta trobada cinematogràfica
que estem ja portant, ben bé, ja fa dues setmanes,
i va començar amb motiu del dia de Sant Jordi
i de l'època, en fi, que estem passant aquest any,
dels 400 anys de Don Quixote de la Manxa,
i escoltem què és el que està passant amb aquests dos personatges.
Déjame, que arduas són les empreses que me aguardan i estrecho el camíno de la virtud.
Les charles insustanciales no harán sino apartarme del sendero trazado.
Yo dejé a mi familia solo por serviros, señor, creyendo valer más y no menos.
Pero la avaricia rompe el saco, y a mí me ha rasgado las esperanzas.
Pues cuando más vivas las tenía de alcanzar la ínsula,
me veo, en cambio, en medio de la nada, abandonado.
Por Dios, señor mío, no me haga tal desaguisado.
Pero mi señor, ¿por qué no quiere abandonar la aventura?
¿Por qué tiene que ser tan terco y cabezota?
Fíjense que el que ama el peligro, en él se escuerra.
Aunque eres tosco y zapio, sigues siendo mi escudero,
pero debo continuar mi camino solo.
Volveré vivo o muerto.
Los rayos de vuestra belleza alumbrarán mi entendimiento
y fortalecerán mi pobre corba.
Lleva esta misiva, mi amada.
Otra carta, pero mi señor...
Obedece, Sancho, y parte, Rauno.
Está bien.
Yo no me alejaré de estos contornos
y aún subiré a los riscos más altos
para rozar la luna a quien declaro paje de mi importunio.
¡Bien! ¡Bien!
Ve sin demora.
¡Qué gran bache! ¡Ya voy!
¡Bien!
Y con tantas albañas no se le olvide comer
que más puñaladas da el hambre que los enemigos que se inventa.
No tengas cuidado por mí,
que aunque tuviera, no comiera otra cosa
que hierbas y frutos de los prados y los árboles.
Que la fineza de mi negocio está en no comer
y en hacer otras asperezas equivalentes
en medio de estas hostiles soledades.
Buscó Sancho no tanto a Dulcinea
como la manera de pasar el tiempo
para regresar cuanto antes junto a Don Quijote.
No sabía si transcurrieron tres, seis, cien días o ninguno,
pues la novedad de las tierras y las gentes
le iba llevando a la buena aventura.
Don Quijote le había apuntado vagamente la dirección
recomendándole la buscara en el alcarreño palacio de verano.
No obstante las imprecisiones
y por no faltar a la palabra nada,
investigaba sobre el paradero de Dulcinea
en cuanto pueblo entraba,
pues si de algo estaba más que seguro
era de que la habría de encontrar en cualquier sitio
menos en el Toboso,
porque no basta con llamarse para ser de un sitio.
Por ejemplo, él no era de la panza.
Además, la familia que tenía en el Toboso
no conocía a Dulcineas,
aunque conociese a Altonzas.
Este es el lugar, oh cielos que escojo,
para llorar la desventura
en que vosotros mismos me habéis puesto.
Este es el sitio donde el humor de mis ojos
acrecentará las aguas de este torrente
y mis profundos suspiros moverán a la continua
las hojas de estos montaraces árboles
en testimonio y señal de la pena
que mi aseteado corazón padele.
Y ahora,
mientras él te escapa por los montes,
yo tengo que buscar a la susodicha Dulcinea.
Casi nada.
Rústicos dioses que en este inhabitable lugar moráis,
oíd las quejas de este desdichado amante
a quien una luenga ausencia ha traído a lamentarse.
Malo es si no la encuentro,
pero peor si me la tomo.
A nada que me equivoque,
me llevo una somanta de palos de un marido cornudo.
¡Oh, Dulcinea de altiva belleza!
Y el empeñado en que vive en el Toboso,
pues sí.
¡Triadas que habitáis en los montes!
¡Escuchad mis plegarias!
Aunque también dice
que la puedo encontrar allí
donde haya un montuoso palacio de verano.
Por ejemplo, aquí,
porque para él cualquier cosa es un palacio.
Pero aun suponiendo que esté en la fiesta,
¿quién de ellas se la Dulcinea?
¿Será una de esas,
o una de aquellas,
o una de esas otras?
Es como buscar una paja entre las papas.
Quizá al hablar de su amada
se refería a esa,
o a esa otra,
o a esa de ahí.
Quizá no.
Seguramente será una vieja corrupcia
como esa o como aquella
de la que tendrá un buen recuerdo
de cuando era chico.
Bueno, busquémosla.
¡Oh, solitarios y secos árboles
que hacéis compañía, mi soledad!
Dad indicio con el blando movimiento
de vuestras ramas
que no os desagrada mi presencia.
Tomad nota, pues,
de la condición de mi amada Dulcinea.
Su patria es el toboso,
su calidad, por lo menos,
la de princesa, pues,
es reina y señora mía,
y su hermosura sobrehumana.
Son marfil sus manos,
su blancura nieve,
y las partes que la vista humana
encubrió la honestidad
son tales
que sólo la discreta consideración
puede interagirlas
y no compararlas.
Después de buscar tan infructuosa
como ligeramente a Dulcinea,
Sancho regresó al lugar
que Don Quijote le indicara,
y para su estupor
no le encontró.
Movido por impulsos
tan irresistibles
como grande era su quimera,
Don Quijote iba desplazándose
hacia el sur
en obediencia migratoria
a su sol particular.
De alguna manera,
Sancho lo supo,
pues, lejos de pensar
en que le hubiese sobrevenido
un fatal accidente,
se limitó a seguirle la pista.
¡Oh, princesa de mis sueños,
Dulcinea amada!
Escuchad,
pestezuelas campestres,
el palpitar de mi corazón
mencionando su nombre.
O le falta al amor
conocimiento,
o le sobra crueldad,
o no es mi pena igual
a la ocasión
que me condena
el género más duro
de tormento.
a los buenos días.
¿No habrán visto por aquí
a un tipo muy alto
y fraco con bigote
y una barba replante?
¡Viene en el pueblo!
¡Hay un circo!
No, no, no,
no está en el circo.
Es un gran señor,
pero con el mostacho
y la barba
tiene un aspecto raro.
¿Qué tiene?
¿Qué tío me ha pesado?
Lleva una barba así,
en punta.
Nosotros no hemos visto
a nadie,
he pesado.
No.
Déjanos trabajar.
Lárgate,
si no quieres ganarte
una pedra.
Maraje.
Adiós.
Aunque lo ignoraban
y por razones
bien diversas,
ambos se hallaban
en Andalucía
y muy cerca
el uno del otro,
pero no llegaron
a encontrarse.
allí Sancho
aprovechó
para ganarse
unas perras
trabajando
en un rodaje
cinematográfico.
Action.
Tira más a la derecha
que te sale este cuadro.
Más a la derecha.
Más a la derecha.
Más a la derecha.
¡Más a la derecha!
¡Más a la derecha!
¡Tira más a la derecha!
¡Hemos terminado!
¡Más a la derecha!
¡Más a la derecha!
¡Más a la derecha!
Hola, hola, hola.
¿Esto qué es?
¡Miradme a mí!
¡No quiero!
Siempre me han fascinado estas tierras.
Y hace mucho tiempo que intento reflejar las virtudes de este pueblo.
Sus vicios también, pero sobre todo sus virtudes.
Los personajes de Don Quijote y Sancho resumen ambos extremos.
Siempre han querido ver en Don Quijote una figura divertida.
Alguien que se volvió loco leyendo libros de caballerías.
Pero de verdad es un caballero.
Un auténtico caballero.
Cuando uno llega a conocerlo sabe que es el caballero más perfecto que jamás haya existido.
¿Quién ha derribado gigantes con una lanza de madera?
Socorrido doncellas hechizadas por seres infernales.
Reparado a gravios y desfecho en tuertos con tanto corazón y tan pocos recursos.
Apenas un rocín flaco y un escudero aparentemente sandío.
Porque el gran mito es Don Quijote.
Pero Sancho es el gran personaje.
Un personaje maravilloso hasta en su torpeza.
Juntos han sorteado siglos de oscurantismo, represión y tiranía.
Juntos han resumido un paisaje con el que las gentes sinceras sentimos la tentación de identificarnos.
Fue un maravilloso paisaje que a pesar de las agresiones del turismo y los planes de desarrollo aún permanece vivo.
O al menos a mí así me lo parece.
Andrés, aquí el narrador ha posat cullerada, eh?
El narrador el que està fent aquí és situar amb l'espectador, en aquest cas l'oient, amb el que està passant amb aquesta pel·lícula.
Està donant una de calç, dient les avantatges d'aquesta gran obra sobre la literatura
i està preparant amb l'espectador la situació que anirà cada vegada complicant més amb l'època moderna.
Ell ja diu que això és una obra que passada 400 anys ha seguit en primer pla
i aquí ve la fantasia que va tindre Orson Welles d'anar barrejant aquesta fantasia antiga amb la fantasia i la realitat moderna.
Doncs, Nick, aquesta parrafada podríem dir del narrador, Sònia, a final de l'obra no.
Encara queden algunes batalles més, alguns capítols.
d'algunes batalles, però ara hi entrarem precisament una miqueta més en aquesta fantasmagoria de l'època moderna.
Moderna m'estic referint sobre els anys 50, que és quan Orson Welles va rodar aquestes escenes.
Doncs, Andrés, serà ja dilluns. Que passis molt bon cap de setmana.
Gràcies, igualment.