This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.
Sortim ara a l'exterior dels estudis de la ràdio.
Anem fins a la part baixa de la ciutat amb la unitat mòbil
perquè volem conversar amb una dona de Tarragona,
propietària d'una pensió.
Ella es diu Carmen Castillo
i la setmana passada va rebre el diploma de mèrit cívic
lliurat per l'Ajuntament de Tarragona.
Un diploma que reconeix la seva tasca
en pro de les persones, especialment sense sostre,
dels indigents, de les persones més necessitades.
Des de la seva pensió està fent una feina realment encomiable
amb col·laboració ara amb la Fundació Bona Nit
per acollir precisament a les persones indigents.
Hem decidit acostar-nos amb la unitat mòbil a la pensió
i parlar amb ella, amb la seva propietària,
perquè ens expliqui com és el dia a dia del seu establiment.
Tenim la unitat mòbil amb Joan Maria Bertran i Josep Ardila,
com dèiem, a la part baixa de la ciutat.
Josep, molt bon dia.
Hola, bon dia.
I al costat de la Carmen Castillo?
Al costat de la Carmen Castillo, a les portes de la pensió en Carmen,
al carrer Cartagena de la part baixa de la ciutat de Tarragona.
Ara ho parlàvem, que fa més de 30 anys que són a Tarragona
i que tenen la pensió a Carmen.
Ha anat canviant, s'ha anat remodelant i ara està en perfectes condicions.
Al llarg dels anys, amb el pas del temps,
s'han anat millorant totes les condicions.
i ho parlàvem també, el passat dijous va rebre, com explicaves,
aquest diploma del mèrit cívic de la ciutat de Tarragona
per la seva tasca encomiable durant aquests 30 anys.
Carmen Castillo, bon dia.
Hola, buenos días.
Contenta de ser reconecimiento?
Bueno, sí, estoy contenta,
pero que estoy contenta con mi trabajo y con la gente que recibo.
Eso es lo que me da más felicidad y con lo que estoy más contenta,
porque si fuera estoy contenta, nada más que por el experimento a tantos años,
pues estaría muy poco contenta.
Sin embargo, soy molt, molt, molt, molt contenta
porque hace muchísimos años que estoy muy feliz.
Es lo que decía, ¿no?, que es combinar el trabajo y la pasión, casi, ¿no?
Para mí, mi trabajo es una fiesta, siempre.
Yo estoy siempre muy feliz, muy contenta,
porque me gusta mucho atender a los más débiles.
Los que no me necesitan, pues, viene y también lo atiendo bien,
pero no lo atiendo igual porque ellos no me necesitan.
Yo me dedico a las personas que me necesitan de verdad
y esas son las personas que a mí me llenan
porque yo sé que estoy haciendo algo bien,
algo bueno para esas personas
y eso a mí me da mucha felicidad.
Es lo que más me gusta.
Entonces, ese trabajo no me cansa, no me agota.
Yo me acuesto muy bien, me acuesto muy fresca como cuando me levanto.
Haga lo que haga, no estoy cansada, no me duele nada
y soy muy feliz.
Es así.
Porque usted, su jornada laboral, ¿son de 24 horas al día?
Sí, yo trabajo las 24 horas
porque a mí la policía viene y me trae gente a cualquier hora,
a las 3 de la mañana, a las 4, a las 5, a las 2, a cualquier hora.
Mi casa no se cierra nunca para las personas que me necesitan
y siempre tengo un hueco para estas personas, siempre, lo que sea.
Claro, hay una colaboración de la Pensión Carmen
con la Fundación Bonanit, con la Operación Igubo,
cuando hace más frío, ¿verdad?
Sí, bueno, y además también más cosas
porque el ayuntamiento se implica mucho
porque hay acogida a muchas personas,
a muchas madres con niños
y a muchas personas que no tienen niños
que han recibido malos tratos.
Malos tratos o un problema también de casa.
Entonces, el ayuntamiento se implica muchísimo,
está ayudando muchísimo a la gente.
Entonces, yo trabajo,
pero ellos ponen mucho.
Esta obra no es mía sola, es de todos.
También es muy importante que las personas colaboran,
muchas personas con la Fundación Bonanit,
que son empresas, que son comercios
y a títulos personales, muchas personas.
Debido a eso, podemos ayudar.
Yo hago mi trabajo, yo hago mi trabajo muy bien porque me gusta mucho,
pero yo sola, como estaba antes, no era ni en mi niña, nada, nada,
no se puede comparar lo que yo he trabajado antes con las personas que he trabajado desde siempre,
pero yo sola, ¿qué podía hacer yo sola?
Hacía todo lo que podía, pero no era bastante.
Sin embargo, ahora, gracias al ayuntamiento, que se implica muchísimo,
y gracias a las personas que colaboran con la Fundación Bonanit,
y especialmente a Antónicole, que es la persona más trabajadora, más buena,
la que ha fundado, la que ha hecho la Fundación
y la que se dedica a visitar y hablar y llamar a las puertas para que colabore.
Entonces, yo a todas esas personas le doy muchísimas gracias,
principalmente de parte de mí y de parte de los que vienen aquí,
porque yo siempre le hablo a ellos, de parte de todos,
y que sepa el señor Antónicole que hay una gente buenísima,
que se portan de maravilla, que son agradecidos, que son buenos,
y que a mí me llenan de felicidad. Esa es la verdad.
Yo siempre digo la verdad, y eso es la verdad.
Y además, su trabajo no es nada más tener la pensión y ya está.
Implica muchas más cosas, me imagino, ¿verdad?
Sí, implica mucho, porque además siempre me explican algunos problemas suyos
que tengo que yo consolarlos, yo decir, no te preocupes, no pasa nada, tú tranquila,
que verás como mañana lo verás de otra forma.
Y entonces, también bañarla.
Hay personas que tienen que bañarla, hasta jóvenes.
Ahí vienen jóvenes, a veces me ha traído la policía,
algunas muchachas jóvenes, que no sé dónde la han sacado,
la han sacado de un bozo, porque han llegado que tengo que ir a bañarla de momento,
y además vestirlas, buscar ropa mía, aunque sean ellas delgaditas,
y yo me acuerdo, le pongo lo que sea, le pongo un tinturón, o lo que sea.
Y entonces, ellas me dan muchas gracias, porque dicen, me dicen,
señora, es que nadie me ha tratado así, y lloran.
Es que nadie me ha tratado así.
Y yo digo, pero no llores.
Dicen, es que nadie me ha tratado así, como me ha tratado usted.
Y yo, es que las trato como si fueran mi familia, como si fueran hijas mías.
Yo hago personas como si fueran mis hijos.
Y mis hijos también tengo que darles muchas gracias,
porque ellos también colaboran conmigo,
porque hay niños que a lo mejor protestarían,
porque yo los pongo a comer a la mesa con ellos.
Y aquí no se hace distinción con nadie.
Si vienen mis hijos a comer a la hora de comer,
los pongo subcubiertos al lado de las personas que están comiendo.
A ellos no les importa.
Entonces, yo eso también se los tengo que agradecer.
Y ellos, si tienen que llevar a alguien al médico,
y yo les digo, ven conmigo al médico con esta persona,
por esto o por aquello, ellos vienen conmigo.
Así que, también les tengo que dar las gracias a mis hijos.
Porque, ¿cuántas camas hay en una pensión?
¿Cuánta gente puede llegar a ver en una pensión?
Bueno, yo si los pongo muchuchaditos,
muchuchaditos, pues puedo llegar a tener 25, 26,
pero es porque los achucho.
Y ellos, pues, se conforman donde los ponga, allí están.
Y están muy contentos, porque ellos dicen
que es como un hotel de cinco estrellas.
Por la acogida que tienen, por la acogida y por todo.
Entonces, ellos dicen, pero si aquí,
esto es como un hotel de cinco estrellas.
Entonces, yo le hago todo el hueco que puedo
para que no se queden en la calle.
Y yo estoy muy contenta, porque a ellos también están contentos.
Eso es importante, ¿no?
Si ellos están contentos, usted también.
Lo importante es que ellos estén contentos.
Y a la hora de comer, le doy que ellos coman lo que quieran.
Lo que sea, lo que les guste, todo lo que quieran.
Yo jamás les digo, ya no hay más.
Le doy lo que ellos quieran, lo que tengan ganas.
Y es que soy muy feliz, es verdad.
Es que eso es lo que yo siento.
Es que quiero hacerlo feliz a ellos.
Y ellos me hacen feliz a mí.
Y soy la persona más feliz del mundo.
¿Y de medida cuánta gente puede llegar a pasar?
Entre semana o mes, por ejemplo, o mucha gente.
Mucho, mucho.
Porque todos están siete días o diez.
Algunos están diez, porque si yo tengo,
me han quedado alguna plaza libre al final de semana,
y viene alguien, yo los meto.
Entonces, le voy a dar cuenta desde el lunes.
Entonces, esas personas estarán diez días.
Si no, pues son de lunes a lunes, de martes a martes.
Entonces, pues mucha gente.
Tuvo que si 20 o 22 o 24 como hoy,
están diez días, y dentro de diez días otros,
dentro de diez días, pues entonces fíjate al mes lo que pasa.
Cuando se van, se van muy repuestos.
Se van con su ropa muy limpia.
Algunos traen mucha ropa sucia,
todas sin lava, y la que no.
Y algunos no traen nada, pero yo le doy.
Entonces, todos están cubiertos.
Y cuando se van, se van muy bien,
muy limpitos, muy afeitaditos y muy contentos.
Y entonces, ¿qué podemos pedir más?
Yo no pido más.
Yo pido eso.
Solamente si un día me gustaría mucho,
que eso no lo voy a alcanzar,
porque eso yo no lo puedo alcanzar.
Ojalá sería tener unos vestuarios para que se bañaran
y se cambiaran de ropa.
Y cuando le iban otra vez, tuvieran ropa limpia,
yo iba ordenándole la ropa que se quitaba,
y lavándosela y planchándosela para cuando le iban otro,
y que se bañaran.
Y tenían un comedor para ellos solos.
Aparte, su comedor y sus vestuarios con sus duchas.
Eso sería lo que yo haría.
Si yo tuviera dinero un día que yo no compro lotería,
porque yo no me puedo gastar dinero en lotería,
porque yo prefiero comprar un caltón de leche o dos para ellos
que comprar lotería.
Pero hay a veces que me regalan.
Y si me toquera la lotería, lo invertiría en ellos.
Totalmente.
Si me tocara la lotería, lo invertiría en uno de los vestuarios
con sus duchas, pero con ropa de todas,
para que pudieran venir, vestirse y irse limpio.
Y otro día vinieran otros y se fueran cambiando la ropa,
porque estaría muy planchadita, muy tabaguita,
y que estuvieran siempre, estuvieran donde ducharse.
Porque aquí viene y yo los voy a duchar.
Entonces, les doy yo que se duche y les preparo ropa
y se van limpiando.
Entonces, sin estar aquí, eso sin estar en la pensión.
Viene y yo le digo, claro que os doy yo que os doy ropa,
si queréis.
Y sí, sí, sí, claro, les doy la ropa que ellos necesitan,
que les doy yo lo que haya, que les esté bien,
y se ducha.
Entonces, fíjate, si haría yo unos vestuarios para ellos.
Y seguro que ha vivido muchísimas historias,
ha sido testimonio de muchas vivencias a lo largo de tantos años, ¿verdad?
Muchas, muchas, muchas, muchas, pero muchas, ¿eh?
Muchas.
Aquí ha venido gente con muchos problemas,
con muchas problemas, y han llorado mucho conmigo.
Yo lo he consolado mucho.
Le he comprado billetes de autobús
para que se vayan a sus casas,
porque han querido ir.
Y les he comprado zapatos,
les he comprado, le he hecho de todo.
No como ahora,
porque ahora, gracias a Dios,
es diferente.
Ahora tienen mucha ayuda.
Ahora no es como antes.
Pero antes ha habido unos tiempos muy difíciles,
porque ahora no son difíciles, ¿eh?
Difíciles hace 25 años, 27 años,
y 28 y 30.
Aquí en mi casa, en esta casa,
han venido personas jóvenes,
de aquí, no desde muy lejos,
hasta de Valencia,
hasta cuatro personas,
de venir buscando trabajo,
sin tener comida.
Te hablo de muchos años, ¿eh?
Lo menos de 30 o 31 o 29.
Y pasarlo a mi casa
y ponerle un banquete
en la mesa.
Y además,
hasta le ofrecí a algunos
que se quedaran una semana,
gratis.
A ver si encontraron trabajo
y si no encontraron,
pues que se fueran,
pero que esperaran,
que intentaran.
Quiero decirte que te tengo,
puedo contar muchísimas cosas,
porque son muchos años
trabajando con la gente,
me han escrito cartas,
me han mandado portarretratos,
me han mandado juegos de agua,
me han mandado manteles para la mesa,
me han escrito cartas.
No te puedo hacer una idea
las cosas que yo he llegado a recibir
de gente de toda la península
y hasta de las islas.
¿Y todo esto cómo empieza, Carmen,
todo esto?
Es decir,
¿cómo Carmen Castillo decide
montar una pensión
en la parte baja de la ciudad?
Pues mira,
montar la pensión
fue casualidad
que llegara yo aquí,
a esta casa.
Pero yo,
ya antes de tener la pensión
en mi casa particular
que vivíamos aquí alquilados,
yo ya me traía niña de San Rafael,
porque yo me mudé aquí
a la calle Cartagena,
porque yo empecé a trabajar
en San Rafael,
yo vivía en Constantín.
Entonces,
el autobús era muy difícil
llegar yo a mi hora de trabajo
y a la superiora
le prometí que me cambiaría,
porque me dejaban entrar más tarde,
porque yo le dije
que no era imposible
salir de mi casa a las once
para empezar a trabajar
a las una y media
y me dijo
que no haya problema,
que yo llegaba a las dos,
dos y cuarto,
y entonces le dije
pero me cambiaré.
Debido a aquello,
me cambié aquí
y me vine alquilada.
Entonces,
los fines de semana
yo ya me traía niños
del colegio de San Rafael
a mi casa
y lo acostaba con mis niños
porque yo tenía cuatro niños
y lo acostaba con ellos.
Me traía hasta dos
y hasta tres algunas veces
la semana que no.
A los niños
que no tienen a nadie
y a los más traviesos,
a los que no querían
llevarse a otras madres,
yo me traía siempre
a los más difíciles,
¿no?
Entonces,
a los seis meses,
pues gracias
a que me dieron un préstamo
si no tenían ni un céntimo,
pude comprar un pizza.
Y ahí empezó
la historia
de más de 30 años.
Carmen,
muchas gracias.
Que vaya muy bien,
se nos ha acabado el tiempo.
Que vaya muy bien
y gracias.
Muchas gracias.
Cuando vosotros queráis,
aquí estoy.
Muy bien.
Gracias.