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Arxiu/ARXIU 2013/ENTREVISTES 2013/


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Time transcribed: 15d 22h 14m 43s

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Ja de tot seguit volem parlar d'un llibre que es diu Corazón roto,
un llibre que ha escrit en Maria Martínez,
i ja l'ha escrit, podríem dir, com a teràpia.
De fet, l'acaba de publicar fa poc, fa retint un poc,
i avui ve explicant-se aquest llibre,
del qual parla de fet set durs que li ha tocat viure al llarg de la seva vida,
cops molt durs, de les quals ella s'ha pogut treure les forces
per poder tirar endavant i per poder avançar, malgrat tot,
malgrat, com dèiem, situacions difícils que li ha tocat viure al llarg de la seva vida.
Entre aquestes n'hi ha dues molt destacades,
que és la pèrdua de dos fills.
A més a més, en poc temps, la diferència.
Maria Martínez, què tal? Molt bon dia, buenos días, benvinguda.
Hola, bon dia.
Corazón roto.
A pesar de tota aquesta pèrdua de tus dos fills, tu sigues pa'lante, no?
Pues mira, ha sigut molt dur.
Ha sigut una experiència que, bueno, que no se la ha deseat a nadie.
Yo no escribí Corazón roto para publicarlo, ni muchísimo menos.
Yo lo hice como una forma de teràpia.
Bueno, pues tenía que desahogarme.
En ese momento yo estaba rota y bueno, sigo estándolo porque eso no se te cura nunca.
Pero bueno, decidí hacer un borrador y mira, yo me iba desahogando en vez de explicarle los problemas a nadie.
Pues quizá ahí un profesional fue lo que tenía que necesitar, pero no lo hice, la verdad.
Entonces me puse a hacer un borrador y con el tiempo dije, bueno, pues ahora voy a escribir un libro.
Y sí, sí, me puse en ello y mira, me sirvió de terapia y hace dos, casi dos años que lo tengo escrito.
Pero no me decidía porque había cosas que tampoco me gustaban.
No soy de esa forma de ser, de sacar las cosas sucias a la calle.
Pero por otro lado pensaba que le podía ayudar a las personas, que se podían identificar conmigo.
Y mira, este año me dijeron, bueno, pues ¿qué hacemos? ¿Para adelante o para atrás?
Porque me lo dieron como bueno para publicarlo.
Y yo, pues la verdad, para sacarlo a la venta y yo no me decidía.
Y este año dije, bueno, pues venga, vas, para adelante.
Y ahora, pues de verdad que sí, mucha gente ha tenido muy buen éxito, no me lo esperaba.
Y muchísima gente me, no sé, me da la enhorabuena y me dice que, bueno, eso le hace ayudar a que ellas también tienen problemas.
Pero muchísima gente me dice, ostras, creíamos que lo nuestro era, lo que yo había tenido era lo más fuerte.
Y ahora veo que las personas no se ven por la cara, porque llevan una mochila muy llena.
Y en fin, pues mira, ahora estoy contenta de haberlo hecho.
¿Cómo uno puede seguir para adelante con energía, con fuerza cuando uno pierde dos hijos?
Bueno, yo tengo un carácter que la energía y la fuerza creo que la saco fuera de mi casa, ¿eh?
Porque como he sido muy abierta, cuando hablo con las personas, se me ve, pero realmente esa era la que yo era antes.
Pero que realmente no lo soy dentro de mi casa.
Dentro de mi casa me hundo.
Y por eso ahora llevo una temporadilla que esto me ha dado como un poquito de fuerza.
Te necesito tener algo.
He estado tan llena en mi vida con mis hijos que la verdad que los problemas para mí no eran problemas.
Después lo he visto, lo que son los problemas.
Después.
Porque después es cuando me he dado cuenta que antes era, no sé cómo explicarlo.
Es que no me daba cuenta que lo que yo tenía era un problema.
Era tan feliz.
Feliz a qué precio.
Porque claro, no se puede ser feliz con dos hijos en silla de ruedas haciéndoselo todo.
Pero estaba tan llena con ello que sinceramente...
No sé.
Y cuando me faltaron es cuando ya me desmoroné que ya vi que entonces no tenía por qué luchar.
O me parecía a mí que no tenía por qué luchar.
Y mira, me cuesta mucho.
Tienes que pensar que hace 25 y 21 años que se me murieron.
Uno hace 25 y el otro 21.
Pero no, no, no.
No puedes.
Por eso en casa te hundes.
En casa quieres pero no puedes.
De pensamiento sí.
Pero a la hora de querer vivir no puedes.
Es algo que eso trae otras cosas porque no se trata solo de la falta de los hijos,
sino que unos problemas arrastran otros.
Es como una ruleta que va dando la vuelta.
Y tú pues te sientes tan mal, tan mal por dentro que te sientes como vacía.
Y es que el título que yo le he puesto, sinceramente, no es una broma.
Es que yo me encuentro no roto, destrozado.
Pero luego tengo un carácter que en la calle intento disimular.
Y como ya mis principios eran así, pues quizás no me cuesta mucho disimular en la calle.
Pero luego no soy esa.
Aquella canción, ¿no?
Yo no soy esa.
En el libro cuentas, María, cuando llegaste a Tarragona, ¿no?
A los principios.
Cuentas cuando llegaste a la ciudad, ¿no?
A Tarragona.
Sí, sí, sí, sí.
Bueno, yo vine a una boda.
Bueno, ya lo pongo en el libro.
Yo vine a una boda y mira, aquello que pasa que tienes un flechazo con un chico
porque tenía 13 años entonces.
Y bueno, pues mira, con mi ma y mi menos,
que también sale ahí que no quería muchas cosas sacarlas.
Pero al final, pues ahí vamos, casi 50 años ya.
No te lo pierdas, ¿eh?
Lo digo porque también se sentirán identificadas aquellas personas que han tenido que luchar
para tirar adelante a una familia, ¿no?
Para subsistir, ¿no?
Para empezar de cero, ¿no?
Según cómo.
Vaya, vaya, vaya.
Yo lo único quizá que puedo dar gracias es que,
aunque mi marido haya tenido muchos defectos,
ha sido muy trabajador.
Hombre, al principio, pues como todos los jóvenes,
la mujer tenía que estar ahí para decirle,
¡eh, hay que hacer horas!
Que aquí hay muchos problemas.
Pero bueno, aparte de eso, la verdad que a la hora de la verdad,
cuando ella fue más maduro y así,
pues ha sido trabajador y si ha tenido que echar 15 horas la ha echado
y si ha tenido que echar 20 la ha echado.
Cuando había trabajo, ojalá estuviéramos en esos tiempos también por la juventud, ¿no?
Entonces, por ese lado, no me ha faltado nunca.
Sí que es la verdad que él ha trabajado y yo en casa no he sido,
no es que no tengo abuela para que me,
pero no quiero echarme flores, pero es verdad.
He estado en mi casa y he procurado cosérmela,
pisármela, coserla, lo que haya que hacer.
Y no, he mirado.
Y hoy, pues nunca me ha faltado un dúo.
Vaya.
Cuando hubo, esto lo cuentas en el libro,
cuando hubo el gran incendio en la riva,
se os quemó la casa, ¿no?
En la riva, el pie, ¿se os quemó?
Sí, también se nos quemó la...
Es que nos ha venido de todos nosotros.
Nosotros no nos vamos a ir de este mundo sin que nos hayamos pasado de todos.
De todos.
Yo es que hay veces que pienso, bueno,
lo único que una mujer no puede pasar es una cosa.
y gracias a Dios, eso no la he pasado.
Porque en mis principios ni me hubiese gustado.
Pero por lo demás, creo que lo he pasado todo.
¿Qué pasó en la riva que se quemó vuestra casa?
En el incendio, ¿no?
Fue en el incendio que hubo, ¿no?
En la riva.
Sí, en la fábrica.
Y como nosotros vivíamos,
resulta que también tengo que decir
que nosotros vivíamos...
Mi marido es de la riva.
Y en aquellos tiempos, pues,
queríamos hacer un chalé
en unos terrenos que tenemos allí.
Pero luego nos dimos cuenta
que no podía ser.
Porque el hacernos el terreno,
el chalé,
aunque quedaba cerca del pueblo,
yo necesitaba una ayuda.
y una ayuda no económica
de ayudarme
y con mis hijos.
Y entonces,
por cerca que estaba,
mi marido tenía que trabajar.
Entonces estábamos en un piso de la riva
que él, fíjate,
se asomaba por la ventana
y si yo ponía un trapo rojo en la ventana,
quería decir que lo estaba necesitando.
Luego ya compramos un teléfono,
bueno, que tenía un portátil,
con el tiempo iban saliendo cosas, ¿no?
y bueno,
así ya no hicimos el chalé,
porque veíamos que no era la solución.
Pero entonces,
en la fábrica,
porque la verdad que
mi marido ha tenido unos jefes muy buenos
y él también ha sido muy reconocido con ellos.
Y le pedimos un trozo
para ponerlo
en el piso,
que era de la fábrica,
y nos lo dieron enseguida.
Pagar,
no nos pagaron nada,
porque hubo gente que se lo pensó.
No, lo que no es, no es.
Lo pagamos nosotros,
pero ellos nos dieron el trozo
que allí se ha quedado en el piso,
porque pusimos un ascensor
y la maquinaria estaba dentro de la fábrica,
o sea,
pero nos dieron
esa solución.
Aparte del ascensor,
había un trocito
que pusimos una puerta a la calle
y allí, bueno,
le montamos una discoteca a nuestros hijos
para que disfrutaran.
y fueron unos niños súper felices.
Bueno,
unos niños que ya se fueron de 21 años,
pero allí eran súper felices
porque yo en aquellos tiempos
tenía tanta fuerza
para hacerlos felices
que,
venga,
una olla de chocolate,
pues una olla de chocolate
para todos los niños,
una merienda,
pues para todos los niños,
y allí siempre había niños con ellos.
Y siempre,
bueno,
es verdad que me siento
muy tranquila
por decir,
a ver,
las madres
nunca hacemos quizás
todo lo que tenemos que hacer,
pero dentro de que
todo a lo mejor
siempre queda algo,
estoy muy satisfecha
de lo felices
que lo hicimos
nosotros,
todos,
mi marido,
mi hijo y yo.
O sea,
todos lo hicimos
muy felices a ellos.
Fueron unos niños muy felices.
No se pudo hacer nada
para que no se puedan, ¿no?
Tú en el libro cuentas
que veías cómo se iban.
Uy,
yo lo sabía.
Fíjate,
a mí me dijeron
que eso sí que recuerdo
que estaba,
yo me faltaban dos meses
para tener al pequeño
que también era el último
que se me fue.
Y recuerdo
que,
fíjate si se me notaba,
estaba de siete meses
y fue cuando le hicieron
la biose a mi hijo mayor
porque estábamos altos
de ir a
a un doctor
que había en Tarragona,
pero fuimos,
íbamos particular a su casa
y cuando él vio algo
después de muchos días
de visitas,
vio algo
que no le gustó
y fue,
entonces nos mandó
para hacer pruebas.
Bueno,
pues cuando le estaban
haciendo la biosea
en Tarragona
que cumplió allí
los cuatro años,
siempre lo recordaré
que llevamos el pastel allí,
allí hicieron,
bueno,
allí vinieron los médicos
de todo
porque era como una cosa
que entonces
no se conocía mucho,
era como si,
no sé,
y yo estaba,
pues estuvimos
bastantes días allí
y yo quería estar
con mi hijo mayor allí
y cuando un día
me cerco
y le digo,
oiga doctor,
¿y cuándo,
y cuándo me van
a decir algo?
Dice,
hoy,
es que no se lo han dicho ya,
mira,
me dice su hijo
no llegará
a los ocho años,
a la edad de la comunión,
yo estaba en estado
y tú sabes
cómo me quedé,
no podía entrar
en la habitación,
cuando vino mi marido,
si hubiera estado allí
con el carácter
que tiene,
yo creo que,
bueno,
perdona,
pero es que creo
que no sé qué,
porque no era forma
de decírmelo a mí,
pues claro,
imagínate,
si me dice
que no llegará
a los ocho años,
de los ocho años
que ya temblaba
hasta los veintiuno,
imagínate cómo estaba,
es que
no se lo deseo
absolutamente
a nadie
en la vida,
a nadie,
porque no quiero
a nadie mal,
pero es que tampoco
aunque lo quisiera
se lo desearía,
por la felicidad
que te dan,
sí,
pero por pasar eso
a nadie,
yo me levantaba,
no podía dormir,
me levantaba Callandico
para no despertarlo,
para no despertarlo,
porque eran los dos,
y luego pues me quedó uno,
y ya asustada,
perdía,
y no sabes
cómo va a llegar
ese momento,
es que te cerca
a ellos Callandico
a ver si respiran,
eso es tremendo,
eso es horrible,
horrible.
María,
los dos se fueron,
a los dos
les pasó lo mismo
a los dos.
a los dos,
a los dos,
a los dos,
y por eso que
son cosas tan duras,
yo comprendo
que cuando se pierde
un hijo
en un accidente,
por ejemplo,
tiene que ser tremendo,
porque de la noche
a la mañana
tiene que ser horrible
ese golpe,
pero te digo la verdad,
lo que sufre,
esas personas al final
sufren ese día,
y de ahí para adelante,
pero de ahí para atrás no,
pero es que aquí
yo lloro a mis hijos
creo que más
en vida que muertos,
porque yo me acostaba
con unos ojos
y me levantaba
con un ojo hinchado
y me los lavaba,
me tenía que pintar
para que ellos
no me los notaran,
porque no había podido dormir,
porque cuando empezaba
a pensar,
pues es que no,
unos dolores de cabeza
y era de eso,
de lo que llevaba
dentro de mí,
y eso,
vaya,
yo creo que la más dura
del mundo
no lo puede,
y nunca,
y nunca digo
que lo mío
sea lo más duro,
porque yo siempre
miraba para atrás,
aún,
y pensaba,
y es verdad,
digo,
bueno,
yo conmigo,
con los míos
soy muy feliz,
eran niños muy inteligentes,
muy guapos,
hablábamos,
reíamos,
lo que fuera,
mientras que otros
a lo mejor pensaban,
igual lo tienen
en una cama,
en coma,
yo qué sé,
hay muchos casos peor,
o sea,
que siempre,
no digo que haya sido
la peor,
ni muchísimo menos,
hay casos,
la vida tremendo,
pero bueno,
yo sé que lo mío
ha sido muy duro,
porque ves que
no puede hacer nada,
queríamos ir a Estados Unidos,
primero nos animaron,
teníamos cartas en inglés,
no nos tenían que traducir,
y no,
porque entonces
no había tanto internet
como ahora,
ni nada,
entonces,
bueno,
pues nos animaron,
primero los médicos
no ilusionaron,
para que fuera mi marido,
le sacaran cédula,
luego para ponérsela a ellos,
pero no,
luego al final,
dijeron que no,
que de la forma que ya estaban,
pues que no podía ser,
que se hubiera sido al principio,
pero nada,
un rollo patatero,
porque ahora tampoco,
pues ya han pasado 25 años,
era una enfermedad incurable,
no incurable,
genético y incurable,
el por qué salió ello,
no lo sé,
porque no se recuerda a nadie
de que haya sido una herencia,
vaya,
algo hereditario,
ni nada,
no,
no,
no sabemos de nadie,
pero bueno,
pues va a empezar nosotros,
yo qué sé,
empezaron en ello.
¿Crees María que este libro
puede ayudar a personas
que hayan pasado,
puede ayudar a este libro
a personas que hayan pasado
por un similar?
Yo creo que sí,
porque simplemente
sin pasar eso,
pero se pueden identificar
con cualquier otro problema gordo
así que tengan,
y ya te digo,
porque mucha gente,
muchísima gente
me felicita por ahí,
no por la alegría,
viendo que ellos se creían
que eran los que
habían pasado muchísimo,
y luego,
pues lo que te he dicho antes,
piensan,
pues no es así,
vaya,
vaya plan,
y claro,
como me ven
y no se lo creen,
bueno,
no se lo pueden ni pensar,
no que no se lo crean,
que no se lo pueden ni pensar,
porque ojalá
me hubiera gustado
a mí hacer un libro
ficticio,
de nada,
inventado,
ojalá,
pero no ha sido así,
y se queda muy corto,
¿eh?
Sí.
Que hay cosas
que tampoco
todo lo pones
porque
porque no quieres ponerlo,
porque no quieres hacer
a veces daño,
ni...
Y el mañana,
María,
el mañana,
¿cómo ves el mañana?
Hombre,
a ver,
yo ahora he cambiado,
a ver,
he cambiado en alegría,
no,
en ser feliz,
no,
porque yo la felicidad
se me acabó,
yo veo que no,
pero me falta ilusión,
me falta mucha ilusión,
yo de pensamiento
hago muchas cosas
y luego en la realidad
no hago absolutamente nada,
entonces,
pero sí,
me estoy mentalizando,
no sé si es mentalizándome
o que yo estoy mejor,
¿no?
Con el tiempo
todo lo...
lo calma un poquito,
y todos los problemas
pues se van,
no se olvidan,
pero se van
viendo de otra forma,
también ves tú
que ya la edad que tienes,
como de...
si no aprovechas el momento
un poquitín
de no intentar estar
tan mal,
tan mal,
pues entonces,
ves que no,
que llega el día
que te vas
y no has hecho nada
en la vida,
porque yo mi vida
no la he vivido,
la mía
yo no la he vivido,
entonces,
piensa,
bueno,
te vas mentalizando
y al menos,
yo al menos ahora
feliz no estoy,
pero
estoy tranquila,
ya no corro por nada,
ya tiene que no ser
una cosa muy...
muy que tengo que correr
de verdad para correr,
mi marido a veces dice,
venga va,
que toque lo otro,
no, no, no, no,
no,
corre tú si quieres,
yo no corro ya,
yo quiero ahora ya
no echarme compromisos,
no echarme obligaciones,
vivir la vida,
pero sin vivirla,
pero vivirla tranquila,
por lo menos tranquila,
y con armonía
con todo el mundo,
que es lo que más he deseado
en mi vida siempre,
por eso aguanta una
muchas cosas,
por salvar la familia,
por llevarte bien
con todo el mundo,
y ese es mi reto,
vivir así,
no deseo nada más,
me gustaría
tener más ilusión,
pero como sé
que eso ya es como
cuando te sacan,
¿cómo te diría yo?,
como si ahora
te faltara un trozo
de tu corazón,
o un trozo de algo
de tu cuerpo
que necesitas
para vivir,
para respirar,
para seguir viviendo,
y a ti te faltara,
yo así me considero,
que estoy bien,
pero me falta algo,
me falta algo dentro de mí,
de mis hijos,
de todo lo que eso ha arrastrado,
que ha pasado,
quizás también yo estaba destrozada,
y las cosas que a lo mejor en ese momento
eran importantes,
porque yo no me he quejado de tonterías,
también lo tengo que decir,
pero bueno,
que hoy visto,
como lo veo ahora,
quizás de algunas cosas
me podía haber evitado,
me podía haber evitado,
pero como yo estaba muy mal,
pues claro,
María Martínez,
un placer charlar contigo,
y creo que los oyentes
en este libro
Corazón Roto
podrán ver
algunas similitudes
con la vida
de mucha gente,
María,
un fuerte abrazo
y ánimo.
Encantada,
y muchísimas gracias,
y encantada de conocerte.
Aquí adelante,
gracias.