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Quique Cigaredo, muy buenos días.
Muy buenos días.
Díganos, ¿cuántas minas antipersona debe haber en el mundo en la actualidad?
Si es que se pueden contar o se pueden saber.
Bueno, pues es difícil hacer la cuenta,
pero podríamos contar entre unos 200 millones de minas,
puestas en la tierra, esperando que alguien las pise.
Después en los, digamos, guardadas y para utilizar miles de millones,
porque son muchos países los que las siguen produciendo
y los que las siguen utilizando.
Claro, y es lo que le iba preguntando antes de abordar la labor
que está haciendo en Camboya y otros aspectos.
Es que las que tenemos, las tenemos,
y hay que intentar en la medida de lo posible resolver el problema.
Lo que es más preocupante es que las seguimos fabricando.
Sí.
¿No había unos acuerdos y unos pactos internacionales de hace décadas ya
de parar este tipo de armamento?
Sí, sí. Tenemos un tratado internacional, el Tratado Ottawa,
que está firmado en el año 97 y que lo han firmado, pues por decirlo así,
los países más civilizados.
Y entre los no civilizados se encuentra Estados Unidos, ¿eh?
Es decir, cuando le digo civilizados, son aquellos países que creen
en la construcción de un mundo en paz.
Y el Tratado Ottawa tuvo que crecer fuera del marco de la ONU
porque la ONU era imposible sacarlo adelante.
Entonces, países como los países escandinavos o los países de la Unión Europea
vieron que el tema de las minas, pues, es un armamento totalmente inhumano
que hay que eliminar.
Y entonces se tomó la iniciativa de seguir hacia adelante en el proceso
de tener un tratado para la eliminación.
Y en Ottawa, en el 97, 145 países firmaron un tratado para la eliminación de las minas,
la utilización y la no fabricación.
Y, bueno, ha sido un paso gigante, ha sido un paso estupendo,
porque hay zonas de este mundo que ya están liberadas de las minas.
En muchas zonas de...
Por ejemplo, en Centroamérica no hay minas.
En mi zona, en Indochina, también la eliminación de las minas es casi una realidad.
Y estamos en ello, ¿no?
Y en algunas zonas de África también, en el cono sur,
están todos por la liberación de la tierra y estamos dando pasos.
Ahora, son pasos que todavía faltan otros muchos por delante, ¿no?
Claro, entendemos que la mayoría de países que firmaron este tratado están cumpliendo
los que no los podemos señalar perfectamente con el dedo, ¿no?
Son identificables los que siguen con la fabricación, con la venta, etcétera, etcétera.
Exactamente. Hay países como Estados Unidos, la China, Rusia, India,
que siguen produciendo minas y utilizándolas.
Tienen fronteras muy grandes y creen que la mina va a ser la manera de proteger sus fronteras, ¿no?
Y lo que está claro es que afecta más a la población civil,
a las personas más vulnerables que trabajan en el campo, ¿no?
Y seguimos en el frente queriendo que se den cuenta de que esto de la mina es perjudicial para todos.
En Camboya hace casi diez años que hemos terminado la guerra y tenemos tres accidentes al día.
¿Tres accidentes al día? ¿Tres accidentes al día me está diciendo por minas antipersonal después de tantos años?
Tres al día. Tres al día. Es una tragedia horrible porque la mayoría de las personas que las pisan son
pues niños que cuidan las vacas o personas que quieren coger tierras nuevas para el cultivo o campesinos sin tierra.
Son siempre personas pobres, vulnerables, que no tienen a dónde ir y acaban yendo por las tierras que están con este artefacto
que es más inhumano que cualquier otro artefacto de guerra, ¿no?
Seguramente el más arbitrario de todos, ¿verdad?
Es arbitrario, o sea, tendría tres componentes que son horribles.
Uno, que la víctima la acciona, que no discierne, la segunda es que no discierne de quién la pisa.
Y la tercera es que no reconoce ningún tratado de paz ni ningún alto fuego.
Entonces es un artefacto de guerra que es permanente, que es indiscriminado y que la misma víctima la acciona.
O sea, en mi casa que tenemos, recogemos niños con discapacidad, tenemos una gran parte son de minas
y son niños que estaban pues trayendo agua para su casa y iban a recoger agua,
que estaban cuidando a las vacas, muchas vacas que no eran suyas.
Y la vaca se mete por una vereda que no debía de ir nadie porque se sabe que hay minas
y el niño va corriendo detrás de la vaca, la vaca pisa la mina y el niño sale por los aires.
Y supone la muerte o mutilación importante de personas que ya quedan absolutamente discapacitadas para siempre.
Exactamente. Muchas veces la discapacidad es horrible.
O sea, el último chico que acaba de ingresar en nuestra casa le faltan dos piernas y un brazo.
Neim perdió y estaba en el bosque, ¿no?
Y claro, este pobre chico ahora con un brazo, bueno, gracias a Dios es el derecho,
el futuro que tiene pues es el duro, ¿no?
Él tiene mucha alegría, él está estudiando otra vez, quiere seguir adelante,
pero este pobre chico que ha hecho malo para merecer esto, ¿no?
Es normal ir por determinadas zonas de Camboya y encontrarse con muchísimas personas,
un porcentaje de la población muy elevado en condiciones de mutilación que han padecido estos accidentes.
Aquí hay que añadir la precariedad propia económica del país
y las ayudas o recursos que tienen después para dar apoyo a las víctimas, ¿no?
Sí, por decirlo así, el problema de la mina se viene por encima o viene a añadir el problema de la pobreza, ¿no?
En Camboya la media que tenemos, o por decirlo así, es de cada 236 personas,
una está discapacitada, ¿no?, a causa de mina, que es altísimo y la mayoría de ellos pues son gente campesina
o antiguos guerrilleros, ¿no?, personas que estaban en la guerra
y son personas que pues carecen de una formación mínima para ganarse la vida
y encima tienen que sufrir una discapacidad no deseada
y además que esta discapacidad no, digamos, es fruto pues también de la pobreza
porque estaban en el campo, estaban en bosque, estaban haciendo unos trabajos que nadie quiere hacer, ¿no?
¿Hay algún mecanismo de transmisión de pedagogía dentro de lo que es este entorno cultural
de estos colectivos para explicar a los niños, pero es inevitable, ¿verdad?,
por mucho que lo sepan, es inevitable que puedan...
Sí, tenemos campañas en Camboya en todas las escuelas,
están, por decirse, en el currículum de los estudios de los niños durante tres cursos
y están a la luz pública, hay anuncios en la radio, en públicos, o sea, carteles,
hay todo tipo de anuncios, o sea, yo creo que el gobierno y ONGs que están en este campo
lo hacen estupendamente, lo hacen fenomenal, el mensaje es positivo, es estupendo,
pero claro, estamos trabajando con un sector de la población que no accede a todos estos medios
y también está en la supervivencia y después muchos de los niños que pichan las minas
no están escolarizados, eso es lo que hay que...
Yo, mi experiencia con los niños que están en casa, ninguno de ellos estaba escolarizado antes.
Comentaba usted este centro, el centro Arrupe, donde viven estos niños discapacitados,
pero también pusieron en marcha aquí en la zona de Camboya donde están ustedes
la silla de ruedas Mekong, es la marca, si me permite la expresión,
¿no es una silla de ruedas de madera?
Sí.
Con tres ruedas, tengo entendido.
Sí, es una silla que hemos diseñado en Camboya para las necesidades que tenemos allí,
es de madera, tiene tres ruedas, dos de ellas, las grandes, son de bicicleta,
es una silla de ruedas hecha para Camboya, para las necesidades que tenemos en Camboya, ¿no?
Es preciosa y además da una movilidad increíble, y bueno, y para mí es un pequeño milagro
que tenemos allí, yo la llamo que es nuestro octavo sacramento, porque es la que transforma
la vida de la gente.
Esta silla de ruedas que, claro, aquí nadie miraría para ella porque es de madera y es
algo más pesada que estas que se fabrican por Occidente, que son todas de metal y muy
ligeras, pero en Camboya da una movilidad impresionante, facilita que los niños pues
vayan a la escuela, que los jóvenes puedan ir a trabajar, que los mayores puedan ir al
templo, bueno, es impresionante.
Yo he visto transformaciones de vida gracias a esta silla de ruedas que nos lleva con sus
rueditas de bicicleta y la ruedita pequeña nos lleva a todos los rincones del país.
Y estamos, bueno, yo llevo con esta silla de ruedas ahora 12 años, ¿no? Y esta silla
yo veo que sigue transformando la vida de la gente de una manera increíble, increíble.
La cara de la gente se cambia a una sonrisa impresionante, a una visión de la vida diferente
y a unas actividades que eran insoñables antes, ¿no?
De todas maneras, aún bajo el riesgo de caer en el tópico, usted lo sabrá que vive
allí y comparte su vida con estas personas. Tienen un espíritu de superación bastante
superior a nuestro, ¿no? A nivel personal y colectivo.
Sí, la gente allí, claro, están viviendo en lo que llamamos la supervivencia, ¿no?
Y entonces tienen un espíritu de lucha para salir hacia adelante increíble.
Y, por decirlo así, están lo que llamaríamos aquí el estar deprimido y el estar, o sea, sin fuerzas.
Pues lo tienen por dentro, ¿eh? Lo tienen por dentro.
Porque cuando estás hablando con ellos aflora, pero ellos se enfrentan a la vida con mucho valor
y con mucha energía y con muchísima positividad.
Y entonces un pequeño instrumento, una pequeña ayuda, una pequeña palabra, un poco de compañía
les hace salir todo aquello que tienen bueno y mirar hacia adelante y tener muchísima fuerza.
Una última pregunta, Quique, que tiene que coger un avión para venir a Tarragona.
Sí.
¿Hay manera de quitar estas minas?
Sí, sí, estamos en ello.
¿Cómo se hace? ¿Cómo se quitan?
Bueno, pues hay muchísimos instrumentos. Tenemos desde lo más manual que se hace,
o sea, se hace caminando y van en equipos de tres y cinco personas y una persona es la que las quita,
se quitan manualmente, y se quita el detonante y se desentierra.
Tenemos perros también que saben olfatear las minas.
y tenemos maquinaria, maquinaria como unos pequeños bulldozers que caminan por donde están las minas
y están, bueno, hay accidentes también, pero hay un poco de maquinaria, hay, digamos, perros enseñados,
tenemos gente muy, muy experta.
Tenemos, en Camoya tenemos tres ONGs que trabajan en el de minaje y después también el gobierno con los militares
y trabajan muchísimo, muchísimo, pero mira, por dar un ejemplo, en una tierra que nos acaban de conceder
para dar a campesinos pobres, 25 hectáreas allá en Batambán, hemos pedido que se desminen,
han salido más de 200 minas en 25 hectáreas.
Claro, es una labor muy minuciosa, que se tarda mucho tiempo, muy costosa,
y hacemos lo que 25 hectáreas es nada, pues se tardaron más de cuatro meses en hacer.
Al trabajo de la prevención, de la desaparición de las minas, de la atención a las víctimas,
está la de la difusión de toda esta problemática que a veces nos queda lejos geográficamente,
espiritual y emocionalmente, yo creo que lo tenemos muy cerca.
Esta tarde le iremos a oír a la Fundación La Caixa.
Muchísimas gracias por atender nuestra llamada, Quique Figaredo, ha sido un placer
y lo será más esta tarde poder tenerle delante y que nos hable de su experiencia en Camboya.
Muy buenos días, gracias.
Muchísimas gracias, buenos días.