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Hola, bienvenido y bienvenida una semana más al podcast de ciclismo evolutivo.
Ya sabéis el podcast donde unimos práctica, ciencia y experiencia para hablar sobre
entrenamiento, nutrición, psicología y todo aquello que tenga que ver con el rendimiento en ciclismo.
Y en el episodio de hoy retomamos los capítulos de la ciencia del entrenamiento con una variable
que creo que os va a resultar de mucha utilidad. En concreto vamos a hablar de la variabilidad de
la frecuencia cardíaca. Vamos a exponer qué es esta variabilidad, por qué se produce y cómo podemos
utilizarla. Así que vamos con el episodio. Bien, cuando hacemos referencia al corazón o al
sistema cardíaco o a las pulsaciones, solemos hacer referencia al número de pulsaciones de
latidos cardíacos que ocurren en un minuto, lo que conocemos como frecuencia cardíaca. Sin embargo,
viene cierto que el comportamiento de muchos sistemas depende de la forma en que los midamos.
La forma en que medimos la frecuencia cardíaca en latidos por minuto nos puede llevar a la
sensación, a la creencia de pensar que nuestro corazón es como un metrónomo y que si bombea,
por ejemplo, a 60 pulsaciones por minuto, realiza una pulsación cada segundo.
Sin embargo, como decía, diferentes formas de medir esta frecuencia cardíaca nos pueden llevar
a tomar conclusiones y ver tendencias diferentes. Esto es lo que ocurre con la variabilidad de la
frecuencia cardíaca, que se podría definir como la variación que hay en el intervalo de tiempo,
en el que suelen ocurrir latidos cardíacos en un periodo determinado. Para entenderlo mejor,
vamos a recoger el ejemplo de antes. Imaginemos un corazón que late a 60 pulsaciones por minuto,
o sea, una pulsación por segundo, pero realmente el corazón, como decía, no funciona como un
metrónomo, sino que un corazón sano, como veremos más adelante, es variable. Esto quiere decir que
el tiempo entre latidos medio de ese minuto seguramente sí sea de un segundo, pero cuando
veamos latido a latido veremos que entre un latido y otro pasan 0,8 segundos, vale,
ochocientas milésimas, entre ese y el siguiente 1200 milisegundos, entre ese y el siguiente 1100,
entre ese y el siguiente 900, bueno, lo castáis, no hay, digamos, siempre una duración igual entre
latidos, vale, sería algo así como pum, pum, pum, pum, pum, pum, vale, veis que no hay nunca
exactamente el mismo intervalo de tiempo entre un latido y el otro, bien pues, a esa diferencia
media de tiempo es lo que nos referimos con variabilidad. La variabilidad será más alta,
cuanto más caótico sea, o sea, cuanto menos impredecible sean los latidos entre sí,
y la variabilidad será más baja, cuanto más estable, o sea, cuanto más se parezca realmente
a un metrónomo. Y la pregunta de millones, ¿por qué ocurre esta variabilidad? Bueno,
lo primero que tenemos que saber es que esta variabilidad emerge de forma espontánea a
partir de dos sistemas que actúan en escalas temporales diferentes. Estos dos sistemas son
dos ramas de sistema nervioso autónomo que llamamos sistema nervioso autónomo simpático
y sistema nervioso autónomo parasimpático, vale, simpático y parasimpático, a partir de ahora.
Bien pues, el sistema nervioso parasimpático predomina en situaciones de relajación o de
reposo, produce una ralentización de los latidos del corazón y sus efectos se producen en menos
de un segundo, mucho más rápido que los efectos del sistema simpático, que es el encargado de la
aceleración, de activarnos, de prepararnos para la lucha o la huida, y cuyos efectos tardan más de
cinco segundos. Esta diferencia en los tiempos es la causante de esta variabilidad en el tiempo
entre latidos del corazón, y es que estos dos sistemas producen acciones antagonistas, por un
lado acelerar y por otro lado frenar al organismo, y esto es lo que produce la variabilidad en los
latidos del corazón. Un aspecto importantísimo a destacar y que está en la base de muchos de
los fallos que se producen al trabajar con la variabilidad de la frecuencia cardíaca a la hora
de computarla, es que debemos saber que el resultado final de la variabilidad, este número
que nos dé, no es un resultado de suma cero. Esto quiere decir que un aumento del sistema
parasimpático no implica necesariamente que disminuya el sistema simpático, sino que este
aumento parasimpático puede producirse tanto con un aumento, un decremento o un mantenimiento
de la activación del sistema simpático. Por tanto, de que encontremos un aumento de la
variabilidad, por ejemplo, no podemos decir directamente que se deba a un aumento del
sistema parasimpático o a un decremento del simpático, ya que en ambos casos podríamos
estar equivocados. Esto no tiene más importancia ahora, pero luego cuando hablemos de lo puesto en
práctica sí que lo volveremos.