This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Porta a l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
A l'Esperança
Bien, te agradecemos
Que hayas decidido
En esta mañana
Acompañarnos
En los minutos
Que tenemos por delante
Porque precisamente
Es nuestro objetivo
Acercaros
Y acercarnos
Nosotros también
A la Palabra de Dios
Pues Él siempre
Tiene algo
Que decirnos
Para nuestra necesidad espiritual
Y como siempre
En esta mañana
Quiero dar la bienvenida
A mis compañeros
En el estudio
De Tarragona Radio
Buenos días David
Hola Paquita
¿Qué tal?
Bernardo
Buenos días
Buenos días Paquita
Miguel, Cristian Mena, buenos días a los cuatro, buenos días a Joan María también,
que desde el control está acompañándonos en esta mañana.
A todos, bienvenidos, y yo también os doy la bienvenida a todos, amigos, soy Paquita Moreno.
Pues bien, una vez hecha la presentación, quiero o queremos entre todo el equipo compartir con vosotros
algo que segurísimo que nos ha ocurrido en alguna o tal vez en muchas ocasiones a todos, ¿verdad?
y que solemos expresar probablemente con una sola frase, no siento a Dios cerca.
¿Cuántas veces nos han expresado ese sentimiento diciendo, parece que esté hablando solo,
es como si le orara a la pared, hablara con la pared, Dios me parece muy lejano.
Esta dificultad para sentir a Dios es una de las quejas, yo creo que más frecuentes en la vida, ¿verdad?
Pero nos preguntamos nosotros en esta mañana a qué se puede deber, cuáles son las causas,
cuál es la perspectiva cristiana sobre este problema, qué tiene Dios que decirnos al respecto.
Pues bien, reflexionaremos sobre ello después de escuchar una canción.
Busco un camino que me guíe y me lleve junto a Dios,
Busco el día en que regrese, necesito oír su voz, llegar a ver ese momento,
es lo que pido en oración, que al fin llegue a todas partes, el reflejo de su amor.
Lo pienso muchas veces, ese día vendrá, como el día alumbra el mar,
me alumbrará su paz, quisiera ver el nuevo mundo, llegar hasta Él,
lo pienso muchas veces, ese día vendrá.
Es el momento de cambiar, nos hace tanta falta ser,
como los niños más pequeños, abiertos a creer.
Si decidimos ayudarnos, si nos unimos más, haremos más débil la llama del dolor.
Lo pienso muchas veces, ese día vendrá.
Pues como antes decía, amigos, todos hemos sentido a Dios lejos en algún momento de nuestra vida.
A algunos les ocurre en el momento en que se ven, tal vez, confrontados con Dios
y experimentan la necesidad de tener un encuentro vivo y personal con Él.
Cuando esperan, tal vez, un sentimiento intenso de la presencia de Dios y se sienten frustrados,
porque dicen, pues no me ha ocurrido nada especial.
Quizás conocen estas personas la experiencia con Cristo de un hombre,
como podría ser el apóstol Pablo, en el camino de Damasco,
o en la experiencia de arrepentimiento del ladrón en la misma cruz, junto al mismo Señor Jesucristo.
Y han esperado, quizá, una experiencia de la presencia de Dios en sus vidas,
pues de forma espectacular, de forma arrebatadora.
Pero, bueno, no han tenido esa clase de sentimiento.
Pero yo diría algo más, que incluso los creyentes, en nuestro tiempo hoy,
en ese tiempo que tenemos a solas con Dios, pues cuando buscamos la comunión con Él,
o incluso estando en la misma iglesia, descubrimos como una frialdad,
como si la oración fuera un monólogo con uno mismo, o como si estuviéramos totalmente solos.
Y yo por eso quisiera, ahora ya, después de todo este prólogo, quizá lanzar la primera pregunta,
y es, ¿a quién afecta este problema?
Pues yo pienso que sería un poco hipócrita pensar que esto solo le pasa a unos pocos, ¿no?
O a mí jamás me ha pasado.
Porque pienso que la experiencia de sentir a Dios lejano es una experiencia que, podríamos decir, es universal.
Es decir, es una experiencia que afecta a todos los creyentes.
Los, incluso los más maduros, aquellos que, entre comillas, podríamos decir, más y más santos.
Por ejemplo, y podemos recurrir a la Biblia para tomar ejemplo de esto,
los salmistas nos han dejado escrito el testimonio de momentos espirituales
cuando Dios les parecía que se encontraba tremendamente lejano.
Y ese libro no es otro que el libro de los salmos.
Y ahí se expresa, como por ejemplo, ahora me viene a la mente uno que dice que,
¿por qué estás, oh Dios, lejos y te escondes en tiempos de angustia,
te escondes en tiempos de tribulación?
U otro salmo que dice que, ¿hasta cuándo, Señor, me olvidarás para siempre?
Si nos vamos a este libro, precisamente de los salmos,
encontramos un filón tremendo, encontramos gran materia para conocer estos altibajos espirituales
incluso de grandes hombres, de grandes hombres de Dios.
En especial, encontramos la experiencia de uno de los grandes personajes bíblicos,
de un rey, el rey David, y encontramos como una especie de diario íntimo
de lo que fue su experiencia y su trato directo con Dios.
Encontramos ese luchar cada día por encontrar a Dios cercano a él,
por encontrar esa experiencia de misericordia, de amor, de presencia del Señor.
Pienso que por eso este libro de la Biblia se ha convertido en un libro que es vigente hoy en día,
permanente en todo momento, porque nos enseña acerca de esa presencia o lejanía de Dios.
Bueno, y aunque a muchos les parezca, pues la realidad es que, aunque a veces no nos guste,
no nos guste que nada en la vida, pues todo en la vida sucede por casualidad,
aunque la gente no lo crea, ¿verdad?
No en la vida sucede todo por casualidad, todo tiene una causa, por lo tanto tiene un efecto.
Así que a mí me gustaría también quizá que habláramos, que le dijéramos a nuestros amigos oyentes,
cuáles pueden ser esas causas de los sentimientos de lejanía de Dios.
Uno puede sentirse lejos de Dios, tiene que haber unas causas.
Bueno, en realidad cuando decimos que Dios está lejos, no es en realidad que Dios esté lejos,
es que nosotros lo vemos así.
Es como por ejemplo, cuando está nublado, como hoy, decimos no hay sol, no hay calor, nada.
El sol ha perdido fuerza, pero en realidad si estamos sobre las nubes,
veremos que el sol está ahí y aún calienta con toda su fuerza.
Y otro ejemplo también es, por ejemplo, como un padre que va con su pequeño, menor de un año,
que está aprendiendo a caminar.
Si va firme, su padre lo lleva de la mano, el niño no cae, y va firme, va gozoso.
Pero una vez que el niño quiere sentirse independiente, suelta a su padre.
¿Y qué pasa? Cuatro, cinco pasos y pum, al suelo.
Y nuestra vida cristiana también es así.
No es que Dios se aleje de nosotros, nosotros nos alejamos de él.
Somos tan porfiados que soltamos su mano y lo abandonamos.
Otro ejemplo, como decía Miguel, en la Biblia encontramos un montón de ejemplos así.
Y uno es el profeta Elías.
Él tuvo, Dios le dijo que durante, le dijeron a un rey, que durante tres años no iba a llover.
Y este profeta hizo caso a Dios.
Y estos reyes eran tan malos que mataban a todos los cristianos, a todos los que creían en Dios.
Y este profeta le dijo, mira, Dios ha dicho que durante tres años no lloverá.
Y así fue.
Y cuando se estaba por cumplir ya el tiempo de los tres años,
hizo un desafío a un montón de profetas falsos,
que adoraban a otros dioses y les dijo, vamos a ver quién es Dios de verdad.
Y sacrificaron durante todos estos profetas, cuatrocientos profetas,
y no hubo respuesta de Dios.
Pero Elías hizo los sacrificios que Dios les dijo en el Antiguo Testamento que tenían que hacer.
y hubo respuesta de Dios.
Y el pueblo proclamaba, oh, hay un Dios, hay un Dios.
Y luego de esto, Elías ora por lluvia y llueve.
Tenía una gran victoria este hombre,
porque Dios lo estaba conduciendo.
Pero él tuvo temor, se sintió solo, como a veces nos sentimos nosotros.
Y la reina esta quería matarlo, y él huyó.
Huyó lejos, al desierto, porque tuvo miedo.
Y a veces como cristianos nos sentimos así.
Y Dios le preguntó, ¿qué haces tú aquí?
¿Qué estás haciendo aquí?
Y él le dijo, es que tuve miedo, porque quieren matarme.
Pero el Señor le respondió, y le dijo, yo estoy contigo.
Y hay más personas que también creen en mí,
y no han adorado a otros dioses.
Vuelvete de donde has subido, porque yo estoy contigo.
Yo no sé si alguno queréis comentar,
porque hablabas de que el sol, como hoy, por ejemplo, está ahí arriba,
hay unas nubes que tapan, pero que el sol sigue estando ahí.
Quizá en la vida personal hay muchas nubes que puedan tapar
y nos hagan no sentir esa presencia de Dios.
¿Cuáles son esas nubes que pensáis vosotros que son?
Me ha gustado el ejemplo que ha puesto Cristian de Elías.
Porque cuando lo encontramos en el desierto, a donde huyó,
allí vemos un Elías totalmente agotado.
Había sido un esfuerzo muy grande,
aquel enfrentamiento con los sacerdotes en el Monte Carmelo
y realmente lo encontramos allí agotado, estresado,
lleno de miedo, como decía Cristian.
Y creo que estas pueden, y de hecho son muchas veces las causas
que nos privan de poder percibir la cercanía de Dios,
percibir su presencia, ¿verdad?
Que a veces el cansancio, el estrés nos da la sensación de que Dios está lejos
y Dios tuvo que acudir al encuentro de Elías y decirle, sal de la cueva, ¿no?
No te escondas y yo estoy ahí, yo no he dejado de estar, ¿verdad?
Y Dios le había alimentado con los cuervos que le traían comida cada día.
Y bueno, yo creo que quizás ese ejemplo que ha puesto Cristian es muy adecuado
para darnos cuenta en la Biblia que muchas veces la dinámica de la vida,
las prisas, el cansancio, el estrés, el trabajo, los hijos, la familia.
Vivimos en una vorágine de velocidad que, bueno, pues que eso nos hace que
subjetivamente pensemos que Dios pues está lejos, ¿no?
Bueno, mencionabas el estrés como una de las causas que pueden afectar mucho
la vida espiritual, pero ¿cómo actúa en la falta,
en esa falta de sentir a Dios en nuestra vida, el estrés?
Bueno, sí, perdón. Si seguimos en esta vorágine de situaciones
que nos ha explicado David, caeremos, y si lo seguimos durante un tiempo
caeremos en una famosa palabra que se llama depresión, ¿no?
La depresión hoy en día prácticamente está asociada a esa vorágine,
a ese estrés, a esa problemática laboral, personal, social, política, económica
que es la que vivimos, ¿no?
Y entonces la depresión nos hace diversificar un poco nuestra manera
de ver las situaciones, ¿no?
Yo creo que altera nuestra percepción de la realidad y por lo tanto
distorsiona esa realidad. Es como si viéramos esa realidad con gafas mal graduadas.
Yo que llevo gafas cuando la graduación no está muy fina, entonces sí que lo noto, ¿no?
Veo las cosas bastante diferentes a cómo son en realidad, ¿no?
Y en la palabra hay dos ejemplos claros sobre esta situación límite
a la que pueda llegar una persona y que pueda caer en la depresión, ¿no?
Uno de los ejemplos es Moisés, aquel guía del pueblo israelita a través del desierto del Sinaí.
Llega a un punto en que la situación se le hace tan agobiante
que llega a rogar a Dios para que le dé muerte, ¿no?
Llega a decir textualmente, yo te ruego que me des muerte, ¿no?
En el Antiguo Testamento.
Le suplica a Dios que por esa severa depresión a la que había caído le dé muerte, ¿no?
Y explica la causa, ¿no?
El porqué de que quería llegar a esa muerte.
Dice, no puedo soportar a todo este pueblo que me he espesado en demasía.
Pero a mí lo que me choca es la respuesta de Dios, ¿no?
Le puede decir, le podría haber dicho Dios, hombre, yo que te he preparado,
yo que te he escogido, yo que te he encumbrado, ahora tú me fallas, ahora tú te quieres ir por...
No vemos esa respuesta en Dios, ¿no?
La respuesta de Dios en todo momento es buscarle una situación.
No lo condena, no lo rechaza, no lo menosprecia, sino que le da una respuesta clara.
Dice, pues reúneme o reúne 70 varones que llevarán contigo la carga del pueblo y no la llevarás tú solo, ¿no?
Le abre un tanto la puerta.
Quizá hoy en día hay pocas personas que abran la puerta a aquellas personas que se sienten agobiadas o cerradas por la situación, ¿no?
Yo creo que la depresión en sí misma, por lo tanto, no es ningún pecado.
Es la expresión de una situación que nos agobia, ¿no?
Y por lo tanto, vemos a ese Moisés deprimido y angustiado que le impedía ver la realidad, ¿no?
Pero vemos esa puerta entreabierta por Dios, ¿no?
Otro de los ejemplos claros lo encontramos en el Mar de Galilea, en el Nuevo Testamento,
con los apóstoles se encuentran en una barca, hay una tormenta, ellos intentan acercarse a la orilla,
no pueden porque la tormenta y el viento se lo impiden.
empiezan a agobiarse, a tener miedo y en esa situación ven a una persona que se va acercando,
andando sobre el mar y no reconocen a Jesús, ¿no?
Jesús, viendo esa situación, quiere ayudarles, quiere acercarse a ellos,
pero ellos en esa situación de crisis, de cansancio, de estrés, de problemáticas ingente por la problemática en sí,
no ven a Jesús como él era, sino que lo ven como un fantasma y se asustan, ¿no?
Pero también vemos la respuesta de Jesús clara, ¿no?
Dice, tener ánimo, yo soy, yo soy, no temáis, ¿no?
Por lo tanto, el estrés altera nuestra, es lo que quería que sacáramos como consecuencia, ¿no?
Altera nuestra capacidad de percibir las cosas y, por lo tanto, de percibir a Dios, ¿no?
Y como los apóstoles a veces somos incapaces de reconocer al Señor en medio de nuestras tormentas de la vida, ¿no?
Esa es la conclusión que podríamos sacar.
Bueno, por lo que habéis comentado, estamos viendo que los sentimientos son bastante frágiles
y que están expuestos a oscilaciones muy frecuentes, ¿verdad?
Son quizá como un fuego que se apaga y que se enciende según las condiciones del tiempo.
Basta un poco de lluvia para extinguirlo, pero por ello no son un termómetro fiable,
quizá para medir la calidad de nuestra vida, ni mucho menos para la profundidad de nuestra fe, ¿verdad?
Así que yo no sé qué importancia tienen realmente estos sentimientos en la vida del cristiano.
¿Qué podéis decir?
Yo pienso que los sentimientos tienen muchísima importancia en nuestra vida, mucha importancia.
Pero al mismo tiempo también añadiría que los sentimientos no es lo único importante.
La fe es una experiencia global.
La fe en el hombre y en la mujer es una experiencia integral.
Ya dijo Dios, y ha quedado escrito en la Biblia, que dice que amarás a Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con todo y con toda tu mente.
Por lo tanto, la vida de fe, la vida espiritual, implica a toda la personalidad del hombre o a toda la personalidad de la mujer.
La voluntad que se manifiesta en decisiones o la mente que se manifiesta en pensamientos y el corazón o las emociones que se expresan en sentimientos.
Todo forma parte de la vida espiritual del cristiano.
Y estas tres partes deben guardar precisamente eso, un equilibrio.
No debe sobresalir una de la otra.
Por supuesto que la fe, por supuesto que la vida espiritual, la vida del cristiano, debe tener sentimientos.
No puede consistir simplemente en un ejercicio frío de la mente, es decir, solamente un ejercicio frío e intelectual.
Pero tampoco puede ser emocional.
Porque ello sería, pues eso, si es solo emocional, pues sería como espuma.
Si es solo intelectual, pues sería fría, no llegaría a cumplir la totalidad que el propio Dios nos ha ordenado que debe ser esa vida espiritual.
Y lo mismo que con la zona emocional, pues podría ser la mente o podría ser la voluntad.
En la vida de fe, equilibrada, toda la personalidad está en acción y no solo una parte de ella.
Debemos, pienso, acercarnos a Dios de la misma forma que se nos pide que le amemos.
Es decir, que amemos a Dios de la misma forma que nos vamos a acercar a Él.
Con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente.
Bueno, a mí me gustaría referir otro aspecto importante en la vida cristiana.
Y es que tenemos que evitar lo que podríamos decir la excesiva preocupación, la hipocondría espiritual con respecto a esto.
Porque la fe en general no es algo que ocurra solo dentro de nosotros ni que esté fuera de nosotros.
Es una relación entre dos personas, entre nosotros como creyentes y entre Dios.
Por lo tanto, ello debe librarnos en mirarnos excesivamente hacia nuestro interior.
Como si nuestra vida espiritual fuera solo abocada hacia nosotros.
Hacia lo que podemos nosotros vivir con respecto a aquello que creemos.
Hay muchas veces que nos obcecamos en pensar qué es lo que siento o cómo estoy yo.
Qué es lo que veo, qué es lo que me preocupa, qué es lo que me, me, me, me.
Siempre hablamos a veces de forma demasiado egoísta.
Porque la mirada, como todo, debe fijarse primero en Dios.
Porque cuando dejamos de mirar a Dios y nos fijamos excesivamente en nosotros, tendremos la tentación de caer en esto que he dicho al principio.
La hipocondría espiritual que podríamos definir como una excesiva preocupación por nuestra salud.
Nuestra salud es espiritual.
Porque yo creo que un poco de introspección es necesaria.
Debemos conocernos, cómo nos sentimos, qué es lo que nos mueve, qué es lo que amamos, qué es lo que somos.
Pero el siempre mirarnos a nosotros mismos puede convertirnos en cristianos, podríamos decir, neuróticos.
Siempre más pendientes de nosotros que de lo que pueda pasar alrededor o lo que nos pueda decir Cristo.
Si nosotros estamos excesivamente preocupados en nosotros, no veremos la solución que Cristo aporta hacia las problemáticas que podamos tener.
Por lo tanto, como conclusión, podríamos hacer caso de la palabra de Dios, que nos llama a vivir y a caminar, como dice hebreos,
puestos los ojos en Jesús, que es fuente de la salud espiritual, porque nos libra de caer en ese autoexamen excesivo que a veces nos conduce a la parálisis.
Hay algo importante que no debemos ignorar y es el distinguir entre sentir a Dios y el sentido de Dios.
El sentir a Dios es algo constante, constantemente es imposible porque mientras siento no puedo hacer otra cosa.
Es como, por ejemplo, cuando, no sé si a alguno de ustedes le han hecho un masaje,
pero mientras hacen el masaje no puedo pensar en otra cosa porque estoy concentrado en lo que me están haciendo,
relajándome, y no puedo, es imposible pensar en otra cosa.
Llega un momento en que es tanto la relajación que uno se duerme.
Y no puedo pensar en otra cosa, no sé si ustedes, pero yo, no, es imposible.
Y eso es un sentir, o sea, es algo que yo siento y me concentro en lo que está ocurriendo.
Pero el sentido de Dios es algo diferente, es algo que Él está.
Es algo que aunque voy caminando por, como decían antes, por la vida rutinaria que tenemos,
de para allá, para acá, el trabajo, la familia, y un montón de cosas más,
que pagar aquí, que pagar allá, etcétera,
no nos permite, como decía antes, sentir a Dios.
Pero sí podemos ver su presencia, podemos sentir que Dios está,
que Dios está con nosotros, que Él nunca nos va a fallar,
nos va a abandonar, ni nos va a dejar.
Hay un pasaje que se hizo mencionante al apóstol Pablo, se dijo,
y Pablo, cuando ya estaba en su último tiempo de vida,
le dijo a Timoteo que todos lo habían abandonado, todos.
Pero él dice, bueno, pero no importa, que no se les tome en cuenta eso,
solamente el Señor estuvo conmigo.
Y eso es lo que nosotros debemos recordar siempre,
el andar con Dios, el caminar con Dios, el no soltarnos de su mano,
el estar sujeto a su voluntad.
Él está con nosotros, Él nunca nos va a abandonar.
No sé cómo, pero tengo esperanza,
no sé cómo, pero sé que soy feliz,
he tratado tantas veces de encontrar...
Bien, amigos, hemos llegado al final de nuestro programa.
Nosotros deseamos que haya aportado luz a tu vida
y que te haya ayudado a aclarar tus sentimientos.
No olvides que lo importante es tener a Cristo en el corazón,
andar mirándole a Él.
Y no te preocupes si es así,
Él hará aflorar en ti los sentimientos profundos y tiernos
de su permanente presencia en tu vida.
Volveremos a estar con vosotros el tercer sábado de abril,
es decir, el día 16, a la misma hora, aquí en Tarragona Radio,
en la 96.7 de la FM.
Seréis bienvenidos a las 9 y media.
Sí, amigos, recordad que podéis contactar con Puerta a la Esperanza
a través de nuestra página web,
www.iglesiadetarragona.com.
En ella puedes hacer sentir tus opiniones y sugerencias,
así como solicitar gratuitamente,
como parte de la promoción de la lectura de la Biblia
que lleva a cabo la Sociedad Bíblica Española,
un ejemplar del Nuevo Testamento.
No lo olvides.
Asimismo, recordamos que si estáis interesados
en seguir escuchando el mensaje de la esperanza de parte de Dios,
os invitamos cordialmente a asistir cada domingo
a las 11.30 de la mañana al culto en la Iglesia Evangélica
en calle Joana Yugán,
junto a calle San Antonio María Claret, de Tarragona,
y seréis cordialmente recibidos.
Pues nada más, amigos, hasta el próximo programa
y que Dios os bendiga. Adiós.
No sé cómo, pero hay gozo en mi alma.
No sé cómo, pero tú me has dado paz.
Y soy libre como el sol, como la luna, como el mar.
Nada puede detener tu libertad.
Ya no intento comprender esta locura
palpitando al son del sol y de la luna.
Solo puedo darte gracias, repetírtelo otra vez.
Toma el agradecimiento de mi ser.