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Arxiu/ARXIU 2009/ENTREVISTES 2009/


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Time transcribed: 14d 22h 12m 59s

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Fins demà!
No és una nena, ja té una edat relativament jove, però jo m'imagino que l'esperit d'una dona lluitadora com ella es manté malgrat el pas del temps.
Estem parlant de la tarragonina Antonia Arjona, de 79 anys, és veïna de Bona Vista.
És una de les dones que la Generalitat homenatjarà avui a la tarda per la seva feina al capdavant del moviment veïnal dels anys 70.
Un acte que presidirà José Montilla, president de la Generalitat.
I ara nosaltres tenim Antonia Arjona a l'altre costat del fil telefònic.
Està una miqueta delicada de salut, amb la qual cosa fins i tot aquesta tarda no podrà atensar-se al Palau de la Generalitat per participar activament d'aquest acte.
I tampoc no ha pogut venir a la ràdio, lògicament, però no ha renunciat i li agraïm moltíssim posar-se al telèfon.
I la volem saludar, però ja, Antonia Arjona, muy buenos días.
Antonia?
Jo crec que sí, que teníem l'Antònia per aquí.
Ho tornem a intentar, Antonia?
Potser l'han trucat a la porta, hi ha anat a parlar amb algú?
Ho provarem ara ràpidament, o potser espera, a veure si li ho donem pas d'una altra manera.
Jo crec que immediatament podrem tenir l'Antònia Arjona.
O s'ha tallat la comunicació?
Fem una pausa, Lluís, si et sembla.
No contesta o s'ha tallat la comunicació pel que es veu?
Doncs fem una petita pausa i a veure si podem recuperar la comunicació amb Antonia Arjona.
Tarragona es presenta a Capital Europea de la Cultura el 2016.
Necessitem el teu entusiasme i col·laboració.
Dóna'ns el teu suport a Tarinti a través de la web www.tarragona2016.org
o a qualsevol recinte del Museu d'Història de Tarragona.
Tarragona es connecta amb la cultura.
Arriba la caminada popular d'hivern.
El patronat municipal d'esports et convida a fer exercici
i coneixer les instal·lacions esportives de la ciutat.
El diumenge 15 de febrer t'esperem a les 9 del matí
al complex esportiu de Sant Salvador.
Et pots inscriure al punt del patronat de turisme del Portal del Roser
o a les instal·lacions esportives municipals de Camp Clar,
Serrallo, Sant Pere i Sant Pau i Sant Salvador.
Caminada popular d'hivern.
Fes esport, fes salut.
Niña de barrio
Quasi que ens estalvim la introducció que ja l'havíem feta anteriorment
i ara jo em penso que sí que podem saludar la nostra convidada.
Antonia Arjona, buenos días.
Hola, buenos días.
¿Usted se acuerda el primer día que llegó a Tarragona?
¿El día que llegué a Tarragona?
¿Por primera vez?
Por primera vez.
La verdad es que no me acuerdo aquella fecha.
¿Y qué edad ha tenido usted?
En los años 60 porque mi hija nació, la primera, nació en los 56, nació en Lérida.
Sí.
Pero en Tarragona fue la segunda hija que tiene ahora, nació en el 60, a primero, en enero.
Y pues llevaba, cuando nació mi hija, llevaría yo, un año no llevaba de estar en Tarragona.
En el 60 no llevaba un año.
¿Y ya directamente fueron a vivir o lo que hoy conocemos como Bonavista?
Sí, Bonavista.
Fuimos a vivir, primero fui a una casa de palleses, una masía de los palleses de Regay y esto.
Sí.
Y de allí nos fuimos ya a Tarragona, rearquilada.
Y allí rearquilada, que era en las Ramblas.
De allí es cuando se empezaron a vender aquí los trozos de tierra para edificar.
Claro, y cada uno iba haciendo.
Y cada uno.
Entonces allí, estando allí en Tarragona, aquí se compraron los trozos.
Nosotros compramos entre tres hermanos.
Y cada uno se hizo un bloque.
Se ayudaban los sábados y los domingos.
Venían y ya está, las mujeres ayudábamos.
Claro, pero ahí Antonia en esa época y haciéndolo de esta manera no había alcantarillado.
Por lo tanto yo me imagino que harían fosas sépticas, no había luz, no había nada.
En aquellos tiempos, te voy a decir cómo se empezó esto.
Esto se empezó cuando ya sé cada uno, tenía un trozo.
Y luego empezaron cada uno a edificar.
Aquí no había ni arquitectos, ni nadie que marcara un edificio, ni una construcción.
Cada uno se lo iba haciendo.
Todo muy pobre de Tochana y todo.
Entonces no había nada de agua, nada de alcantarillado.
Eran piedras porque esto era como una montañita.
Había muchos argarroceros.
Y no había otra cosa.
Nada, bueno, los colegios vinieron después.
Entonces hubo que luchar, empezando por la luz.
A ver, cosas básicas, que era la luz, no había luz.
No había luz.
Y la plantearon, el ayuntamiento dijo, bueno, algún vecino si quiere poner algunas luces en aquellos sitios
que había mujeres que ya iban a la tabacalera, ya se habían hecho varias casas.
Y entonces algunos pusieron algunas luces que el gobierno aún está esperando que las cobre.
Los que vieron aquellas luces.
Pues creo que tendrán que seguir esperando a estas alturas ya.
Ya no creo yo que...
Aquí no se cobró.
Bueno, y entonces las luces y el agua.
A ver si sin agua.
Teníamos que ir para la obra, no había agua.
La canonja.
Luego nos pusieron allí una tubería.
En Buenavista había un nacimiento de agua y sacaron una tubería.
y había siempre una cola para coger el agua para la obra.
A mí me han explicado, perdón y Antonia, que cuando llovía, aquello era espantoso.
De barro hasta las rodillas.
Sí, mira.
Aquello era barro.
Si no había, no estaba nada edificado.
Y entonces era montaña.
Y como todo estaba enobrando, estaba todo levantado.
Era todo haciéndose en las casitas.
En las calles eran...
Y además hubo dos o tres veces que gente que venía para trabajar por la mañana,
trompezaron chicas.
Y aquello era horrible.
Un ámbulo oscuro, sin luz.
En el invierno, cuando se ponía a llover, sin luz.
Y en unas calles, pues todo con trozos de piedra, porque esto era un rústico.
Aquello era horrible.
Y debía ser difícil porque muchas de las familias tenían niños pequeños, como usted.
Y además también venían sus padres o personas mayores.
Yo venía con una niña de cinco años.
Que fue la primera que nació en el Valle de Arán, en Lleida.
Esa venía con cinco años.
Y la primera nació, la última, ella nació en el 56, el 1 de enero.
Y llevábamos como un año más o menos de estar viviendo ya aquí.
Y ya nos empadronamos en Antequera.
A partir de los 60, puedo decir que yo ya estaba...
A ver si lo digo.
Ya estábamos de harta aquí como...
Sí, sí, empadronados.
Ya vecinos de Tarragona, formalmente, claro.
No me salía empadronado.
Mi hija nació en Santa Tecla, la pequeña.
Entonces, a partir de los años 60, yo puedo decir que ya estaba yo viviendo en Tarragona.
Ya ha dicho usted, Antonio, una cosa muy interesante.
Que los hombres, los fines de semana, iban construyendo las casas.
Y dice, las mujeres ayudábamos.
Las mujeres...
Las mujeres ayudaban, aparte de dedicarse a los niños, a la comida y a todo, ¿no?
Éramos, era más todavía.
Era un sacrificio enorme lo que se hizo en aquellos tiempos aquí.
Las mujeres íbamos todas a hacer faenas.
Porque las casitas, los hombres ganaban un poquito de dinero.
Eran todos hombres que trabajaban de peones, que no eran oficiales, ni tenían carreras ni nada.
Y las mujeres teníamos que ir todas las mañanas a trabajar.
Y después teníamos que ayudarle.
Los sabios, los domingos, acarrabábamos agua, teníamos toda la semana.
Y para ir a lavar íbamos a la canoja.
Íbamos a buscar agua en casa como podían lavadas.
Eso fue arrancar el pueblo.
Y una vez que ya el pueblo se arrancó, ya empezaron a poner el canterillado, la luz.
El agua costó mucho también de ponerla, porque el agua nos costó mucho.
Aunque la luz y el agua empezaron a ponerla.
Pero fue porque ustedes protestaban mucho.
Pero no era protestar.
No era pedirlo, ¿no?
Era que hicimos una asociación de vecinos.
Y todos íbamos a una, como eso de Fuente Osuna, ¿no?
Que eran todos a una.
Sí, sí, nos estaban unidos, ¿eh?
Porque aquello era, todos los días, la asociación de vecinos, muy irresponsable.
Porque sabíamos que se trataba de cosas muy nuestras que no podíamos tirar para adelante.
Y allí se decía, mañana se va a hacer una manifestación.
Vamos a Tarragona a pedir esto y esto.
Y al otro día vamos a cortar una carretera.
Hubo aquí palos.
Aquí hubo la policía, venía porque en medio de la calle pidiendo ambulatorio, ambulatorio.
Hacíamos unas manifestaciones con un altavoz.
Que era un ambulatorio y allí se decían cuatro palabras.
Hay que hacer, bueno.
Y eso era así hasta que, pero para poder lograr que nos levantaran las calles de aquello costó mucho.
Bueno, pues luego nos encontremos que la fratada octava.
Pero colegio, no había colegio.
Los niños ya empezaban los cuatro bajillos que tenían bajo, los alquilaban.
Y ponían allí una clase, mar puesta, con unos bancos, aquellos, otros en el suelo.
Aquello tampoco se podía soportar porque ya empezaron a nacer más niños.
Además, los que vinimos aquí ya veníamos con niños.
Entonces, aquello fue una lucha.
Pero conseguí unos colegios y conseguí un ambulatorio.
Estábamos todos los días en Tarragona.
Yo me acuerdo que para lo del agua juntamos unas pocas de mujeres que iban a trabajar.
Y yo les dije, mira, vamos a ir al alentamiento con los cacharros del agua.
Con toda la jarraza de plástico, con lo que sea.
Y nos presentamos allí y muchas decían, es que yo, Antonia, tengo que ir a trabajar a las dos.
Es que yo digo, bueno, de allí nos vamos al trabajo que yo también tengo que trabajar.
Porque yo estuve trabajando aquí en una oficina 15 años.
Y después haciendo faena hasta ahora, que ahora estoy guardada de tanto...
De tanto trabajar, Antonia.
Ahora estoy guardada.
De tanto trabajar.
Porque usted hacía eso, y no solo usted, sus compañeras también.
No, no lo he dicho.
Que éramos todos, todos nos manifestamos.
Y entonces algunas, pues, Antonia, hoy decían, no, yo mañana no puedo ir por esto.
Bueno, los que podían ir, ya que íbamos a la manifestación, pues hay que ir al ayuntamiento.
Aquí manifestaciones eran a diarias.
Cada vez que veíamos, si pasaba un poquito de tiempo y no se lograba nada, otra vez más manifestaciones.
Más, en medio de la calle se formaban allí y se convocaban con el altavoz.
Salían de la asociación con el altavoz a la asociación de vecinos.
O en medio de la calle porque no cogía a la gente.
Y así fue.
Y luego para el ambulatorio fue horrible.
El ambulatorio venía...
Aquello costó mucho, ¿verdad?
Costó muchísimo, ¿eh?
Mucho, mucho, mucho, mucho.
Yo les digo que el ayuntamiento no se decidía por luz, que menos que luz.
A veces, un pueblo que ya estaba en obra y estaba en todas las calles levantadas.
Aquello, como he dicho, era barro.
Todo lo que había, cuando llovía caía en cuatro gotas, la gente trompezaba, se caía.
Y el ayuntamiento dijo, bueno, los vecinos, a donde haya allí un sitio que sea más estratégico,
que se ponga una lupa porque la gente pueda...
Y, bueno, algunos pusieron luces que nos las cobraron, como se lo he dicho.
Pero aquello no era.
Y había que insistir una vez y otra para lo mismo.
Insistir.
Todo eran luchas.
Y aquí venía la policía.
Yo en mi puerta tenía la policía.
Pues, mira, las veníamos a ir dos por tres como si hubiésemos hecho crímenes en la gente.
O sea, que trabajar, cuidar de la familia, ir a reclamar aquello que tenían por derecho.
Por derecho, porque es que Buenavista se hizo de la nada.
Aquí no, el ayuntamiento, porque está el barrio de Resuerta,
que el ayuntamiento hizo unos bloques chiquititos, pero baratos.
Ya había un centro cívico.
Ya había un ambulatorio, más bueno, más malo.
Ahí no había nada.
Aquí no había nada de nada.
Aquí se empezó de la nada, de nada.
Una montañita, empezamos cada uno a hacer su casita.
Una montañita.
Sin agua, sin luz, sin nada, de nada.
Y ya familias, todas con familias, todos jóvenes.
Porque nosotros aquí, yo tenía cincuenta y tantos años, tenía yo cuando vine aquí.
Y, pues, aquello era horrible.
Pero fue una lucha, a Lugo hicimos una, porque nos subieron en el autobús,
el autobús nos subieron ya para arriba, porque tampoco podían entrar.
Teníamos que bajar abajo a la carretera de Valencia.
Y cogerlo allí.
Y coger la de la canonja, que venía y paraba allí enfrente.
Porque la subida de la Buenavista era todo como pedruco, y allí no podían subir coches.
Entonces, aquello fue otra batalla.
Y aquello querían que lo hiciéramos, que no sé si se lo han dicho,
los padres de familia, que hiciéramos toda aquella subida para arriba.
Que aquello lo picáramos y lo afastáramos para que subiera el coche.
Aquello querían que lo hiciéramos nosotros.
Aquello lo plantearon.
Y la asociación dijo que no, que eso ya era del pueblo.
Y le pertenecía, pues, o a la 12 carretera, o al pueblo, que era ya una entrada del pueblo.
Y, pues, bueno, lo pusieron, pero ya tarde.
Pero siempre era reivindicando, ¿eh?
No, era pedí.
Antonia.
Pero repetí, repetí pidiendo.
Y, es que, dígame una cosa, Antonia.
Hoy día, bueno, Buenavista, lógicamente, todos sabemos cómo está ahora Buenavista,
lo que tiene también, como todo en esta vida, hay cosas a mejorar.
¿Usted cree que hoy día hay que reivindicar algo?
¿Le falta algo a Buenavista?
Por lo cual, ¿valiera la pena salir a la calle?
Mucho.
Dígame.
Mucho.
Y yo todavía...
Mira, llaman a la puerta, sí, sí.
Vaya, vaya, tranquila.
A ver qué va Antonia, que añaba a la puerta.
Era justo en el momento en que yo, porque ella dice que está delicada de salud, que
si no, se aboca...
No, dígame, Antonia, no se preocupe.
Es una cuñada mía, que era otra víctima de aquellos tiempos.
Ya, también una luchadora como usted, ¿no?
Sí, porque ella es mi cuñada, entre mi hermano que estaba a casa con ella, entre otro hermano,
entre mi marido, pues aquí subimos el bloque para arriba, cada uno se hizo su bloque.
Aparte de familia, vecinos.
Vecinos.
Pues, Antonia, dígame, ¿por qué saldríamos hoy a la calle si hablamos de Buenavista?
¿Qué habría que reivindicar en este momento?
Aquí en Buenavista hay que reivindicar muchas cosas.
Hay que reivindicar una vigilancia municipal, que aquí han robado una joyería tres veces
seguidas, a las diez de la mañana.
Aquí no hay servicio de policía de noche.
Aquí, mire usted, pusieron en la plaza, arreglaron la plaza y pusieron unos bancos nuevos.
Los rompieron estos que andan por la noche, que no veo.
Si hay una policía y los controla, no hacen nada.
Rompieron bancos.
Hay un parque, a la entrada de Buenavista, un poquito de parque, que está muy bien,
porque es grande, no tiene mantenimiento.
El parque, pues, abandonado.
Vas allí y tenía que haber flores, tenía que haber…
Aquí hay una flor, en Buenavista, usted no hubiera una flor por ningún sitio.
No hay una zona verde para los mayores, porque tenemos aquí el hogar de los mayores
que está pegando la carretera, pegando con el mercado.
Y los mayores están todos riametidos ahí.
Está ahí en Torreforta, una hogar de mayores, y tienen allí unos espacios para jugar a la petanca, para todo.
Y con flores, con su parque, para entrar.
El Buenavista aquí no tiene…
Tiene allí a la entrada un poquito de pasillo y nada más.
Hace falta limpieza.
Los alrededores son como vertederos.
Mire usted, allí tienen de todo.
De vez en cuando vienen y dan una remetida y se llevan…
Lo arrinconan un poco y quitan un poco del medio.
Pero los alrededores de Buenavista, si usted viene un día aquí y se le da un paseo, le enseñaremos.
Hay vertederos con todas las clases de basura, con corchones que la gente tira.
Hay un servicio de basura para que lo tiren.
Pero siempre hay alguien que se desmadra y no cumple con su deber.
Pero luego, como hay un mercadillo, hay muchísimos papeles.
Porque la vista de Buenavista son papeles enganchados por todos los sitios.
Y hay ratas.
Ratas también, claro.
Si hay esos vertederos, lógicamente aparecen ratas.
Grandes aquí que se te cruzan por la calle.
Entonces, ¿qué le falta a Buenavista?
A la entrada de Buenavista le hace falta un parque donde los mayores se sienten ahí a la entrada.
Que fuimos los que hicimos todas las casas, que ya somos todos viejos.
Muchos han muerto ya.
Muchos de los que tanto lucharon.
De los que tanto lucharon que hicieron aquella asociación que eran tan fuertes y que dejaban todos sus hijos.
Porque entonces, en aquellos tiempos, ni sacábamos los hijos a pasear.
Los niños eran…
Bueno, se entretenían en jugar con los barros, con lo que pillaban.
Y no dedicamos ni un gramo, que ahora muchas veces nos lo echan en cara.
Mamá, ¿y qué?
Bueno, dijimos, bueno, pues logramos un barrio que el ayuntamiento no hacía caso.
Porque como el ayuntamiento aquí no puso nada, que se crió de la nada, pues nos tocaba.
Y nuestros hijos los abandonamos y no atendíamos a nuestros hijos.
Claro, pero es que Antonia, más no podían sacar, claro.
Más tiempo no podían sacar para tantas cosas y para trabajar y llevar un suelo a casa, claro.
No le digo que íbamos de cabeza.
Ya, ya, ya, por lo que explica.
Pero mire, dice que Reflán que hace más el que quiere que el que puede.
Las mujeres, éramos escaladas.
Teníamos que acarrear el agua a los hombres para la obra.
Teníamos que…
Teníamos que todas iban a trabajar a la calle, a las tarragonas, todas.
Y los hijos, pues, se quedaban abandonados algunos y otros con las madres.
Y colegios no había.
En entrada, cuando estábamos aquellos, ya no había colegios.
Cuando empezaron, ya le he dicho, cuando se empezaron en cuatro bajos que había.
Pero para conseguir los colegios, bueno, pues, lo último que conseguimos fue, bueno, el amburatorio vino, los últimos fueron los colegios.
Los colegios.
Los colegios públicos, sí.
Nos costó sudor gordo.
Porque cuando yo he marcado el cerveza, en Terragona nos decía, la semana que viene ya tenemos noticias que hay unos campos que sí, pero ahora resulta que el dueño no está despropiado, que es piedra, que no se puede edificar.
Y nos daban una esperanza.
Y cuando pasaba un tiempo, ha reivindicado otra cosa.
Bueno, ¿qué pasa?
Hay unos colegios divinos.
Porque hay un colegio, el último que hicieron, todos los colegios que hay.
Son unos colegios buenos.
De buena calidad.
Pero aquello nos costó sudores.
Todo ha sido, como usted explica, reivindicando y reivindicando a Antonia.
Era más, porque al ayuntamiento fuimos con los cacharros del agua.
Aquí, los que más daban la cara que se veían, el pueblo nos dijo que colaboró todo el pueblo.
Porque aquí se tiró todo el pueblo a la calle porque todo, todo, aquello nos pertenecía a todos.
Pero el pueblo se en masa, íbamos a las manifestaciones, allí nadie tiraba, todos tiraban para adelante.
Pero a pesar del sacrificio, Antonia, como usted dice, yo me imagino, lógicamente, que se tiene que sentir orgullosa de usted misma y de sus compañeras.
Sí, el pueblo ahora, el pueblo este de Buenavista, es un pueblo acogedor.
La gente aquí, nos conocemos casi todos, ¿no?
Porque los viejos nos conocemos y los que van naciendo a veces ya se ha agrandado mucho y a veces hay que han crecido y ya ni los conoce.
El pueblo es muy acogedor. Tiene servicio de tienda, de coromato y hay un mercado que es muy famoso y el pueblo es muy acogedor.
Pero el pueblo, pues, está que carece de todo eso necesario.
Pues la veo con ganas, Antonia, que tenemos que acabar, que la veo con ganas de seguir luchando, ¿eh?
Sí, yo si algún día hubiera, que aquí ya hemos planteado las mayores, hemos dicho muchas veces, ¿por qué no montamos las mayores?
Y vamos a Tarragona y le decimos, ¿por qué? Esa entrada de Buenavista que solamente vale para aparcar coches.
Pues mire, yo ahora le voy a invitar a, si quiere intervenir, el jueves viene el alcalde aquí a la radio para que los ciudadanos hagan preguntas.
¿Ah, sí? ¿A dónde viene?
Aquí a la radio, a Tarragona Radio.
Si usted quiere llamar, pues llama y le pregunta y le dice a ver...
Pero por teléfono, ¿no?
Sí, sí, por teléfono, perfectamente.
Sí, espérate, ahora, ahora enciéndeme la luz, a ver si con boli de aquí...
Mire, Antonia, no se preocupe que yo la vuelvo a llamar después del programa y se lo explico.
De momento quiero darle un abrazo muy fuerte y la enhorabuena por este reconocimiento de la Generalitat y seguiremos en contacto.
Antonia, enhorabuena.
Vale, gracias.
Un abrazo, hasta pronto.
Vale, adiós igualmente.
Adiós, adiós.
Adiós, adiós.
Ara són tres quarts de dotze del migdia, quatre minuts, en Déu n'hi do, Antonia Arjones.
I és que estem parlant de tota una vida com a líder veïnal a la ciutat de Tarragona,
una de les moltes líders veïnals de tot Catalunya,
líders dels anys 70 que avui rebran per mans de l'Institut Català de les Dones
i en mans del president de la Generalitat aquest reconeixement en gairebé tres dècades de lluita veïnal.