logo

The Wild Project

Bienvenidos a THE WILD PROJECT, el podcast de Jordi Wild. Actualidad, deportes, charlas con los invitados más interesantes, ciencia, anécdotas y curiosidades, debates, filosofía, psicología, misterio, terror... y muchísimo más. Cada semana hablando claro y sin miedo sobre el mundo que nos rodea. ¡No te lo pierdas! Bienvenidos a THE WILD PROJECT, el podcast de Jordi Wild. Actualidad, deportes, charlas con los invitados más interesantes, ciencia, anécdotas y curiosidades, debates, filosofía, psicología, misterio, terror... y muchísimo más. Cada semana hablando claro y sin miedo sobre el mundo que nos rodea. ¡No te lo pierdas!

Transcribed podcasts: 306
Time transcribed: 44d 17h 20m 4s

This graph shows how many times the word ______ has been mentioned throughout the history of the program.

Bienvenidos a un nuevo episodio en The Wild Project.
En este episodio vamos a viajar, ya sabéis que son algunos de mis podcast favoritos,
los de aventuras, los de poder de alguna forma hacer volar la imaginación para visitar países
que la mayoría no vamos a visitar nunca, aunque creo que tenemos que empezar a abrir
un poco la mente y empezar a hacer otro tipo de turismo no tan típico. Yo estoy seguro que
después del podcast de hoy más de uno, me incluyo, vamos a estar muy tentados a coger la mochila y
no hacer nada. Quedarnos quietos ¿te imaginas? No, a visitar países diferentes. Hoy tengo el
placer, el honor de tener aquí conmigo a Aníbal Bueno. ¿Qué tal Aníbal, cómo estás? Muy bien
Jordi, muchas gracias por la oportunidad de estar aquí charlando contigo y estoy de acuerdo con lo
que dices. La gente tiene que animarse a visitar lugares que no están dentro del
circuito turístico habitual porque eso te abre mucho la mente y cambia tu forma de ver el mundo.
Tú has salido, si no me equivoco, en este podcast varias veces. Aquí te han mencionado
varias veces. Leta te ha mencionado veintinueve veces. Veintinueve. Veintinueve. No paraba era
Ayahuasca y Aníbal Bueno. Leta, te aseguro. Creo que Amarna también... Creo que sí, creo que sí.
Y si no te mencionó en el podcast, te mencionó después. O sea, mucha gente me ha dicho Aníbal
tiene que venir porque de todos nosotros, esta fauna que estáis moviendo por todos lados,
es quizás... Si no el que más países ha visto. ¿Top 3? ¿Te has estado en cuántos? 102 países.
102 países. ¿El año pasado en cuántos estuviste? El año pasado en 26.
A mi, yo sé, yo calculo y me salen a dos por mes. Es una locura esto. Es una locura, así me estoy
quedando. Y no te vas a Francia, Italia y Grecia. Bueno, vengo de Dolomitas. Ah, coño. Pero de
vacaciones. Por trabajo no me voy a estos países. África sobre todo y luego Asia también. ¿Te queda
algún país de África por ver? Pues sí, por suerte, porque me gusta que me queden cosas por
descubrir. Me quedan aún unos 20 países de África. África tiene muchísimos países. Son 56,
si no me equivoco. No sé si son 56, pero son muchos. Esas divisiones, que también
daría para otro podcast, de cómo se hicieron algunas divisiones de los países africanos,
que aún las consecuencias se están viendo a día de hoy y a saber cuándo... Se están viendo. De hecho,
con el golpe de estado de Níger, que es un golpe de estado que al final ha sido algo que ha ocurrido
en cadena en muchos países de África Occidental. Uno de los factores que hay detrás es precisamente
ese reparto arbitrario que hicieron los europeos, en este caso los franceses, de toda esa región.
Entonces sí, eso daría para muchísimo. Sí, sí. De hecho, es un tema que voy a tratar porque va a
venir en... Yo creo que en un par de meses o un mes o algo así, tengo una agenda ya, que no sé,
una persona que no quiero dar spoiler aún, pero es un puto crack y experto en África, en lo que
está pasando con África, lo que pasó con África, a un nivel más geopolítico, vamos a decir. No tan
de aventura, sino más geopolítico, para comprender muchas cosas. ¿Por qué pasa lo que pasa? ¿Por qué
hay tantos conflictos? ¿Por qué parece que África no acaba de dar el paso para estar al nivel del
primer mundo y que hay muchos factores ahí? Sí, sí. Vamos contigo. A ver, Aníbal, tú eres ingeniero
informático. Sí. Ojo. Soy ingeniero informático. Y veo que aplicas cada día, ¿no? La ingeniería,
¿no? A ver, cuenta un poquito sobre... No tengo ni idea ahora de informática. Sí. O sea, sé programar. O sea,
usas Windows, ¿no? Sí. Uso Mac, eh, pero porque cuando estuve en la universidad, que luego hablaremos
del siguiente paso que di, utilizábamos ahí Mac, ¿no? Y ya me he acostumbrado y utilizo Mac. Pero
hoy en día, de hecho, yo le pido ayuda a mis amigos para temas de ordenadores, porque, claro,
yo me saqué la carrera en el año 2002. O sea, han pasado 20 años y me he dedicado a otras cosas,
con lo cual, sí, soy ingeniero informático, pero ya no recuerdo muchas cosas. O sea, ingeniero
informático, doctor en biología de sistemas, que no tiene mucho que ver con la pura informática,
porque esto es las relaciones entre especies, todo eso, ¿no? Sí. Tú habías hecho el doctorado,
terminas, estás en la universidad. ¿Cómo te da por dedicarte a eso, a viajar, a ser nómada? O sea,
¿cómo fue ese proceso? Pues yo llevaba cinco años en la Universidad de Málaga, investigando sobre
temas de cáncer y de enfermedades raras, ¿no? Con este, esta combinación de la biología y la
informática. Y durante unas vacaciones, que yo estaba en un momento anímico un poco bajo, vi en
Facebook una amiga que decía, me voy a Camerún, ¿se viene alguien? Y yo, de perdidos al río,
dije, yo me voy a Camerún. Y me apunté al viaje a Camerún y eso me cambió la vida. Eso fue en el
año 2009. Pisé Camerún. Nuestro guía era Joan Riera, que es un antropólogo loco, brutal. Es un
personaje que te interesaría mucho. Hombre, pues sí, porque tengo unas ganas de tener un antropólogo.
Lo llevo diciendo hace 15 años, ¿eh? Lo del antropólogo. Ya me pasabas el contacto. Joan es
tu hombre, porque es un antropólogo. Yo creo que es el mayor experto en tribus africanas que hay
en España y quizá que en Europa y en el mundo. Es un tío, él ha crecido en Camerún, es catalán.
Sí, Joan Riera. Sí. No tiene pinta de ser. Exactamente. Ha estudiado sociología y antropología y
bueno, pues se dedica a documentar culturas de África. Yo estoy colaborando con él, somos
socios. Y bueno, lo conocí en este viaje en Camerún en 2009. Fue un viaje que visitamos,
pues prácticamente todas las tribus de Camerún, en zonas que hoy en día ya no se puede ir,
por todo el yihadismo que hay en el norte. Estuvimos en la selva con los pigmeos, comiendo
chimpancé allí. Luego hablaremos de comidas. Sí. Porque esas son unas cosas complicadas de los
viajes, ¿no? Y digamos que ahí me picó el gusanillo y dije, joder, es que, porque uno puede ver las
cosas por la televisión, en documentales, pero hasta que no estás allí, pasando el calor húmedo de
la selva, picándote bichos y viendo que realmente esas culturas que lees en libros existen y están
ahí, te acogen, puedes ver rituales, pues eso me cambió. Y a partir de ese momento, siempre que
tenía vacaciones en las universidades, pues Semana Santa, verano, Navidades, pues me escapaba
África a un país nuevo. Llegó un punto en el que empecé a sentir más vocación por el mundo de los
viajes que por el de la ciencia. También creo que yo soy una persona muy curiosa por naturaleza y
por eso soy científico, ¿no? Porque quiero descubrir cómo es el mundo, bueno, informarme a través de
esa herramienta que es la ciencia, de cómo es el mundo que nos rodea. Pero me he dado cuenta que
con los viajes y la antropología también lo puedo hacer. Es otra forma de descubrir el mundo,
¿no? Descubrir al ser humano y de ver otras cosmovisiones que en occidente estamos, bueno,
y cada cultura siempre está un poco encerrada en lo que cree y en cómo cree que funciona el
mundo. Y siempre es sano ver otras visiones. ¿Cuándo decides dar el paso de me voy de
vacaciones a Namibia a voy a dedicarme a esto o voy a ser nómada, voy a cambiar mi vida por
completo? Porque ¿tú te consideras que en estos últimos años eres una persona nómada?
Sí, absolutamente. No tengo vivienda. Tengo una casa que la tengo alquilada y vendí el coche y
junto con mi pareja nos fuimos a viajar. Entonces ahora llevamos cinco años que apenas venimos a
España, venimos una semana o dos al año para saludar a la familia y renovar el pasaporte.
Y cómo es, bueno, antes de ir a cómo es la vida de nómada, ¿cómo decides dar el paso tan heavy de
esto ya no es un hobby, voy a vivir diferente? Pues lo primero fue dejar la universidad y eso
se dio, el punto de inflexión fue cuando terminó mi contrato y el jefe que yo tenía en aquel momento
la universidad me dijo puedo renovarte el contrato cinco años más o te vas y cobras el paro. Entonces
yo dije, bueno, la opción va a ser irme, tener dos años de paro y con esos dos años tratar de
montar un negocio que me permita viajar. Entonces lo primero que hice fue estudiar el máster de
periodismo de viajes en la universidad autónoma para tener una formación de cómo documentar
otras culturas y luego pues tratar pues de tener ese negocio que pudiese realizar de manera nómada
y a partir de ahí pues me dediqué a la divulgación con libros y charlas que eso me aporta un cierto
ciertos ingresos y monté una agencia de viajes especializada en esos lugares complicados del
planeta. Que ahí estás tú y un equipo de guías que van por diferentes sitios de turismo diferente.
Sí, somos siete ahora mismo en la empresa, tres socios, uno de ellos es Joan, el antropólogo que
te digo, que es una persona muy peculiar, ¿no? Pero sin él... Nos gustan las personas peculiares. Por
eso digo que es muy interesante y te interesaría mucho conocerlo porque es una persona muy peculiar,
está como un cencerro y eso tiene sus cosas buenas y malas. Como socio también de empresa,
¿no? Realmente. Yo he querido matarlo muchas veces pero él me ha aportado a los mejores momentos de
mi vida. O sea, él me ha llevado a conocer tribus que ni Dios sabía que existían. Me ha metido en
Tinklaus, ya contaré luego alguno, como una misión suicida sudán del sur, que casi la palmamos
allí. Entonces es como, joder, me da la adrenalina que necesito y yo he aprendido mucho de él,
porque yo venía de otro mundo que no era la antropología. Bueno, entonces estamos estas
personas en la agencia y luego tenemos guías porque no podemos estar... Bueno, ya estamos
siempre sobre el terreno pero necesitamos más gente para tener más ofertas. Guías locales.
Guías locales y luego gente también española o incluso tenemos un guía que es holandés y otro
alemán para guiar grupos y no estar nosotros ahí siempre con los clientes. ¿Y cómo es vivir como
nómada? ¿Tú dices que no tienes casa para entendernos? Que eso ya es lo primero que puede
chocar, ¿no? Porque es algo tan básico para todo el mundo tener un refugio. Tú no lo tienes,
tú te vas moviendo. No lo tengo y creo que es lo que más he hecho de menos. A ver, somos unos
privilegiados. Yo viajo con mi pareja y tenemos esta vida nómada desde hace cinco años y somos
unos privilegiados porque mucha gente querría hacer eso y no puede hacerlo. De hecho, nosotros
nos hemos casado en Uganda durante esta vida nómada. Es decir, hemos vivido muchas cosas como
pareja juntos en este periodo. Hemos trabajado muchísimo también, claro, pero no es todo tan
bonito como parece. Por Instagram siempre nos escriben, joder, estáis de eterna luna de miel,
pero claro, tú compartes los momentos chulos, ¿no? Esa bronca en medio del Sahara no se pone en el
Facebook. Eso no se pone. Cuando estás de morros en mitad de la sabana no se pone. Pero aparte,
independientemente de eso, estás mucho tiempo sin ver a tu familia, tus amigos. Los amigos se van
perdiendo porque cada uno tiene su vida y si tú no estás nunca, por mucho que mantengas contacto
por WhatsApp o lo que sea, pues no es lo mismo. Yo tengo sobrinas y no las veo crecer. Mi madre se
hace cada vez más mayor, obviamente. Y hay como una sensación de desarraigo y luego también a
nivel de pareja no tenemos intimidad porque estamos siempre o en tienda de campaña o con clientes o
cuando venimos a España en casa de nuestros padres. Y al final es una sensación extraña,
¿no? Como sientes que no perteneces a ningún lugar y que no tienes momento tampoco de digerir
todo lo que has vivido. Porque yo ahora me voy a Afganistán, luego a Namibia, luego a Pakistán y
cuando me siento yo a decir, hostia, qué fuerte esto que he vivido. ¿Empiezas a echar de menos
una vida un poco más tradicional podríamos decir? La he hecho de menos y de hecho en 2024 nos lo
vamos a tomar más en calma. Vamos a estar sobre todo en España para escribir un par de libros que
tenemos pendientes, empezar un poco también de divulgación en YouTube porque es que no tenemos
tiempo de hacer audiovisual. Lo tenemos almacenados en discos duros desde hace años. Y para
escucharnos también a ver qué ritmo queremos tomar a partir de ahora. El miedo que tengo es
aburrirme porque claro llevo muchos años de estímulo diario, estímulo diario, un atribu,
un elefante, un no sé qué y me veo en casa y por un lado digo, joder, qué guay. No tener que ir
con la mochila, gustas todos los días, un colchón, no sé, una rutina, pero me aburriré, no lo sé.
Mira, si tuvieras que decir lo peor de la vida nómada, que es lo más jodido, lo que si pudieras
cambiar lo cambiarías ¿qué es? Después solo puedes decir una cosa. Solo puedes decir una cosa.
Claro, es que estilos de vida nómada hay muchos. Está el nómada que se va a valir un mes y luego tal,
pero el mío que es, yo es que lo máximo que he estado en el mismo sitio en los últimos años ha
sido una semana. No me da puro. Claro, porque tengo un viaje aquí como guía, otro aquí para
investigar un atribu, otro entonces pum pum pum pum. Pero yo diría la intimidad. La intimidad,
más que una buena cama o comida buena siempre. Mira que tengo la espalda hecha una mierda,
pero más o menos me adapto a todo. Y la comida al final te adaptas, pero la intimidad. Yo soy una
persona, a ver, me gusta hablar con la gente y tal, pero necesito mis momentos para mí y cuando llevo
años sin tenerlos me vuelvo loco. Eso es para mí lo más importante. Tus momentos de estar solo
completamente, sin necesidad ¿no? Sí, de estar solo y poder estar perdiendo el tiempo haciendo
lo que quieran. Claro, hay otras personas que tienen un estilo de vida nómada, pero sí tienen
intimidad. Yo hablo del estilo que tengo yo que es a piñón. Es que el vuestro me parece el nómada
puro, el nómada moderno puro, que significa de verdad no tener un sitio fijo. Porque claro,
irte un mes a Bali mochilero y ya está, pero vuelves a casa o te estás en un hotel luego,
pero lo vuestro es literalmente no tener casa. Sí, sí. Bueno, 2024, tranquilo ¿no? O sea,
vas a hacer solo 16 viajes. A ver, ya tengo alguno pendiente. Claro, mi socio también me aprieta,
me dice, bueno, hay que sacar el calendario de viajes que hay que ponerlo en la web y alguno
ya ha caído. Vamos a hacer con Letal Crisis, con Rubén, en colaboración con su agencia,
un viaje a Papúa Occidental, a ver a los coruguaí que viven arriba de los árboles y a los Dani.
Creo que haré en marzo uno a Siberia también, como el que hice con Amarna, algo parecido,
y luego a final de año a Sudán del Sur. Eso es lo que tengo. Sudán del Sur, me han contado
muchas historias de Sudán del Sur. Letal está a punto de morir 12 veces ahí, pobre tico mío. Bueno,
ya me contarás tú que luego también quiero preguntarte momentos, vamos a decir, adrenalínicos,
a punto de morir, que claro, ahora mola contarlo, vivirlo ya es otra cosa. Vamos a los viajes,
va, que vamos a dividir este podcast. Este señor me pasó como una escaleta y le pregunté, oye,
qué cosas te han pasado, ¿no? Bueno, me pasa un libro entero. Digo, bueno, ¿cómo lo hacemos? O sea,
¿vas a volver a venir? Apúntate a 2024 que regresas porque es que la mitad de cosas no van
a poder entrar porque hay tantas. Pues yo vengo otra vez. Fantástico, ya estoy contento. Vamos
a empezar. Mira, has dicho los Krowai, ¿no? Que eso es de Papúa. Sí. Es una tribu muy curiosa
donde tienen vida en los árboles. Sí. Y son caníbales. Son caníbales, sí. A ver,
que esto ya impacta. Cuéntame esa tribu, cómo la descubres y qué has visto de ellos. Vale,
se les conoce como los últimos caníbales. Me gusta siempre empezar la historia de los Krowai
hablando de Michael Rockefeller. No sé si sabes quién es. Bueno, Rockefeller llegó a ser la
persona más rica del mundo. Sí, efectivamente, que fue también vicepresidente de los Estados
Unidos, ¿no? Si no me equivoco. Y si no, mandaba. Sí. Con las petroleras y todo,
tenía el control. Era el margarito. Estandarol y todo. Sí. Sí. Pues creo que era su nieto,
Michael Rockefeller, que estudió antropología, pues murió en esa zona. Murió en la zona de Papúa
Occidental y según parece ser, se lo comieron. No se sabe bien si los Asmat o los Krowai, ¿vale?
Él estaba ahí haciendo una expedición en una barca y la barca volcó. Y estuvieron él y su
compañero tres días a la deriva, agarrados a la barca. Y en un momento dado dijo, voy a tratar
de llegar a nado a la costa. Comenzó a nadar y nunca más se supo de él. Entonces, claro,
hubo investigaciones porque toda esa costa estaba poblada por comunidades caníbales. Esto eran los
años finales de los 60, principios de los... No, eran los 60, los años 60. Y incluso la madre
de Rockefeller contrató una investigación privada para saber qué había sido de su hijo. Claro. Es
curioso porque las últimas fotos de Rockefeller con vida son él rodeado por mucha gente de la
tribu, ¿no? La típica imagen que uno puede decir, joder, se lo van a comer. Pues parece que... Se les
veían los ojos, se les veía el hambre. Que eso fue lo que pasó, ¿no? ¿Qué pasó? Entonces el
investigador, según cuentan, no sé qué hay de cierto y que no, le entregó a la madre de Rockefeller
la calavera de su hijo, ¿no? Como prueba de que efectivamente se lo habían comido ahí. Entonces es
una zona muy interesante porque es la última región en la que se erradicó o se dejó de practicar el
canibalismo. De hecho, el último caso documentado es de 2012. Hace nada. Sí, pero bueno, ya en 2012
digamos que ahí lo que impera es la cultura indonesia. Entonces a los que se comieron, a estas
personas, los han metido en la cárcel y tal. Y es una cultura, yo creo que... Mira que conozco
culturas, pero para mí es una de las top. Yo no sé si la pondría en el puesto número uno o dos,
porque aparte de lo que es el canibalismo, son personas que son solo 3.000 individuos, unos 2.800,
¿vale? Que viven en mitad de la selva, una selva primaria muy frondosa, y viven de la cacia y la
recolección. Van desnudos. Bueno, se ponen una hojita en el pene, en el glande. Esa es la única
ropa que llegan. Ya está. Y van con arco y con flechas y viven de la caza, la recolección,
y viven en estos árboles a 30 metros de altura, que son brutales. Porque tú ves al tío subiendo
a su casa, que a lo mejor tarda 10 minutos porque son 30 metros y tiene que ir por el tronco. O sea
que van subiendo por el tronco. No han construido ni algún tipo de escaleritas o algo. Algunas sí
tienen una escalera de madera. Ah, vale. Enormes. Lo que pasa es que, como hay muchas lluvias y tal,
las escaleras se van rompiendo. Ajá. Y, joder, verlos ahí arriba... Yo no he llegado a subir a
ninguna casa. Supongo que, si vamos en septiembre, Lethal subirá. Yo iré Lethal crisis en caído de
un árbol. En papúa. En papúa. ¿Devorado o se cayó de un árbol? ¿Quién prefieres Lethal? Yo seré
testigo y vendré aquí a contarlo. No, tráeme en la calavera también, como el Rockefeller. Con el
perillo ahí. Exacto. Hostia. Y, bueno, luego también tienen una cosa muy particular y es que se
comunican cantando. Y, aparte, cada miembro de la comunidad coruguaí tiene un canto diferente. Con
lo cual tú vas andando por la selva. Además, cantan súper bien. Ajá. Y escuchas a alguien cantar
de lejos. Entonces, eso te indica de dónde viene y quién es. Porque, como cada persona, tiene un
canto particular. Ajá. Pues sabes quién es y de dónde viene. Y, joder, es súper guay estar ahí.
¿Pero es un tipo de canto gutural o es un tipo de canto hermoso? Claro, es... No entiendo de cantos,
pero entre gutural y hermoso diría hermoso. Vale, no es un grito como de guerra. No, no, no. Son
cantos muy bonitos. No sé el estilo. Ajá. Pero es muy guay. Muy guay. Y escucharles, porque ellos
cantan, dicen que cuando cantan, los dioses de la selva, ellos creen en el dios Cacua, el dios de
la selva les protege. Entonces, cada actividad que hacen, cantan para tener esa protección.
Suben a la casa árbol cantando. Entonces, son momentos brutales. Yo voy a poner una foto de una
de las casas de estas que comentas. Sí. Porque esto es una locura. Es una pasada. O sea, es una
pasada. Y, claro, aquí no se ve la altura. Aquí hay como una pequeña escalerita. Sí. Esto estará unos
30 metros, ¿no? Las hay a 20. Claro, últimamente las construyen más bajas. Ajá. Porque, de hecho,
en la selva quedan muy poquitos coruguay viviendo. Muchos se van a la ciudad. Ah. Y, claro, cuando
vienen a ver a sus familias, pues, a lo mejor no les apetece subir hasta ahí arriba por un tema de
practicidad. Y también habrán perdido, quizás, un poquito de, ¿no?, de estilo, facilidad para
poder ir. También no tiene mucho sentido ya construirlas así, porque esto se hacía para
divisar a los enemigos, que hoy en día ya no tienen disputas tribales, y para protegerse de
animales salvajes. Los coruguay creían, o sea, eran caníbales, pero hacían dos tipos de
canibalismo. Uno contra los enemigos. Ellos, cuando mataban a un enemigo, creían que comiéndose su
cuerpo, pues, digamos que adquirían los poderes de estos enemigos, ¿vale? Y luego también se comían
a los propios miembros de la comunidad cuando morían repentinamente. Porque ellos pensaban que
cuando alguien moría sin... No que se cayese o que alguien lo matase, sino que moría sin una causa
aparente, eso era que se le había metido el demonio dentro. Entonces, comiéndose la carne,
mataban al demonio. Ese es el tipo de canibalismo que llevaban a cabo los coruguay. Claro,
el primero es uno de los más típicos, ¿no? El canibalismo en una guerra, conflicto que pueden
tener de los enemigos. Pero esto es curioso, el hecho de que cuando alguien tuviera un ataque al
corazón o... Claro. ¿Ellos te lo cuentan esto? ¿Sabes lo que pasa? ¿O les da reparo contar estas
cosas tan íntimas? Como pasa en muchos lugares en los que han llegado los misioneros, igual que
en Nagaland con los cazadores de cabezas y en muchas comunidades que tenían algunas prácticas,
que desde el occidente vemos como que no están bien, con la llegada de los misioneros lo que
se consigue es que estas comunidades se avergüencen de su pasado. Entonces, viven en mitad de la selva,
pero a las puertas de la selva ya se pueden ver iglesias. Entonces, los misioneros llegan
ahí y les dicen, no, esto no lo hagáis, no, esto no lo contéis, poneros esta ropa, que vais muy
desnudos, esto no está bien y todo va cambiando. Entonces, no es fácil, ellos no suelen hablar de
eso. A mí me costó mucho, de hecho, yo era un tema que me interesaba mucho hablar con ellos y
documentar y hasta el quinto o sexto día no lo pude conseguir. Tuve que irme a cazar varias veces
con Marcus, que se llamaba el coruguaí con el que yo estuve, para hacer un poco de migas y más
confianza y poder preguntarle por eso. Y él me decía que no lo hacían, que su abuelo sí y tal,
pero que ellos no lo hacían. Y es curioso porque los coruguaí hasta los años 70 no conocían de
la existencia de otro grupo humano, que eso es ante ayer, son 50 y pocos años, pues creían que,
bueno, no sabían que existían más gente en el mundo que ellos. Es una de las comunidades que
más tarde ha tenido contacto con el mundo exterior. Entonces, esto es algo brutal también,
porque los ancianos de ahí, cuando ellos eran pequeños o adolescentes, no conocían que existía
un mundo más allá, con lo cual es un sitio único. Creían que estaban solos en el mundo, ¿no? Sí, sí.
Imagínate que deberían pensar, ¿cómo deberían pensar que es el mundo, la tierra? ¿Cómo deberían
tenerla en la cabeza? Claro. Nosotros tenemos como algo tan asumido, que hay países, hay diferentes
personas por todos lados, pero es una barbaridad. Cuando fuiste a cazar con Marcus, ¿qué cazabais?
¿Qué es lo que suele cazarse ahí? Pues, a ver, nosotros, bueno, nosotros, él cazó. Sí, tú ahí
acompañando, ¿no? Yo trataba de no hacer ruido para no espantarle a la presa. Un facó, como un
jabalí, una especie de pumba, ¿no? Pobre tico. Supongo que es una especie diferente, porque esto
es oceania, ¿no? Y el pumba típico está en la sabana africana, ¿no? Pero sí, como una especie de
jabalí. ¿Y con lanza, con flechas? Con arco y flechas. Totalmente rudimentarias. Sí, sí, de madera
todo y la punta metálica. Le ponen un poquito de veneno con unas plantas venenosas que hay allí,
impregnan la punta en veneno y con eso cazan. Y luego llegó otro coruguay de la selva que venía
también con una presa era una rata, pero una rata grande. Sí. Pues, claro, luego al fuego y se la
comen y listo. ¿Comiste ahí? Ahí no comí, no comí, porque tampoco quería enfermar. Ya, ese es un riesgo, ¿no?
Sí, en esa expedición yo iba trabajando de guía para un documentalista alemán, un fundador de
Greenpeace que quería hacer un documental de comunidades sostenibles. Entonces, si yo voy
viajando solo me la puedo jugar, pero cuando estoy trabajando no puedo comer algo que me siente mal y
dejar a los clientes solos ahí en la selva. Y estar dos días ahí que no puedes salir del baño. Y por
cierto, hay una maldición ahí porque los últimos tres guías que tenía han muerto. ¿No me jodas? Sí. Ahí mismo. Ahí, ahí, en la zona de
Coruguaí. Sí, sí. Ahí sí que no vamos a ir nadie, ¿eh? No me jodas. Son los guías. Ya, ya, pero la probabilidad es alta. Los tres últimos
guías. Sí. Uno le picó una serpiente, el otro fue un ataque de asma y el tercero un ataque al corazón. Entonces, ahora
tengo un cuarto guía que es el que... El que estoy... Pa' descanse, pobre cuarto guía. Que ya mi socio tiene el
cacha el dedo. Dice que a este también... Hostia. Bueno, yo no estaría muy tranquilo. Oye, el ataque al corazón, suerte que no lo ha
pillado unos años antes, que luego va a la paella, ¿eh? Claro. O sea, hubiera sido ideal para ellos. Pero claro, la
mortalidad, que esto es algo que también... Creo que lo comentaste en algún otro podcast. A veces se idealiza
mucho, ¿no? Las comunidades indígenas. Bueno, todo este sentimiento tiene un nombre, ¿no? Que es el buen salvaje.
Desde tiempos de ruso, mucha gente que con cierto sentimiento anti ilustrado tiende a demonizar la
sociedad moderna, ¿no? A decir, es que debemos retornar a la naturaleza, ¿no? También el movimiento
New Age tiene esta máxima de retornar a lo natural y nos estamos echando a perder como especie. Pero las
comunidades indígenas tienen una esperanza de vida de 35 o 40 años, muchas de ellas. ¿Sí? ¿Están bajas? Las
que viven en selva, sí, sí. De 35 o 40. O sea, es difícil ver alguien de 50 años. Los hay. Incluso hay algún
anciano, pero la gente muere muy joven. Entonces, claro, te digo que se han muerto tres guías, pero entra
dentro de lo normal. Claro. De esos países donde puede... Además, la fauna es muy hostil. Sí, hay malaria, no hay
hospitales. Entonces, bueno, hay que poner un poquito en valor lo que tenemos aquí en ese sentido, sobre todo
la parte sanitaria. No, tenemos... Es que a veces es eso, ¿eh? Tenemos una sensación de que estamos en el
peor momento de los últimos años al revés. Estamos en el mejor momento. Nada será nunca perfecto, pero... No.
Pero todos los indicadores apuntan a que estamos en el mejor momento de nuestra historia. Hay menos
guerras que nunca, menos hambre que nunca. Aunque luego, claro, lo vemos en las noticias, pero ese sesgo
que tenemos que nos hace fijarnos en lo negativo. Pero los datos objetivos son que vivimos mejor
que nunca. La esperanza de vida es mayor que nunca. Entonces, bueno, todo eso gracias a la ciencia.
Claro. Científico, ¿eh? Me gusta porque luego, cuando hablemos de rituales, que lo ves desde un prisma
totalmente escéptico, es muy interesante, porque al final tú vas siempre a la ciencia. Tú al final retornas
a tu casa, que es la ciencia. Sí. Ese es tu hogar. Pero es que es mi hogar y aparte es la única
herramienta que tenemos para conocer la realidad. Es decir, todo lo que no es ciencia es creencia y
las creencias pueden ser verdaderas o pueden ser falsas, ¿no? Yo he estado con tantas comunidades que
muchas veces digo, claro, si yo tuviese que creer todo lo que he visto, o sea, del futuro no se puede
interpretar de 20.000 maneras diferentes. Es que hay cosas que son incluso contradictorias.
10 millones de dioses y de... Es imposible. Más cosas y más tribus que has visto y más viajes.
Vamos a la tribu Dogón en Mali. Sí. Esta tribu se ha hablado mucho mediáticamente porque hay como
el pensamiento de que a nivel cosmológico eran unos genios y estaban muy avanzados a su tiempo.
Esto es una idealización que ha hecho la gente. Es cierto que tenían un nivel altísimo. ¿Dónde
está la realidad? ¿Dónde está la ficción? Vale. Esto ha dado mucho juego porque se han hecho películas,
libros sobre el mito de los Dogones. Aquí lo que ocurre es que un antropólogo francés, Marcel
Gryol, estuvo, creo que fueron 10 años conviviendo con los Dogones. De hecho,
estuvo viviendo en la casa de un ogón. El ogón es el chamán del poblado. Y entonces, Marcel Gryol,
lo que hizo cuando volvió a Francia fue escribir un libro. El zorro palio se llama el libro,
que son las 200 páginas o 300, diciendo que estaba absolutamente fascinado de los conocimientos que
tenían los Dogones sobre astronomía. Los Dogones conocían los anillos de Saturno, las lunas de
Júpiter. Es lo que escribió el que el conocían. Sí, dice que los Dogones, sobre todo el chamán,
se lo podía explicar perfectamente. Entonces, claro, todo esto empezó a levantar cierta sospecha. Los
Dogones tienen también en los poblados unas piedras talladas que se llaman el huevo del mundo, o ellos
lo llaman así, donde representan el universo. Y ahí se pueden ver diversos planetas y estrellas.
Y en este huevo del mundo, en la parte central, está la estrella Sirio, que es la estrella más
brillante del firmamento. Y los Dogones la representaban como una triada, como tres puntos.
Y esto fue un misterio que quedó allí hasta que en los años 90 se descubrió un estudio
astronómico que se publicó que decía que Sirio realmente eran dos estrellas. Un sistema binario.
Estaba Sirio A y Sirio B que orbitaba en torno a Sirio A. Esto empezó a alimentar aún más el mito en
torno a los Dogones. Y fue en 2008, creo que fue, donde otro estudio matemático decía que
seguramente hubiese una tercera estrella. Entonces, claro, todo esto que Marcel Griol ya escribía en
los libros de texto en los años 30, fue como decir, es obvio que los Dogones han tenido contacto con
los extraterrestres. Además, han tenido, o sea, la cultura Dogona es absolutamente fascinante.
Tienen este baile de máscaras que es, yo creo que el baile de máscaras más famoso de toda África,
con unas máscaras enormes. Están grandes. Sí. Que realizan cada 50 años y que llevan cientos de
años realizándolo. Y luego resulta que 50 años es el ciclo orbital de Sirio B en torno a Sirio A.
Justo 50 años. De casualidades. Los Dogones llevan ¿cuántos? 700 años haciendo este baile,
como lo sabían. Claro. Todo esto era el mito de los Dogones, un misterio. De hecho,
el gran científico Carl Sagan, en el libro El Cerebro de Broca, él habla de, bueno,
tiene un capítulo que se llama Duendes Verdes y Enanas Blancas o algo así, en el que él habla
de las tradiciones o rituales tribales que más han puesto en duda su escepticismo. Y habla del
caso de los Dogones. Pero bueno, al final uno va atando cabos y parece ser que no es realmente
lo que lo que parecía ser. Porque se sabe de casos de Dogones que lucharon en la primera
guerra mundial con el ejército francés. Se sabe también de alguna expedición, precisamente,
astronómica que fue a País Dogón a documentar un eclipse. Lo cual, bueno,
hay algo de contacto ya habido. Luego, también, obviamente, toda la información que daban los
Dogones era exactamente la misma que la ciencia sabía en los años 30. Es decir,
los Dogones hablaban de nueve lunas de Júpiter. No, de cuatro, creo que eran. Y ahora mismo se
sabe que hay ochenta y pico o noventa. Entonces, claro, si según ellos habían recibido a unos
dioses con forma de lagarto, que eso es lo que cuenta su mitología, que habían viajado a la
Tierra para transmitirle, desde la estrella Sirio habían venido, para transmitirle toda la
información del universo, sería un poco absurdo que se lo hubiesen dado mal. Joder, si tú viajas
desde Sirio hasta País Dogón para explicar que Júpiter tiene cuatro lunas… Das el mensaje bien,
no te equivocas. Porque justamente cuatro, que eran las que se sabía que había en los años 30.
Entonces, claro, por ahí se va cayendo un poquito este mito. Al final parece ser que lo que ocurrió
fue que hubo contacto. Y al chamán este vino un astrónomo o alguien que vino del ejército
francés y le dijo pues mira, esta estrella Sirio… Y se le quedó, lo incluyeron en su visión del mundo.
Lo de las tres estrellas sigue siendo peculiar. Es lo único que está ahí en el hambre, ¿no?
Pero he de decir que el artículo que se publicó en 2008 sobre la tercera estrella se ha retirado
porque se ha visto que no es cierto. Vale, sigue siendo un sistema binario. Sí, sí, sí. Ostras,
pero aún así es tan curioso, ¿no? Esto de los dogones. Sí, es muy curioso. Pero lo que
ocurre con todas estas cosas es que es muy difícil cuando no hay tradición escrita,
es muy difícil saber de cuándo datan las cosas. Como el caso de los dogones que solo
tienen tradición oral, cuando llega ahí un antropólogo, sí, exclusivamente oral y luego
los dibujitos que hacen en las cuevas, que son dibujos sagrados. ¿Saben escribir? ¿Tienen
escritura o…? No, el idioma dogón no tiene escritura, pero lo único que hacen son dibujos
y figuritas y tal. Cuando uno pregunta en una aldea, ¿esto desde cuánto tiempo se hace?
Nadie lo sabe. Claro. No, desde hace miles de años. Nadie lo sabe. Claro. ¿Desde cuándo creéis que…
¿Desde cuándo sabéis que Júpiter tiene satélites o que Saturno tiene anillos? Desde hace muchísimo
tiempo. En tal que pase una o dos generaciones se pierde la noción de desde cuándo se iba
haciendo esto, ¿no? Claro. El tema de la tradición es muy interesante en ese sentido. Y los dogones,
¿cómo son, cómo trato? Pues son muy amables. Ahora están jodidos porque la zona está en guerra
desde hace diez años. Una guerra tribal entre dogones y fulani por el… Es el típico conflicto
entre agricultores y ganaderos. Sobre todo con el cambio climático. En la zona del Sahel cada vez
hay menos agua. El ganado tiene que moverse en busca de agua y, claro, si tú tienes tu granja,
pues el ganado se va a comer tu cosecha. Entonces llevan unos diez años de guerra. Entonces están
jodidos. Muchos refugiados están yendo hacia el sur de Mali, pero son gente muy acogedora. El año
pasado estuvimos en un pueblo de desplazados que convivían con cristianos. Los dogones son animistas
y estaban conviviendo con cristianos. Y vimos un ambiente bastante sano, ¿no? De hecho, hubo un
fallecimiento y fuimos a un funeral cristiano y estaban los animistas ahí. Ah, qué bueno.
Aboyando. Muy buena relación. Pero en general son un pueblo que ha tendido a ser muy cerrado
porque han sufrido razias, ¿no? Ataques por parte de las tropas islámicas y de los cristianos
también, de norte y sur. Y de hecho, por eso viven en ese lugar que yo fui una vez y al que ya no se
puede ir, que es la falla de Bandiágara, y tienen las casas incrustadas en una falla. O sea, son de
un acceso súper difícil. ¿Has estado tú ahí en las casas? Sí, sí. ¿Están metidas dentro de la roca?
Sí, está en la falla y están construidas en barro dentro. Entonces, para subir a un poblado
tienes que casi escalar. Wow. O sea, son preciosos y la pena es que ahora no se pueden visitar. De hecho,
las últimas veces que hemos ido a ver los dogones, también cuando fue letal, ha habido que visitarlos
en lugares que no son su hogar porque no se puede acceder ahí. O sea, en sitios ya donde están
desplazados o se han ido por conflicto, ¿no? Sí. Eso es un problema de muchas tribus de África, ¿no?
Que es ese mal endémico de África, de los conflictos, las guerras, las luchas tribales. Sí. Que parece
que sigue sin solucionarse. Es muy difícil de resolver porque, primero, por lo que comentábamos
del reparto de los países por parte de Occidente, esas fronteras arbitrarias que dividen una tribu
en dos países diferentes. Claro. Por los intereses políticos y luego, pues, simplemente por las
rencillas que puedan tener con los vecinos, por el ganado. Claro, siempre. Y también que ahora eso no,
cuando algo se eterniza, se va inquistando y ya hay un momento en que no sabes ni por qué estás
luchando, sino que ya luchas por inercia. Ya nace la siguiente generación y saben que esta tribu es
su enemiga. Claro. Sí. Vamos a más viajes y más cositas. Algo que me ha llamado mucho la atención,
que es el tren de hierro de Mauritania. Que he visto vídeos y todo y es muy guay. Bueno, es muy guay.
A ver, mola mucho verlo. No sé si me gustaría estar ahí. ¿Qué es? ¿El tren más largo del mundo,
puede ser? Sí, es el tren más largo del mundo. Creo que son 200 vagones, 220 vagones. Son vagones
de mercancía. Bueno, pero de hierro y con un polvo, ¿no? Sí, son vagones completamente diáfanos,
vacíos y dentro lo que hay es polvo de hierro. Hay montañas de polvo de hierro. Y claro, no es
un tren de pasajeros. Pero ahí la gente se mete. Se mete. A ver, cuando estuve yo había tres locales
que estaban haciéndose un té en el primer vagón y nosotros. O sea, la gente, a no ser que yo que sé,
pues alguien local quiera ir a casa de su primo y se sube. Pero no es que vaya lleno de gente, ¿no?
O sea, ¿ese tren de dónde va, dónde va? Pues va del interior de Mauritania a la costa. ¿Cómo se llama
la ciudad de la costa? ¿Navu Dibu o algo así? Y cruza, pues cruza todo el Sahara. Entonces,
es brutal. El paisaje va recorriendo kilómetros y kilómetros de dunas. Solo se ve la vía. Un
tren larguísimo. Tú miras para adelante, ves la locomotora y dunas, miras para atrás y ves vagones
infinitos. Es una pasada. Y claro, ahora lo que han hecho, porque el tren pasaba un túnel, que ese
túnel se ha colapsado, entonces han tenido que reconducir la vía y justo pilla en la frontera
con el Sahara Occidental y recorre, digamos que, cinco kilómetros por Sahara Occidental. Y bueno,
también es una experiencia, ¿no? Claro, ¿cómo es viajar ahí? Que esto no está hecho para el
pasajero, digamos. Está hecho para transportar hierro y polvo de hierro. Pues está guay la primera
hora. Estás flipando, ¿no? Haciendo fotos, haciendo vídeos, tumbado, diciendo, estoy recorriendo el
Sahara en un tren de mercancías. Luego el hierro se te mete por todas partes. Si llevas móvil se pega
en todas las zonas imantadas. La cámara se llena de polvo de hierro, tu cara acaba negra y luego
a nivel práctico es un poco incómodo porque pasas ahí ocho horas o doce horas, el tren no para. Bueno,
tiene una parada a mitad, pero si te meas tienes que mear para afuera, si te cagas tienes que cagar
para afuera y tienes que llevarte comida. Nosotros cogimos un colchoncito para poder sentarnos ahí
porque el polvo de hierro está duro también. Está duro, ¿no? Pero bueno, es una experiencia. Luego
cuando se hace de noche pues ves las estrellas en mitad del desierto. Se ve súper guapo, muy guapo.
Por anoche hace duro, ¿eh? Sí, sí. De día ¿qué temperaturas podéis aguantar ahí? Porque eso está
intemperial todo el rato. Sí, pues no sé, treinta y pico grados o cuarenta, supongo, depende del día.
¿Y de noche que te baja diez? Y de noche puede bajar a cinco o diez, dependiendo de la zona. Sí, sí,
hace fresquito. ¿Cuántas horas estuviste? Yo me bajé a mitad. ¡Ah, amigo! Me bajé a mitad porque
yo quería hacerlo entero, pero iba con clientes. Estaban ya corta, corta. Sí, no lo puedo hacer
entero, pero hicimos unas siete horas. ¿Pero lo hubieras hecho entero realmente? ¿A ti te apetecías?
Yo lo habría hecho entero. O tú cuando los clientes dijeron, bueno, ya bajamos, tú pensaste,
vamos. A mí me gusta hacer las cosas hasta el final y me gusta a veces estar puteado porque
luego cuenta, por ejemplo, vengo aquí, lo cuento y yo, joder, ¿por qué no lo hice entero? Claro,
ojalá hubiera terminado. Me gusta, ¿no? Me gusta la sensación de vivir la experiencia completa,
aunque sepa que voy a estar jodido, pero me mola. El paisaje es una locura, ¿no? Sí, la nada absoluta,
arena. Claro, hubiera molado llegar al puerto, a ver también cómo es. ¿Fuisteis al final por eso,
a la ciudad portuaria? Sí, fuimos, fuimos. Lo que pasa que, a ver, yo también quería documentar un
poco cómo se extrae el hierro, pero todo eso no se puede, está muy vetado porque es una empresa,
quiero recordar, que es francesa y tiene mucha seguridad, no quieren que se sepa nada de ahí,
¿no? Entonces tampoco pudimos ver cómo se descargaba el hierro, pero bueno, estuvimos dando un paseo
por la ciudad, hay unas foquitas por ahí y tal, haciendo un poco de turismo. ¿Qué tal es Mauritania?
Genial, es un país, a mí los países de desierto me encantan, Mauritania, Chad, Sudan, me flipan,
porque no sé, creo que la gente de desierto tiene una hospitalidad especial. Sí. Y luego el desierto,
eso que te comentaba anteriormente, de que a mí me gusta la introspección, la necesito,
se presta mucho a eso, ¿no? El pasarte horas en un 4x4 atravesando dunas, viviendo dunas,
camellos, algún poblado nómada, te da para pensar mucho, sobre todo también,
estás sin cobertura y aislado. Claro. Y eso me mola, me mola mucho. ¿Por qué dices que la
gente de desierto es diferente? ¿Qué tienen de particular? Son más hospitalarios, en general. Yo
creo que como la vida del desierto es una vida dura y cuando alguien hace una travesía en el
desierto normalmente llega a su destino exhausto, con sed, pues están acostumbrados a los extranjeros,
a los forasteros, pues a ser muy hospitalarios con ellos. Siempre te ofrecen un té, te ofrecen
un sitio donde sentarte agua y me gusta, me gusta esa hospitalidad. Es algo como especial,
¿no? Que a lo mejor en otros tipos de zonas más selváticas, donde hay más recursos. Claro,
yo creo que van por ahí los tiros. Claro, que al final aquí es lo que tú dices, son zonas vacías,
de kilómetros y kilómetros y kilómetros, donde no hay nada. ¿Los oasis son verdad o son
mentira? Son verdad. ¿Y son como los que nos lo imaginamos o no? Sí, algunos sí. De repente,
de la nada surge una zona con agua, con árboles, es así. Sí, por ejemplo, en el norte de Chad está
el oasis de Unianga, que son dos, Unianga-Cabir y Unianga-Serir, que significa el grande y el
pequeño, son así. O sea, tú te pasas ocho horas conduciendo por dunas y de repente ves algo a lo
lejos y se va haciendo cada vez más evidente, ves palmeritas y hay un oasis ahí. ¿Y son grandes? Bueno,
hay grandes y hay pequeños. Pero son como, o sea, son zonas donde realmente el bienestar sube un
mil por ciento. Claro, claro. Ahí tienes, bueno, puedes tener pesca, tienes dátiles de las palmeras. O sea,
que es agua profunda, puedes tener cita profunda. Algunos sí, sí. Hay de todo. Hay algunas que son
charquitas, otros… Pero en Chad hay muchos de esos con mucha vida, con cocodrilos. Hostia, cocodrilos no mola
tanto. Te bañas ahí y sales con una pierna menos. A mí no me ha cundido eso. Y se sabe cómo es posible
que en medio de una zona absolutamente desértica haya agua, árboles… ¿Se ha estudiado? Supongo que sí,
se habrá estudiado. Yo de eso no controlo. Yo sé que muchas zonas de sabana seca incluso eran antes
grandes lagos. Eso también lo hemos visto en Angola, en la zona de Kuroka, que eso es un desierto
absoluto. Y también hay algunos oasis. Y bueno, esa zona sí que sé que antiguamente era… Todo oasis.
Sí, sí, era todo oasis. Y hay algunas regiones que son estacionales. Son desiertos durante una
época del año y luego, durante la época de lluvias, sube el agua y son grandes lagos. Joder,
qué curioso estas cosas. Estos países son otro mundo. Hablando de desiertos. El desierto de azufre
de Danakil, si no me equivoco, es el sitio del mundo con la temperatura media más alta. Porque
no sé si el récord lo tiene el Death Valley. Pues no lo sé. Pero están por ahí. Siempre se había
dicho que era el Danakil. Lo que pasa es que yo lo publiqué en redes y me dijeron no, ese no sé cuál,
ese no lo sé. Yo como máxima temperatura había escuchado en el Death Valley de Estados Unidos.
Puede ser. Pero creo que de media, por lo que miré, es el desierto es el número uno. Es decir,
es la zona más cálida del planeta Tierra. ¿Tú has estado por ahí? Yo he estado por ahí, sí. Ya te
digo con una cara de bueno. Y he estado por ahí en julio. Y ahí en julio es el peor momento. El peor
momento. Cuéntame la aventura por la zona más cálida del planeta Tierra. Eso fue un horror. De
primeras. Es un horror, pero por otro lado digo, joder, estuvo guapísimo. Esa zona alcanza a los
65 grados en alguna época del año. Y a mí se me ocurrió la brillante idea de ir en julio. No sé
por qué. No me preguntes por qué. ¿Por qué? Pues porque estaba en Etiopía haciendo el clásico Homo
Valley y dije voy a ir para el extremo norte que no lo conozco. Y para allá que me fui. Entonces,
claro, llegamos allí y lo primero cuando ya empieza a hacer un calor de la hostia, son varios días de
trayecto. Pues ya los dos o tres días previos, los hoteles que hay no son cubiertos. Te sacan
una cama fuera para que duermas a la intemperie porque cualquier, no sé, cualquier techo y
paredes lo que hace es quitarte fresquito. Entonces tenías que dormir en mitad de la calle con una cama.
Luego recuerdo que entramos ya a la zona de Danaquil y no sé si seguirá pasando ahora mismo. Que voy
a poner una foto porque es precioso. Es una pasada. O sea, es... Esto es. Claro, es que no es un desierto.
A lo mejor la gente pensaba en desierto como desierto. No, no. Es que son estos colores. Es un desierto
de azufre. Y además hay un estudio científico de hace un par de años que dice que es el único lugar
del planeta donde no hay ningún tipo de vida, ningún tipo ni siquiera de bacterias. No. Porque
existen bacterias extremófilas que pueden vivir a altas temperaturas. Existen bacterias que pueden
soportar pH muy reducidos como el azufre. Pero no hay ninguna bacteria que pueda soportar todos
esos factores a la vez, ¿no? La temperatura, la acidez, etcétera. Entonces, bueno. Estamos hablando de que esta
zona es quizás la zona o una de las zonas de la tierra más realmente inhóspitas y donde más difícil
es estar. Sí. Pero con mucha diferencia. Sí, sí, sí. Y aún así hay gente que vive ahí. Están los Afar. Que viven
aquí. Es una tribu que vive ahí. Y se dedican a sacar sal. Porque debajo de ese suelo hay sal. Y van
con picos y palas a sacar bloques de sal y en los camellos se los llevan. O sea, encima trabajo
físico. Trabajo físico, tío. Yo no sé cómo... Bueno, pues llegamos a esa zona y ahí hay una mafia.
Había un mafioso ahí que por dejarnos pasar nos pedían una pasta. O sea, era un tío o era algo...
No sé cómo describirlo. No sé si recuerdas a Java The Hat en Star Wars. Sí, claro, claro, coño. Era un
tío como de 120 kilos en una silla y tenía como a sus sirvientes al lado con calásnico.
Hostia, es de película esto, eh. Y claro, tú no podías pasar sin pedirle permiso. Entonces,
tenías que estar ahí negociando con él. Y recuerdo que nos pedía como 500 pavos y 10 garrafas de agua.
Porque ahí el agua es un bien muy preciado, vamos. Eso depende tu vida de ello. Y nos pasamos tres
horas sudando para que nos dejase pasar a ese tío que además ni siquiera el gobierno puede con él.
Tenía orden de arresto del gobierno de Addis Abeba, pero nadie se atrevía a ir a por él y detenerlo.
Porque claro, el tío estaba cobrando ahí una pasta sin ser... Claro, todo para él. Claro, claro. Bueno,
y una vez que pasamos ese control, llegamos a la base de Lerta Ale, que es un volcán que hay en esa
zona que yo quería subir arriba para hacer unas fotos y para conocer un volcán activo que está
en esa zona. Y claro, tienes que hacer un trekking para subir arriba, que son unas dos o tres horas,
pero con ese calor... Dos o tres horas a 50 grados, por ejemplo. Claro. Tal cual. Sí, con ese calor es
inviable. Entonces, la estrategia fue estar bajo un árbol intentando sobrevivir y cuando el sol
empezase a caer un poquito, pues hacer el trekking. Así que estuvimos ahí tirados así en un charco
de sudor esperando a las cuatro de la tarde o así. Y justo empezamos a subir con un camello que llevaba
todo el agua, llevábamos un mogollón de agua. Porque es que ahí bebes, yo no sé cuántos litros
de agua bebes ahí. Imagínate. O sea, incluso en la sombra, a lo mejor estabais a 40 grados o nada. Horrible.
Horrible. Horrible. Bueno, el iPhone se me apagó, la cámara no me funcionaba... Una locura. Y cuando
estábamos a mitad de camino, llegan dos soldados con los Kalashnikov y nos paran. ¿Dónde vais? Bueno,
vamos al volcán o no sé qué tal. Dice, darnos el agua. Y nos quitaron todo el agua que llevábamos.
Esos son lados del ejército etíope. O sea, esto no llena la mafia. No, no, no. Los soldados. Entonces,
claro, le tuvimos que dar el agua y yo llegué a la cima con esto de agua. O sea, me quedaba como un
cuartito de botella, media botella y yo me rayé y decía, no llego a mañana. O sea, yo estoy bebiendo
aquí un litro de agua cada diez minutos. ¿Qué hago con esto? Y nada, dije, voy a dormir ya. Cuando se
hizo de noche, a ver, estuve en el volcán, hice unas fotos y me fui a dormir. ¿Dónde dormiste? Y me
dormí, pero me despertaba con la boca súper seca porque por la noche puede hacer 40 y pico grados.
Aquí no es un desierto de los que baja la temperatura. No, no, no. Además con el volcán al lado. Se
mantiene. ¿Dónde dormías? ¿Dónde os pusisteis a dormir? En la ladera del volcán, al lado. O sea,
en la intemperie. Bueno, había como una cabañita de tela que yo creo que la usaban los militares y
ahí nos cobijamos. Y bueno, total, que pasé toda la noche y me dio fiebre y todo de la temperatura de
no poder beber porque me acabé el agua y estuve sediento todo el tiempo y sudando y yo me despertaba
y tuve delirios, tuve alucinaciones y yo veía a mi madre allí y le decía al guía, me voy a morir,
no tengo agua. Y el guía me decía, tranquilo, tranquilo, no pasa nada, mañana bajamos. Porque
por la noche tampoco se podía bajar porque no veías nada. Y lo pasé mal. O sea, una de las
peores noches de tu vida. Fatal, fatal. Yo pensaba que no lo contaba, que me iba a deshidratar ahí.
Ya cuando llegué abajo y pude comprar agua, bueno, yo no sé, me bebí dos botellas de gold. ¿Cómo fue la
bajada? ¿La bajada fue? ¿La recuerdas? Sí, la recuerdo como deseando llegar. Claro, son dos horas de
subida, pero la bajada a lo mejor es una hora porque se va más rápido. Y quería que pasase esa hora
porque yo estaba obsesionado con que me iba a deshidratar. Bueno, normal. Las indicaciones
estaban. Era esa sensación, ya digo, con fiebre, con alucinaciones, me faltaban las fuerzas. Y bueno,
cuando llegué abajo fue como... He sobrevivido a esto. Y ahí ¿qué? ¿Se compra agua en supermercados?
¿O tenderetes? No, tienes que hacer por lo menos unos 100 kilómetros hasta la primera tienda.
Ah, o sea que bajaste y 100 kilómetros. Pero abajo habíamos dejado en el coche. Ah, vale. Claro,
agua. ¿A qué temperatura estaría? No, me da igual. Me da igual, era agua. No se evaporó como mínimo.
Hostia, qué locura. ¿Es de las situaciones climáticas más duras que has vivido? Sí,
sin duda. Eso y, por otro lado, los nenes. En Siberia, por lo contrario. Amarna contó que era
frío. Horrible. Doloroso. Doloroso, ¿no? Sí. ¿Cómo aguanta el cuerpo? ¿Cómo es realmente aguantar
durante horas y horas este calor así? Pues, en mi caso es que te aplatanas. Yo creo que es un
mecanismo de defensa del cuerpo que te dice no hagas nada. Ponte a la sombra, túmbate, no hagas
nada. Entonces, la tensión la tienes por los suelos y estás mareado, sin mucha lucidez mental,
la verdad. Incluso la lucidez mental bajas. Sí, como a ralentín. Como a tontado, ¿no? Sí. Y
aún así subiste volcán. La bajada podías haberla hecho ya. No sabía que me iban a robar el agua los
militares, pero… Claro. O sea, eso es uno de los peligros de estos viajes por estos países que
no sabes por dónde te van a venir. No sabes, ¿no? No sabes muchas veces quién es tu amigo y quién
es tu enemigo. Incluso las fuerzas de seguridad, ¿no? Por eso es tan importante la figura del
fixer, que es el que te tiene que orientar, ¿no? Decir, no, por aquí no, por aquí. Confiamos en esta
persona, en esta no. Esos tus ojos, tus oídos y todo sobre el terreno. Claro. Es el local que
os hace de guía y os contacta con los diferentes sitios y todo. Sí. Más historias. Eritrea.
La llaman la Corea del norte de África, ¿no? Es un país hermético a nivel extremo. Es tan… te hago
la pregunta igual que antes. ¿Hemos exagerado desde aquí o no? No, no, no. O sea, yo estuve
ahora en julio y es un país absolutamente hermético. Está cerrado. Eritrea tiene a Sudán por el norte,
tiene a Etiopía por el sur, tiene a Djibouti también. Están todas las fronteras cerradas. O sea,
no tiene ningún tipo de comercio. Llegan dos vuelos al día a la capital y ya está. Ese es el
contacto que tiene. Tiene el internet capado. La población, el gobierno les da un bono. Creo
que son de 500 megas al mes que pueden utilizar en ciber, ¿no? Locutorios para conectarse a internet.
Pero es que hasta en los móviles el 4G no funciona. Yo es el primer país en el que he estado que pongo
una tarjeta SIM y no hay datos. Solo puedo llamar. Entonces, claro, están absolutamente cerrados.
No saben mucho de la vida exterior. Y es un país con una historia bastante curiosa. Y es el país
número uno del mundo en violación de derechos humanos. Hay detenciones ilegales, ejecuciones.
Tienen a los presos en contenedores de estos de metal. Los meten ahí, los encierran, los llevan
a un depósito que hay hasta que se mueren. Y es jodido. Hay dos religiones oficiales que son
el cristianismo ortodoxo y el islam. Y todo lo que se salga de eso está perseguido. Y, de hecho,
también a los judíos los han eliminado de allí. Es un país complicado. Bastante complicado.
¿De dónde viene ese hermetismo? ¿Cuándo empieza el país a cerrarse? ¿Es por un dictador? ¿Por qué?
Sí, bueno, el dictador que hay ahora mismo, que ya es mayor, es el que ha estado siempre. Eritrea es
un país que consiguió a mitad de los 90 la independencia de Etiopía. Es un país bastante
nuevo también. Y que siempre ha estado en guerra. Primero en guerra con los italianos, que eran los
que colonizaron esa zona. Con la Segunda Guerra Mundial los italianos se fueron y llegaron los
ingleses. Hubo una guerra de independencia. Y luego, cuando se les otorgó la independencia,
se les otorgó como Federación de Etiopía y Eritrea. ¿Pero qué pasa? Que luego el nombre
cambió a Etiopía, lo degradaron a una provincia más y empezó una lucha de independencia contra
Etiopía. O sea, es un país que ha estado asomida en guerra toda su historia. Y que siempre los
movimientos independentistas que ha habido allí han estado asociados al comunismo. Es un régimen
comunista actualmente. Pero se vea mal la Corea del Norte Africana. Y bueno, no sé qué pasará en el
futuro, pero a día de hoy es un país absolutamente hermético. Es muy difícil conseguir el visado.
Y es complicado. De hecho, nosotros cuando nos movemos por allí, los servicios de inteligencia
saben dónde estamos en cada momento. Tenemos que pasarles una ruta y el guía tiene que ir
llamando en todo momento para que sepan dónde estamos. ¿Cómo consigues entrar por eso? ¿Por
qué se está cerrado? Se puede entrar, pero hace falta una autorización del Ministerio de Turismo,
que no sé por qué hay un Ministerio de Turismo, porque no hay turismo prácticamente. Debe ser el
tío que trabaja menos de la historia, ¿no? Claro, el tema es el mismo. Tener un buen fixer. Alguien
con contactos en el gobierno o que sepa que te clastocar para que te concedan ese permiso. Y
dimos después de mucho tiempo con la persona adecuada para poder entrar ahí. Fíjate si es un
país tan hermético que a los propios eritreanos no se les permite salir fuera. La única excepción
es cuando hay una competición internacional. Deportiva. Sí. ¿Y qué pasa? Que no vuelven.
El equipo de fútbol de Eritrea lo han tenido que rehacer diez veces en los últimos cinco años.
Todos los niños quieren ser futbolistas, ¿eh? Claro. Se pasaba en Cuba también, ¿no? Con muchos
cubanos que cuando se iban dicen, bueno, un placer enorme. Pues nada, que había la Copa África,
no volvían. Se iban a jugar el campeonato y no volvían. Y ahora ya les han prohibido competir
fuera. Entonces ya no van a competiciones internacionales. Luego, ¿qué tiene Eritrea?
Es el país, uno de los países del mundo con menor tasa de delincuencia. No hay, o sea, yo es verdad
que me he sentido seguro en todo momento. No hay robos, no hay absolutamente nada porque la ley es
muy dura. Si alguien roba, por ejemplo, roban un iPhone, la condena es diez años de prisión y
devolver el doble del importe de lo que has robado. Que para ellos ni en la vida quizás lo ganarían.
Las penas son muy duras y no hay delincuencia, pero claro, ¿a qué precio? Claro. Cuando entras
en Eritrea, un país tan hermético, solo cruzar la frontera, ¿ya notas que estás en otro mundo?
Sí. ¿En qué lo notas? Absolutamente. Yo cuando llegué allí, aterricé allí y tardé, bueno,
estuve cinco horas buscando mi maleta en la cinta porque... Que eras el único además, ¿no? No,
era el único extranjero, pero había mucha gente, porque claro, Etiopía y Eritrea, como han sido el
mismo país durante muchos años, pues hay familias partidas y tal, y hay mucha gente que va de Etiopía
a Eritrea. Ahí sí que permiten el viaje. Sí, a los que tienen familia en Etiopía, sí, y a los
etíopes que quieren ir a Eritrea también a ver a la familia. Entonces, como todas las fronteras están
cerradas, lo que hacen los etíopes que van es aprovechar para llevar mercancías. Entonces, todo
el avión estaba lleno de mercancías. Cinco horas se pasó la cinta sacando bultos de cajas supergrandes,
bolsas, y estaba toda la sala de la cinta toda llena de una montaña de maletas. Y yo dije, ¿qué hago aquí?
No voy a encontrar mi maleta en la vida. Ah, pero como una montaña de maletas. Sí, sí, imposible la gente
lanzando maletas, buscando la suya. Claro, porque los dos vuelos que llegaban al día vienen todos llenos
de mercancías, pero de gente que se trae un millón de cosas. Y bueno, yo saqué el móvil para grabar esa
situación y vino un policía y me dijo ¿qué haces? Digo, pues, no sé, aquí grabando. Dame tu móvil.
No puedes grabar. Digo, vale, vale. ¿Te lo requisó o te borró el vídeo? Las dos cosas. Pero bueno, que esto es
algo que me ha pasado muchas veces. Cuando me hacen borrar un vídeo hay gente que no sabe, que el iPhone
tiene una papelerita de la que lo puedes sacar. Pues ahí volver. Ese vídeo está y está publicado en
stories, ¿no? Pero sí, bueno, se quedó mi móvil y al principio dije, ojo, este tío, porque además se iba, volvía y
decía, oye, que tiene mi móvil, ¿no? Pero luego te das cuenta de que no hay peligro de que te roben.
Luego salí del aeropuerto y había una cafetería enfrente y estaba esperando que llegase el resto del
grupo y estaba con el iPad y el lapicito este del iPad, corrigiendo, pues, del próximo libro que
voy a publicar, algunas cosas y tal. Y llegó un tío, un policía secreta, me dijo ¿qué haces? Digo, pues,
estoy corrigiendo el libro. Me dice, ¿estás mirando al aeropuerto y tomando notas? Digo, bueno, a ver,
estoy, mira, esto es el libro, tal. Dice, eso no se puede hacer, no puedes estar aquí mirando al aeropuerto
y escribiendo. Digo, vale, vale, vale. Y se puso chungo y me dijo, guarda eso y vete de aquí. Y guardé el iPad
y me largué, tío, ¿no? Pero esas pequeñas cosas. Ahí estabas solo. Ahí estabas solo. O sea, ese viaje de
Eritrea estabas solo, ¿no? No fuiste ni con pareja ni con clientes. Ahí estuve solo los primeros días y
luego llegaron clientes. Me fui yo primero un poco a explorar algunas zonas y luego… A ese momento estabas
solo y te dice que te pires. Sí, que me largué de ahí. Que lo que estaba haciendo era ilegal. Claro,
pero son esas pequeñas cosas las que te hacen darte cuenta de dónde estás, ¿no? Claro. O sea,
tú no puedes estar trabajando con tu iPad al lado del aeropuerto. Tú veías… Porque algo que dice
mucha gente, cuando he ido, por ejemplo, a Corea del Norte, que también te preguntaré si también te
limitan el movimiento, que en Corea sí que lo limitan, y sobre todo cuando vas de turista ahí,
vas como a un tour que ya te hacen muy fijo. ¿Cómo veías la gente por la calle? ¿Estaban
robóticos? ¿Incómodos si te veían? No, los veía con mucha curiosidad, porque no hay turistas,
¿no? Pero con mucha curiosidad y mucho respeto, porque hay países donde la curiosidad pues te
tocan, ¿no? Y aquí no. Te miraban. Ni siquiera te pedían fotos, ¿no? Pero curiosidad y bastante
amabilidad. ¿Te hablaban? ¿Te venían a preguntar o…? No. No, en general, ¿no? Si tú iniciabas la
conversación, entonces sí, ¿no? Pero… ¿Y tú les preguntabas sobre la situación en el país?
Claro. Sí. Ahí también es muy problemático hablar de ello. Es problemático. Es problemático. De
hecho, la disidencia con él el gobierno está penada también. ¿Cómo que? Todavía está de toda la pinta,
¿no? Y incluso con el guía, ¿no? Que con el guía siempre puedes tener más intimidad, pero yo
he intentado hablar con él y no… O sea, preguntar cómo iba el país de verdad y todo eso. Sí, tal.
Las pocas palabras eran a favor, ¿no? Del régimen. Todo muy bien. Aquí estamos muy bien, tal. Pero…
Y luego, a la hora de planificar el viaje, cuando cogíamos el mapa y decíamos, va, queremos ver esta
tribu, esta, tal, tal, se lo pasábamos al guía, decía, esto está prohibido, esto está prohibido,
aquí no se puede ir, aquí tampoco, aquí voy a intentar a ver si nos dan permiso. O sea que está
muy limitado. Sí, sí, sí. Puedes ir a cuatro sitios. Y me decía, esto no te lo tomes a mal,
¿eh? Nosotros, los propios eritreos, tampoco podemos ir a esas zonas, ¿eh? O sea, no es por el
turismo. Ahí solo pueden entrar militares. Y te contó por qué esas zonas si tenían algo… Lo
pregunté, no… No te dijeron. Me dices que no tenemos información, solo sabemos que no se puede ir.
Y la capital ¿cómo es? La capital es chulísima. A mí es una de las capitales que más me ha gustado,
porque es muy diferente a cualquier capital africana. Es súper tranquila, estás muy limpia,
no hay tráfico. Claro, son muy poquitos habitantes y también es una cultura muy diferente. Es una
cultura muy tranquila. Y luego toda la capital es como una pequeña Italia. Está todo lleno de
pizzerías, de… ¿Qué dices? Mira, así que más roto. Sí, sí, sí. Esto no me lo esperaba,
¿eh? Este giro, algún mental. Claro. Fue colonia italiana y, además, los italianos les encantaba
esa zona. Y todos los edificios son edificios coloniales antiguos italianos. Hay cines,
el Cine Roma, el Cine Impero. Luego hay talleres de fiat. Había una fábrica de Alfa Romeo ahí,
súper guapa con el logo ya hecho polvo, pero a nivel arquitectónico es una pasada.
Tiene estilo italiano. Sí, sí. Estilo italiano. Qué curioso. Y luego tiene…
Se me olvidó de lo que iba a decir. ¿Algo inglés también? Ah, bueno, no. La gastronomía es pizza,
pasta, el maquiato, el café maquiato, las gelaterías… ¿Y bueno? Sí, como en Italia.
Hola. Y hay gente que habla italiano por ahí. Los que son descendientes de los que estuvieron con
los colonos y tal. Qué heavy. Y bueno, ellos dicen que en Eritrea se hace la mejor pizza,
mejor que en Italia. Pero bueno, esto… Oye, pero no está mal que irte a un país así y que
te comes una pizza, esté buena y que parezca italiana. Sí. Y como curiosidad, que esto es
algo que te explota la cabeza, hay una isla que pertenece a Eritrea en la que hay un monumento
a Mussolini. No me lo creo. En mitad de África, además, es un totem enorme con… Sí, sí,
un monumento… De la época, ¿no? De la época colonial. Claro, claro, que no lo han tirado. Fíjate
que el gobierno es comunista. Bien hay un monumento a Mussolini, pero bueno, porque ahí se ha quedado.
Hostia. O sea, es algo distópico. Totalmente. Es un país muy distópico. Es que estos países tan
herméticos suelen ser muy distópicos, ¿no? Sí. Son como otro mundo. Como si estuvieras en otro
planeta durante unos días. ¿Llegaste a ver cómo era la zona gubernamental? ¿Era muy grande o era
sencillito? Sí, a ver, hay el palacio presidencial, luego están los ministerios… Lo que no hay es
seguridad ninguna. Como no hay delincuencia, como no hay disidentes, que supongo que los habrá,
pero oficialmente no los hay y no hay un movimiento claro en contra del gobierno… Mi hotel estaba
justo enfrente del ministerio de Hacienda y ahí no había ni un soldado. La puerta estaba abierta,
que dije, esto es el ministerio. Yo ahí haciendo foto y digo, nadie me dice nada, estoy haciendo
foto de un ministerio. Y nadie… El presidente dice que pasea solo por la calle, sin escolta,
y eso me pareció también bastante curioso. Curioso. ¿Hay mucha pobreza? O ahí no se ve mucho.
No tanto como en otros lugares que he visitado, la verdad. El gobierno reparte mucha comida en todas
las zonas rurales. De hecho, lo vimos durante el viaje varias veces, ¿no? Hay centros de reparto
de comida, donde la gente va con los camellos y les dan harina, arroz y todo. La educación es
gratuita también. Bueno, supongo que el Estado se debe hacer cargo de todo lo básico, cien por cien,
si es comunista y eso. Pues curioso que queden países tan herméticos a día de hoy. Ya quedan
poquitos, claro, ya Corea del Norte y Trey, algún otro que habrá, pero no queda mucho más. Quedan
pocos. Yo le preguntaba al guía, digo, bueno, cuando muera el presidente actual, me decía,
bueno, pues habrá elecciones. Bueno, a lo mejor sí. Claro, no lo sé. O sea, yo desde fuera digo…
Solo puedes votar uno. Pero, claro, tampoco estoy en la dinámica del día a día de allí. Igual sí,
quién sabe. O empezar una apertura. Qué curioso, tío, que hay aún países así que no son muy
conocidos, porque Litreano es muy conocido, como Corea del Norte es algo que mucha gente tiene,
incluso curiosidad por ir. De Litreano se habla, casi, a duras penas. No, no, no se habla,
no se habla nada. Quizás también porque seguramente no tiene potencia nuclear. Claro,
al final Corea del Norte hay ese punto, ¿no? De que siempre están, de que cuidadín que lanzó la
bomba. Claro, Litreano supongo que no quiere conflictos internacionales ni está en posición.
No, es un país pequeñito, tampoco tiene grandes recursos. De hecho, a nivel marítimo, tiene como
vecinos Arabia, Saudí. En el territorio marítimo Litreo sí que hay pozos de petróleo, pero los
está extrayendo Arabia Saudí. Entonces, como no quieren confrontar con Arabia Saudí, porque
saldrían perdiendo, ni siquiera pueden extraer el petróleo de su territorio. Tampoco tienen como
aliado a Rusia, porque aunque durante la guerra etiopía y eritrea, los eritreos decían que la
URSS estaba con ellos y tal, bueno, durante la independencia previa, pues realmente la Unión
Soviética y Rusia apoyaron a Etiopía, o sea, apoyaron a los enemigos, que también eran
comunistas en aquella época. Entonces, tampoco tienen mucho apoyo internacional. Sí que se ha
puesto un poco el foco allí, porque toda la franja está del mar arábigo, no, el mar rojo es, no? Sí.
A ver, vamos a mirar. Sí, sí, el red sí, que va desde Egipto hasta abajo. Pues ahí está,
hay mucho tráfico de personas y mucho tráfico de armas. Sí, el mar rojo, sí. Y tiene un propio mar
de Eritrea también. Sí, sí, es verdad. Es chiquitín, supongo. Es pequeñito, sí, sí. Ahí se ve Tiburón Ballena.
Ah, ¿sí? Sí. O sea, que hiciste varias, no solo fuiste a turismo local, sino también te fuiste
para las playas, ¿no? No, no, no, esta zona está prohibida. ¿Está prohibida? Sí, pero el día que
se abra es un buen destino para snorkel y buceo. O sea, que realmente Eritrea tendría, vamos a decir,
potencial para ser un destino turístico, incluso para los que buscan placer básico tipo playas,
descanso. Sí. Tiene potencial para ello. Sí, sí, sí. Tienes islas paradisíacas, que sí que estuvimos
en alguna. Ya te digo, tienes Tiburón Ballena, tienes el buceo del mar rojo, que es una pasada.
Y luego, a nivel turístico, más allá de las tribus, que también hay tribus flipantes, pues tienes
desierto, tienes sabana, tienes animales, tienes el desierto del Danaquil, porque ese desierto está
dividido entre Etiopía y Eritrea. Lo que pasa es que no se puede ir a la parte de Eritrea. Tampoco.
No sé si tienen ahí una alienígena o algo. El área de 51. Pero no dejan. Ellos tienen 52. Bueno,
vamos ahora a un tema que a muchos os gusta mucho, ¿no? Vamos a un tema más ritualístico de cosas
que tú has visto, has vivido, que en algunos casos son tan extremos que cuesta hasta de creer. Porque
yo sé que tú has estado ahí, pero hay ciertos rituales tan heavies para nosotros que no nos
caben ni en la cabeza. Por ejemplo, mira, el festejo Ashura de Pakistán. Celebración chi de
penitencia, donde miles de asistentes, y ahora viene lo fuerte, se acuchillan en la espalda así
de alguna forma como para expiar los pecados, la penitencia, etcétera. ¿Tú has visto esto con tus
propios ojos? Yo lo he visto y creo que es lo más fuerte que he visto en mi vida. Creo que es lo
más fuerte. Cuenta cómo es este ritual, cómo empieza y lo que pasa. Pues todo esto tiene lugar
en el mes del Muharram, en el calendario islámico, que es el primer mes, y es un mes sagrado para los
musulmanes y sobre todo para los chiitas. Y el día décimo de este mes es el Ashura. De hecho,
Ashura significa número 10. Y ahí los chiitas conmemoran la penitencia, la muerte, el sufrimiento
de Hussein, que era el nieto de Mahoma. Entonces, durante ese día, realmente empieza unos días
antes porque hay todo un preparativo de estos diez primeros días. Ahí los musulmanes, los chiitas,
sobre todo, pues tienen que mostrar su mejor cara. De hecho, van por la calle repartiendo comida.
Nosotros lo vimos en Pakistán y todas las calles estaban llenas de gente haciendo pucheros,
dando comida gratis. Tienen que ser días como muy puros. No puedes tener relaciones sexuales,
no puedes tener actitudes violentas. Y es como un periodo en el que vas entrando, como en una
meditación, en un estado introspectivo contigo mismo. Yo soy una persona nada religiosa y bastante
escéptica, pero era capaz de sentir ese ambiente. Todo el mundo preparándose para algo muy fuerte
que iba a venir. Esto ocurrió en un viaje que nosotros hicimos a Pakistán con un grupo de
clientes. El viaje terminó, los clientes se fueron y el guía me dijo, hay un festival muy
muy heavy en el que voy a participar. ¿Quieres verlo? Y le dije, vale, voy contigo. Entonces,
fui con el guía, el guía que también es un personajazo. El señor Rana se llama.
¿Señor Rana? En España tendría problemas. Sí, él lo sabe. Ya sé lo que significa en español.
Es un cachondo. Pues él no es chiquita, él es uní, pero se sometía a esta práctica. Porque, bueno,
es también un personaje y dice que le gusta experimentar cosas, diferentes maneras de
comunicarse con Allah. Y un tío muy abierto de mente. De hecho, nos llevó a ver a la comunidad
transgénero en Pakistán, que fue una experiencia brutal. Y ahora te preguntaré por eso. Eso es
un impacto en Pakistán, precisamente. Nos consiguió cerveza de contrabando. Pero bueno,
pero el señor Rana, cuando quieras, traiga de todo, por favor. El señor Rana. Entonces dije,
va, y me explicó una serie de normas. Dice, respétanos, tú vas a ser un invitado, puedes hacer
las fotos que quieras, preguntar lo que quieras, pero respeta toda la parte religiosa.
Bueno, él cada noche se reunía con sus amigos, charlaban, todo muy solemne, y nos metía en ese
espíritu. ¿Tú no sabías lo que iba a pasar? Yo no lo sabía. Una vez que él me dijo, esto es el
asura, empecé a buscar información por internet y vi algunas imágenes de otros lugares, porque esto
se practica en Pakistán, en Irán y, si no me equivoco, sí en alguna zona de Afganistán. Creo
que principalmente ahí, ¿no? No sé si me dejó algún país. Y bueno, cuando llegó el día... Ah,
bueno, sí, el día anterior me dice, quiero que me acompañéis a comprar las cuchillas. Ibas al
mercado principal, estábamos en Lahor, creo, y en el mercado había un mogollón de puestos de
cuchillas. O sea, eran como un mango con cadenas, siete cadenas, y cada una una cuchilla. Entonces
él estaba mirándolas ahí en la tienda. ¿Cuál me pillo? Esta, no sé qué tal. Esta me gusta. Se
compraba las cuchillas y luego iba a afilarlas. Ibamos a un herrero, las afilaba, las ponía él sobre
la mesa, las bendecía, y era como flipante saber que al día siguiente él se iba a flagelar con esas
cuchillas. Total, que llega el día, me veo a todos los amigos en la casita en la que estábamos, todos
como rezando, haciendo sus oraciones, arrodillándose, dándose golpes con la frente en el suelo,
pum. Y me dice, es el momento, vamos. Vamos andando y de repente empezamos a llegar a un sitio
donde había miles de personas, todas de negro, todas de negro, y todas dándose golpes en el pecho.
De repente uno se quitaba la camiseta y tenía toda una marca aquí morada de darse. O sea,
lo fuerte que se veía. Sí, llevan horas dándose en el pecho. Nos metemos entre la multitud y luego
tuvimos que pasar unos arcos también detectores porque dicen que suele haber atentados ahí. Los
suníes atentan contra los chiquitos allí. Mucha seguridad. Y llegamos a una plaza central donde es
que había miles y miles de personas, todas de negro, gritando, cantando oraciones en alto y
dándose golpes a sí mismos. Algunos ya con todo el cuello morado, con sangre, con hematomas, porque
la primera fase que se lleva a cabo durante toda la tarde son golpes, golpes, golpes. Y ya llega un
momento en el que se escuchan las mezquitas, todo el mundo se calla. O sea, es un momento también
que impresiona mucho porque todo el tumulto de repente se calla todo el mundo y empiezan a sacarse
cuchillas. Todo el mundo levantando la mano con sus cuchillas en la mano. También una imagen brutal
que creo que hice alguna foto de miles de manos con cuchillas ahí. Y el señor Rana me mira y me dice
ha llegado el momento. Vete arriba. Nos había guardado un puesto, un sitio, en una primera
planta para que lo viésemos desde arriba. Nos subimos. Yo iba con Lucía, con mi mujer y lo que
ahí vimos fue brutal. La gente acuchillándose la espalda y llorando de la emoción. Es un movimiento
como que se empieza a nadar y según dicen ellos, ellos empiezan el movimiento. Pero es Alaa el que
lo para. Entonces ellos se están dando hasta que Alaa les manda una señal para parar el brazo. Hay
veces que hay gente que sangra mucho, hay un charco de sangre debajo de ellos y los amigos llegan y le
agarran el brazo para que pare. Y él como que hace fuerza de no, no necesito darme más. Es muy heavy.
Y yo lo que peor llevé fue ver a niños haciéndolo. También hay niños que lo hacen. Sí, los niños
llevan unas cuchillitas pequeñas y los padres les enseñan y les obligan a hacerlo. Les dicen tienes
que darte, venga, más fuerte. Y eso ya... Porque que tú hagas con tu cuerpo lo que quieras por tus
movidas religiosas, vale. Pero un niño, tío... Eso es impactante. Es impactante. Es una barbaridad. Y luego,
bueno, todo acabó. El señor Rana... ¿Cuánto dura más o menos el momento de las cuchillas?
Tiene que ser a corto. Nosotros nos fuimos y ahí seguían acuchillándose. Y sería como la una de
la madrugada y seguían... ¿Puede ser horas de una persona? Claro. La gente cuando acaba su sacrificio,
pues se va. Y recuerdo que nosotros salíamos de ahí y el señor Rana iba chorreando sangre.
Toda la espalda llena de sangre. Iba andando, iba dejando... ¿Llegan a ser cortes profundos? Son cortes
muy profundos. Son cuchillas muy grandes y hacen cortes. Además, tienen como una forma curvada que
te hace... Guau. Y no hay... O sea, ¿no hay visital médico? Pues eso es lo que iba a contar. Ibamos andando y
él iba dejando un rastro de sangre. Lucía, mi mujer es enfermera, y él me decía, tío, se va a morir,
se va a desangrar. Ibamos nosotros con el hermano de Rana. Y el hermano de Rana me dijo, por favor,
convencedle de que vaya a un hospital, porque a mí no me hace caso. Yo soy su hermano y no me hace
caso. Vosotros que sois sus amigos extranjeros, que ella es enfermera, decidle que tiene que ir a
un hospital. Ibamos a hablar con él. Rana, tienes que ir al hospital, tío. Está muy bien todo lo que
has hecho forma parte de tu cultura, de tu voluntad, pero es que te vas a morir aquí. Él decía, esto es
algo entre Alá y yo. Si Alá quiere, sanará mis heridas y no sé qué. Y nosotros no sabemos qué hacer,
no sabemos qué hacer. Pero hubo un momento en el que se desmayó. Entonces llamamos a una ambulancia y lo
llevamos al hospital. Allí, claro, entró al hospital en camilla, soltando sangre por todos lados.
Hospitales llenos, entiendo, de gente con similar. No recuerdo. Era el momento de estrés que no recuerdo.
Yo solo recuerdo que entré con él. El médico dijo, hay que darle puntos urgentemente. Y empezaron a
coserle ahí en una especie de quirófano y estaba grabando. Y el médico me echó la bronca, me dijo,
fuera de aquí, no se puede grabar, esto es un hospital, no sé qué. Y el señor Rana le levantó la
cabeza y dijo, es mi amigo, dejadle. Aún tenía fuerza para ello. Bueno, y eso. Duro, duro, duro.
Tiene que haber gente que muera. Por lógica, si él hubiera muerto, si no, llegue a ser quizás por
vosotros que hubiera desangrado por la calle y hubiera muerto. Perdió mucha sangre. Luego, los días
siguientes, Lucía le estuvo curando la espalda todos los días, poniéndole betadine, revisándole...
Tiene que ser superdificil de curarte a ti mismo. Necesitas de alguien que te dé la cura.
Y luego le hice una entrevista al señor Rana, que no he podido publicar porque después de haberla
grabado me dijo que por favor no la publicase. Pero muy interesante porque explicar desde dentro
qué se siente, por qué se hace. Sobre todo qué se siente. Cuando lo vives tan espiritualmente,
el hacerte daño. ¿Te acuerdas qué dijo del sentimiento que tenía cuando se estaba
acuchillando? ¿Llegó a sentir dolor? ¿O era tal la fe que ni el dolor estaba? Él me decía que
cada acuchillamiento que notaba era una conexión con Dios, con Alá. O sea que no lo sentía como
algo doloroso, sino como una descarga de conexión espiritual. Y que cada herida para él tenía un
significado. Esto es como todo. Uno le puede dar significado a lo que quiera. Esto quiere decir que
mi hermano va a salir adelante por no sé qué. Esto quiere decir que Alá me perdona. Quizá cosas
que él tenía en su cabeza las iba conectando con esta… La propia autosugestión de poder
continuar haciendo eso. Porque ahora mismo en frío, tú y yo cogemos un cuchillo y la primera ya digo
bueno, es dolor, es miedo. Fíjate la autosugestión como miles de personas. Además, también yo creo
que aquí se puede dar el efecto de masa. Que eso quizás solo en casa no lo harían igual. Aunque
tuviera la misma fe solo en casa, en una habitación, yo creo que no funcionaría. Tiene
que haber esa comunión de miles de personas. Sí, ya digo que yo no soy creyente ni espiritual,
pero te contagias. Hay tantas personas con esos cánticos, con esos movimientos repetidos. Te dieron
ganas de darle. No te contagias de tanto. Pero que se respira en ese ambiente de que es algo más que
algo físico. Qué fuerte, tío. Una de las cosas más heavys que han contado aquí en el podcast,
yo creo, en toda la historia, Nacho, es la imagen de miles de personas cuchillándose con cuchillas
grandes, sangrando, sabiendo que alguno va a morir. Niños, niños. ¿Solo hombres? Solo hombres.
Vale. Es que al final en toda esa área se generaba un charco de sangre. De sangre de diferentes
personas que te podías resbalar y todo. Era una capa de sangre. Esto es distópico también. Es
una barbaridad. Y esto se hace solo en estos países y sobre todo los chiitas. Aunque él era
suni, que ojalá más sunis y chiitas pudieran hacer uno del otro y ese conflicto se terminara.
Claro. Es que los sunis, según su doctrina, tienen prohibido hacerse daño. De ahí lo de
no poder beber alcohol también, no poder fumar. Cuidar el cuerpo. Los tatuajes tampoco pueden
hacerlo. Obviamente va en contra de la creencia suni. Menos rana. Menos rana que va a su estilo.
Mira más cositas. Otro. No sé cuál es más fuerte. No sé cuál es más fuerte. Yo cuando lo leí,
te lo juro por Dios que pensé que no puede ser real. El ritual de las hienas en el norte de
Nigeria. Pues sí. Yo creo que es el top 2. Sí. Top 1 para mí porque implica, por lo que implica,
ahora lo contaremos. Porque aquí es gente en la gran parte adulta que está haciendo cosas. Así
mismo. Cuenta el ritual de las hienas. Se ponen la piel de gallina solo de pensarlo. Pues lo de
las hienas fue fue jodido también. Yo no me lo esperaba tampoco. Y fue en el norte de Nigeria.
Nigeria es un país brutal también. También habíamos hecho un viaje en grupo con gente y
cuando los viajeros se fueron, pues un chico italiano y yo decidimos ir al norte, que es la
zona más inexplorada. Es la más peligrosa también. Cómo no. Pero bueno, de hecho íbamos a ir en coche
de Abuja a la zona de Kano. Y bueno, ya teníamos el coche y todo preparado. Y habló yo con el
fixer y le digo ¿cómo de segura es esta zona? Porque yo había leído que había un mogollón de
secuestros, asesinatos. Me dice no, está bastante bien ahora. Digo, ¿bastante bien? Es que es seguro.
¿Que voy a salir de ahí? Me dice sí, llevamos una semana sin secuestros. Oye, pues por estadística
ella va tocando. Claro. Total, que al final nos rajamos y decidimos coger un vuelo. Un vuelo con
un nombre falso, por historias. Yo volé con el nombre de una tal Mari Carmen y tal. Bueno,
teníamos un... ¿Un nombre de mujer tú? Sí. No, Montserrat se llamaba así. Montserrat. Bueno,
falsificando documentos. Me hicieron un DNI nigeriano y todo. Digo, pero a ver, ¿tú crees que con esta
foto va...? No, sí, aquí hay blancos también. Bueno, el caso es que volamos ahí ¿no? Y es una
zona brutal. La zona de Kano tiene unas tradiciones únicas también en Nigeria. Hacen boxeo a una mano,
se atan a una mano y con la derecha solo hacen... Y no llevan guante, llevan como vendas. Se vendan
todo el puño y hacen boxeos a una mano. Bastante, bastante guay. Bueno, y yo había leído de estos
domesticadores de hienas. La hiena obviamente es un animal salvaje y se comporta en general
como un animal salvaje, pero yo había leído que en algunas zonas de Nigeria las domesticaban para
tenerlas como mascotas y también para ganarse dinero pues haciendo algún show por ahí y tal.
Y yo digo, bueno, voy a verlo porque además, como esta es una tradición que se hace desde hace 100,
120 años, ya es como una cultura, ¿no? Como los sapores de Congo, estos que visten tan elegantes y
tal. Ya como una cultura ellos se visten súper estrafalarios y van con la hiena por ahí. Yo,
como soy fotógrafo, digo, bueno, para sacar unas fotos guapas. Entonces, preguntando por ahí si en
este pueblo hay una hiena tal, no sé qué, vamos para allá. Justo en la frontera con Níger estábamos
como a cinco kilómetros, todo de dunas también, muy guapo. Preguntamos por la hiena y dicen,
sí, sí, la tiene mi primo, dale. Ahora viene, estábamos ahí esperando, vino todo el pueblo. Claro,
los guiris que... Claro, van a estar acostumbrados. Claro, ahí no irán ni días, ¿no? Y de repente aparece
un tío con una hiena, así vestido con piel de leopardo y con una forma muy estrafalaria,
con una hiena con un bozal. La acerca, le quita el bozal y me dice, tócalo. Que no pasa nada,
no pasa nada. Él me pone la mano, la acaricio y la hiena como si fuese un perro. Y de repente le ponen
a la hiena en un sitio y veo que sacan de una bolsa una cabeza de cabra recién decapitada,
chorreando sangre. Y se la ponen a oler a la hiena aquí en el hocico. La hiena salivando,
súper agresiva. Empezaba a estar muy inquieta. Y le cogen un trozo de las vísceras y se la meten
en la boca. Y la hiena, claro, un animal salvaje que está probando sangre. De repente se la quitan
y ahí empezó, digamos, una ceremonia. La hiena estaba mirando todas las partes, superactiva,
y empezaron a tocar timbales, un punto a bailar. Y ahí hubo un momento que yo ya dije, no sé qué
está pasando aquí. Porque yo he venido a ver un tío que me enseñase una hiena domesticada. Un
show, a lo mejor, de comportamiento, ¿no? Claro. Y de repente están aquí tocando timbales, le han dado
a oler una cabra. Yo que sé, será pues esto, como tú dices, no un show. Pero de repente empiezan a
llegar mujeres con bebés recién nacidos, de meses, de semanas, no lo sé. Y a levantarlos,
digo, ¿qué hace esa gente con los bebés? Y el hombre de la hiena se ponía así y elegía uno. Tú
cogía al bebé, lo ponía al lado de la hiena, lo cubría con una manta, tanto a la hiena como al
bebé, y seguían bailando. Lo ponían como en una jaulilla, ¿no? No, no, no. Estaban... Ah, en el suelo?
En el suelo, sí, sí. Cubiertos. Era una manta grande y los cubría a los dos. Y claro, tú veías la
manta moverse y no sabías lo que estaba pasando abajo. Y mientras ellos, tocando los timbales y
bailando alrededor. O sea, ¿una hiena hambrienta? Que la acaban de excitar, ¿no? De darle a probar
sangre. La dejaban con un bebé recién nacido, no sé, de unas semanas. Y, pues, no sé, a los 5 o 10
minutos levantaban la manta y el bebé estaba ahí bien y la hiena estaba ahí bien. Y la madre super
contenta, porque eso, me lo explicaron después, era como una bendición. Para ellos la hiena
simboliza el espíritu del mal. Entonces, una vez que ellos han domesticado a la hiena y que son
capaces de poner en contacto ese espíritu del mal con un bebé que no les haga nada, quiere decir
que ese bebé, pues, va a tener un buen porvenío, ¿no? Porque el mal no está interesado en él. Pero,
claro, yo estaba flipando ahí, ¿no? Diciendo, ¿quién cojones deja a su hijo recién nacido para
meterlo debajo de una de una manta con una hiena? Claro. ¿Qué es lo que hablábamos? El poder de la
mente, ¿no? Cuando tú crees algo, por muy irracional que sea, lo crees, tío, y ya está. Y que más de una
vez habrá salido mal el tío, seguro. Supongo que sí. Supongo que sí, que habrá salido mal. Porque es
una hiena, por mucho que esté domesticada, el instinto lo tiene. Sí. A ver, una hiena salvaje la pones
con un bebé. Hombre, hasta luego, niño. Claro, aunque esté domesticada, pero ahí lo tiene. Y además
quería hacerlo de la sangre. Y eso, yo estaba haciendo fotos. ¿Lo hicieron sólo con un bebé? No,
lo hicieron con dos o tres. Con dos o tres, uno tras otro, y lo van poniendo ahí y la hiena. Y las
madres, yo, cuando le devolvían al bebé llorando de alegría de que su hijo había sido bendecido. Yo
estaba con la cámara haciendo fotos para documentar algo tan brutal, pero a la vez estaba flipando. Yo
miraba al Itania y me decía, ¿pero qué coño estamos viendo, tío? ¿Qué es esto? Es que podréis,
después de un destape, ver a un bebé… Descuartizado ahí. ¡Puah! Devorado vivo por una hiena. ¡Guau!
Qué duro. Y preguntaste sobre cuánto hacía que practicaban este rito. ¿O es lo mismo de siempre?
Claro. En esa hiena era joven. De hecho, se veía pequeñita. En ese pueblo llevaban como 5 o 6 años
haciéndolo. Pero esa tradición tiene, según he leído en Internet, un siglo más o menos. ¿Y sólo
había una hiena? En ese pueblo sí. Pero luego, en otros pueblos, cada uno tiene su hiena, dos hienas
por ahí. De hecho, hay una congregación anual de hienas, de hombres de la hiena… ¡Te tienes que
verlo! Tiene que ser curioso. Ahí tienes que estar. Lo que pasa es que últimamente esa congregación
la hacen en una ciudad y ya no les mola a los de la ciudad, que metan animales salvajes y tal. No sé
si se sigue haciendo. Mira, ahí la congregación de Harleys. Van los moteros ahí y aquí hay
congregación de hienas. ¡Guau! Es muy fuerte. Nosotros, como organizadores de viajes, el chico
italiano también tenía una agencia en Italia. De hecho, estábamos explorando la zona para ver
si el siguiente grupo lo llevábamos ahí. ¿Tienes ese dilema moral de decir que tú
traerías a alguien a ver esto? ¿A un grupo de turistas? ¿A nivel ético? O sea, es brutal,
pero… ¿Qué preguntas te vienen a ti a nivel ético cuando pasan cosas así? Y tú ves que
bebés están jugando con la vida de un bebé pequeño. Sí. Es que la parte ética es la más
difícil de nuestro trabajo, tanto como agencia de viajes como yo, como persona que documenta
culturas con la fotografía. A veces no sabes si hacer clic o no, a veces no sabes si pagar o no,
entonces son mil factores. Con esto de la hiena dices, bueno, ellos lo hacen y lo van a seguir
haciendo. No pasa nada y forma parte de su cultura. Pero la gente que viaje con nosotros va a querer
ver esto. Quizá estamos fomentando a que esto se haga más y algún día pueda haber un accidente,
¿sabes? Entonces, muchas veces en los viajes dejamos cosas fuera, que son brutales, pero
porque no queremos entrar en una dinámica que perjudique a la población local. Y también
pues porque puede haber clientes que se sientan incómodos. Entonces… Tú, como fotógrafo… Se
lo he preguntado a varios reporteros de guerra que han estado aquí, ¿no? Tú, como fotógrafo,
en un caso, por ejemplo, de un acto de miseria absoluto, un niño que está llorando con la
barriga hinchada, ¿antes haces la foto, intentas ayudar, no haces foto? ¿Qué es lo que harías o
qué es lo que has hecho? Yo creo que un fotógrafo debe hacer la foto, porque es un fotógrafo. No
somos una ONG, no somos médicos. Esa es la teoría y eso es lo que yo creo que un fotógrafo debe
hacer. Sobre todo un fotógrafo de guerra no puede estar ayudando a todo el mundo. Y yo que no me
dedico a la fotografía de guerra, también a veces tengo la sensación de que no puedo ayudar a todo
el mundo. Cuando vamos a determinados países, pues prácticamente todo el mundo necesita una
medicina o necesita algo, se lo puedes proporcionar a los cinco primeros, pero luego ya no tienes más
recursos. Entonces yo creo que cada sector profesional tiene que dedicarse a lo que a lo que
hace. Yo tengo que dedicarme a hacer fotografía y a guiar viajes, que eso también es una forma de
ayudar económicamente a estas comunidades, porque el dinero se queda allí. Y las ONGs y los médicos
tienen que hacer su labor. Esta es la teoría. Lo que yo no sé es qué haría en una situación muy
extrema. Quizá no haría lo que estoy diciendo, quizá haría lo contrario y ayudaría y que le den por
saco a la foto. Pero creo que lo ideal es que el fotógrafo haga la foto. Son momentos muy duros
por eso. Decisión rápida y... Porque también ayuda. La foto de Elian, ¿no? Se llamaba el niño este
muerto en la playa. Eso fue una foto, pero esa foto removió muchas conciencias y ayudó muchísimo.
Yo tuve este dilema con el caso de una niña en un orfanato en Uganda, que esta niña tenía que
recorrer. Era paralítica, pero no tenía silla de ruedas. Entonces, para ir al colegio tenía que
arrastrarse durante 10 kilómetros por mitad de un camino de tierra. Y ahí yo tuve el dilema de decir,
¿hago un documento esto para conseguir una financiación para esta chica o no? Hice unas fotos,
hice unos vídeos, los subí a redes, conseguimos la financiación para una silla de ruedas, para
una asistenta, para un chequeo médico y luego borré ese material. Pero hay momentos en los que dices
es ético hacer esto. Estoy grabando a una niña arrastrarse yendo al colegio, pues no lo sé.
Es como la ayuda es a posteriori, pero en ese momento estás documentando el error,
que a lo mejor puedes coger el coche y decir, ya te llevo yo hoy. Son decisiones muy complicadas,
éticamente muy grises. Yo también pienso que a posteriori acaba yendo mejor a largo plazo.
Yo creo que sí. Y esta chica ahora puede tener su silla, ya no tiene que arrastrarse. Qué escena,
por eso. Sí, muy heavy. Y por caminos que me imagino que sean los típicos de tierra. Tierra,
piedras. Bueno, más rituales y más locuras de estas que son increíbles. También es heavy este.
Tribudán y Papúa Occidental. Rituales funerarios. Mujeres que se amputan voluntariamente los...
Esto es una locura. ¿Dónde has ido? Claro, pero es que al final volvemos a lo mismo. Esto no son
bailes. Esto ya es otro nivel. Esto es otro nivel. Volvemos a lo mismo. Cuando tú crees en algo,
en algo espiritual, en una bendición, en un dios... Es que eres capaz de hacer lo que sea, tío. Y eso
es uno de los motivos por los cuales evolutivamente la superstición se ha mantenido. Porque es un
motor que nos empuja a hacer cosas de las que no seríamos capaz sin la superstición. Esto es
algo bastante interesante. Es decir, nosotros como sociedad, cualquier primate puede estar
compartiendo grupo con 70, 100 individuos. Los humanos hemos conseguido juntarnos en una misma
sociedad, decenas de miles, cientos de miles, millones de personas, gracias a creencias. Gracias
a que creemos en un dios. Fíjate, las cruzadas, la guerra santa... Eso nos hace ser una creencia
a una nación. Creencia a una nación, a los valores comunistas. Todos los comunistas de
diferentes naciones dan su vida por esa creencia. Es algo que analiza en el próximo libro. Los
motivos biológicos de la superstición me parece algo fascinante. Volviendo a los Dani. Los Dani
son también otra cultura que mola mucho. Yo la primera vez que fui, fui a investigar unas momias,
las momias de Huamena. Los Dani... No son las momias Aliens de México, ¿no? Eso es lo que ha
pasado. Era un fake, ¿no? ¡Obre, caro! Parecían, te lo juro, extras de Men in Black 2. Sí, verdad.
Y es que había alguna foto, pero estaba de viaje y no sé cómo acabó eso. No, yo creo que... Bueno,
creo que no. Era falso. Sí, sí. Se ve que era con trozos de animales. Incluso puede ser que
hubieran pillado, que eso es lo jodido, algún resto humano de, real, de alguna momia. O sea,
que al final estás destruyendo algo histórico. Sí, sí. Hay un vídeo de Santa Oralla que lo
explica muy bien. Todo con detalle y las pruebas incluso que se han hecho a las momias estas. Que
ha salido ADN de diferentes especies. Sí, sí. Y el cráneo, que seguramente el cráneo es de un
animal que le han cortado el morro para... La peña se aburre. Mucho, mucho. Pero bueno,
esto no es el caso, ¿no? No, no, no. Los Dani tenían... Bueno, ya no lo hacen. Tenían la
costumbre de momificar a las personas que habían sido importantes. Entonces, los líderes espirituales
o políticos los momificaban con un proceso de momificación que es diferente al de los egipcios.
Aquí lo que hacían era como ahumarlos, ¿no? Los ponían en un palito y le daban vueltas sobre
la hoguera hasta que se quedaban como carbonizados. ¡Joder! Era totalmente diferente. Muy diferente.
Y además, mola mucho porque los Dani, los guerreros Dani, tienen un septum donde se
introducen colmillos de cerdo así súper grandes y van con una corona hechas de plumas de pollo y
luego tienen una calabaza en el pene. Es como la cáscara de un calabacín que se llama la coteca.
Entonces, calabaza para los afortunados, calabacín para los que no van también. Exacto. La estética
es brutal, ¿no? Sí. Y yo quería ver eso. Los guerreros con su arco y su flecha, con los dientes
de cerdo, la coteca y documentar las momias. Porque el gobierno de Indonesia, en este afán
de homogenizar el país, como siempre ocurre, llegó allí y destruyó todas las momias. Las tiró al río,
las destruyó. Solo quedan cinco. Yo tenía la misión de encontrar las cinco momias de Huamena.
Solo encontré tres, pero bueno, mola mucho. Mola mucho. Mola más de la mitad. Yo iba al viaje para eso. Yo no
tenía ni idea de todo esto de los dedos. Estábamos viendo un ritual, estaban sacrificando un cerdo,
que también tienen esta ceremonia del sacrificio del cerdo, y de repente veo a una mujer que está
cargando el cerdo que va a ser sacrificado que le falta un dedo. Yo le hice la foto y recuerdo
esa misma noche revisando las fotos y digo, esta mujer que le falta un dedo. Y tampoco me planteé
mucho más porque dije, aquí puedes perder un dedo por mil cosas. Y de repente estaba yo viendo
esa foto con ese pensamiento y llega otra mujer que nos estaba sirviendo el café y veo que echa
el café de la cafetera que le faltan dos dedos. Entonces ya ahí mi espíritu científico dijo,
bueno, aquí a lo mejor pasa. Uno vale, dos, dos. Y le pregunté a alguien y me dijo, sí, sí, estos son los
rituales funerarios. Como los rituales funerarios. Sí, sí, cuando muere un hombre, en la comunidad
Dani, las familiares que son mujeres se cortan un dedo como señal de dolor por la pérdida de este
familiar. Y también porque dicen que ese dedo amputado, que es un sacrificio, si se entierra
junto al muerto, es como un donativo a los dioses para que el muerto alcance el paraíso con mayor
posibilidad o más rápido de lo que sea. Y flipé cuando me contó eso. Es que para los Dani la mano
simboliza la comunidad en el sentido de que los dedos son diferentes, de diferente tamaño, grosor,
longitud, pero cooperan para llevar tareas en común. Entonces cuando muere alguien es como si
faltase un dedo, falta un miembro de la comunidad. Y como siempre son las mujeres las que pringan y
las que tienen que cortarse el dedo. Esto sí que es algo constante que he visto en todas las
comunidades. Las mujeres suelen ser las que acaban con los castigos más severos. Y bueno, ellas lo
muestran con orgullo. Y cuando le dices enséñame las manos, hacen así, que hay alguna que no le
queda ningún dedo. O le queda uno o dos. Se suelen dejar estos dos para hacer pinza, por lo menos,
y te lo muestran con orgullo para que veas lo que han sido capaces de hacer por la comunidad. El
dolor que han entregado. ¿Se lo cortan arran de la mano? ¿Dejan dedo y solo es la parte de...?
Suelen ser falange a falange. Vale. Y esto lo hacen con una... Primero atan el dedo para que pierda un
poco la sensibilidad y luego con una piedra afilada ¡pam! Que es que no hay anestesia ni nada,
evidentemente. No, no hay anestesia. El marido o el padre o el hermano, un hombre, es el que le hace
la amputación. Y luego le ponen unas hierbas cicatrizantes. ¿Tú lo has visto eso? No, no lo
he visto. ¿Por qué no lo he visto? Porque el gobierno indonesio lo ha prohibido. Normalmente
los gobiernos prohíben todas las prácticas tribales que consideran salvajes porque pretenden
homogenizar el país y modernizarlo. Entonces el gobierno lo ha prohibido y aunque en algunos pueblos
remotos lo siguen haciendo, pero no te dejan verlo para que el gobierno no sepa que ahí se hace.
Si te hago fotos... ¿Y qué opinas tú a nivel ya personal de que los gobiernos, este tipo de
rituales muy bárbaricos, muy de amputaciones, autolesión, incluso muerte, lo del bebé,
todo lo más heavy ¿vale? ¿Cómo ves que se prohíba por ley? Pues no lo sé. Ahí tengo
sentimientos encontrados. Es bastante complicado. Yo sí que creo que cuando la prohibición es
por ley, es decir, cuando se obliga, no sirve de mucho porque se sigue haciendo y se sigue
haciendo a escondidas con menos garantías sanitarias y para que haya un cambio en una
comunidad lo habitual para que funcione ese cambio es que el cambio venga desde dentro,
que sea un cambio voluntario. Cuando tú prohíbes algo no suele funcionar. Ahora bien, hay cosas que
creo que no deberían hacerse como lo de las hienas y el niño. Entonces es difícil de saber.
Pero sí es cierto que las prohibiciones del gobierno no suelen tener la finalidad de proteger
a las comunidades. No. Suelen tener la finalidad de controlar a las comunidades. Cuanto más cosas,
más tradiciones prohíbes de una comunidad, más se parece al final, al total de la nación. Y una
nación más parecida es una nación más fácil de gobernar. Sin duda. Si tienes 200 tribus con
200 tradiciones... No te reconoce ni como líder, ni te reconoce como autoridad en nada. Si tú vas
tapando características culturales, es que esto sanitariamente no está bien, es que esto es muy
salvaje, es que esto hay que modernizarlo, al final vas homogenizando. Cuando ves estas cosas
tan duras como amputarse dedos, es que no estamos hablando de una tontería. Estamos hablando de
algo tan básico como la mano y ir amputando dedos. Imagínate que a una mujer se le mueren tres
familiares en un accidente o lo que sea. Se tiene que amputar tres dedos con lo que va a ser para
ella toda su vida jodida. Temas duros. Estamos viendo rituales que parece mentira, que existan,
que por una parte antropológicamente son súper interesantes, no lo negaremos porque por eso
estoy aquí preguntando, porque me parecen fascinantes y eso nunca va a desaparecer. Pero
que se haga hoy en día también me choca. ¿Cuál sería la tribu más a día de hoy aún más apartada?
¿Sería la de Sentinel del Sur? ¿Era esa que no puedes ya directamente entrar? Claro. Bueno,
según Survival International hay 15 tribus no contactadas. ¿Cero contacto? Sí, cero contacto.
Porque estas comunidades se han negado, porque alguien lo ha intentado y le han tirado flechas.
Muchas en el Amazonas y una o dos creo en Papua y esta de Sentinel. Que es como la más famosa
porque mató al misionero. Es que a quién se le ocurrió. Creo que ya lo había intentado en
otra ocasión. Sí, lo habían hecho como disparos de afertencia, flechazos de afertencia,
pero esta vez ya fueron a dar. Sí, sí. Hay imágenes también de tirando flechas a drones. No sé si las
has visto. Deben ser para ellos los drones. Claro. ¿Animales quizás? No lo sé. Yo estuve con la
tribu San en Angola y volé ahí el drone y fliparon. Bueno, ¿qué pensas? ¿Qué te decían? Bueno,
ellos se comunican en idioma San y en ese momento no estaba el traductor. Pero yo saqué el drone y
cuando lo aterricé lo cogían y estaban así como mirándolo. Se lo pasaban de uno a otro y hablaban
en su idioma, que es este idioma de clíster. Subí el vídeo, creo que fue a Tik Tok, y se volvió viral
la gente diciendo, esto es como los dioses deben estar locos, no sé qué. Esta película en que se
encuentra una botella de Coca-Cola. Pues era algo así parecido. Mirándolo por todos lados, no sé
qué deben pensar. Debe ser para ellos. Al final lo entienden. Si luego les enseñan las fotos,
mira esto vuela y saca esta imagen. ¿Cuál es tú la tribu que has estado, que menos contacto
tenido con el resto de la humanidad? ¿Hay alguna que haya destacado por ser muy hermética y tú
has estado ahí? Que menos contacto. A ver, quizá los corubáis. En alguna ocasión en Angola,
no sé si lo hablaremos después, pero pude contactar con la tribu Chimba, de la que no se
conoce absolutamente nada. Y recuerdo que yendo por el camino vimos a una niña. En Angola lo que
pasa es que cada tribu tiene un peinado diferente. Y son peinados brutales. Super locos. Loquísimos,
unas rastas, una cresta. Hay uno que es como un tocado así super raro que parece de señora
que viene de la peluquería. Va con el permanente, ¿no? Se ponen pincitas, se meten ramas dentro.
¿Y son hombres y mujeres? Hombres y mujeres, sí. Y bueno, pues íbamos por la carretera y vimos a
una chica con un peinado muy extraño que el guía me dijo este peinado se lo hacen durante el fico,
que el fico es la fiesta en la cual pasan de la adolescencia a la edad adulta. Y dije bueno,
vamos a parar para ver si le puedo hacer una foto y para preguntarle. Entonces paramos y el guía
le estuvo explicando que le quería hacer unas fotos porque me gustaba el peinado y tal. Y la
niña le preguntó si una fotografía dolía, que no sabía lo que era eso. Hostia. Y eso, fíjate,
que he recorrido lugares nunca me había pasado. Y me dice, oye, que pregunta si la foto duele.
Bestia. Esto lo digo en relación a lo de lugares aislados, que a lo mejor no era una tribu super tal,
pero había lugares donde no sabían lo que era una fotografía. Tuvimos que explicar que no,
tuve que hacer una foto de prueba al guía. Mira, esto se hace así, aquí ves tu imagen. Y bueno,
sí que nos ha pasado, en Chad nos pasó, que en la tribu nómada que encontramos en el desierto salían
corriendo cuando nos veían. Y a lo mejor en África te puede pasar con los niños, porque no sé,
un niño de tres años, cuatro años, a lo mejor sí que no ha visto muchos blancos o no ha visto
blancos. Demonio blanco. Y sale corriendo. Pero con adultos solo nos ha pasado en el norte de Chad,
de intentar ir a hablar con un adulto y que salga pero despavorido corriendo. Y conseguisteis al final
el acercamiento imposible, ¿no? Estaba histérico, parecía que le iba a dar algo. A lo mejor no había
visto nunca a un blanco. Puede ser, puede ser. O moderno vestido, en plan, ¿esto qué es? Claro,
porque esa zona del Sahel entre Libia y Chad es que está siendo nómada, ¿sabes? Que a lo mejor
está un día en un sitio, otro en otro, no ven a nadie. Seguiendo con los rituales, rituales vudú,
que éstos son muy famosos, pero claro, aquí sabemos lo del muñequito, pero tú has presenciado
rituales vudú, heavys también. Sí, sí, hemos presenciado rituales vudú heavy. Por cierto,
lo del muñequito, porque el vudú es originario del golfo de Guinea, de la zona de Benin,
de Huida y todo esto, que es la capital. Mucha gente cree que es de Jamaica o incluso de New
Orleans y no. Ahí es verdad que hay mucho vudú, pero no es del origen. No es el origen, claro,
o sea, el vudú se origina en el golfo de Guinea, la zona de Nigeria, Benin, Togo, y luego se exporta
con los esclavos, ¿no? Los esclavos que emigran a América, que emigran forzosamente a América.
Que van en barcos ahí, pobres, atados. Que los trasladan a América como esclavos. Los secuestran
directamente. Claro, llevan su religión para allá. Por eso podemos encontrar en las zonas del Caribe
mucho vudú, en Haití sobre todo, en algunas zonas de Estados Unidos, en Brasil también, en la orilla
y todo esto, que está muy relacionado. Y es en las zonas del Caribe, en alguna en concreta, donde se
hace lo del muñequito. En el vudú original de Benin no se lleva a cabo esa práctica. Hay también
muñecos, pero con otra utilidad, con la utilidad de guardar las almas de los gemelos. En la religión
vudú hay algunas personas que son sagradas. Una son los gemelos, otras son los enanos y otras son
los albinos, que son considerados semidioses. Mira, pues de los pocos que los albinos no pillan
fuerte. Sí, en Tanzánias al revés. En Tanzánias son considerados hijos de los espíritus y los matan
y los usan sus brazos para los rituales. Pero en Benin son semidioses. Y de hecho, pues cuando ven
un enano por la calle, un albino, hay como mucha reverencia, les dan de comer gratis y todo esto.
Entonces, los muñecos se utilizan para guardar las almas de los gemelos. Siempre van de dos en dos.
Cuando mueren dos gemelos se guarda su alma ahí y la familia los tiene que lavar, cuidar y todo esto.
Pero nosotros lo que quizá la experiencia más fuerte que hemos vivido ahí fue el ritual de
iniciación vudú, en el que estuvo Lethal también, que le abrieron una paloma en la cabeza todo lleno
de sangre. Y estos son rituales que duran diez, doce horas, en los que hay muchísimos sacrificios.
Nosotros vimos uno en el templo al dios del trueno, que de hecho había en ese mismo lugar
cuatro fallecidos que decían que estaban allí en el mausoleo porque habían muerto por el impacto
de un trueno, de un relámpago. Me extraño porque eso es bastante poco frecuente.
Y luego tenían ahí varias calaveras humanas que usaban en los rituales. En el ritual que nosotros
vimos pusieron cuatro calaveras humanas en torno a una hoguera y el ritual consistió primero en
muchos bailes con los sacerdotes vudú entrando en trance de dar vueltas a la hoguera y muchísimos
sacrificios. Mataban una gallina, echaban toda la sangre encima de las calaveras humanas, luego
cabras. Tres o cuatro cabras mataron. Muy sangriento. Pero esta religión, que es una
religión un poco sincrética, animista, pero espiritista también, considera que los dioses,
sobre todo el dios del trueno, se alimenta con sangre. Tienes que proporcionarle mucha sangre
para que sea benévolo y más en un bautizo, en un bautismo vudú. Y luego después de todos estos
sacrificios lo que se hace es consultar a un vidente que lanza unos cauríes y según caigan
pues te lee el futuro y te da tu nuevo nombre como miembro del vudú y te da unas normas de
lo que puedes hacer, no puedes hacer. Y te lee el pasado y también el futuro. Te dice cuatro,
cinco cositas. Entonces son intensos. Son de los rituales más intensos que he visto junto con el
iboga, el buiti de Gabón, que también es muy satánico. ¿Cómo es? Cuéntame este también. Este
es un ritual que se hace en la selva normalmente. Lo llevan a cabo los mal llamados pigmeos y es un
ritual en el que se consume una sustancia. La iboga, no sé si la conoces, es como una raíz que se muele
y se puede consumir esnifada oralmente. Hay varias formas de consumirla. Que es totalmente psicodélica.
No tanto. El efecto es más parecido a la cocaína. De hecho, he visto que en el...
No desideas porque Ibiza están yendo para allá. Están en tropel. He visto algunos estudios que
proponían usar la iboga para desintoxicarse de la cocaína, igual que la metadona. Claro,
como un sustituto para ir dejándolo. Parecía que generaba menos adicción, tenía algún efecto
parecido y con dosis controladas podía ayudar a los cocaín humanos a dejar la adicción. Se consume
muchísimo esa sustancia y la gente está a tope. Se hace siempre por la noche. O sea, todo a oscuras
y en torno a una hoguera. Y la gente va cubierta de polvo blanco. Se echa harina. Igual que en los
rituales vudú también se ponen polvo blanco. Hemos visto esa imagen de la cara blanca. La cara
blanca. Y luego son sacrificios y sangre que se vierte a la hoguera. Otros sacrificios, sangre,
la gente enloquecida bailando. Y eso dura desde que empieza a anochecer hasta que empieza a
amanecer. La gente totalmente enloquecida, ¿no? Sí, sí, sí. Que van enfarropados. Claro, gente
drogada. Claro, es así, ¿no? Claro, es así. Es así. Gente drogada matando animales y bailando
toda la noche. Y esos animales cuando los matan, entiendo que los matan, no los tienen dormidos
antes. O sea, que gritarán, patalearán. O sea, debe ser un poco violento. O ya estás en el trance
ese y te unes a... A ver, las cabras normalmente... Las cabras normalmente es más silencioso porque
les suelen bloquear la respiración, ¿no? Y lo que hacen es asfixiarlas un poco y luego cortar. Las
gallinas son más ruidosas porque empiezan ahí a moverse y tal. Pero suele ser rápido, ¿no? Es un
corte limpio. Tampoco es hacer sufrir al animal. El objetivo no es ese. Es sangre. Claro. De hecho,
normalmente, depende de cada cultura, pero normalmente se trata de que sea lo más rápido y
limpio posible, ¿no? Vaya experiencias, ¿eh? Sí, sí, sí. Virtuales vudú satánicos. Lo que me pasa
cuando estoy documentando estos lugares es que no soy consciente hasta después. Yo cuando estoy
con la cámara en la mano, lo que me ocurre es que estoy tan centrado en coger la mejor toma que
cuente lo que está ocurriendo, ¿no? De captar la narrativa del momento y de la luz y de dónde ponerme
la configuración de la cámara. ¿Y no te da pena eso? ¿El qué? El perderte ese momentazo real por
estar trabajando, digamos. Porque tú ya estás en otro modo. Es como el cineasta que ve una película
espectacular y no está disfrutando la película. Está viendo este plano, no está del todo correcto.
¿No te da un poco de pena perder ese 100% de la experiencia? A veces sí, a veces lo pienso,
¿no? Y de hecho, cuando voy a un ritual por segunda vez, trato de apartar un poco más la cámara,
a no ser que tenga esa, ¿no? Ese DG profesional de decir, joder, me faltó hacer esta foto,
que la tengo aquí, pero en general estoy más relajado. Pero realmente cuando estás trabajando,
¿no? Haciendo las fotografías, yo creo que luego cuando las ves el sentimiento es más intenso,
¿no? Porque recuerdas cómo olía la temperatura, los gritos y te sobrecoge. Yo recuerdo pues estar
en casa y decir, hostia, tío, cuando me pongo a ver la foto es lo que hemos vivido, ¿no? Este
sacrificio de la shura, ¿no? Es que lo que hemos visto ha sido de otro puto mundo. Me pasó ahora
cuando estuvimos con Letal en la isla, estábamos viendo cazar las ballenas y los delfines, ¿no?
Claro, ahí vas en el barco y vas haciendo las fotos. Y luego yo recuerdo que ahí fuimos Rubén
y yo solos y mi mujer estaba en Bali esperándome. Cuando volví a Bali, me metí a la ducha y me
puse a llorar. Me puse a llorar porque había sido… ¿Diez después? Bueno, cuando acabamos el trabajo,
pues… ¿Horas después? ¿O días? ¿O un par de días? ¿O el siguiente? Porque había sido bastante
intenso, de mucho trabajo y para mí fue duro ver cómo acuchillaban a delfines bebés, ¿sabes? No sé,
me pidió en un momento especialmente sensible y yo lo pasé mal. Pero, pues claro, no lo había
expresado, ni había sido consciente porque estábamos trabajando. Y en el momento de llegar a casa,
dejar la mochila, me metí a la ducha y fue como… Te vino el bajón emocional, sí, sí. ¿Es de lo que
peor lo has pasado? ¿Qué te ha afectado más, quizás? No sé, claro, el tema de la asura y la llena
son potentes. Pero lo pasé muy mal, sobre todo en un punto concreto, ¿no? Cuando arponean a un
delfín pequeñito y veo que el capitán se queda esperando y digo, bueno, ya lo tiene ahí, ¿no? Estaba
esperando que volviese la madre porque sabía que la madre iba a volver, ¿no? Entonces ves a un delfín
muy pequeño, arponeado y enganchado al barco que estaba intentando escaparse y que se estaba rodeando
de un charco de sangre ahí en mitad del mar y el tío que estaba esperando a la madre, efectivamente,
la madre apareció, no sé, dos minutos después, pum, y saltó a por ella. ¿Eso en qué país fue? En
Indonesia. ¿Y los cazan por comida? Sí, los cazan... ¿No hay un tema ritual ni nada? Es, pues,
puramente comida. Sí, es para comer. Luego hacen trueque con las aldeas vecinas porque solo tienen
autorización para cazar delfines y ballenas una zona muy concreta, ¿no? La zona que está en la
costa. Luego la gente de la montaña que baja hacen trueque, ¿no? Pues verduras, porcarne de delfín y
tal. Y luego utilizan todo. Utilizan incluso los huesos para hacer decoración, pulseras. Incluso la
placa de policía la hacen con hueso de ballena. Se pone ahí polis y se la lleva... Y es blanquito,
imagino. Sí, sí. Qué curioso. Y eso te impactó por el tema de los animales. Es difícil, ¿no? Porque
hablando con ellos decían ¿pero por qué os afecta esto tanto? Las vacas vuestras. Claro, es algo extraño, ¿no?
Es así. Y me decían ¿pero por qué un atún no te afecta ahí un delfín sidio? Pues no lo puedo
explicar, no lo sé, ¿no? Quizá a nivel biológico de más cercanía o por educación y cultura,
¿no? Los mamíferos es otro tema. Pero aquí tenemos vacas que nos la comemos a millones y nadie llora.
Y cerdos y son mamíferos y animales inteligentes. Sí. Y bueno, y muy bien, ¿no? De hecho,
cuando compartimos esas fotografías y esos stories y los vídeos y tal, la gente... Pero ¿cómo vais
allí? O sea, ¿qué tal? Estos son unos salvajes y, claro, la gente no se mira al ombligo, ¿no? No ve
que aquí hay vacas, cerdos, pollos que están en condiciones... ¿Tenemos aún el europeo occidental
esa aura colonialista dentro de nosotros? ¿Aún miramos a estos países con aire de superioridad?
Sí. Lo tenemos como... Sin mala fe, ¿no? Lo tenemos ya muy metido dentro. Sin mala fe, yo creo,
¿no? Pero sí, ¿no? Y me encuentro mucha gente que viaja dando lecciones, ¿no? Como del primer
mundo al tercer mundo. ¿Esto por qué no lo hacéis así? ¿Esto está mal? Y eso me cuesta. Claro,
no funciona así. No funciona así. No funciona así. Tú puedes cambiar un país con una cámara y bueno,
ahora no matéis a los delfines ya, que son muy bonicos. Te van a decir muy bien, vale. Ni puedes
dar lecciones, ¿no? De cómo hacer las cosas. Y si hay algún cambio, como hemos dicho, pues,
debe venir desde dentro. Claro, a largo plazo y cambios internos. Más cosas que hay tantas. Ya
os he dicho que había. Es que tantos temas. Has vivido tantas historias. Congo. Sectas en el Congo.
Vámonos con los temas ahí chunguitos. Sectas en el Congo. ¿Qué tipo de secta hay en el Congo?
¿Por qué destaca el Congo? Porque el Congo, tío, yo no sé, es de los lugares que yo he visitado
con más diversidad de sectas. Hay unas mezclas brutales. Hay sectas que pueden ser consideradas
satánicas, sectas. Tal cual, ¿no? O sea, que creen en un diablo y adoran al diablo para entendernos.
Sí, sí. Otras que pueden estar relacionadas con el cristianismo de algún modo, otras con religiones
animistas. O sea, hay un freestyle absoluto ahí. Hay quien toca, a ver. Y dentro de Kinshasa vas
callejeando y hay templos súper raros, sociedades secretas muy extrañas. Y tú puedes pasarte meses
allí descubriendo diferentes sectas. Es una pasada. ¿Cuál es la que más te llamó la atención? Nosotros
estuvimos en una con unas sacerdotisas que invocaban posesiones diabólicas que fue muy,
muy extraño, muy extraño. Fuimos a un ritual en el cual eran tres sacerdotisas también con la cara
cubierta de blanco. Iban como con cuerdas por el cuerpo y toda la cara cubierta de blanco. Y era
como en una plaza. Ellas dibujaron con harina, que era una harina bendecida, un círculo en el suelo
y se supone que lo que estaba dentro de ese círculo estaba protegido del demonio, ¿no? Y entre el
público había personas que decían que eran susceptibles de ser poseídas por el demonio.
Estas sacerdotisas iban buscando como jóvenes promesas que tuviesen conexión con el demonio.
Porque claro, para ellos les interesa. ¿Es algo positivo? No, lo que pasa es que es una
movida muy extraña. Ellas buscan jóvenes, sobre todo mujeres, que sean poseídas por el diablo,
las meten dentro del círculo, les hacen un exorcismo y como que las adoptan dentro de la
secta de las poseídas. Lo que ellas tratan es de controlar esas conexiones con el diablo. Que el
diablo no te posea totalmente, pero que tengas cierta conexión para, con esta conexión, poder
adivinar el futuro, poder meter mano ahí del más allá y sobre todo ver el futuro. Por adivinación,
entonces cuando estuvimos allí, pues efectivamente ocurrió. Una chica del público empezó a
convulsionar, los de al lado la cogieron, la sentaron, le dieron un poco de agua, se le pasó
a los cinco minutos otra vez convulsionando. Las sacerdotisas ya la cogieron, la pusieron en el
centro del círculo, la arrodillaron, empezaron a darle bendiciones y tal y la chica como que se
desmayó. Y ya se la llevaron al interior de una cabaña y se supone que la habían aceptado en su
comunidad de poseídas. ¿Tú crees que eso está de alguna forma pactado? ¿Esas convulsiones son
teatralizadas o el autosugestión? Pueden ser esas dos cosas. Que esté pactado para que vean, porque
claro, esta gente luego cobra dinero. A nosotros nos cobraron por estar allí, bueno, pues a ganar
algo de dinero con eso. Si alguien quiere que le leas el futuro, pues le vas a cobrar. Entonces
puede que esté teatralizado o que sea la propia sugestión. Cuando a ti te dicen aquí hay un
espíritu que va a poseer a alguien, ¿por qué no? Tú puedes empezar a sentir ese tipo de cosas.
Recuerdo que al día siguiente le hicimos una entrevista a la suma sacerdotisa de esta comunidad
y nos dijo que no nos podíamos ir de allí, después de habernos explicado todo esto que
te estoy contando, que no nos podíamos ir de allí sin que nos leíais el futuro. Y bueno,
empezó a echar también los cauríes, una botella de ron, la vertía en un montículo de arena. Bueno,
sus rituales. Y nos dijo, vais a tener en este viaje un encuentro. Os vais a encontrar con la
singularidad hecha animal. Vais a ver un camaleón verde en mitad de vuestro camino y cuando os
encontréis con él, lo tendréis que sacrificar en menos de un día. Muy específico, ¿eh? Sí. Bueno,
en total que por la predicción nos cobraron, no sé, 20 euros o 10 euros. Se los pagamos y
cuando ya nos íbamos vinieron corriendo y dijeron ¿estáis seguros que cuando os encontréis al
camaleón lo vais a sacrificar, no? Si no sois capaces, podemos hacer aquí un conjuro para que
no os encontréis con el camaleón. Un seguro, un seguro. Claro, si quieres el seguro a todo riesgo.
Pero esos son 100 pavos. ¡Coño! Claro, da igual, da igual. Vamos con el pack básico y tiramos para
que pase lo que te vaya a pasar. Y claro, arrancamos el coche y el guía, el fixer,
empieza a partirse el culo. Digo ¿qué pasa? Dice, a esta gente solo quería vuestro dinero porque
yo llevo 15 años trabajando en esta zona, no he visto un puto camaleón en mi vida. Aquí no hay
camaleones en esta zona. Nos encontramos un puto camaleón verde a los tres días en mitad de la
carretera. Y a los tres días que no podían ser ellos que… No, no, no, estábamos a 200 kilómetros
del sitio. Ojo, eh. El científico se rompe. Y vamos en el coche y de repente pega un fernazo
del conductor y se queda así. Digo ¿qué pasa? Dice, no me lo creo, no me lo creo. Digo ¿qué pasa?
Baja del coche, lo sigo y un camaleón en mitad de la carretera. En mitad de la carretera. Camaleón
verde guapísimo ahí. Y parado. Sí. Bueno, como haciendo esas cosas de camaleón. Sí, que no van a
mucho ritmo. Y ahora viene la pregunta. No. No. Ni el fixer. No. No, no, no. A ver, yo dije… ¿Claro,
somos la cabeza? Claro, no. O sea, la narrativa que nos habían metido era lo ves y lo matas. Y,
claro, yo… Lucía es muy animalista. Y dijo, no me esto ocurra, eh. Digo, no, no, a ver, yo no lo voy
a matar. Y lo cogimos y lo quitamos de la carretera para que no lo atropellas. Y cuando lo cogiste…
Ay, mira, hoy perdónase. Hostia, qué pena. Y yo le pregunté al guía. Digo, ¿tú lo habrías matado?
No, no, no, no. No pasa nada. Esa mujer es una charlatana. Dice, hostia, ¿pero un camaleón aquí?
Ya. Y, claro, son esas cosas que te pasan que, hablando de supersticiones, que es el sesgo de
confirmación. Supongo que lo conoces, ¿no? Sí. Tu cerebro siempre presta más atención a las
casualidades que a las que no lo son. Claro. Por ejemplo, cuando estás pensando en un amigo y te llama.
Eso es el sesgo de confirmación. Hay miles de ocasiones que estás pensando en él y no te llama.
Entonces, bueno, tiene también una explicación científica, pero son esos momentos en los que
se ponen a prueba el escepticismo, ¿no? Sí, claro, es que el mundo es muy complejo y hay
muchas cosas que no todas tienen respuesta. Hay muchas, aunque no tienen respuesta. Claro,
siempre puedes ahí divagar un poco o pensar qué podría ser. Es mucha casualidad. Sí que te reconozco
que muchos números no habían de que hubiera un puto camaleón en medio de la carretera,
que no está en un árbol. Estaba ahí esperando. Ahí vacilando. ¿Me matáis o no? Que sois unos
mierdas. Sois unos mierdas. Aquí estoy. ¡Venga! Claro, pero no sé qué pasaba si no lo matábamos.
No sé. A lo mejor te hubiera tocado la lotería. Ya, tío. 50 millones de euros. Te digo una cosa,
tu mujer, por muy animalista que sea, le dan 50 millones de euros. Ya, pero un camaleón no pasa
nada. Y si, mata tres. Vamos a avanzar ahora. Vamos a ir a algo que también mola mucho a la gente
que habéis viajado. Bueno, mola a posteriori, que son aventuras que se han pasado peligrosas,
momentos de letal. Cada vez que viene me cuenta una nueva, porque es verdad que a los sitios que
vais son sitios muchas veces con conflictos donde hay ciertas costumbres, formas de actuar que aquí
no estamos acostumbrados y que pueden haber problemas fácilmente. Yo te voy a preguntar
primero que me cuentes alguna de las de las veces que más putas has pasado, que más has llegado a
pensar. Ojo, que aquí se puede terminar mi aventura. Aquí se acaba mi vida. ¿Has tenido esos momentos?
Sí. Habré tenido muchos asaltos armados. Muchos tiroteos también. Pero tiroteos que
has indirectamente o que iban a por ti. Indirectamente. Bueno, uno de ellos fue el
que estuvo letal. Bueno, eso no fue un tiroteo. Eso fue una emboscada y no nos llegaron a disparar.
O se hubieran matado ahí. Sí, sí, sí. Ahí nos hubieran matado. ¿Era Sudán del Sur? Sudán del
Sur. Porque estábamos completamente vendidos. O sea, el coche estaba atrancado en el barro y no
teníamos cómo salir de ahí. Ahí nos habrían matado si no fuese porque el guía iba en el techo
y pudo ver la emboscada. Pero yo siempre digo que la vez que más cerca ha estado la muerte fue con
la malaria, sin duda. O sea, yo entré inconsciente al hospital. Ya lo hablamos luego si quieres. Pero
a nivel de conflictos armados, bueno, la última vez de la donga, este ritual de hostias, ¿no?
Ah sí, también el ritual de la donga, ¿verdad? Que te lo quería preguntar. Empezaron a disparar y
ahí va con clientes. Ibamos con un grupo de ocho clientes. Empezaron a disparar. Todo el mundo
salió corriendo. ¿Pero quién disparaba? La donga es un ritual que hombres desnudos con palos se dan
hasta matarse o no tiene que llegar a tanto. Una vez al año ocurre ese ritual, ¿no? Es uno contra uno
y son como eliminatorias hasta que sólo queda uno, que el ganador es el que se queda con gran
parte de la cosecha anual, se hace cuando acaba la época de cosecha, y puede elegir a varias mujeres
para casarse. Entonces es un palo cada individuo y se dan de hostias hasta que el contrario muere,
hasta que el contrario está inconsciente o hasta que se rinde, ¿vale? Y es un ritual que se lleva
a cabo durante todo el día. Hay mucha testosterona, mucha adrenalina. Es muy difícil incluso para
hacer fotos. O sea, te puedes llevar una hostia facilísimamente. Hay muchas armas, porque son
los Urma, armas cargadas. Estamos hablando de armas de AK-47, armas fusiles, de asalto. Y hay mucho alcohol.
Entonces, ¿qué pasa? Todos esos factores son una bomba de relojería. Entonces, a última hora pasó,
que suele pasar. Yo nunca lo había vivido tan de cerca. ¿Tú eres un cliente, eh? Sí. Gente que ha estado
allí y se me ha contado que le ha pasado algo parecido. Pues la gente va borracha, tiene armas
cargadas, su hijo ha perdido o lo han dejado mal herido. Pues disparas, yo qué sé. Entonces empezamos
a oír primero gritos y luego disparos. Y todo Dios salía corriendo por mitad de la sabana que te
clavabas. Vamos, todo tipo de... Y nosotros por inercia empezamos a correr también. Y uno de allí,
un etíope, nos dijo al suelo, al suelo. Y yo cogía a Lucía, la tiré al suelo, me tiré yo también
detrás de un... De hecho, Lucía, al agarrarla, se hizo un corte en toda la cara, con una rama
de acacio o algo. Y yo estaba allí, veo a Lucía, me dice, ¿estás bien? Digo, el corte en la cara.
Digo, sí, sí. ¿Y tú? Y hice así, digo, los clientes y de fondo los disparos. Y yo pensé,
nos van a denunciar, o sea, nos va a caer aquí un paquete. Luego ya, pues al cabo del tiempo fuimos
como a cuatro patas, cuando ya no se oían disparos, fuimos como de matorral en matorral,
hasta que volvimos al campamento. Y yo llegué ahí y dije, guay, ya verás. Y los clientes,
hostia, qué guapo, no sé qué. Dije, bueno, bueno. Pero hay veces que es al revés. Has tenido momentos
de clientes enfadaos. Sí, sí, sí. Nos han asaltado también en esa zona con un grupo de clientes y
gente llorando, gente diciéndome, me quiero ir a mi casa, no sé qué. Bueno, son cosas que pasan
cuando viajas a estos lugares. Pero la más heavy, yo creo que fue la primera vez que intenté ir a
Sudán del Sur, que ahí sí que vi cómo mataban a personas delante de mí. Esto fue una misión suicida
en la que me embarcó Joan Riera, el antropólogo loco. Era el año 2012. Sudán del Sur tenía unos
meses de existencia y me dijo, hay un país nuevo con tribus guapísimas que no ha ido nadie, vamos
a entrar. Problema, no van visados porque está en guerra y es un país nuevo. Pero he visto que en
Google Earth hay un puente en una zona tribal súper perdida y me envía una foto del Google Earth de
un puente entre un sitio con cabañas y otro sitio con cabañas y la frontera es el río, ¿no? Tira
para allá y seguro que entre las tribus puedes cruzar y no te van a pedir nada. Digo, bueno,
y el tío montó toda una infraestructura para poder alcanzar ese objetivo. Me dio un dossier con
documentos de una ONG falsa que no existía. No me lo puedo creer. Como que íbamos a Sudán del Sur a
ayudar a construir no sé qué tal. Todo falsificado. Bueno, habló con alguien de allí que era medio,
verdad, medio ficción, ¿no? Pero necesitábamos algo para justificar qué queríamos pasar. Me dijo
vuela a Etiopía. Bajas en coche a Etiopía hasta la zona tribal de la frontera y cruzas por este
puente. Yo tenía la foto de Google Earth, las coordenadas GPS. ¿Y dónde estaba? Pues al suroeste
de Etiopía. ¿No fuisteis juntos? El, Joan. Sí, él te dijo cómo ir y ve tú. Muy bien. Y yo estaba
trabajando en la universidad en ese momento y le dije a mi jefe, oye, ¿puedo cogerme 10 días para
ir a Sudán del Sur? Me dijo no. Y dije, ostia, va, va, ya está. No pasa nada. No voy. Total,
era una muerte segura. Y bueno, al final dije, va, tío, voy a decirse lo que me lo quito de sueldo
de vacaciones. Total, que al final me lo urdió y dije, vaya, que voy. Llegué, aterrizé y, claro,
yo iba con un conductor y un guía de Etiopés. Es que era una misión muy loca. Y nada más aterrizar,
me encuentro con ellos, vamos a tomar un café. Y el fixer me mira así y me dice, oye, ¿no tienes
miedo? Y yo, sí, tengo mucho miedo. Y tú? Dice, yo también. El fixer, eh, de ahí. Sí, claro, era Etiope.
Nunca había cruzado a Sudán del Sur. Total, que bajamos y cada vez que íbamos bajando, fueron como
cuatro o cinco días hasta la frontera, pues llegábamos a un sitio. Estábamos los tres, el fixer,
el conductor y yo, como súper jodidos, tío. Yo no podía dormir por la noche porque íbamos a uno
de los sitios más, con la guerra más sangrienta del mundo en ese momento, en el año 2012. Sí que
ha sido, creo, de los más peligrosos del mundo. Sí, ahora está un poco más tranquilo, pero sí. Y era como
noches sin dormir. Estabas en un bar y ¿dónde vas? Pues me voy a cruzar a Sudán del Sur. Y te decían,
perdón, pero tarado, ¿dónde vas? Total, llegamos a la frontera y vamos a cruzar y el policía dice,
¿dónde vais? A Sudán del Sur no se puede pasar, esta frontera está cerrada. Volvemos al pueblo.
Estamos ahí en el pueblo. Le escribo a Joan por WhatsApp, tío, que no nos han dejado pasar. Nos
volvemos. Dice, no, no de eso, nada. He visto que hay un campamento de Naciones Unidas ahí de
refugiados. Ve, camélate al de Naciones Unidas, a ver si te puede hacer un salvo conducto para cruzar,
porque yo sé que hay convoys humanitarios que están pasando. Total, que fui. Me puse una cámara
oculta y todo para todo ese tema. Mira que es que tal. Vosotros que sois de la ONU, no me podéis
hacer una carta, que voy con una ONG, no sé cuánto. Y me dijo, no puedo hacer eso porque me juego.
Estoy en la ONU, no voy aquí a liarla para que tú, que eres un mierda, pases a Sudán del Sur. Total,
pero el de la ONU me dijo, una cosa te puedo decir. Puedes hablar con el alcalde del pueblo,
que el controla temas fronterizos, y una botellita de whisky. Digo, bueno, vale. Total,
vamos al supermercado, compro una botella de whisky, un cartón de tabaco, no sé qué.
Qué aventura, me parece James Bond esto. Y bueno, tenemos una cita con el alcalde. Y yo ahí,
en la mochila, mientras estamos hablando, le hago así en la mesa, le digo, pum, le saco el whisky y
el tabaco. Y el tío, claro, estará acostumbrado a eso. Ah, thank you, thank you. Se lo guarda.
Y dice, vale, podéis pasar mañana. Mañana en un periodo de tal a tal hora. Total, que al día
siguiente, justo cuando vamos a salir, viene el alcalde corriendo y nos dice que no podemos ir,
porque acaban de tirotear a un ministro en esa zona y no sé qué. Un ministro que iba a ver pozos
de agua. Lo habían matado. Total, que dijimos, hostia, vale, ya está. Suspendemos la misión. Y
me dijo el alcalde, y además, os tenéis que ir de aquí ya. Ah, de aquí al pueblo. Os tenéis que ir
del pueblo ya. Lleváis cuatro días dando vueltas por aquí. Eres el único blanco que hay aquí. La
situación está súper tensa y todo el mundo sabe dónde vas a cada momento, así que lárgate cuanto
antes. Y ya se estaba haciendo tarde y dijimos, vale, mañana a primera hora nos vamos. Y el guía dijo,
bueno, ya que hemos hecho el viaje hasta aquí, ¿por qué no vamos a ver a los surma? Que estaban más o
menos cerca. Yo en ese momento aún no los había visto. Digo, vamos a ver a los surma. Total,
el día siguiente nos levantamos y empezamos, bueno, desayunamos y empezamos trayecto hacia los
surma. Justo a mitad de camino, las ruedas parecen que estaban con poco aire y paramos un momento a
hincharlas. Cinco minutos, ¿vale? Cinco minutos que fueron clave para salvarnos la vida. Pasada una
hora de trayecto, vemos cómo... Teníamos un 4x4 delante. Vemos cómo salen cuatro surma con
calásnico que empiezan a tirotear al coche. En principio las ruedas... Adelante. En principio las
ruedas, el coche como que se queda así, claro, ya no podía avanzar más. Y meten el calásnico por la
ventanilla y empiezan... Y ese momento fue de pánico absoluto. O sea, el conductor dio la vuelta,
hizo como un trompo así, dio la vuelta y tiró hostias para... Claro, para dirección contraria. Y mi
único pensamiento era si no hubiésemos parado a hinchar las ruedas, éramos nosotros, tío. Y además
queréis que... O sea, les dio igual. Si no, no miraron ni quién iba en el coche. Salieron de la
maleza y pum. O sea, eso ha sido lo que... ¿Viste cómo acribillaron a tiros a quien fuera que estuviera
en ese coche? Sí, sí. Y a partir de ese momento, después de todo lo que habíamos vivido para tratar
de cruzar del asesinato del ministro, del no sé qué, fue como... Vámonos, vámonos a la capital ya,
¿no? Y ahora como el conductor va a 120 y... O sea, no volviste ni al pueblo ni nada directamente para
la capital. Sí, sí, sí. Guau. Guau. Eso yo creo que ha sido lo más chungo, así de... Blas. Luego asaltos
muchos, pero que no han acabado en nada, ¿no? O sea, ¿no te dan miedo los asaltos? Porque sabes que quieren
algo siempre de ti, ¿no? Que suelen querer dinero. Suelen querer dinero y normalmente sueles no
dárselo y no pasar nada. Coño. Nosotros lo que pasa es que vamos con escolta. Ya cuando entramos
en estas zonas contratamos una escolta que te vale 50 euros el día y te cubres, ¿no? De que pase este
tipo de cosas. Aún así nos han asaltado con escolta, pues por casualidades de que la escolta
no estaba en ese momento o lo que sea, pero si ven a un militar no se meten. Vale. Pero en ese
caso sí que ni miraron, es decir, iban a matar... Sí, sí, ahí sí, ahí sí. A quien pillaran lo mataban. De
hecho, el padre John, que es un cura protestante que llevaba 30 años en la zona de los Surma,
que había construido iglesias, obviamente, pero había construido casas para ellos, pozos,
pues le tirotearon también una noche. Y lo mataron. A su mujer la mataron. Él estuvo grave,
pero lo vi el año pasado, pero él sobrevivió. Y está un poco mejor la zona por eso ahora. Sí.
Porque ha sido el sitio más peligroso del mundo. Sí. Ahora ya ¿el conflicto está abierto aún? No
tanto. No tanto. Hay más conflictos tribales que, digamos, lo que es la guerra civil. Porque hubo
este pacto de gobierno y está la cosa más tranquila. Va e historia, eh. Sí, sí, sí. Y también te digo
que a la sexta que el destino te estaba diciendo que no fueras, quizás tendrías que haber dicho
vale, ¿sabes qué? John, mira, ve tú. Si tú quieres, yo te invito, pero yo me pido a casa. Uf, vaya tela
lo del alcalde ese momento de decirte... Sí, sí, sí. Vete. Vete. ¿Quién crees que por eso quería
hacerte daño ahí? Porque si no hacéis nada malo, ¿no? Es que había mucha historia. Eran las elecciones
dentro de poco y había mucha milicia que estaban intentando generar caos para ir en contra del
gobierno. De hecho dos semanas antes había venido gente como de la selva y había cortado el cuello
por la noche a gente de ese pueblo que estaban durmiendo. Había habido como 20 muertos. Un convoy
de militares los habían asaltado también un mes antes. O sea, estaba la zona bastante mal. Luego
nos fijamos de que aquí hay atracos. Vete a vivir ahí un mes. Malaria. Este ha sido el momento donde
sí que has estado más a punto del caput. Sí, sin duda. ¿La malaria en qué país la pillaste? Si lo
sabes. A lo mejor estabas de 12 países. ¿Dónde el mosquito te picó? Ahora dirás, en Barcelona.
No, la malaria la pillé en Sudán del Sur. Me cago en la, pero es que todo mala y... Todo vuelve a Sudán del Sur.
Claro, yo siempre tomo la pastilla para la malaria. Y algunos viajeros cuando me dicen
no, es que yo no la voy a tomar porque me da dolor de cabeza. Yo digo, tío, ¿tú que tienes el privilegio de
poder prevenirla? Hay gente, medio millón de personas mueren al año por malaria, medio millón de
personas. ¿Porque esa pastilla realmente evita que lo puedas tener? Al 100% no, pero te evitan un 80% de
las situaciones. Y luego también si te da no te da tan fuerte. Claro, la gente que dice esto es porque
no ha pasado una malaria. Entonces yo llevaba, como siempre, muchos meses viajando por
África y llevaba seis meses tomando la pastilla de la malaria. Entonces volví a España y me salió un
viaje a Sudán del Sur de tres días, eran sólo tres días. Y fui al médico y el médico me dijo no
tomes la pastilla porque llevas seis meses, tu hígado tiene que descansar y como el viaje son
tres días, si coges la malaria, al volver a España te tratamos y aquí no hay ningún problema. Sí,
¿porque la malaria si te la tratan en España no es mortal? Sí, o sea, el tema es que te la traten a
tiempo. Es crucial el momento que pasa entre que la desarrollas, los síntomas y que te ponen el
tratamiento. Hay muchos viajeros que han fallecido, sobre todo la amiga de una prima mía murió al
volver de un viaje a Sudáfrica, un viaje de safari, porque no le diagnosticaron la malaria,
empezó a tener fiebre y tal. Y si van pasando los días y no te la diagnostican, pues la palma,
porque no puedes controlarla con nada que no sea un antipalúdico. Entonces, bueno, pues yo fui a ese
viaje, no me tomé las pastillas porque el médico me dijo va solo tres días, tal. Volví a España,
yo me encontraba bien, pero me surgió un viaje que no tenía previsto a Cabo Verde,
pues creo que fueron tres semanas, un mes después. Claro, yo me fui a Cabo Verde y ya está, en Cabo
Verde no hay mucho riesgo de malaria y no me tomé la pastilla y ahí fue donde me dio. Pero que está
un mes incubando la malaria. Normalmente son dos, tres semanas, pero en mi caso fue un mes, un mes y
medio. Fue una incubación muy prolongada. Y yo ahí estaba trabajando de guía, iba llevando un grupo
por una isla de Cabo Verde, íbamos viendo cositas, tal. Y un día por la noche empiezo a encontrarme
fatal. O sea, me meto a la cama y digo, ostia, empezaron a darme temblores, como que tenía mucho
frío, ¿no? Tiritonas, me levanté a vomitar, tal. Pero bueno, me quedé dormido y al día siguiente
estaba bien. Pasé todo el día de puta madre, por la noche otra vez mal. Al día siguiente bien. Era como
muy intermitente, ¿no? Entonces dices, estoy jodido, pero luego te levantas bien y ya se me ha pasado. Y así
fueron como cuatro o cinco días hasta que dije, creo que tengo que ir a un médico porque que cada
noche me pasa esto. Fui a un médico y el médico me dijo, tienes fiebre de tifoidea y me dio una
medicación. Yo me la estuve tomando y cada día peor. Fatal, fatal. Claro, el diagnóstico estaba mal.
Fue un médico que no me hizo nada. Me dijo, ¿qué te notas? Pues esto por la noche. Fiebre de tifoidea. Ah, solo te
pregunto los síntomas y ya está. Sí, sí. Hasta que llegó un punto que yo estaba, íbamos en un
microbús, iba con un micrófono hablando cosas y de repente empieza a tener un frío brutal y le
digo al chico que iba en la olla, ¿hace frío? Me dice, pero qué frío va a hacer, tío. Estamos a 35 grados.
Digo, usted, tengo mucho frío. Y empecé como a notar mucho, mucho frío y me desplomé en el suelo,
empecé a convulsionar ahí. La gente poniéndome mantas encima. Yo estaba como, no sabía muy bien
dónde estaba. Y digo, hay que llamar una ambulancia, tal, no sé qué. Y me pillan una ambulancia y bueno,
ya lo último que sé, estaba yo en una cama del hospital con el gotero. Me dice, bueno, vamos a hacer
análisis. Y escuchaba entre las cortinillas, joder, está fatal, está muy mal. Yo no he visto nunca
nadie así. Estoy en la enfermera, ¿sabes? Y yo, hijos de puta. Habla más flojo. Total, sí. Al rato me dicen,
tío, tienes malaria y aquí no tenemos tratamiento. Tienes que irte a otro hospital y ahí te pondrán el
tratamiento. Total, que voy en una ambulancia de un hospital a otro. La ambulancia era un 4x4 y yo tenía
que llevar el gotero yo mismo así, así con los baches. Entro al otro hospital y digo, tengo este
informe de malaria, necesito la medicación. Y me dicen, lo sentimos, pero no podemos aceptar informes
de otros hospitales. Tenemos que repetirte el análisis aquí. Digo, ¿vale? Me hacen el análisis. Yo
he hecho una mierda. He hecho una bola así en la silla sin poder moverme. ¿A que no estabas ni en
cama? No, me tenía en la sala de espera. Madre mía santa. Me dice, a las dos horas o tres sale. Me dicen,
no tienes malaria. Tienes y me da otro diagnóstico súper raro. Tienes no sé qué historia porque habrás
comido un queso. Tienes una indigestión de no sé qué. Tómate estas pastillitas. Y claro, luego en los
análisis ya salía que yo tenía unas plaquetas como de 10.000, que eso es bajísimo. Lo normal creo
que son 150.000 y en España creo que con menos de 60.000 te hacen transfusión de sangre. La
tenía 10.000. Y una de las viajeras era la doctora y dijo, pero no podéis dejarle que se vaya con este
recuento de plaquetas. Y la doctora local de Cabo Verde se cabrió. Dijo, estos blanquitos es que son
muy débiles con esto. Aquí tú te vas a tu casa. Total, me fui a mi casa y dije, mira, o sea, mi casa
no va al hotel. Digo, mira, el vuelo sale mañana. Yo me voy a montar a ese vuelo y ya en Europa que
me hagan todas las pruebas y ya está. Total, pasé la noche fatal. Llega la hora del vuelo. Voy yo
temblando. No podía ni moverme, tío. Tenía que ayudarme para andar. Qué viaje de regreso. Madre
mía. Me siento en la sala de espera del aeropuerto deseando que saliera el avión y veo vuelo cancelado.
La puta. No, tío. Voy al mostrador y me dicen el próximo es en dos días. Digo, no puede ser. Y
dice, vale, la aerolínea os va a poner un hotel de cinco estrellas para que estéis este tiempo hasta
el nuevo vuelo. Yo recuerdo ir en la furgo que nos llevaba al hotel. Tú estabas solo en ese momento.
En ese momento estaba con el fixer de allí, que estaba preocupadísimo por mí. Y yo iba con el resto
de turistas que iban a volver a casa y les habían cancelado el vuelo y iba en una esquina así con los
dientes claqueteando todo el rato y que yo decía, no sé qué se pensarán, tío, pero es que no puedo
más. Llevamos al hotel y había una cola para que te diesen el número de habitación y yo ahí me
desmayé. Entonces me dieron rápido una habitación, me metieron dentro y yo ya me desperté así en un
charco de sudor. No veía nada, había todo borroso y el fixer Mulay, mi gran amigo Mulay, porque le
debo la vida, me decían, iba el tío. Estaba llorando. Me decía, ¿qué hago? No sé qué hacer. Tengo que
llevar al hospital. Digo, tío, si hemos ido ya a tres hospitales. No me quedan fuerzas, no puedo andar,
no puedo... Intentaba escribir a mi familia, cogí el móvil y no lo podía ver. Estaba fatal. Y ahí pensé,
pensé en mi madre, en mis hermanas. Era como, hasta aquí he llegado, tío, hasta aquí he llegado.
Además, mi padre había fallecido unos meses antes y yo solo pensaba, joder, tío, le voy a dar a mi
madre otro puto disgusto ahora. Total que, bueno, el Mulay me cogió a hombros y me llevó a otro
hospital. Preguntó en recepción cuál es el mejor hospital de todo el país. Pilló un taxi y me llevó.
Y ahí ya, pues sí, me hicieron las pruebas, me dijeron, ¿tienes malaria? Y además es que yo recuerdo
que me dijeron, ¿tienes malaria? Pero hasta que no pagues, no te podemos dar el tratamiento. Y yo me
cago en Dios. No tenía, no tenía dinero en efectivo y le di a Mulay mi tarjeta, el código PIN, le dije,
vete y trae el dinero que te pidan. Y ahí estuve, tío, he ingresado dos semanas. Vino a verme la
embajadora de España, venían a verme estudiantes de medicina porque el tipo de malaria que yo tenía
no estaba allí. Entonces era un caso raro. Yo lo había traído de Sudán del Sur y ellos no conocían
esa malaria. ¿Y no estaban acostumbrados a tratar malaria? No, yo tenía dos. ¿Se puede tener dos?
Sí, yo tenía dos a la vez. Y estaba, yo estaba, no podía salir de la cama. Estaba en cuarentena
dentro de la cama con la mosquitera. Me daban un orinal para hacer mis necesidades y no podía salir.
En esos días de hospital, ¿cómo te sentías? ¿Estabas consciente? Sí. Mal, mal porque no podía
salir de la cama. La cama era incomodísima de hierro. La luz estaba encendida a 24 horas porque
yo estaba en urgencias. Entraba gente que se iba muriendo todo el rato. Estaba en la UCI, en urgencias
ahí. Y luego bastante preocupado por mi salud. El seguro estaba preparando un helicóptero
medicalizado para expatriarme, pero viendo mis analíticas decían que era más seguro quedarme
allí y que pasase lo que pasase que moverme. Porque llegué a tener como 5.000 plaquetas,
algo así. Cualquier golpe es una hemorragia interna y te mueres. Y la doctora venía y me decía
duerme sin darte golpes con nada. Intenta ponerte así y no moverte. Y yo estaba acojonado por la
noche de dormirme por si me daba un golpe. Yo cogía la taza del desayuno, bebía un poco de café,
la soltaba y se me quedaba todo esto rojo, toda la marca. Y estaba acojonado. Entiendo que mucha
debilidad, dolor de cabeza también. Sí, dolor de cabeza muy débil. Y bueno, dos semanas estuve allí.
Y luego ya al final, claro, la aventura también acaba con historia porque al final ya después
de dos semanas yo estaba completamente recuperado. Sí, te notabas bien de salud. Perfecto. Y de hecho
hacía tres días que la doctora me estaba diciendo, tú ya te puedes ir a casa. Yo no me quiero ir.
Pero la administración del hospital no firmaba el alta. ¿Por qué? Para sacarle más pastel seguro.
Entonces yo estaba bien ahí, queriendo irme a mi casa. ¿Ya podías caminar por eso? Sí, yo me movía por ahí,
estaba bien. No había restos de malaria en mi cuerpo, aunque luego volvieron. Tuve una recaída en España,
pero en ese momento estaba bien para irme. Total que no me daban el alta, tío. Y yo dije, pues me voy
a escapar. Había un segurata que no me dejaba salir. ¿Ah, tenías un segurata en la puerta? Sí. Y vino
Lucía, que ya he dicho que es enfermera, vino a verme, claro, pero nos acabábamos de conocer,
tío. Ah, claro, ahí no estabas ni casado. Nos conocimos en un viaje a Etiopía y a los dos o tres
meses contraje yo la malaria y la tía se pidió un permiso en el trabajo, vino a verme, no sé qué,
que luego me podía ver cinco minutos al día. Las visitas eran de cinco minutos. ¿Solo? Sí. Es que todo
mal, eh. Todo mal. O sea, no hay nada que se salve. Y la última me dijo, tío, ¿por qué no tener el
alta? Digo, vamos a hacer una cosa. Tú me sabes quitar esto. Yo iba al gotero, me dijo, claro, soy
enfermera, ¿no? Digo, vale, pues voy a saltar por la ventana y luego en el hotel me lo quitas,
¿no? La aguja y todo esto. Vale, vale, vale. Total. Que cuando el segurata se fue a mirar a lo que sea,
cogí por la ventana, pum, salté y vi a Lucía, le dije, corre, corre, corre. Y salimos corriendo y
estaba la embajadora de España que venía a visitarme. Y de hola. Hablando por el móvil,
me dice, ¿qué haces? Digo, que me voy. Dice, vale, vale, vale, yo no he visto nada. Y así huí
del hospital. Ah, o sea, tú no tienes a huir el alta oficial de ese hospital. No, volví, volví. Me
llamó la embajadora el día siguiente y me dijo, sí tienes que volver a por el alta porque del seguro
te lo van a pedir y tal. Pero lo curioso es que yo volví a la oficina y dije, oiga, que quiero mi
alta. Y a mí me la dieron sin problema. No me dijeron, ¿por qué? ¿Por qué se ha escapado este?
Porque pides el alta desde fuera. Claro. O sea, ¿cómo funciona eso? Nadie me dijo nada. Ah, si aquí
tienes tal, me lo sellaron y ya está. Entiendo que la ventana no era muy alta. No, no, era una
planta baja. Una planta baja, ¿no? Es que toda aventura. Oye, ¿qué dices que luego te volvió la
malaria? ¿Vuelve? Sí, a veces sí. O sea, en los análisis de sangre no te sale, pero si te haces
una PCR sí que sale cuando se queda en el hígado. La malaria, bueno, pues a veces se queda latente
en el hígado y con el tiempo vuelve a dar. Hay gente que tiene malaria crónica, ¿no? Le da una
vez al año. Tengo un compañero que vive en Camerún que todos los años tiene malaria. Y se
no se puede curar. La que se cronifica ya yo creo que no. Yo creo que no. A mí me volvió ahora en
España y estuve un año con tratamiento. ¿Un año? Hasta que por fin desapareció, sí. ¿Y estabas
jodido? No. Ah. Cuando estaba con tratamiento estaba bien. Estabas normal, lo que pasa es que sabías que
dentro había eso para ir matándolo. Sí, sí. Trabajando, saliendo de fiesta, normal. Ah, bueno,
buena vida. Sí, sí. Bueno, más cosas. A ver, que estamos en momentos de escaparse, ¿no? Pues ya que
estamos escapando de los hospitales, ahora cárceles. Que ya es lo que queda. ¿Has estado en
varias cárceles de, sobre todo, África? Sí. Vale. Que creo que no van a ser como los yedunés ni
como las que haya por aquí España, ¿no? No, no, no, no. Más particulares. ¿Cuántas veces
he estado en la cárcel en viajes? Pues he estado en Sudán del Sur, lo que es cárcel, cárcel, una.
Detenido varias veces. En Mali. Luego he estado en Etiopía también una vez, pero fue una tarde.
Una tarde. Sí. Y ya está. ¿Por dinero todo? En general sí, por dinero. Es una forma de sacar
los cuartos. Sí, en general por dinero. Y bueno, a ver, en Mali lo que me pasó es que no llevaba el
pasaporte conmigo, ¿no? Fuimos a cenar. Estaba a casa de Mulay, de mi amigo, este que me rescató de
la malaria, que él es maliense, estábamos en Bamako, en su casa, y fuimos a cenar y a la vuelta de la
cena nos paró un coche de policía, me pidió la documentación, él la llevaba y yo no la llevaba.
La tenías en un hotel. En su casa, en casa de Mulay, que estaba a dos cuadras, a dos calles. Y yo le dije al
policía, la tengo ahí, si es que veo el portal, si me acompañas te doy el pasaporte. No puedes ir por ahí
sin pasaporte, esto es un delito. Y me dijo, súbete a la furgo que te llevamos detenido. Y Mulay también
iba a Lucía, dijeron, oye, podemos ir con él, no, no, no, sólo el detenido. Y la furgo arrancó y se me
llevó y ellos no sabían dónde... Ah, no sabían ni qué. No, no sabían dónde podía. Yo le di a Lucía mi móvil
porque le dije, llévate el móvil, llévate todo el dinero. ¿Y el móvil no sería mejor tenerlo para
poder contactar? ¿O crees que te lo iban a quitar? Porque a lo mejor en ese momento había estado yo
haciendo fotos y vídeos de un lugar que no se podía ir, documentando un tema de Al Qaeda en la
zona del norte. Entonces yo no quería que ellos viesen eso. Le dije, llévate el móvil y llévate el
dinero, porque sabía por dónde podían ir los tiros. Y nada, y ahí me metieron en una sala. Ah, también
estuve en Rusia. Uy, uy, uy, se ha ponido interesante. Me metieron en una sala y bueno, el jefe vino
tal y se puso muy chungo a decirme, ¿qué haces sin pasaporte? Digo, es que se me ha olvidado. Y
empezó a decirme que quería dinero, que quería 200 o 300 euros. ¿Qué pasa? Que yo no hablo muy
bien francés. Entonces ahí mi carta fue decir que yo no lo entendía. Y eso le jodía muchísimo,
pero es verdad. O sea, yo lo entendía, pero tampoco sé hablar muy bien inglés, o sea, francés. Y le decía
inglés y él, no, no, no, francés, francés. Y se cabreaba más, daba golpes en la mesa. Money, money.
Bueno, y ahí me metieron a un calabozo y estuve pues, no sé, varias horas hasta que volvió, me
localizaron Mulay y Lucía. No sé, preguntarían, oye, ¿dónde hay comiserías por aquí? Y bueno,
ahí estuvo Mulay, como es local, pues negociando con él, blablabla, no sé qué, no sé cuánto,
que vamos a llamar a la embajada, que esto no puede ser. Y al final me dejaron irme, pero con su
toquecito de… Dijo, vale, pues luego lo soltamos, pero tenemos que cenar primero. Trajeron una olla
de arroz con pollo, la abrieron y todos ahí con la mano. Cenando y yo, bueno, pues estoy esperando
que me suelten a que acaben de cenar. O sea, para joder. Sí. La última, ¿no? Sí, para poner su toque
de autoridad. Claro, claro. Pero bueno, esa vez no fue… La vez más jodida fue en Sudán del Sur,
cuando… A ver, ¿cómo no? Cuando entré con el permiso falsificado como si fuese a construir un
pozo, ¿vale? Como no daban… Usted, ¿pero cuántas historias te has inventado en Sudán del Sur o en el
G, ahora constructor de un pozo? Es que hasta 2019 no daban visados turísticos. Era imposible si no
tenías alguna misión que hacer o algo que hacer ahí. Claro. Entonces esto fue 2017-2018 y yo tenía
un permiso de trabajo, como si fuese un ingeniero que iba a hacer un pozo. Y bueno, pues íbamos camino
a los Mundari, que es una de también mis tribus totémicas, ¿no? De hecho, el logo de mi agencia
de viajes es un logotipo basado en los Mundari. Y yo era la primera vez que iba a esa zona. Y justo
entrando a los Mundari, en aquella época, Sudán del Sur era mucho más salvaje que ahora. O sea,
ahí había… Era… O sea, llegar… Recorrer 100 kilómetros sin que te tiroteasen o te parase la policía
o cualquier historia era muy difícil. Nos pararon un control y el policía decía que nos faltaban
papeles. Nos caían en su cuadro, gritando y ahí sí que me encerró y ahí pasé la noche. Muy jodido,
no me dieron de comer nada. Estuve como 30 horas sin comer y lo que había era una piedra con un poco de…
Como una mantita, ya está, para dormir. ¿Cómo era la cárcel? ¿Era una celda…?
Sí, sí, era una celda de hormigón con una parte un poco más elevada que era como la cama y una
manta encima. O sea, era duro. Era una piedra sobre la que dormir y rejas y ya está. Y todo muy
estartalado, la verdad. Y recuerdo por la mañana que llegó el tío dando hostias con un palo a las
rejas para despertarme. Serían las 5 o las 6 de la mañana. Y preguntaba por su dinero. No lo sé,
yo tenía el fixer fuera, super preocupado, tratando de negociar. Y de repente, que esto fue lo más
fuerte, llegó otro policía y empezaron a discutir entre ellos. Y un policía le saca la pipa al otro
y se la pone así y empieza a gritarle. ¿Y tú dentro de la celda, mirando la escena? Sí, sí, sí. Y empieza a
amenazarle. Y yo digo ¿qué coño está pasando aquí? Porque no hablaba en inglés. No, no hablaba en inglés. No recuerdo que
hablaban, si estaban hablando en dinca o en, supongo que sí, algún dialecto. Total, que a los 10 minutos
me soltaron, me soltaron de malas maneras, me agarró, me empujó hacia afuera, no sé qué. Y me dijo
no quiero verte más por aquí, como vuelvas te mato. El policía que me había retenido al principio. Y
luego lo que me explicaron que había pasado, el fixer, es que había venido un policía nuevo en el
turno de mañana y él no estaba de acuerdo con que yo estuviese ahí detenido. Y le estaba diciendo que
su bandel sur podía, o sea, debía tratar mejor a los turistas, a los extranjeros, ¿no? Porque no había
turistas. Que el país tenía que mejorar, que no podía ser eso, que no estaba de acuerdo con ese
chantaje, pero hasta el punto de encañonarlo. ¿Quién encañonó a quién? ¿El nuevo? El nuevo, sí. Míralo,
que tenía bondad, pero de los cojones también los tenía bien gordos. El hombre mayor que me había
retenido ahí toda la noche puteado. Pero bueno... ¿Y estabas solo en la celda? Sí, yo solo. ¿Y había
muchas celdas contiguas? No recuerdo, no debería haber muchas. Porque eso era cárcel, cárcel. Sí, sí,
sí. El sitio no era muy grande. Y luego ese viaje también terminó porque mi fixer se perdió y yo me
quedé tres días solo con un campamento mundari en una isla en mitad del Nilo. ¿En una isla? ¿No es
leta pequeña en medio del Nilo, eh? En una isla en mitad del Nilo, ahí solo. El fixer dijo voy a
por comida. Se fue en una canoa y nunca volvió. ¿Nunca? A los tres días. ¿Y tú con quién estabas?
Con el campamento de los mundari. ¿Y hablabas? No había manera. Nada, nada. Pero me trataron súper
bien. Fue mi primera experiencia con los mundari y la recuerdo, tío. Brutal. Me traían piña,
un poco de pez para comer. ¿Y tú podías hacerles entender que un poco te habían dejado tirado?
Más o menos, más o menos. Con palabras sueltas. Porque había un chico que había estudiado en la
capital. Algo entendía inglés. Yo le preguntaba ¿dónde está Donald? Y me decía... ¿Y por qué tardó
tres días? Se perdió. Porque él no era de allí. Él es ugandés. Entonces no conocía la zona. Se
confió. Pensó que podía ir a por comida y volver. Se perdió. Se lo encontraron a los tres días
llorando en mitad de la sabana y lo trajeron. Sí, sí. Es que lo que no te haya pasado a ti...
Y ahí fue donde cogí la malaria. Esos tres días en la isla. Pero bueno, lo que viví ahí fue brutal,
tío. Conocí de una manera súper íntima los mundari. Fui testigo de una migración de vacas
por el Nilo. De ver cómo cruzaban nadando el Nilo las vacas. El Nilo es súper profundo. Y ver al
pastor con una antorcha al amanecer y cientos de vacas seguirle a la otra orilla. No sabía ni que
nadaban las vacas. Fíjate tú. Yo tampoco. Hasta ese día no lo sabía. Y lo viste todo, vamos, de ahí
desde el mejor palco que existe. Que era una isla pequeña, entiendo. Era una isla pequeña. Y el
líder de esa comunidad que se llamaba Moga, luego yo he ido volviendo a Sudán del Sur prácticamente
cada año. Y nunca lo he vuelto a ver hasta el año pasado, que fue un reencuentro brutal, tío. Me
dio un abrazo. Te reconoció rápido. Claro, habían pasado cuatro o cinco años y había habido mucha
conexión. Yo le hice unos retratos guapísimos, me empapé de su historia y me dio un abrazo. Me dijo,
¿se te ha puesto el pelo de la barba blanca? No sé qué. Fue muy emotivo. Qué bueno. Algún año
intenté verle, pero estaba en busca y captura porque había disparado a su hermano por un
conflicto de vacas. Estaba escondido. Que parece un chiste, claro. Pero ahí no es un chiste. O sea,
que el tío estaba en busca y captura. Sí. Y algo muy emotivo que ocurrió también en ese viaje es
que los mundari antiguamente, hace 60 años, los guerreros mundari iban con lanzas y luego
llevaban un corsé, un corsé de colores. Era la única ropa que llevaban. Iban desnudos con un
corsé y ese era el atuendo de los guerreros. Las últimas fotos de esa indumentaria son de los años
60 de Angela Fisher, una fotógrafa australiana. Y claro, como no había vuelto nadie, no se había
documentado el uso de ese corsé. Luego, cuando el país se abrió, pues se vio que todo había
cambiado. Habían entrado algunos misioneros o influencia de las ciudades, tanto islámicos
como cristianos, y los mundari iban con shorts o algo así. Y nadie llevaba el corsé. Entonces,
hicimos un proceso, mi antropólogo loco favorito y yo, un proceso de investigación, de ver dónde
podíamos conseguir un corsé. Estuvimos investigando y encontramos uno en un mercado de Kenia. Lo
compramos. Nos costó 150 euros. Era un auténtico, no era una imitación. Estaba llena de mierda,
guapísimo. Y la siguiente vez lo llevé yo allí, que fue esta vez con Moga, y pude hacer las
primeras fotos de guerreros mundari con corsé desde hacía 60 años. ¿Ellos se reconocieron rápido
cuando se lo enseñaste? Los jóvenes no. Los mayores sí. A algunos les hacía gracia, pero se generó
ahí algo muy chulo, porque en tal que se lo puso, como que le entró el orgullo identitario. Esto es
algo muy bonito que nosotros, como personas que organizamos viajes a culturas minoritarias, es algo
que nos reconforta mucho ver que sientan orgullo, porque esto también les empodera de cara a la
cultura dominante que siempre les aplasta la globalización. Y fue un momento chulo. Empezaron
a reírse, a contar historias de su abuelo que llevaba esto y tal. Y fue un momento muy emotivo,
que bueno, para alguien que estas cosas no le interesen, pero hacer un revival cultural durante
un instante fue muy bueno. El orgullo de su tribu, de quiénes son, quiénes han sido. Y ¿sabes si van
a utilizar más o se quedó casi como un toque del pasado que lo tienen como algo conmemorativo? No
creo, porque ese corsé lo dejamos allí y se ha perdido. El problema es que son nómadas. Bueno,
seminómadas. Y cuando se mueven todo lo que puedan evitar llevarse mejor. Llevan lo básico, las vacas,
las armas y algún cacharro para guardar la leche y poco más. Entonces no se volvía a saber del corsé
y lo que sí hemos encontrado es una persona, una mujer que sabe hacerlos. Quizá el siguiente paso
es pedirle que haga varios, aunque sea para tenerlo en un museo o algo. Qué bonito, qué bonito. Ahora
que hablas de leche, vacas, otra cosa curiosa de la gente que viajáis por sitios tan raros,
la comida. Por ejemplo, ¿tú has comido mono? He comido mono, sí. Tu mujer también no. No, ella no.
¿Estaba ahí? No, no la conocía aún. ¿En Camerún esto puede ser? Fue en Camerún. ¿Es habitual? En la
zona de los pigmeos es muy habitual. Muy habitual. No fue una rareza que te hicieron ellos. Comen mono
habitualmente. Comen mono, comen rata y bueno, unos cerdos salvajes que hay también. O que el mono
choca más porque al final se parece a nosotros. Pero yo lo comí sin saberlo. ¿Y eso? Es decir,
estábamos ahí en mitad de la selva y llegó uno de los vacas con dos monos que había cazado. Los
puso sobre el suelo y nos dijo, esta va a ser la cena de hoy. Yo dije, yo no voy a comer eso. Me da
un poco de cuesta, ¿no? Comer mono. Hablé con el guía y le dije, no, mira, yo no lo voy a comer y
tal. Y entonces supongo que ellos lo comerían y a nosotros nos hicieron un arroz con verduras.
Pero qué pasa, que el día siguiente a la hora de comer nos sirvieron un arroz con carne y nosotros
nos lo comimos. Y cuando habíamos terminado el guía dice, esto era el mono de ayer. ¿Y a qué sabe
el mono? Pues la carne está demasiado dura. Malamente empezamos. Es que no me gustó nada. No es sabroso.
No, como con muchos tendones. Carne muy dura, como por ejemplo la ternina, cuando tiene mucho... Yo
odio eso. A mí no, tal, el tendrum. Que se te hace de bola. No, no, no suporto. Pues ese rollo.
Pero eran monetes esos pequeñitos, tipo capuchinos. Sí, no creo que fuese exactamente capuchinos,
pero sí. Tamaño pequeño. Mediano, sí. Y ahí es habitual. ¿Qué es lo más raro que has comido
además de mono? ¿Hay algo más que digas? Pues el delfín en la isla del Embata. ¿Y a qué sabe el delfín?
Tampoco me gustó. ¿Es gusto muy fuerte a pescado? Sí, me supo mucho a grasa. Quizá es por la forma
en la que estaba hecho. Estaba ahumado, luego cocinado con un guiso así, con mucha especia,
y probé solo un trocito. No me gustó. Y luego gusanos de estos gordos. Eso sí, has probado. ¿Te
gustan? No, tío. Porque eso es lo que dicen en el Rey León, crujiente como es, jugoso. Sí, jugoso por
dentro y crujiente por fuera. Te muertes y te sale todo el líquido. Además están vivos, ¿no? Yo los he probado
muertos. Ah, vale. Los he probado solo muertos. ¿Hay algo que hayas dicho, no? Sí, la rata,
la rata no la he comido. No sé, prejuicio, ¿no? Prejuicio, ¿no? Me parece. Pero es que cuando voy a
trabajar… Son muy machacadas las ratas. Yo creo que son animales infravalorados. Mira qué te digo. A ver,
no sé. Es algo muy… Seguramente el hecho de las enfermedades y todo aún lo tenemos. Pero la rata,
por ejemplo, es un animal megainteligente. La gente las odia. Y las ratas, que se dice como algo muy
peyorativo, eres una rata. Las ratas son animales que se usan también en laboratorios porque son
súper inteligentes. Sí, sí. Pero los tenemos… Para nivel culinario. Hombre, no sé. No he probado.
No sé yo. ¿Sabes qué carne a mí me encanta? De rara que he probado. ¿Cuál? El cocodrilo. Me parece
de las carnes más sabrosas que he probado jamás. Está bueno el cocodrilo. Un pollo, pero más
sabroso. Se parece mucho al pollo. Me sorprendió. Sí, el cocodrilo. A ver, yo esto lo he probado en
Barcelona, ¿no? En el Clota hay una hamburguesería. Yo en otro sitio, el Santuari, que está por
Oulot, creo que es, que son amigos además y tienen carnes exóticas. Eso es. Yo lo probaba en este
tipo de restaurantes. Que te hacen reno, todo eso. Croquetas de cocodrilo, pues está muy… Está bien,
¿no? Sabe como un suavecito. Sí, muy suavecito. Pero, al final, es lo que decíamos antes, que en
eso somos un poco hipócritas porque nos espanta algún tipo de comida cuando aquí a los mamíferos
los tenemos machacados o las gallinas. Creo que no estamos acostumbrados, ¿no? Esa hipocresía,
creo que hay un libro que hablaba de eso. ¿Por qué nos comemos a las vacas y acariciamos a los perros
o algo así? Mucha gente cuando va a China pone el grito en el cielo. A lo de comer. Los perros y tal.
Pero, al final, ¿por qué un perro no y una vaca así, no? Sí, porque al final, mamíferos… También es
cierto que el perro tiene una historia conjunta con el ser humano mundial y lo hemos usado casi
como un compañero que otros animales no tienen esa… Hay una empatía. Exactamente. Pero es que ya
sabe reaccionar a nuestros gestos y todo. Quizás la vaca no ha habido eso. Bueno, las vacas realmente
son animales que nacen para uso humano. Sí, sí. Es curioso. La vaca es para consumo. Vamos a algo
más general. Y es que, ya te lo he dicho antes de empezar la charla, que hay algo que la gente que
habéis viajado mucho, que habéis visto muchos humanos en muchos sitios diferentes, hay algo que
siempre a mí me intriga. La pureza del humano y lo primero que cambiamos. Y yo te pregunto a ti,
tú que has estado en tantos sitios, has visto tantas culturas, tribus, países… ¿Qué dirías que es
lo más puro del humano, lo que más se parece ahí donde hayas estado incluso con nosotros mismos?
¿Qué es lo más genuino que tenemos? Vale, yo creo que el ser humano tiene un núcleo que es igual
en todas partes y luego tiene una capa externa que es diferente en todas partes. El núcleo es
aquello que, sobre todo, que depende de la biología. Es decir, yo lo que he visto en mi experiencia es
que los seres humanos tenemos… O sea, somos iguales en todos lados en el sentido de que
anhelamos lo mismo, tenemos las mismas necesidades y nos comportamos de formas muy similares. Luego
está la cultura, que eso va aparte. Es decir, el ser humano, bajo mi punto de vista y con las
experiencias que he tenido, es bueno por naturaleza y lo que más le preocupa es ser feliz, que su
familia esté bien, tener para comer, tener seguridad, punto. Eso es lo que tenemos todos los
humanos. La seguridad se puede traducir en occidente, en seguridad laboral, en lo que sea,
pero queremos sentirnos seguros y tener una familia que nos quiera y ser felices, que esto ya cambia
dependiendo de cada región lo que es la felicidad. Luego, a partir de ahí, el ser humano es un animal
que, cuando se expone a situaciones de estrés, reacciona y puede acabar siendo muy violento y puede
acabar matando al de la tribu del lado porque quiere comer, porque quiere sus vacas. Nosotros
en una circunstancia similar actuaríamos de una forma muy parecida o igual. Y en todos sitios he
visto también, que esto es lo que venimos comentando, esa espiritualidad. La espiritualidad y la
creencia en algo más y en dioses está en todas las sociedades. Que esto es un tema que a mí me
apasiona. Yo con mi padre siempre tenía esas conversaciones. Mi padre era muy creyente y siempre
teníamos debates metafísicos sobre la existencia de Dios y él decía, joder, si en todo el mundo se
cree en Dios será por algo. Que efectivamente es por algo, pero no es una prueba de que Dios
exista. Es porque nuestro organismo es positivo, creer en Dios para la supervivencia. Entonces,
esa es nuestra base biológica. Incluso la creencia en algo paranormal o en dioses forma parte de la
biología. Las creencias nos sirven para cuatro cosas. Primero, a nivel psicológico para tranquilizarnos.
Cuando entendemos algo estamos más tranquilos que cuando no lo entendemos. A nivel biológico para
establecer relaciones causa efecto de una forma más rápida, sin tener que preguntarnos si son ciertas
o no. Es decir, yo me dicen que me voy a encontrar un camaleón, me lo encuentro, esto es verdad. A
simplificar el mundo. Es decir, simplificar y entender el mundo, sentirnos más seguros.
Luego tiene un tercer elemento que es la cohesión social, que ya lo hemos hablado antes. Y el cuarto
es que parece ser, según algunos estudios, que las personas creyentes rinden más en actividades
tanto físicas como intelectuales. Quizá porque tienen mayor confianza en sí mismos, no lo sabemos.
Vale, ese es el núcleo biológico que yo creo que es común en toda la humanidad porque es ADN. Y
luego sobre eso hay una capa cultural que es absolutamente diversa y que es magnífica. Yo
la UNESCO, que es el organismo de Naciones Unidas encargado de nombrar lo que son patrimonios de
la humanidad, la UNESCO dice que el mayor patrimonio de la humanidad es la diversidad cultural, que se
está extinguiendo. Hay miles de culturas que se pierden cada año. Hay un gráfico aterrador en
internet de la pérdida cultural. Entonces, partiendo de una base común, luego los comportamientos son
completamente diversos. Los roles de género, las relaciones familiares, las relaciones sociales...
Aquí tenemos la estética, ¿no? Ahí tenemos ese abanico. Entonces si rascas un poco está la esencia,
pero luego tenemos esa capa que cubre el núcleo y que es lo que a mí me fascina, ¿no? El documentar
esa diversidad cultural. ¿Te da miedo de que la globalización convierta una humanidad heterogénea
en una homogénea donde somos cada vez más parecidos? Incluso los idiomas van a ir simplificándose
hacia inglés, chino, español, los grandes básicos. ¿O crees que forma parte de nuestra evolución como
especie y es la etapa en la que entramos ahora y no hay drama? Pregunta difícil. Yo creo que es
inevitable. Creo que es inevitable porque cada vez hay internet en más sitios, cada vez hay aviones
que llegan a más sitios. Entonces, cuando tú tienes una red que conecta información y que conecta
personas cada vez a más rincones, son muy poquitos los lugares que quedan con una cultura indígena
tradicional, cada vez son menos. Es lo que nosotros llamamos islas de resistencia cultural. Entonces,
es un proceso inevitable sobre todo en un mundo global capitalista que tiende a colonizar y
homogenizar y a mercantilizar todos los rincones del planeta. ¿Me da pena? Supongo que sí, ¿no?
Porque es un tesoro la diversidad cultural que tenemos, sin lugar a ninguna duda, y también ya
desde un punto de vista un poco más teórico, al igual que la teoría de la evolución dice que con
una diversidad genética tenemos más capacidades para afrontar retos, creo que con una diversidad
cultural también. Si fuésemos una cultura homogénea y nos enfrentamos a un reto nuevo,
una pandemia, unos alienígenas, lo que sea, si todos pensamos de la misma forma, tenemos menos
capacidad de supervivencia que si hay 2.000 visiones diferentes. Entonces, creo que tanto
la diversidad genética como la diversidad cultural son mecanismos que tenemos para ser más fuertes,
más resilientes como especie. Pero creo que es inevitable y, por otro lado, es cierto que la
globalización tiene algunas cosas positivas, por supuesto. El conocimiento científico y médico
puede llegar a todas las zonas y es un poco egoísta ser los únicos que disfrutemos de un iPhone,
de un hospital que te puede curar la malaria en dos días. Bueno, es un escenario que es complejo y
que va en una dirección clara. Me parece imparable. Es imparable. Aquí hemos hablado alguna vez del
debate que hay últimamente de limitar el turismo o no. Hay zonas incluso, Lanzarote, aquí en España,
Venecia, que de alguna forma están pidiendo parar el turismo y decir esto no puede continuar así.
Tú estás a favor… Al final te dedicas al turismo, ¿no? Y turismo diferente, de muchas pocas personas,
pero sigues siendo turismo. ¿Estás a favor de limitaciones de turismo, aunque eso provoque que
a lo mejor yo tengo la ilusión de irme, invento a Lanzarote y tengo que esperar cuatro años o
crees que no se puede evitar esto? Pues… Son los que están preocupados, que dicen
quiero viajar, no me limitéis. No me cortes. Y que parece que esté subiendo para acá la ambulancia.
Aquí estamos bien, eh. Todo bien. Todo bien. ¿Han escuchado lo de la malaria? Sí, sí, han dicho. Bueno,
vamos ya. ¿Malaria? ¿Dónde? ¿Dónde? Pues fíjate que hace dos días estaba yo en Venecia. Vengo de
Venecia justamente y tampoco es una ciudad en la que tuviese muchas expectativas porque no es el
tipo de turismo que a mí me gusta, pero he venido completamente decepcionado, tío. No podía moverme,
era un agobio andar por las calles. Y mira que no es ahora, no estamos en verano, no estamos en la
época quizás más loca. Pero no, es que no puedes andar. Tienes que hacer una cola para llegar a la
siguiente calle, tío. Y a raíz de esto he investigado, que yo no lo sabía, que hay un síndrome
que se llama el síndrome de Venecia, que habla de todo esto, de las ciudades que sean alienados,
se dice, hasta llegar a un punto en el que son irreconocibles. Yo lo conocía por desde París,
me parece, ¿no? Eso pasa en Japón, ¿no? Que van a París y se decepcionan mucho y luego entran en
depresión. Vale, vale, puede ser. Creo que era el síndrome de París, ¿verdad? Puede ser. Pues,
bueno, leí ayer un post que hablaba del síndrome de Venecia, que es el síndrome que padecen estas
ciudades, ¿no? Pero es que vas a Venecia y qué ves de Venecia, que hay un Starbucks aquí,
un Hard Rock aquí, 200 tíos haciendo fotografías a lo mismo, quieres subir en las góndolas y te
cobran 100 pavos por media hora, es de locos, tío. ¿Qué queda de la esencia de ese destino? Es
absolutamente decepcionante ir, ¿no? Y sacar todas las fotos con 500 personas ahí en la foto. El
puente, ¿no? El rialto, todo lleno de gente con los móviles y las cámaras. Y, además, parece que
ahora ya hoy en día ni disfrutamos, ¿no? Lo que estamos viviendo. Estamos más preocupados de mostrarlo
a los nuestros que no de vivir esa sensación de qué bonito es esto o histórico. Entonces, claro,
en los destinos que yo trabajo, eso no se produce, ¿no? En la mayoría de destinos a los que yo voy,
con grupos, no vemos a un solo turista en todo el viaje. Entonces, no es algo aplicable. Quizá lo
más parecido es el valle de Lomo, ¿no? Que los fotógrafos y los turistas están yendo y ahí ya
sí que se está generando una inercia un poco desagradable, sobre todo porque ha entrado el
alcohol, ¿no? Estas comunidades ganaderas o agricultoras que hasta hace no mucho vivían
perfectamente, ¿no? Es una tierra fértil con su ganado, su agricultura, como tienen una estética
muy llamativa, ¿no? Los mursi, los turma, los jammer, pues empezaron a ir muchos fotógrafos y ya cada
vez más turistas generales. Y empezaron a tener unos ingresos del turismo que no necesitaban. Ese
dinero se invirtió en armas y alcohol y entonces hay una situación peor de la que estaba antes. Yo
siempre en la parte ética del viaje hago una revisión de nuestras visitas a estas comunidades,
cada caso concreto, ¿estamos haciendo bien o estamos haciendo mal? Y en caso de que yo tenga
dudas o vea que estamos perjudicando más que se ocurre, más que beneficiando, pues digo, vale,
la próxima vez no venimos a este sitio porque estamos generando una inercia que no es positiva.
Entonces yo creo que aquí el sector turístico es el que tiene que hacer un poco de autocrítica,
pero qué pasa, que no se hace porque es pasta. Hasta que al final se queme tanto el lugar que
empiece la gente a no querer ir, que a lo mejor es lo que pasa en Venecia. Si tantas personas vuelven
decepcionadas de Venecia van a decir yo no voy a ir. Yo, por ejemplo, yo no iría ahora a Venecia
porque no disfrutaría. Y eso me pasó hace unos años en Tailandia, en playas de estas típicas
paradisíacas y todo. Me acuerdo un día, que siempre lo he explicado, que estar en una playa
con 300 turistas, todavía había, me acuerdo, muchos japoneses, muchos asiáticos, haciendo fotos
y me vi y digo estoy en teoría en una playa mega paradisíaca de esas de Robinson Crusoe y no
estoy disfrutando una mierda porque me siento que estoy comprando un producto barato y ahí es cuando
dije para ir así, sinceramente, me quedo en casa o voy a otro sitio y es muy complicado porque la
gente que no tiene muchos recursos solo puede ir a sitios de vacaciones típicos y ahí se peta,
es complicado. Eso en Bali lo hemos visto. Se puso de moda. Pasamos unos meses allí porque
necesitábamos parar para escribir el libro de supersticiones y mitos y claro, pues de vez en
cuando sale a saber cosas y tal. Y tú ves a los típicos influencers que van a las cascadas de
Bali y son preciosas, pero cuando tú llegas al sitio, lo que es una cola de 50 personas esperando,
tú llegas a la cascada y dices ¿qué es esto? Vives a todo el mundo, uno que pasa a la señora
con la Pamela, se quita el vestido para ir en bikini, los otros esperando y puedes tardar media
hora para hacer lo mismo que están haciendo todos, hacerte la foto en la cascada y dejar paso al
siguiente, que eso es lo que no se muestra muchas veces de estos viajes. Pero esto ¿qué sentido tiene?
Pero luego está el punto que tú comentas y es que si uno quiere democratizar el viajar,
que no sea algo exclusivo, algo clasista, ¿qué haces? Si limitas o limitas por precio,
pues estás privando a gente de clase baja, clase media que no pueda permitirse...
Lo mejor no sería por precio, sería por números de, que es lo que creo que pedía Lanzarote,
en plan que ya no pueden tener más turistas y que querían limitar en plan pues cada año x.
Claro, si entras bien y si no, pues oye... Pero es que el número de turistas se está
incrementando exponencialmente. Y después de la pandemia más. Y después de la pandemia más y el
turismo chino está despegando ahora. Y eso va a ser el boom. Brutal. Ahora los rusos no pueden,
no pueden salir, los chinos sí sí van a... Claro, y por una parte ellos tienen todo el derecho al
mundo y a tener buena situación económica para viajar, pero claro a la vez se va a masificar
todo tanto. No vamos a solucionar el mundo, me parece. No lo vamos a arreglar, me cago en la puta.
Yo quería ya solucionarlo ahora. Bueno. Digo, hoy solucionamos el mundo. La próxima. La próxima.
Bueno, la última pregunta que te voy a hacer, sé que contigo es un tiro perdido porque sé que
eres muy escéptico. Sí. Ateo. Sí, sí. Entonces yo siempre pregunto a la gente si han tenido alguna
vez alguna experiencia paranormal o de ovnis. O sea, algo raro. Y que no hayan encontrado una
explicación. Tú me has contado la del Camaleón. Oye, que no está mal. ¿Pero has tenido alguna otra
que aunque tú le busques explicación científica te ha costado o te cuesta mucho racionalizarla?
Yo he tenido muchas experiencias paranormales, ¿no? Lo que pasa es que todas son racionalizables,
siempre. ¿Siempre no hay alguna que le des vueltas y no acabes de encontrar la puta razón? Pues no lo
sé. No lo sé. Yo he experimentado viajes astrales, he experimentado estar en otro cuerpo,
el verme desde fuera. No esa sensación que dicen. He experimentado esas sensaciones muy extrañas,
¿no? Pero es decir, yo siempre lo asumo a algo cerebral, no algo que haya más allá. Y me interesan
mucho esos momentos, ¿no? La gente que tiene parálisis del sueño. Claro, todo esto tiene
una explicación científica detrás. Bueno, aquí tuve a Jesús Martín Fernández, neurocirujano,
que operan de una forma en vivo. Sí, sí. Vamos a decir, sin anestesia, el paciente está activo y
que según que tocas, que zonas estimulan del cerebro, han conseguido viajes astrales. Claro.
Y la persona ha explicado cómo se ve desde arriba con una estimulación en un punto exacto, ¿no?
Eso es muy interesante. Es muy interesante. Es un podcast que recomienda a todo el mundo el de Jesús
Martín Fernández porque era una sorpresa porque mucha gente no lo conocía y no sé si 5 millones
de visitas o 4 o 5. O sea, ha funcionado muy bien. Ahora cuando tiene uno. No, no, tiene varios
millones. Y es que es alucinante porque ¿cómo cuenta que han provocado, por ejemplo, ataques
de llanto brutales simplemente dándole a un punto o de risa y la persona no te sabe explicar por qué
está riendo y llorando, no? ¿Cómo se llamaba? Había un paciente, el caso este famoso del Fineas,
que se atravesó un metal. Ah, sí. Este es clásico. Le cambió la personalidad. Hay varios casos
clínicos de gente que ha perdido la sensación de miedo o que le ha cambiado completamente la
personalidad a alguien que era muy pacífico y se volvió agresivo. Bueno, la gente que se lesionó
al hipocampo y no puede recordar a corto plazo. Sí, todo este tipo de cosas te hacen tender a
pensar que todo está aquí. Como el consumo de drogas. Tú puedes consumir una droga y verte en
otro planeta. ¿Tú cuándo vas a rituales de estos? ¿Dices que sí o dices que no? Depende.
Si hubiéramos saqué al Lethal, ya se habría tomado dos. Tres dosis. Yo soy una persona muy
curiosa. Me gusta probar todo. ¿Cuál es la que más sensación te ha dado? La más heavy. Bueno,
alucinógenos, ¿no? Las setas alucinógenas. Yo no he probado ayahuasca porque tampoco he viajado
la zona de Amazonas. Llevo cien países, pero América lo tengo en blanco prácticamente. Pero
cuando vayas cien tomas, cien más. Solo conozco Colombia y Dominicana. Entonces, bueno, supongo
los alucinógenos porque estimulantes. ¿Te han impactado alguno de ellos? ¿Cuál ha sido el viaje
más heavy, más fuerte que has tenido con algún alucinógeno? Pues, de sentirme... Una cosa que me
ha rayado mucho ha sido el tener la sensación de un déjà vu y continuo. Continuo es durante una
hora. Saber lo que va a pasar diez segundos antes de que pase. Eso además me rayaba muy bien,
porque estaba hablando con alguien y decía, sé lo que me va a decir, y lo decía. Y sé que ahora
esa persona va a coger el cigarro y lo hacía. Entonces era como, ¿qué está pasando? Claro,
si no racionalizas que todo eso es por una sustancia... ¿Y eso con cuál te pasó? Con setas.
¿Con setas? ¿De qué zona? ¿De qué tribu? Colombianas, no recuerdo. Ah, bueno, amigo. Hombre,
Colombia grande. No sé exactamente. No entiendo. Y era como... No era de ver visiones, sino de
déjà vu. Bueno, alguna visión concreta, cosas que salían de las sombras, pero era sobre todo
una sensación de no ser yo, de estar fuera de mí, de no entender lo que está pasando. Incluso
había momentos en los que yo pensaba que estaba muerto y lo pasé mal. Fue un mal viaje. Fue
desagradable para mí. Fue un mal viaje, sí. De hecho, cuando hay gente que dice, no, las
productos naturales, las drogas naturales son mejores, hostia, pues no necesariamente. Hay
drogas naturales que te pueden dejar muy pillado. Yo estuve con tratamiento psiquiátrico después
de esto. ¿Qué dices? Sí, sí, sí. ¿Te quedó secuela? Sí, me quedó secuela. Mucha ansiedad. Tenía
mucha ansiedad. No sé si no entendía qué es lo que me estaba pasando o que no entendía quizá qué
es lo que había pasado, qué es lo que había sentido en aquellos momentos. Y bueno, pues cosas que
pasan. A veces la experiencia puede ser buena, a veces mala. Es un aviso también para la gente que
quiere probar psicodélicos, sobre todo. A mí son los que más miedo me dan, porque al final, siendo
realistas, pues la cocaína, etcétera, estos estimulantes no es más que un estimulante que
te aceleran algo. Sí. Pero cuando ya te tocan el SD, por ejemplo, a mí este tipo de drogas me dan
muy mal rollo, porque hay gente que se ha quedado pillada. Hay gente que se ha quedado pillada. Yo
tuve un aviso en ese sentido. Un aviso para que no pruebas mucho más de eso, porque yo me estaría cagado.
Ha estado muchos años. De hecho, recuerdo que de esa sesión tuvimos vídeos, porque se grabaron vídeos
de lo que estaba pasando, y fui incapaz de verlo. Me entraba mucha ansiedad. Voy a darle al play,
a ver qué pasó en ese momento. Me entraba sudor. ¿Alguna vez lo has hecho? Sí, pero con mucho
cuidado, con alguna microdosis para probar algo. Pero sí, yo he puesto mucha atención. Con
psicodélicos tengo muchísimo respeto por esa expediencia. Joder. Es decir, puede probar, no sé,
alguna otra cosa como el MDMA o tal, pero es otro rollo completamente diferente. Es otro estilo. Pero
con psicodélicos le tengo ese respeto, porque sé que he tenido un aviso. Depende de muchos factores,
de cómo te pilles el día y tal, pero de hacerlos con dosis pequeña para sentirme seguro.
De hecho, saca ahora la mercancía. Bueno, ya está. No escuches, mamá. Esto es mentira. Esto es un
teatro. Si no ha viajado, si vive en Toledo, en Murcia, está en Lorca ahí, que todo el día se está
sacando los huevos. Solo queda una cosa, que es que firmes o que hagas un dibujo o que hagas una
frase o que pongas lo que quieras. El Justin Bieber de la suerte, que ya, vuelvo a repetir,
amigos, ya le queda poco. O sea, a finales de año se va a subastar el Justin Bieber de la suerte y
vamos a elegir el sustituto. ¿Qué póster pondremos aquí? Yo tengo varias ideas ya de quién puede
ser el nuevo protagonista de World Project. Pero, mientras tanto, vamos sumando firmas y vamos sumando
a Murillo para el Justin de mi corazón. Si no tiene espacio ya, ¿no? Está jodida la cosa,
pero aún se puede. Yo creo que con fe se puede. Vamos a ver. Lo voy a poner aquí. Venga. Que es
diversidad, ¿vale? Qué bueno. Pensa que aquí hemos pasado de Kiko Rivera a Aníbal Bueno. Claro,
Kiko Rivera fue el último que firmó aquí. O sea, ¿cómo mola la variedad de gente que pasa por aquí?
O sea, Gerard Romero, Kiko Rivera, Aníbal Bueno, Arturo Pérez Reverte, Gerard Piqué. La mezcla
es que dices, bueno, pero me he tomado yo el trippy. ¿Qué pasa? Bueno, Krak, ¿tú has pasado bien?
Muy bien. Yo también. He disfrutado mucho. Me encantan estos podcast. Siempre es el invitado
el que despide. Si quieres también hacer un poco de promo de tu agencia y todo, por favor, hazlo.
Estás en tu casa. Nos vemos el martes que viene con nueva tertulia y el jueves con nuevo invitado.
Espero que hayas disfrutado. Ha sido la puta hostia. Y Aníbal, aquí tienes tu cámara para decir lo que
quieras. Pues nada, Jordi, muchas gracias por traerme aquí. Me lo he pasado que te cagas. Y nada,
yo hago mi trabajo que es documentar culturas minoritarias y ayudar a gente a que las conozcan.
Entonces lo voy a seguir haciendo porque me flipa. Si alguien quiere conocer estas culturas a través
de los viajes, los libros, la fotografía, pues aquí estoy para lo que haga falta. Quiero creer que
estoy haciendo un trabajo de visibilización de estas minorías y quiero plantearlo como una labor
social, independientemente de que, obviamente, pueda ganar dinero con mi empresa de viajes y con
los libros. Pero creo que tiene este toque romántico. Y si hay gente que nos escucha que
le gustaría o que le gusta el conocer estas culturas tan diversas que hay en el planeta,
pues estoy a su disposición. Nos vemos la semana que viene. Adiós. Un beso.