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Arxiu/ARXIU 2010/ENTREVISTES 2010/


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Time transcribed: 17d 17h 13m 33s

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Luis Abonso, buenos días.
Buenos días.
Hoy es el comisario de la exposición que se inaugura hoy en Tarragona.
¿Qué es lo más interesante de la exposición que se inaugura en Tarragona?
¿Qué es lo más interesante que podremos ver en esta muestra?
Lo interesante no es tanto lo que el espectador tiene que ver, sino cómo tiene que verlo.
Como habrá salido más información en la prensa de Tarragona,
yo quiero que el espectador tenga claro que esto no es una exposición sobre antecedentes del cine,
sino que es una exposición sobre artilugios de la mirada, y uno de ellos es el cine.
Uno que seguramente cualquier día de estos concluya y de paso a otros.
Lo más interesante de la exposición es que el espectador se dé cuenta de que,
antes de los grandes medios de masas del siglo XX,
había toda una cultura visual de imágenes y artefactos y espectáculos,
cuyo objetivo era el asombro del espectador.
Una cultura visual que desde el siglo XV o XVI comparte, o mejor dicho,
más que comparte, tiene mucho mayor espacio público que el de la pintura,
el de la gran pintura de los salones o de los gabinetes privados de la realeza.
¿Es lo que se conocía como precine o no exactamente?
Sí, esto es exactamente lo que se conoce como el campo del precine,
salvo que ninguno de los que nos dedicamos a este campo del precine nos gusta esa etiqueta,
porque cada uno de los artilugios que se ven en la exposición
tiene algún elemento que conduce al cinematógrafo,
pero tiene otros muchos elementos que se disparan hacia otros lados.
Les propongo casi un juego al visitante o al espectador de la exposición
y es que intente recorrer el cuarto, intente buscar en todos los artilugios
lo que a finales del siglo XIX era la cuarta pata de la invención,
que era la profundidad, el 3D.
Lo que podrá comprobar, si empieza a mirar y a pensar un poco en estos objetos,
es que había varias soluciones que se habían encontrado en el siglo XVII,
en el siglo XVIII, para dar esa ilusión de profundidad,
de inmersión literal del espectador,
y no todas ellas, son las que conocemos como el estereoscopio,
el principio tecnológico fundamental del 3D actual.
Además, es lo que he comentado, son técnicas que ahora se utilizan
más modernizadas, con más nuevas tecnologías,
pero que al fin y al cabo aún se utilizan.
Sí, en el fondo, todos los artilugios de la imagen,
incluida la pintura al óleo de los grandes museos,
en la historia occidente está marcado por dos o tres principios,
uno de ellos es el de la figuración, otro es el de la narración,
pero debajo de todos ellos, en realidad toda imagen
pretende ser una simulación, una simulación de un mundo,
más o menos realista o fantástico.
Y en cierto modo, cada uno de los grandes medios
o de las grandes artes que se han ido definiendo,
al final tenía que ser un poco menos
de lo que muchos otros artilugios prometían en la misma época.
Así, el cine se inventa a partir de tres conceptos,
la proyección, la animación y la reproducción fotográfica,
pero en realidad había otras muchas ideas en esa época,
como el de la profundidad, el de la inmersión del espectador,
que sin embargo se tienen que dejar de lado porque la solución tecnológica
no es adaptable a una gran repercusión masiva.
A finales del siglo XX, una vez pasado el siglo del cine,
esa idea de la inmersión del espectador es evidente que vuelve a estar en boga.
Y entonces nosotros vivimos en estos momentos,
hasta cierto punto, una época muy parecida a finales del siglo XIX,
en la que hay una explosión de nuevas ideas tecnológicas
que luego se acaban definiendo en tres, cuatro o cinco grandes medios.
En todo caso, sí que en su época estos artilugios fueron una revolución.
Fueron una revolución, pero hasta cierto punto,
algunos de ellos son una revolución que causan un gran impacto
a partir de un descubrimiento científico,
pero hasta cierto punto no hay tal revolución
porque lo que hay es una enorme continuidad de aparatos
que van pasando sus principios y sus objetivos de uno a otro
en una especie de genealogía muy complicada.
Lo que sí que tiene que tener claro el espectador
es que su tiempo presente no es el tiempo de la revolución absoluta.
Cuando se habla de la exhibición de los hermanos Lumière
y del supuesto susto que se llevaban los primeros espectadores,
eso no es cierto, porque los espectadores del cinematógrafo de los Lumière
llevaban 20 o 25 años viendo imágenes proyectadas
en movimiento más o menos fotográficas.
Hay una continuidad.
Aunque evidentemente luego necesitamos marcar ciertas rupturas,
ciertas cumbres tecnológicas.
Pero, dicho de manera muy sencilla,
porque es como lo hace la historia de la tecnología,
los hermanos Lumière no son los primeros,
son los últimos en el desarrollo de una invención
que es el artefacto cinematográfico.
Mucha buen so, pues muchas gracias y buenos días.
Bueno, muchas gracias a vosotros
y sobre todo a aquellos que os paséis por la exposición.
Gracias.
Gracias.
Gracias.