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96.7, Tarragona Ràdio, la ràdio de la ciutat
i també 3 sobre les vets, Tarragona Ràdio.cat.
Aquesta és la sintonia d'Andrés i Andrés.
Bona tarda, Andrés.
Bona tarda, Sílvia i companyia.
I com pots veure, ja estic aquí,
que clar, ahir ja es va conèixer amb el príncep,
ja tenia aquella primera contacta,
aquella primera relació.
Ja estàs neguitosa per saber què li passa a la cinicienta,
però abans, si em permets,
et diré aquesta tarda a les 6,
hi ha una altra joia cinematogràfica
allà al Centre Cultural, el Pallol,
a les 6 amb entrada gratuïta, repeteixo,
El ladrón de Bagdad,
un magnífic conte de les mil i una nit,
en Conrad Wade, Sabú, Juny, Drupes,
i que va ser feta l'any 1940,
una pel·lícula en colors,
un conte fabulós per portar els crius.
I no perdem més temps,
anem a sentir el final d'aquesta pel·lícula de Walt Disney,
La Cenicienta.
Ens recordàvem que ahir estàvem cantant Ell i Ella
i quedàvem més o menys d'aquesta manera.
Qu Thanks.
Esto es amor.
¡Ay, Dios mío!
¿Pero qué te pasa?
Eh, es medianoche.
¿Sí? ¿Y qué más da?
Adiós.
No, no, espere. No se vaya todavía. Es temprano.
No, por favor, déjeme ir.
¿Pero por qué?
Bueno, porque el príncipe. Tengo que ver al príncipe.
¿El príncipe? ¿Pero no sabes que yo...?
¡Adiós!
No, espera. Ven, por favor, regresa.
No sé ni siquiera tu nombre ni cómo encontrarte.
¡Espera, por favor! ¡Espera!
¡Adiós!
Cenicienta salió corriendo y al bajar las escaleras,
perdió una de sus zapatillas.
Quiso regresar por ella, pero vio que el príncipe ya venía cerca.
Entonces la dejó y siguió corriendo.
El reloj daba ya la sexta campanada
cuando la chica saltó dentro del carruaje
y este partió seguido por los guardias del palacio
a quienes el príncipe había ordenado que le dieran alcance.
¡Digan esa carroza!
¡Abre el carruaje!
En el momento en que el reloj sonó la doceada campanada,
todo volvió a su estado original, tal como lo había dicho la viejecita.
Los caballos volvieron a ser ratones.
El cochero volvió a ser el viejo caballo.
El lacayo, un perro.
El elegante carruaje, una calabaza.
Y Cenicienta, una chica cubierta de harapos.
Naturalmente, los guardias pasaron corriendo junto a ella sin conocerla.
Perdónenme.
Es que me olvidé de todo.
Hasta de la hora.
Pero...
Pero...
Pero me sentía tan dichosa.
Era tan guapo y al bailar...
¡Ah!
Estoy segura que ni el mismo príncipe puede ser como él.
Pero, en fin, ya todo acabó.
Cenicienta, mira, mira.
¡Mira!
¡Zapatito, zapatito!
¡Tu zapatito, Cenicienta!
¡Zapatito, zapatito!
En uno de sus pequeños pies aún estaba la zapatilla.
Su hada madrina quiso que la chica la conservara como recuerdo de aquella hermosa fiesta.
Muchas gracias, hada madrina.
Gracias por todo.
Por todo.
Y la zapatilla que Cenicienta había perdido al salir corriendo de palacio
fue llevada por el gran duque ante su rey.
¡Señor, que el príncipe ha jurado casarse con la doncella a quien le venga esta zapatilla!
¡Eso ha jurado, eh!
¡Ah! ¡Ya cayó!
Pero, señor, esa zapatilla puede venirle a un sinnúmero de doncellas.
¡Esas son pampolinas!
¡Dio su palabra!
¡Y ahora descubre!
¡No, no, no!
¡Bajestad!
Yo no quiero inmiscuirme en esto.
¡Trobarán la zapatilla a todas las doncellas del reino!
¡Y a la que le venga, me la traes!
¡Sí, sí, sí, sí, sí, sí, su majestad!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¡Dicela!
¿Qué?
¡Levántate!
¡Pronto!
¡No tenemos tiempo que perder!
¡Anastasia!
¡Anastasia!
¡Despierta, Anastasia!
¡Despierta, Anastasia!
¡Despierta, Anastasia!
¿Qué pasa?
¿Quién?
¡Todos en el reino hablan de lo mismo!
¡Es algo asombroso!
¡Date prisa que estará aquí de un momento a otro!
¿Quién?
¡El gran duque ha estado buscándola toda la noche!
¿A quién?
¡Pues esa chica!
¡La que perdió anoche la zapatilla en el baile!
¡Dicela!
¡Despierta, Anastasia!
¡Despierta, Anastasia!
¡Pues esa chica!
¡Despierta, Anastasia!
¡Pues esa chica!
¡La que perdió anoche la zapatilla en el baile!
¡Dicen que está locamente enamorado de ella!
¡El gran duque!
¡No, no, no!
¡El príncipe!
¡Despierta, Anastasia!
En aquel momento fue cuando Cenicienta supo
que con quien había bailado toda la noche
había sido el príncipe.
¿El príncipe?
¡El príncipe!
¡Qué torpe y qué tonta eres!
Recoge eso y ayuda a mis hijas a vestirse
¿Para qué?
Si está enamorado de esa chica, ¿qué tenemos que ver nosotras?
¡Oiganme bien las dos!
Aún puede alguna de las dos casarse con él
¿Sí? ¿Casarse con él?
¡Sí!
¡Mamá, explícate!
Escuchen, nadie, ni el príncipe siquiera sabe quién es esa chica
¡No sé! ¡No sé! ¡Se desienta! ¡Se desienta!
La única pista con que cuentan es la zapatilla de cristal
Y el rey ha ordenado al gran duque la prueba en cada una de las doncellas del reino
Si se llegara a encontrar alguna a quien le venga la zapatilla
Entonces, por voluntad real, esa será la esposa del príncipe
¡Su esposa!
¡Su esposa!
Al oír aquello, Cenicienta quedó como encantada
Y casi sin darse cuenta, murmurando su canción de amor
Caminó rumbo a su alcoba
Al escuchar a Cenicienta cantando el vals de amor
La madrastra se dio cuenta que Cenicienta era la misteriosa chica de la zapatilla
Y sigilosamente la siguió para encerrarla en cuanto Cenicienta entrara en su cuarto
¿Qué va a ser la vieja?
¡Shh! No sé, vamos a ver
Tintin.
Se le sienta, se le sienta.
Cuidado, se le sienta, se le sienta.
Cuidado, se le sienta.
Se le sienta, se le sienta.
Cuidado, se le sienta.
Se busca, se le sienta.
Mira, atrás, se le sienta.
¡Puerta, puerta!
¡No, no, por favor!
No me puede usted dejar aquí.
Déjeme salir, por favor, déjeme salir, por favor, déjeme salir.
Hay que conseguir esa llave, Gus Gus, hay que conseguirla como sea.
Ya está aquí, el duque, duque, duque.
¿El du, du, duque?
El gran duque, con la zapatilla, vamos para allá, pronto.
Sí, sí, llave, yo te observo.
¡Mamá! ¡Mamá! ¡Ya está aquí! ¡Ya llegó el gran duque!
¿Me veo bien? Estoy tan emocionada.
Niñas, niñas, es su última oportunidad.
No la pierdan.
¡Su Alteza Imperial, el gran duque del reino!
Vuestra Alteza honráis, mi humilde mansión.
Ya lo sé.
¿Me permitís presentaros a las dos flores de esta casa, Grisela y Anastasia?
¡Vuestra Alteza!
Sí, es una flor, sin duda.
Anastasia fue la primera en hacer grandes esfuerzos por calzarse la pequeña zapatilla.
Pero todo lo que lograba era apenas meter la punta de su pie.
Bueno, se me ha de haber inflamado un poco el pie.
Después de bailar toda la noche con el príncipe, era natural.
¡Aquí me quedaba muy bien!
¡Usted me lo está probando mal a propósito!
¡Aproximisto, idiota!
¡Déjame!
¡Y yo me lo pondré!
¡Lárame de aquí!
¡Verán cómo sí me viene!
Doblando a grandes penas su robusto pie, Grisela logró meter la punta y el talón dentro de la pequeña zapatilla.
¡Ay! ¡Ay!
¿Lo ven?
¡Lo viene!
Pero como el pie de la hermanastra había quedado materialmente hecho un arco,
al intentar mostrar al duque que la zapatilla le venía,
el pie se extendió y la zapatilla voló por los aires.
Y por milagro pudo atraparla el duque antes de que ésta se estrellara en el piso.
¡Perdonada, Alteza, os lo suplico, no volverá a ocurrir!
¡Así lo espero, madame!
Mientras tanto, los ratoncitos, Jack y Gus Gus, habían encontrado la llave de la alcoba donde estaba encerrada Cenicienta.
Y después de grandes esfuerzos, habían logrado meterla por abajo de la puerta.
Ya con la llave, Cenicienta pudo abrir y correr escaleras abajo,
llegando en los momentos en que el gran duque se disponía a salir.
Sois las únicas doncelles que hay aquí, espero, supongo.
No hay ninguna otra, Alteza.
Eh, finito.
¡Bongiorno! ¡Bongiorno!
¡Su Alteza! ¡Alteza!
Esperá, ¿puedo probármela?
¡No le hagáis caro!
¡Es la andrajosa de Cenicienta!
¡Es la cocinera!
¡Sólo una criada!
¡No puede ser!
¡Está loca!
¡¿Dónde está sucia?!
¡Es una pobrecilla desequilibrada!
¡Madame, me mandan y obedezco!
¡Así pues, apartaos!
¡Eh, preciosa!
La madrastra sabía bien que a Cenicienta le vendría la zapatilla
y pretendiendo que tropezaba,
hizo caer de las manos del gran duque la delicada zapatilla de cristal,
que al rodar por el suelo se rompió en mil pedazos.
¡Oh, no!
¡Oh, no, no, no, no, no, no, no, no, no!
¡Esto es horrible!
¡El rey, me arrancará la cabeza!
¡Oh, mi pescuezo!
Tal vez yo pudiera ayudaros.
¡Oh, no, no, no, no, no, no, no!
¡Ya nadie puede hacer nada, tú, tú, infinito!
Pero es que yo tengo la otra zapatilla.
Ante el júbilo de todos los amiguitos de Cenicienta
y el natural enojo de la madrastra y hermanastras,
el gran duque comprobó que Cenicienta era la legítima dueña de la zapatilla de cristal.
Y con toda pompa, la hermosa joven fue llevada a palacio ante el rey y su enamorado príncipe.
Pronto tuvo lugar la gran boda real, cumpliéndose así los sueños de Cenicienta y del príncipe,
quienes vivieron por siempre felices.
¡No me parece ya la dicha, el puesto por venir!
¡No importa quién por el camino, por todo está el destino!
¡Y el sueño se me alí estará!
Ai, ja estaven aquí tots, ja m'han tret un pes de sobre, Andrés.
T'han convidat a la oda i el que faci falta, eh?
I ara parlem d'una altra pel·lícula molt bona d'aquesta tarda,
allà al Centre Cultural del Pallol, El ladrón de Bagdad.
Una pel·lícula de sabú que farà la delícia dels petits i dels grans.
I s'ha de tindre present que aquest mes estem fent el cicle dels joves i l'aventura
que està dedicat al Club Maginet.
I el Club Maginet, com cada any, fa un concurs.
I aquest any el concurs de redacció és...
Què t'agrada més, el Maginet o la tecleta?
Sabem que allà al Consistori, quan surten els gegants i els capgrossos,
tenim un capgros del Maginet i aquest any va sortir el de la tecleta.
Llavors els nens, les nenes, els iaios, els tiets, en fi, els que vulguin,
fan un escrit d'un foli i ens el porten allà al dia del cinema
i obsequiarem amb llibres a quasi tots els nens, si no són tots.
Ja sabeu, fer-ho amb una bonica redacció, entregar-la el mateix dia, no?
Avui mateix.
Bé, fins al dia d'entra en temps.
Però que poden avui mateix, si la tenen feta, que poden entregar-la allà i ja està.
I si no, doncs el dimarts que ve.
Andrés, fins la setmana vinent.
Fins la setmana vinent.
Fins el dimarts vinent.
Sí, Déu vol.
Adéu-siau.
Fins la setmana vinent.