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Arxiu/ARXIU 2012/ENTREVISTES 2012/


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Tirant, si hi ha alguna cosa que grinyoli...
Yo creo que no hace falta la prueba doble.
Havéis cuadrado cada uno donde tiene que estar.
Bueno, lo que queráis.
Yo creo que no hace falta, no te perdés por bien.
No, claramente sí.
Solo practicar autopsias de día.
Entonces, cuando abriáis, hacéis comentarios de él.
Y fragmentos.
Vale, vamos.
Si vemos que nos quedamos un poco talmente que paramos en el punto
y podemos enganchar y todo esto, ¿no?
Sí.
Para no...
Vale.
Sí.
Hay uno de los bastantes que notaba un poco los sonidos del papel.
Del papel, ¿no? Vale.
No toco nada.
Tú manas, ¿eh?
Cada hoja.
En el sentido de...
Es que a veces también se aprecia más, cuando lo escucha él,
y también algo de la voz o una sílaba que no se lea bien o cualquier cosa.
¿Somí?
La novela El efecto Starlux, de la que es autor Juan Ballester Colomer,
ha obtenido el premio de la crítica valenciana de narrativa 2012.
Publicada por Arola Aditos, el efecto Starlux nos introduce desde su mismo arranque en la piel de Germán Casanova,
un médico forense que se ve en el trance de hacer la autopsia a su mejor amigo.
Tino Costa se ha quitado la vida en el campanario de la iglesia ciprestal de Vinaroz,
y ahora su cuerpo exánime yace en la mesa de la sala.
Germán y Tino habían dejado de hablarse hace algún tiempo,
pero una sala de autopsia no parecía el mejor lugar para reconciliarse.
No suelo practicar autopsias de día y, acostumbrado a la luz artificial,
cerré la ventana de la sala, encendí la lámpara y examiné superficialmente el cuerpo
para cerciorarme de que la causa del fallecimiento no fuera otra que la asfixia.
Toqué su mejilla fría, observé la decoloración temprana derivada de la anoxia
y busqué en los ojos signos de deshidratación.
Creí controlar la situación hasta que fui al armario vitrina a por unas tijeras
y descubrí que mis manos temblaban,
que no era un patólogo capacitado para practicar la cirugía,
sino un pobre hombre que se negaba a afrontar la pérdida de su mejor amigo.
Saqué un lápiz rojo, dibujé una T desde las axilas hasta el ombligo
y, tras practicarle la incisión, le cerré el esternón
y lo abrí estirando con el separador de costillas.
Mientras realiza el trabajo de anatomía forense,
Germán Casanova emprende una conversación imaginaria con su viejo amigo.
Sobre el cadáver, en la camilla de autopsias,
se eleva como un vaho penetrante la evocación del estío primigenio,
aquel en que el hijo de la burguesía capitalina y futuro patólogo
fue a veranear a un chalet cerca del mar.
El niño rico, que juega solo en su jardín, advierte la presencia de unas caras cetilinas
asomadas al hueco de la verja.
Se están burlando de él.
Es de su ropa, de su soledad.
Esas caras burlonas son ya las de un Tino Costa todavía niño,
su primo, Tito Carreras, y el resto de temibles chavales de la calle San José.
Y ya cada vez que Germán salga a pasear en bicicleta,
los hijos del mar se burlarán de su ropa de domingo
y de su soledad de jardín, de su piscina y su pista de tenis.
Un día lo acorralarán en la calle hasta hacerle perder la dignidad.
Así habrá pasado el niño bien del estado de inocencia al conocimiento
cuando intente quitarse la vida y solo luego, como si se...
No, es que al no haberlo leído, patino.
Así habrá pasado el niño bien del estado de inocencia al conocimiento
cuando intente quitarse la vida y solo luego, como si revelarse fuera más difícil que morir,
se alzará por vez primera contra la voluntad de su madre.
El joven Germán conoce a partir de entonces, gracias a sus nuevos amigos,
las frescas casas de los pescadores de Vinaroz,
con sus puertas siempre abiertas al aire de la marinada.
La novela El efecto Starlux, de la que es autor Juan Ballester Colomer,
ha obtenido el premio de la Crítica Valenciana de Narrativa 2012.
Publicada por Arola Ditos,
El efecto Starlux nos introduce desde su mismo arranque en la piel de Germán Casanovas,
un médico forense que se ve...
No, no, no, torna a darlo porque di Casanovas.
Es que, bueno, eso.
La novela El efecto Starlux, de la que es autor Juan Ballester Colomer,
ha obtenido el premio de la Crítica Valenciana de Narrativa 2012.
Publicada por Arola Ditos,
El efecto Starlux nos introduce desde su mismo arranque en la piel de Germán Casanovas,
un médico forense que se ve en el trance de hacer la autopsia a su mejor amigo.
Tino Polo se ha quitado la vida en el campanario de la iglesia ciprestal de Vinaroz
y ahora su cuerpo exánime yace en la mesa de la sala.
Germán y Tino habían dejado de hablarse hace algún tiempo,
pero una sala de autopsia no parecía el mejor lugar para reconciliarse.
No suelo practicar autopsias de día y, acostumbrado a la luz artificial,
cerré la ventana de la sala, encendí la lámpara y examiné superficialmente el cuerpo
para cerciorarme de que la causa del fallecimiento no fuera otra que la asfixia.
Toqué su mejilla fría,
observé la decoloración temprana derivada de la anoxia
y busqué en los ojos signos de deshidratación.
Creí controlar la situación hasta que fui al armario vitrina a por unas tijeras
y descubrí que mis manos temblaban,
que no era un patólogo capacitado para practicar la cirugía,
sino un pobre hombre que se negaba a afrontar la pérdida de su mejor amigo.
Mientras realiza el trabajo de anatomía forense, Germán Casanova
emprende una conversación imaginaria con su viejo amigo.
Sobre el cadáver, en la camilla de autopsias,
se eleva como un vaho penetrante la evocación.
Antes de conocerlos, me parecía imposible que un chico pudiera sentirse orgulloso
de unos padres desdentados, calzados con alpargatas de esparto,
que bebían anís jugando a cartas y los educaban a palos.
Pero descubrí que para aquella gente el honor, el valor,
la verdad y la vergüenza todavía tenían significado.
Tino Polo y su primo, Tito Carreras,
deciden abandonar el oficio que les aguardaba,
pescadores o, acaso, camareros.
Buscan bien lejos, en el lejano piélago que esconde petróleo,
la posibilidad de ejercer su título de buceadores obtenido en la escuela militar.
La vida le regala en ese momento el mar.
Así comienza una larga separación de cinco años entre Germán y Tino.
El efecto Starlux va adquiriendo una sutil estructura contrapuntística
entre la disección del cuerpo de Tino
y los pasajes narrativos que cuentan su vida aventurera
en las remotas prospecciones de crudo.
Así, los entre paréntesis,
Tino Polo y Tito Carreras respetaron la única ley
que debe acatar un blanco en el continente negro
y no interfirieron en sus asuntos internos.
Cabizbajos, encañonados, de rodillas, las vieron temblar
y Ami les pidió que las enterraran juntas en posición fetal.
Después de colocar con su primo la última piedra,
Tino Polo se acercó a un baobab que estaba tan solo a dos metros del océano
y escribió sin preámbulos ni cortesías introductorias
que la luna es una pelota de huevo pálida
por la que luchan las ramas peladas de los niños.
Hubiera sido un problema tener que censurar el contenido de ese sobre
que selló de camino a Sally en la oficina postal de Fatik,
porque las reflexiones ya no eran propias del hombre que había parido,
la mujer de un pescador de la calle San José.
Perdón.
Pensaba que estabas parando e iba a entrar.
¿Entro no hubiera sido un problema?
Íbamos bien.
No, digo, en el sentido de decir, lo que decía es de la cursiva,
de otra voz.
Le da un puntino, creo yo.
Ah, que no intervengas.
Vale, vale, perfecto.
Perdona, ¿eh?
Sí, sí, no, no, que va, que va, en absoluto.
¿Cuándo digues?
Entro en hubiera sido un problema, ¿vale?
Un punto.
¿O qué?
Sí, sí.
La luna es una pelota de huevo pálida por la que luchan las ramas peladas de los niños
y entramos.
Vale.
Hubiera sido un problema tener que censurar el contenido de ese sobre
que selló de camino a Sally en la oficina postal de Fatik,
porque las reflexiones ya no eran propias del hombre que había parido
a la mujer de un pescador de la calle San José.
Ah, ¿tengo que seguir?
Vale, ok, perdón.
Vamos allá.
Hubiera sido un problema tener que censurar el contenido de ese sobre
que selló de camino a Sally en la oficina postal de Fatik,
porque las reflexiones ya no eran propias del hombre que había parido
a la mujer de un pescador de la calle San José,
sino a las ideas curtidas de alguien que está fermentando con la levadura
del entorno y destruye su ego para salir purgado.
Para ser infeliz tiene que existir en tu idioma la palabra feliz.
Tras dejar...
A ver.
Fíjate que igual el comentario ese queda un poco raro esto.
Igual el comentario parece que sea más del que lo está leyendo que del otro.
Fíjate.
Ahora has leído sus vidas son intensas, ¿no?
No, para ser feliz, para ser infeliz.
Para ser infeliz tiene que existir en tu idioma la palabra feliz.
Yo, si me permites la opinión, yo iría atrás y lo haría tal como está en el texto.
¿Por qué?
Sí, sí, porque Albert le puede dar la inflexión de los paréntesis,
entiéndeme el continuum, ¿no?
Y después, digamos, yo me limito al papel de comentario y el del fragmento,
pero dentro del fragmento él puede darle perfectamente una inflexión, un tempo, ¿no?
Vale, pues entonces...
Sí, entonces nos vamos a...
Nos ananemos a prospecciones de crudo.
Vale.
Vale, pues pense que ahora el Albert arrancará a partir de prospecciones de crudo,
tirando tal como está en el original.
Tino Polo y Tito Carreras respetaron la única ley que debe acatar un blanco en el continente negro
y no interfirieron en sus asuntos internos.
Cabizbajos, encañonados, de rodillas, las vieron temblar
y Ami les pidió que las enterraran juntas en posición fetal.
Después de colocar con su primo la última piedra,
Tino Polo se acercó a un baobab que estaba tan solo a dos metros del océano
y escribió, sin preámbulos ni cortesías introductorias,
que la luna es una pelota de huevo pálida por la que luchan las ramas peladas de los niños.
¿Hubiera sido un problema tener que censurar el contenido de ese sobre, qué sé yo,
de camino a Sally, en la oficina postal de Fatik?
Hubiera sido un problema tener que censurar el contenido de ese sobre,
qué sé yo, de camino a Sally, en la oficina postal de Fatik,
porque las reflexiones ya no eran propias del hombre
que había parido a la mujer de un pescador de la calle San José.
Para ser infeliz tiene que existir en tu idioma la palabra feliz,
sino las ideas curtidas de alguien que está fermentando con la levadura del entorno
y destruye su ego para salir purgado.
Sus vidas son intensas porque viven un año varias veces
y no una sola vida de varios años.
La muerte les produce indiferencia,
son parte de todo y no tienen nuestro enorme yo.
Tras la edad de dejar a los amigos se suceden los amores contrariados o incompletos.
Sólo después el efecto Starlux anuncia el equilibrio armónico
que busca todo contrapunto gracias al timbre nostálgico
de una melodía que no deja de ascender.
Un segundo.
Cuando somos solo adolescentes firmamos un contrato con la vida
en el que pactamos como sería la nuestra.
Pero a medida que pasa el tiempo y el mundo nos va decepcionando,
consentimos rebajar las expectaciones en una transacción constante.
Lo llaman madurar.
Yo me temo que la gente bebe demasiado alcohol en los aniversarios
porque esos días señalados mientras te pones el pijama.
Sabes que en la almohada te está esperando el idealista
que lo suscribió para pedirte explicaciones por los recortes que has aceptado.
Esmeralda había ingerido bastante...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Cuando somos adolescentes firmamos un contrato con la vida
en el que pactamos como será la nuestra.
Pero a medida que pasa el tiempo y el mundo nos va decepcionando,
consentimos rebajar las prestaciones en una transacción constante.
Lo llaman madurar.
Yo me temo que la gente bebe demasiado alcohol en los aniversarios
porque esos días señalados, mientras te pones el pijama,
sabes que en la almohada te está esperando el idealista que lo suscribió
para pedirte explicaciones por los recortes que has aceptado.
Esmeralda había ingerido bastante...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Esmeralda había ingerido bastante...
Veaujolet...
Tenía pocas ganas de discutir con Tino la cuestión de tener otro hijo
y menos de escuchar frente al espejo del baño
a aquella chica que se fue de Valencia enfadada con el mundo
y repleta de fantasías.
Y a Esmeralda, la adulta, no se le ocurrió nada mejor...
Perdón...
Vamos otra vez arriba.
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
Veaujolet...
A ver...
A ver, sí...
Tenía pocas ganas de decir una cuestión de otro hijo y menos de escuchar frente al espejo del baño
a aquella chica que se fue de Valencia enfadada con el mundo y repleta de fantasías.
Vale.
Esmeralda había ingerido bastante veaujolet.
Había ingerido...
Vale.
Si dices bien veaujolet, te invitaré ahora a un veaujolet.
Ja, ja, ja.
Esmeralda había ingerido bastante veaujolet.
Tenía pocas ganas de discutir con Tino la cuestión de tener otro hijo
y menos de escuchar frente al espejo del baño a aquella chica que se fue de Valencia
enfadada con el mundo y repleta de fantasías.
Y a Esmeralda, la adulta, no se le ocurrió nada mejor que inhibirse de ambos conflictos
prestando su cuerpo de mujer a la menor...
Vale.
Vamos allá.
Y a Esmeralda, la adulta, no se le ocurrió nada mejor que inhibirse de ambos conflictos
prestando su cuerpo de mujer a la menor para que se las arreglaran
convencida de que su esposo no os haría cometer estupro.
Esmeralda sospechó que aquello no iba a ser una discusión cualquiera, sino la guerra de los sueños.
Esmeralda nunca aceptará la separación.
El divorcio transforma el éxtasis en trauma y el amor en odio.
Mayor odio cuanto mayor amor hubo.
Con precisión de geometría fatídica que recorre las páginas centrales del efecto Starlux.
Una espiral de mentiras que hieren y verdades que matan termina separando a Tino Polo de lo que más quiere, su hijo.
La brillante idea de un negocio inconcebible preludia la locura de Tino.
Enterrar en el mar a los muertos que así lo dispusieron en vida.
Los sepulcros submarinos llevan a la novela a su metáfora final.
¿La mare de Déu misericordia o de la misericordia?
La mare de Déu misericordia.
Vale.
Un segundito, por favor.
Tito Carreras ha decidido con una logia prestande que los dos, que de los dos, el vivo...
El vivo sería el que estuviera más caliente.
Se ha sacado el guante derecho y ha colocado la palma de la mano en la frente de Tino.
El agua estaba a 5 grados.
El cuerpo de Tino retenía el calor ambiental y la sensación térmica lo ha hecho de errar.
Le ha colocado en el cuello una bolsa a pesos para izar 100 kilos.
Le ha dado el último adiós.
Bueno.
Me alegro, me alegro.
Han descendido boca abajo, agarrados a las planchas, hasta que esta vez de verdad Tito Carreras ha encontrado al final del túnel la famosa luz.
Era roja, destellante, fuerte, fosforescente, intensa, indeslumbrante.
Se atendió a las que las que producen encendidas.
Juan, si quieres luego repetir alguna parte o hacer lo que te apetece.
Yo, primero, primero, pago con el Perú, hasta al final lo diría.
La primera, bueno, yo...
Yo primero, yo primero.
Quina es? La primera de totes? Primera pàgina?
Sí.
La primera de totes, de Germán, fin a reconciliarse.
Vale.
Bueno, ya...
Ah, pues no a todos.
No, bueno, si no a todos.
No, quizás...
Ya está acostumbrada a la voz, el principio, al final.
Lo que queráis.
Aquí se trata de cuadrarlo, tú.
¿Hay un tipo de comentario y un tipo de comentario?
Han descendido boca abajo, agarrados a las planchas, hasta aquí a su vez, ¿verdad?
Sí, pero...
Y Tocarreras ha encontrado el final del túnel, la famosa luz.
Era roja, destellante, destellante.
Ahora estén a la quinta página.
El quinto fragmento, lo digo, de la novela.
Ahora nos metemos a ello.
El día primero de abril sacaron la mare de Déu misericordia.
de Déu misericordia.
Perdón, joder.
Misericordia, perdona.
Es Mise, ¿no?
Ah, Misericordia.
Ah, Misericordia, ok.
Y si quieres quitar, pon la mare de Déu de l'agua, ya está.
No, no te preocupes, la mare de Déu misericordia.
Es que quería hacer la sonora de Mise y se me ha ido un poquito.
Misericordia del agua, vale.
El día primero de abril sacaron la mare de Déu misericordia del agua
y Tino Polo se trasladó a mi apartamento.
En los astilleros Leimosa de Vinaroz,
especialistas en fabricación de arrastreros
convirtieron la barca de pesca en un barco de difuntos.
Tito Carreras ha decidido con una lógica aplastante
que de los dos el vivo sería el que estuviera más caliente.
Se ha sacado el guante derecho
y ha colocado la palma de la mano en la frente de Tino.
El agua estaba a 5 grados.
El cuerpo de Tino retenía el calor ambiental
y la sensación térmica lo ha hecho errar.
Le ha colocado en el cuello una bolsa alza pesos para...
Le ha colocado en el cuello una bolsa alza pesos para izar 100 kilos.
Le ha dado el último adiós.
Han descendido boca abajo, agarrados a las planchas,
hasta que, esta vez de verdad,
Tito Carreras ha encontrado al final del túnel la famosa luz.
Era roja, destellante, fuerte, fosforescente,
intensa y deslumbrante.
Era roja, destellante, fuerte, fosforescente,
intensa y deslumbrante,
exactamente igual que en las que producen,
encendidas, las bengalas submarinas del rastreo.
Germán, estamos atravesando las puertas del infierno.
Juan Ballester imprime al final de la novela un clímax...
Juan Ballester imprime al final de la novela un clímax emotivo
que parte de un diálogo febril entre los vivos y los muertos.
La amistad, el sexo y la muerte son los tres navíos que los hurcan,
pero la muerte se confirma en ese punto final,
por encima del amor y de la propia vida,
como tema central de la novela.
La última travesía es un viaje alucinado
por el reino de las aguas donde nada
y el póstumo Tinopolo subiendo por el cabo de Amarre
para embarcar en el galeón fantasma.
El efecto Starlux recupera así la vida
de la única forma en que puede hacerlo la escritura,
mediante la evocación literaria.
Los extractos del efecto Starlux de Juan Ballester,
novela publicada por Arola Editores y...
Merda, Arola Editós o...
Editós, editós.
Vale, vale, perdón.
Luda Merda no me tengáis en contra.
No, no, no queda así.
Los extractos del efecto Starlux de Juan Ballester,
novela publicada por Arola Editós y Garlar...
Me cago en la puta.
Tampoco me tengáis en contra.
Esto es ver el final cerca.
Escucha, para que lo hagas bien, te queda todavía aquí.
Ah, bien.
Los extractos del efecto Starlux de Juan Ballester,
novela publicada por Arola Editós
y galardonada con el premio de la crítica valenciana de 2012,
han sido leídos por los actores Albert Forner y Frédéric Porta.
Voy con el primero, pues, ¿vale?
La novela El efecto Starlux, de la que es autor Juan Ballester Colomer,
ha obtenido el premio de la crítica valenciana de narrativa 2012.
Publicada por Arola Editós,
El efecto Starlux nos introduce desde su mismo arranque
en la piel de Germán Casanova,
un médico forense que se ve en el trance
de hacer la autopsia a su mejor amigo.
Tino Polo se ha quitado la vida en el campanario de la iguera...
¡Mierda!
Tino Polo se ha quitado la vida en el campanario
de la iglesia ciprestal de Vinaroz
y ahora su cuerpo exánime yace en la mesa de la sala.
Germán y Tino habían dejado de hablarse hace algún tiempo,
pero una sala de autopsia
no parecía el mejor lugar para reconciliarse.
Lo voy a hacer todo en un momentito,
a partir de lo que acabas de hacer.
Es muy tarde, es...