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Buenos días, amigos oyentes.
Bienvenidos de nuevo al programa Puerta a la Esperanza.
Después de un tiempo de descanso estival,
aquí estamos, con fuerzas renovadas
y con el deseo de todo el equipo
de acercarnos a vosotros como siempre
para llevar vuestros corazones y vuestras mentes
al precioso mensaje de parte de Dios,
las buenas nuevas de salvación.
¿Cómo conocer estas buenas nuevas?
Pues a través de su palabra, la Biblia.
Una palabra capaz de transformar los corazones más duros
porque es el mismo Jesucristo
a través de ella que tiende la mano
para decirte hoy y siempre
ven a mí si estás trabajado y cargado
que yo te haré descansar.
¿Quién no ha escuchado hablar alguna vez de la santidad?
Yo creo que todo el mundo lo hemos escuchado, ¿verdad?
Sí, no hay nadie que no hayamos escuchado hablar de la santidad.
Pero, ¿sabemos qué es la santidad?
¿Sabes, amigo oyente, qué es la santidad?
En esta mañana queremos acercarnos a ti
que nos escuchas con este tema
y para ello están aquí Josué Martínez,
Vicente Torrova, Samuel García
y en el control Alejandro Martínez.
Buenos días a todos, bienvenidos.
Buenos días.
Vamos a escuchar unos minutos de música
y enseguida retomamos el tema.
Oh, for love the Father gave
All for love the heavens cry
For love was crucified
Oh, how many times have I broken your heart
Still you forgive
If only I asked
And how many times have you heard me pray
Draw me to draw me to draw me to you
Everything I need is you
My beginning, my forever
Everything I need is you
Everything I need is you
Let me sing
All for love
Let me sing all for love
I will join the angel song
Never holy is the Lord
Ever holy is the Lord
King of glory, king of all
And how many times have I broken your heart
Still you forgive
If only I ask
And how many times have you heard me pray
Draw me to me
Everything I need is you
Everything I need is you
Make it in my forever
Everything I need is you
It is you
Everything I need is you
Everything I need is you
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!

Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!
Fins demà!

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Fins demà!
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Fins demà!
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Fins demà!
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y si perteneces a cierta iglesia,
ya lo tienes todo solucionado!
Y de alguna manera,
rodearte con gente que sea cristiana,
pues también parece que te atorgue,
por mimetismo,
ya una santidad adquirida por el hecho de estar rodeados de esta gente.
Pero, como muy bien decíais en las otras preguntas,
es evidente que ni la iglesia nos hace santos, ni los cristianos hacemos santos a la iglesia.
Es decir,
la santidad tanto del creyente como la iglesia,
si entendemos iglesia como todos aquellos que hemos creído y aceptado al Señor Jesucristo,
no como institución,
sino como el conjunto de aquellos que hemos confiado nuestra vida a Jesucristo,
esa santidad viene directamente de Jesucristo.
como comentabais, ¿no?
Así que, es en virtud de eso que...
Además, hay un tema que nos diferencia en este aspecto,
sobre el tema de la santidad muchas veces de la iglesia católica.
En el Vaticano II se decía ya que mediante la iglesia Cristo comunicaba la gracia
y además la verdad a todos,
aunque muchos elementos de la santidad y de la verdad iban a encontrarse fuera de la estructura visible.
Pero, no obstante, el problema está ahí,
que los manuales preconciliares de teología dogmática solían decir que solamente la iglesia de Roma era santa.
Y, en este aspecto, bueno, alcanzaban algunos de los creyentes elevados a los altares de canonización por la iglesia,
alcanzaban, pues, bueno, eran declarados como dignos de imitación, de veneración y de culto.
Y este ha sido uno de los grandes errores dentro de la teología que los evangélicos evidentemente no podemos aceptar
ni podemos escuchar porque entendemos que santo es el creyente en Dios,
que solamente Dios otorga por el Espíritu Santo la santidad
y que cuando uno es creyente y posee al Espíritu Santo,
porque si no, no puede llegar a ser realmente un creyente regenerado y nacido de nuevo,
cuando el Espíritu Santo está en el creyente es, como dice la Escritura,
templo del Espíritu Santo, es morada del Señor.
Y, entonces, es el Señor el que nos hace realmente santos, solamente Dios.
Pero somos santos pecadores.
Aquí no hay grados en cuanto a que uno pueda otorgarse un grado de santidad
que lleve a otros a rendirle adoración, pleitesía y culto.
Esto no lo enseña en ningún lugar la palabra de Dios.
La Biblia no nos da pie para esto.
Entonces, entendemos que, como decía antes, ¿no?
Los mismos apóstoles se dirigían a los creyentes en las iglesias locales
como a los santos, que están en Colosas, en Filipos, en Éfeso y en otros lugares.
Y se dirigen a ellos como santos porque lo eran.
Eran personas dedicadas al Señor con un estilo de vida, consagrados al Señor.
Y que, en ese aspecto, aunque los pecados, evidentemente continuaban muchas veces en la vida,
como de cualquier otro creyente, pero la santidad estaba ahí.
Y, precisamente, es la capacidad de regeneración
para luego, realmente, conseguir esa gracia de Dios
que nos restaura a pesar del pecado
y que, tras el arrepentimiento, nos pone en una novedad de vida
y en un nuevo estado de reconciliación con el Señor.
Los cristianos podemos confirmar que Jesucristo es el paradigma de santidad.
Así que, ¿en qué detalles de su vida podemos ver esto?
¿Qué pensáis?
Bueno, es muy interesante porque, realmente, hay muchos textos
desde ya su niñez, por ejemplo, Lucas, pues nos habla, precisamente,
da testimonio de que aquel niño ya hablaba con una autoridad que no era normal.
Era ya alguien especial, ¿no?
Pero hay un texto que a mí me ha llamado mucho la atención
y es donde se ve realmente esa santidad
en cuanto a estar apartado y dedicado plenamente
en su manera de vivir y de actuar con Dios mismo, ¿no?
Y es en ese momento de la tentación, ¿no?
Cuando está en el desierto y es tentado por el mismo Satanás, ¿no?
Esa integridad que le lleva a obedecer la misma palabra de Dios
y vivir esa santidad, ese estilo de vida
conforme a lo que Dios desea, a su voluntad, en aquel momento concreto,
en el que está sin comer, está en una situación de debilidad física
y que hubiera sido muy fácil, pues, haber dicho, mira,
esto de la santidad, esto de vivir obedeciendo a Dios
y tal y como Él espera de mí, pues, no, no va conmigo y prefiero...
Claro, y además hay otros textos, por ejemplo, cuando la Anunciación
que hace a María dice, este es el santo de Dios
y además lo utilizan una terminología única, exclusiva, mayúsculas,
porque, claro, es el santo por excelencia, ¿no?
Es Dios mismo y como Dios, esa criatura que iba a nacer
y que además es Cristo, es el santo, el escogido, precisamente,
para poder santificar a los demás.
Y hay que luego, en Efesios, el apóstol Pablo dirá, por ejemplo,
según nos escogió en él, refiriéndose a los creyentes,
según nos escogió en él, para que fuéramos santos delante de él.
Es decir, esa es un poco la llamada y la vocación.
También nos dirá en hebreos, ¿no?, el que santifica
y los que son santificados, de uno son todos.
Es decir, ¿quién santifica? Cristo.
¿Y de quiénes somos los santos?
Del santo por excelencia, de Cristo.
También, por ejemplo, el apóstol Pedro, en una de sus primeras cartas,
dirá también, porque escrito está, sed santos porque yo soy santo.
Y se está refiriendo a Jesús mismo como calidad divina.
Precisamente yo quería haceros una pregunta sobre esto, ¿no?,
todos los cristianos somos llamados a ser santos, por lo que tú,
el versículo que has citado, Josué.
¿Pero cómo lo podemos ser?
Bueno, conociendo un poco cómo conocemos el concepto bíblico de la santidad,
está claro la primera parte de tu pregunta.
Todos los cristianos, todos los creyentes, estamos llamados a ser santos.
Pero la segunda parte de tu pregunta, ¿cómo lo podemos hacer?, ¿cómo podemos ser santos?,
quizá es ahí donde ahondamos un poco en esas profundidades que a veces, pues, nos cuesta definir.
Y no solo definir para los demás, sino definir para nosotros mismos.
Pero yo quizá, pues como habitualmente hacemos en todo lo que pretendemos enseñar,
pues vamos a apoyarnos en la palabra de Dios.
Y la palabra de Dios nos dice también por parte del apóstol Pablo en su carta a los romanos,
y en ese capítulo 12 y versículos 1 y 2, que además tengo que decir que es muy clarificante al respecto de saber cómo podemos ser santos.
Nos dice así.
Por tanto, hermanos, os ruego, por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto.
Y nos dice, no os conforméis a este siglo.
Y aquí estamos empezando a darnos cuenta de qué es lo que realmente tenemos que hacer de una manera activa.
No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación.
Por tanto, hay una parte activa en el creyente que tiene que definirse perfectamente
de acuerdo a que no puede quedarse tal y como está en su viejo hombre, en su vieja naturaleza,
sino que nos pide que nos transformemos por medio de la renovación de nuestro entendimiento
para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Porque el creyente lo que tiene que tener en mente para realmente vivir una vida santa es conocer la voluntad de Dios.
Y si el creyente conoce la voluntad de Dios, es con un propósito, con el propósito de obedecerla.
Y con ello estamos siendo santificados delante de Dios.
¿Querías aportar algo, Josué?
No, estoy de acuerdo con lo que ha dicho Vicente.
Tal vez como conclusión de lo que hemos estado comentando, el deciros que quizá alguno de nuestros amigos oyentes
pueda estar pensando qué es lo que puede aportarme a mí, ¿no?
Qué me puede aportar a mí el hecho de vivir una vida santa.
¿Qué os parece? ¿Por qué vale la pena esta opción de vida?
Hombre, si todos queremos, por ejemplo, una sociedad más justa, más transparente, más íntegra,
y si nosotros queremos vivir una vida plena, con sentido, con significado,
es evidente que vamos a tener que ir a la fuente del bien, de la justicia, de la transparencia,
para que nosotros podamos luego llevar a la práctica ese hacer el bien, ese llevar una vida con significado, una vida plena, ¿no?
Pero lo que está claro es que para que esto sea una realidad necesitamos ser transformados, cambiados.
Hace un momento leías, Vicente, ese versículo que nos habla de renovar nuestro entendimiento.
Necesitamos renovar primero nuestra mente, nuestra manera de pensar,
que precisamente no tiende a hacer lo correcto ni lo bueno.
Por eso tiende más a hacer la voluntad del mundo, como dice la misma palabra de Dios, ¿no?
Y necesitamos poner la mente de Cristo. ¿Cómo piensa Cristo? ¿Cómo actúa?
Es nuestro paradigma, lo decíamos antes, es nuestro referente, es nuestro ejemplo, ¿no?
¿Qué hizo y qué haría el Señor Jesucristo en cualquier aspecto y ámbito de la vida?
En la conducta humana, en las relaciones interpersonales, etcétera, etcétera.
Por lo tanto, necesitamos un cambio, y ese cambio solo puede efectuar el Espíritu Santo como se nos decía antes.
Así que si acudimos a aquel que quiere transmitir su sabiduría, su mente, su santidad, que es Cristo,
y le decimos, Señor, cambianos, transforma mi manera de ver las cosas como Tú quieres que las vea.
Él lo va a hacer, y lo va a hacer porque así lo ha prometido.
Y es una manera de entender lo que significa llevar a la práctica la santidad y por qué lo necesitamos.
Sí. Yo también, cuando estaba escuchando el por qué vale la pena esta opción de vida,
también estaba pensando porque es que nos libera de la esclavitud del pecado.
Y es que si yo estoy santificado en Dios, resulta que no solo estoy liberándome de esa esclavitud,
sino que además estoy liberándome de la culpa, porque ya Cristo ha pagado por mí.
Por tanto, es que es fantástico, ¿no? Es decir, oye, tengo esta intención y este deseo.
Bien, amigos, es muy interesante y bueno, pero la verdad es que el tiempo pasa, hemos de despedirnos.
Deseamos que el tema de la santidad haya sido de vuestro agrado, pero sobre todo que os haya animado a desearla,
ya que no es, como se ha dicho, no es un privilegio de unos pocos.
Hay un texto en Romanos que no sé si ya se ha leído antes, pero bueno, lo voy a repetir en el capítulo 6 y en el versículo 22, que dice,
más ahora que habéis sido libertados del pecado, como bien decías tú, Vicente, y hechos siervos de Dios,
tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin la vida eterna.
Es decir, que cuando el Señor nos da esa, nos otorga la salvación y nosotros la aceptamos, es que ya nos ha sido otorgada la santificación y como fin, como resultado, como regalo, la vida eterna.
Así que, ¿quieres tu amigo que nos escucha ser liberado del pecado?
Seguir y servir a Cristo, Él te dará como fruto de ello el maravilloso regalo de ser santo y como fin, como ya hemos leído, la vida eterna.
Ahora sé lo que es mejor
Amarte más y más Señor
En ti pongo toda mi fe
Siempre en Dios confiaré
Creo en ti, creo en ti, creo en ti
Amarte más y más Señor
Amarte más y más Señor
En ti pongo toda mi fe
Y siempre en ti, creo en ti, creo en ti, creo en ti
Nadie
En ti, creo en ti, creo en ti, creo en ti
Amarte más y más Señor
Amarte más y más
Amarte más y más Señor
Ahora sé
Ahora sé lo que es mejor
Ahora sé lo que es mejor
Amarte más y más Señor
Amarte más y más
Amarte más y más
Amarte más y más
Amarte más y más
Amarte más y más
Amarte más y más
Creu en ti, creu en ti, creu en ti
El Hijo de Dios me has dado la vida
Nadie puede salvar, solo Jesús
Creu en ti, creu en ti, creu en ti
El Hijo de Dios me has dado la vida
Nadie puede salvar, solo Jesús
Siempre, siempre, siempre está en la pared
Siempre, siempre, siempre te alabaré
Siempre, siempre
Queremos recordar que el próximo domingo estaremos de nuevo con todos vosotros aquí en los estudios de Tarragona Radio, nuestra radio, la radio de la ciudad, con la única y maravillosa finalidad que nos mueve, la que nos ha movido siempre, acercaros a la palabra de Dios, siempre cargada de buenas noticias y de esperanza para ti y para mí. Hasta entonces, que Dios os bendiga.
Siempre, siempre, siempre, siempre te alabaré
Creu en ti, creu en ti
Creu en ti, creu en ti
El Hijo de Dios me has dado la vida
Nadie puede salvar, solo Jesús
Creu en ti, creu en ti
Creu en ti, creu en ti
El Hijo de Dios me has dado la vida
Nadie puede salvar, solo Jesús
Creu en ti, creu en ti
No jugar, solo Jesús
Creu en ti