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Arxiu/ARXIU 2007/ENTREVISTES 2007/


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Time transcribed: 18d 23h 28m 8s

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Ahir coneixíem en aquest espai de turisme urbà
més detalls de la ciutat de Bilbao,
com estem fent al llarg de tota la setmana,
i en concret coneixíem més detalls sobre el Museu Guggenheim,
segurament l'actual símbol de la ciutat de Bilbao.
Ens van explicar ahir molt per sobre com va néixer el Guggenheim,
fruit d'aquest procés de transformació
que havia viscut la ciutat en els últims anys.
Avui volem ampliar precisament més aquest aspecte.
Avui volem incidir sobre com va tenir lloc
aquest procés de canvi de la ciutat de Bilbao,
un procés que, de fet, no s'ha acabat ni molt menys.
De fet, es tracta d'un procés que s'ha batejat,
podríem dir, com a regeneració en Bilbao,
i avui en volem conèixer, com dèiem, més detalls.
Per això tenim a l'altra banda del fil telefònic
el primer tinent d'alcalde de l'Ajuntament de Bilbao,
el senyor Ivonne Arezzo.
Senyor Arezzo, Egonon, bon dia.
Bon dia.
Què tal, com estem?
Molt bé, estem bé.
Aquí, en agosto, com bastant més tranquil·los que en altres épocas.
Seguro.
Senyor Arezzo, ¿cuáles fueron los motivos
de la degradació de Bilbao durant els anys 70 i 80?
Bueno, pues, fue que nosaltres teníem un monocultivo econòmico,
que era la industria pesada,
la siderurgia, la construcció naval,
els grans bens d'equip, maquinaria pesada, etc.
I aquest tipus d'industria, no en Bilbao,
sinó en tot el món occidental,
pues, entró en crisi en esa época.
I això ens produix una situació de desempreu,
pues, del orden del 30% en el área metropolitana.
I algun municipi com es estat,
pues, llego al 35% de paro.
Claro, això produix un procés de degradació
urbana i també social, ¿no?
Hubo problemes de desempreu,
de pobreza, de droga,
de deterioro medioambiental.
Las ciudades industriales siempre éramos medioambientalmente
bastante deterioradas,
pero con la situación ya de crisis,
el deterioro fue completo.
Normalmente, cuando yo soy arquitecto,
cuando asisto a conferencias, etc.,
lo que mueve a las ciudades a cambiar
suele ser la sostenibilidad, el medioambiente,
la Agenda 21, etc.
Y yo tengo que reconocer, aunque sea poco político,
que a nosotros lo que nos movió era el empleo.
Nosotros teníamos que salir de esa situación de paro
y buscar una nueva economía.
Y esto fue el motor del cambio.
Fue casi, pues, un impulso de supervivencia, ¿no?
Puramente.
Era una ciudad que se moría,
bueno, se estaba muriendo claramente,
y tuvimos que reaccionar por la supervivencia.
¿A partir de qué momento, exacto?
No sé si hay un punto de inflexión
en que los responsables políticos de ese tiempo
ven la necesidad de transformar
de forma inmediata esas zonas industriales.
Sí, a finales de los años 80.
A finales de los años 80 es cuando se crean ya
los mecanismos de planificación
para decir que hay que salir de esa situación.
Y se hace un plan estratégico por un lado
y el plan general de Bilbao también por otro lado.
Yo fui el director del plan general en aquel momento.
Yo soy, como he dicho, arquitecto urbanista.
Y tuvimos que transformar la ciudad.
Las ciudades tienen que ofrecer dos cosas a sus habitantes.
Por una parte, una calidad de vida,
un sitio, un entorno grato para vivir,
con mejor calidad del medio ambiente,
con más oportunidades de ocio,
de acceso a la vivienda, etc.
Pero la segunda cosa que tienen que ofrecer las ciudades
es mayor nivel de renta,
más empleos y los mejores remunerados posibles.
Y esas dos circunstancias,
normalmente en los modelos de ciudad,
como éramos las nuestras de industria pesada,
éramos ciudades ricas,
pero medioambientalmente muy deterioradas.
El nuevo empleo iba a estar en el sector terciario,
está claramente en el sector terciario.
Y el sector terciario requiere entornos mucho más selectivos
para poder implantarse.
Y entonces tuvimos que cambiar todo nuestro chasis físico
de ciudad industrial fea sucia
a ser una ciudad más amable
que permitiese la implantación de nuevas actividades económicas
que nos diesen el empleo que habíamos perdido.
Es decir, que aunque no buscábamos el medioambiente,
tuvimos que regenerarnos medioambientalmente
precisamente para conseguir la implantación
de esos nuevos empleos.
La desaparición física de esas industrias
fue un primer paso.
La zona de la ría del Nervión
fue una de las zonas donde tuvo lugar
algunas de las intervenciones más urgentes,
más prioritarias.
Y con el paso de los años,
el Museo Guggenheim se ha convertido un poco
en el símbolo de este nuevo Bilbao.
Sí, nosotros al Museo Guggenheim le debemos mucho.
Tiene un peligro.
Y es que la gente desde lejos puede pensar
que aquí cayó en paracaídas un museo
y que se transformó la ciudad.
¿Cómo consiguieron que el Museo Guggenheim
se instalara en la ciudad?
Y no sé si ustedes ya tuvieron el olfato
o ya intuían que el Guggenheim
pudiera tener el éxito
y esa capacidad de atracción incluso
para hacer ese cambio tan importante.
Bueno, fue una opuesta muy arriesgada.
No sé si me voy a alargarme corta
porque el tiempo en radio sé que es fundamental.
Pero es un milagro el que el Guggenheim viniese a Bilbao.
En primer lugar, cuando nosotros nos enteramos
que la Fundación Guggenheim quería desembarcar en Europa,
quería internacionalizarse,
bueno, nosotros teníamos previsto en nuestro planeamiento
hacer un museo, además del Museo de Bellas Artes
que ya teníamos, un museo de arte moderno y contemporáneo.
Y pensamos que si venía la...
Si ese museo nacía de la mano del Guggenheim
nacería con fuerza desde el principio.
Un museo tarda en madurar, en tener obra de arte y en madurar.
Y nacería con fuerza desde el principio.
Entonces les llamamos para que viniese a Bilbao
como una posibilidad de implantación aquí.
Claro, cuando vinieron los americanos
esto estaba todo destartalado y quedaron espantados.
Era el último sitio de Europa donde querían venir.
Y la gente puede decir, bueno, ¿y por qué vinieron?
Pues porque en Europa todo el mundo les dijo que no.
Tan sencillo como eso.
Se quedaron sin novias,
les explicamos el proceso de transformación
que queríamos hacer, bueno, y les convencimos,
pero sobre todo porque no tuvieron otras alternativas.
Y ahora debe haber algunas ciudades de esas
que antes dijeron que no,
que se deben estar tirando de los perros.
Evidentemente.
Pero, claro, dirán, bueno, los americanos no querían ir ahí
y eso se entiende.
Luego lo puedo explicar
porque otras ciudades dijeron que no.
Pero, por otra parte,
los bilbainos dirían estarían encantados.
No.
Si nosotros hubiésemos hecho un referéndum, una encuesta,
entre el 90 y el 95% de la población
hubiera votado en contra.
El éxito es ahora, pero ayer lo repasábamos,
hablábamos con Marga Meoro
del Departamento de Comunicación del Wunheim
y nos explicó las reticencias,
incluso el rechazo que había entre la ciudadanía
durante los mediados de los 90.
Y eso se explica bastante fácilmente.
No son hechos que están ahí, sino que se explican.
En un momento de profundísima crisis industrial
se entendía que todos los recursos públicos
tenían que estar destinados a sostener el aparato productivo,
a ayudar a la industria y a sostener el empleo.
Y que, en esas circunstancias,
gastar 22.000 millones de pesetas
era una auténtica frivolidad.
La operación costó 22.000 millones de pesetas
y que era una frivolidad en ese momento
que lo que había que hacer era sostener la industria.
Los que apostábamos por el museo
entendíamos que, por encima,
siendo además de una apuesta evidentemente cultural,
era una apuesta económica.
Era una apuesta que iba a generar empleo.
Y, evidentemente, eso, digamos, fue el éxito.
Podría haber sido un fracaso, pero fue el éxito.
He dicho que el museo costó 22.000 millones de pesetas
y el incremento del PIB, del Producto Interior Bruto,
en la Comunidad Autónoma Vasca,
el primer año de funcionamiento del museo,
fue de 24.000 millones de pesetas.
Es decir, que en menos de un año
la sociedad vasca recuperó la inversión.
El salto mortal sin red casi les salió bien la jugada
y ahora mismo el Museo Guggenheim y el Palacio de Euskalduna
son las joyas de la corona de una macrointervención
en la zona de Abandoibarra,
la zona más conocida, supongo,
la zona al lado del Nervión.
Pero, ¿qué otras actuaciones, a grandes rasgos,
han llevado a cabo durante todos estos años?
Bueno, nosotros estamos actuando
básicamente en el entorno de la ría.
Y se dirá, ¿y por qué el entorno de la ría?
Primero, porque es un frente de agua,
lo mismo que Tarragona, el frente de mar,
otras ciudades que tienen el frente del lago,
sobre todo cuando han estado colonizadas
por zonas industriales,
el recuperar ese frente de agua
es un elemento de una potencialidad urbanística terrible.
Aquí nos estamos peleando
para soterrar la vía del tren,
un proceso que ustedes tengo entendido
que sí que han llevado a cabo.
Eso sí. En una parte lo hemos retirado
y en otras partes lo hemos aterrado.
Entonces, el dar la ciudad al agua
es uno de los valores importantes de una ciudad.
Pero es que, además,
la ría de Bilbao fue la arteria
por donde entró todo lo que es
la navegación y la industria.
Y, por tanto, las márgenes de la ría
se colonizaron por actividades industriales y portuarias.
Y esas zonas son, digamos,
las que tienen más oportunidad de transformar
porque es donde estaba la crisis
y, por tanto, es la ría el eje de la transformación.
Nosotros, fuera de lo que es
el propio municipio de Bilbao,
en el área metropolitana de Bilbao,
también estamos regenerando otras zonas.
En Paracaldo tenemos todavía trabajo por delante.
En este momento también con Saja Hadid
estamos haciendo un proyecto para Zorro Zorre.
Y, bueno, pues digamos que el proceso de regeneración
va bien para adelante.
Nuestro mayor reto es no la regeneración física,
que nos está saliendo bien
y está resultando exitosa a nivel internacional,
sino a ese cuerpo que le estamos poniendo
a ver cómo luego le ponemos un alma.
Digamos cómo conseguimos, digamos,
tener actividades económicas punteras
de investigación y desarrollo, etcétera,
y dónde podemos ser competitivos internacionalmente
en algunas materias.
Ese alma, eso que es lo no físico,
que es más difícil de visualizar,
que la transformación física,
es nuestro segundo reto.
¿Tienen alguna asa en la manga,
alguna apuesta como la del Wuh,
en Jaime, a su tiempo,
para esa segunda, tercera fase
del proyecto de regeneración Bilbao?
Bueno, sí, nosotros estamos tratando
de desarrollar los parques tecnológicos,
que ya están, funciona bastante bien,
y la gran apuesta tecnológica sería
una planta, a poder ser europea,
de generación de neutrones por explanación.
Es una cosa científica bastante compleja,
que sería algo parecido al Wuh,
si conseguimos traerlo.
Uno de esos proyectos referentes a nivel mundial.
Eso es, científico a nivel mundial.
Hemos hablado antes de la reacción de los bilbaínos
sobre la instalación del Guggenheim,
pero más allá del Guggenheim,
de este edificio concreto,
¿cuál ha sido la reacción de los bilbaínos
a todo este proceso de regeneración,
de cambio de la zona?
Pues al principio era de incredulidad,
la gente estaba muy derrotada económicamente
y psicológicamente, y no pensaba,
es decir, cuando nosotros empezamos a hacer los proyectos,
decían Bilbao es la ciudad de las maquetas,
y no se creían que realmente todo eso
iba a llevarse a cabo.
En este momento, pues de satisfacción,
evidentemente, pues se ha recuperado la autoestima
y se ha recuperado la economía, ¿no?
Nosotros en este momento en Bilbao
estaremos con un índice de paro del 8%,
y ese paro, pues mucho también es derivado
de la inmigración, no de la inmigración histórica,
que era de la península,
que venía a trabajar a la industria
y funcionaba bien,
sino pues de esta inmigración,
o bien centroamericana o sudamericana,
o Magrebí, o de los países del este,
pues que todavía no la podemos absorber,
y aunque en la comunidad autónoma
el paro puede ser del orden del 4 o 5%,
en Bilbao todavía tenemos un 8% de paro.
Tenemos entendido que este proceso
ha sido galardonado con distintos premios
y que incluso muchas otras ciudades
se han fijado en ustedes
como estereotipo para esta transformación, ¿no?
Sí, sí, hemos recibido,
bueno, pues entre los premios que me acuerdo,
uno de ellos es el de la Bienal de Venecia
de Ciudades Frente al Agua.
Digo la Bienal porque es un elemento
especialmente conocido, ¿no?
Pero sí que recibimos muchísimas visitas
de corporaciones, de ayuntamientos,
de políticos, de otro tipo de gente
de toda Europa y de todo el mundo,
pues a que les expliquemos un poco el proceso
y a veces también a mí me suelen invitar
a asistir a congresos para que lo expliquen.
Ahora, cuando el proyecto, su criatura,
pues ya está creciendo,
ya está en buena salud,
¿cómo ve, cómo recuerda esos inicios, señor Aliso?
Muy difíciles y además con apuestas arriesgadas.
Gastar 22.000 millones de pesetas en un museo
si llega a salir mal,
pues hubiera sido un desastre, digamos, político, ¿no?
Y además, no solo es que la gente entendía
que era una apuesta que no había que hacer,
que había que gastar el dinero en otras cosas,
sino que el propio mundo, digamos,
de la cultura, etcétera,
que podía estar alrededor,
pues estuvo bastante en contra.
Pues entendían que el Museo Guggenheim,
para poder exponer en él,
no valía con ser un artista local,
sino que tenías que tener un cierto nivel internacional
y hay artistas locales que lo tienen,
pero otros no.
Y muchos de los recursos que se gastaron en el museo,
pues en aquel momento enflaquecieron
las ayudas a la cultura, ¿no?
Y entonces se nos dijo, pues que esto era
el colonialismo americano,
que éramos los más tontos de Europa,
que lo que todo el mundo había rechazado
nos habían engañado a nosotros,
que era la cultura Coca-Cola,
el Magú,
y en ese ambiente contrario
en el que tuvimos que hacer una apuesta
que si nos llega a salir mal,
pues evidentemente nos echan.
Señor Ribonares,
el primer teniente del alcalde
del Ayuntamiento de Bilbao,
gracias por atender esta mañana
la llamada de Almatida a Tarragona Radio
y que vaya bien este mes de agosto, ¿de acuerdo?
Pues muchas gracias y buen día.
Hasta luego.
Buen día.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
EspeCI mundo.
Agurro.
Agurro.
Yeah.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.
Agurro.