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El hambre siempre gana. Ciclismo Evolutivo. Episodio 18.
Hola, bienvenido y bienvenida a un nuevo episodio de mi podcast Ciclismo Evolutivo.
Yo soy Manuel Solas y en el episodio de hoy vamos a hablar de un tema super recurrente que hay un
gran problema entre la mayoría de deportistas con los que hablo y es el tema de la alimentación de
la comida, cómo evitar los antojos, cómo evitar caer en la tentación, las trampas de esos dulces
o de esas comidas super procesadas y tan sabrosas que hacen que piquemos, que nos saltemos la dieta
y que seamos incapaces de llegar a nuestro peso óptimo o que en el caso de que consigamos llegar
al peso óptimo nos traen por el camino de la amargura deseando terminar por una vez la temporada
competitiva para poder volver a probarlo. Por tanto, hoy voy a hablar de alimentación, voy a
hablar de nutrición y voy a hablar de dietas, pero rompiendo muchos de los esquemas que la mayoría
tenemos respecto a esta palabra, este parabrejo, dieta, ya que el mismo término de dieta implica
algo temporal, algo que se hace puntualmente para conseguir un objetivo. Por tanto, más que de dieta
me gustaría hablar de nutrición o de estilo de alimentación saludable y es que, mirad, quiero
hacer una pregunta. ¿Qué determina si una dieta ha tenido éxito? El peso que pierdes en un mes, el
peso que pierdes en dos meses, el porcentaje de grasa que pierdes, el músculo que mantienes, si
mejoras el rendimiento. Bien, para mí el éxito de una dieta se debería medir en cuánto peso,
cuánto porcentaje de grasa, mejor dicho, has perdido dentro de uno o de dos años, no meses, años,
porque al final perder peso en un mes es bastante fácil. Cualquier dieta tonta de las cachofas,
de la galleta, o ya que nos ponemos a hacer las tontas, pues mejor la del cucurucho, te vas a
perder mucho peso en poco tiempo, siempre y cuando el deportista esté motivado, está claro que la
restricción calórica funciona y que si nosotros somos capaces de soportar el hambre y comer poco,
vamos a perder peso. Ahora bien, como decía en la introducción, el hambre siempre gana, uno puede
estar más o menos motivado, puede soportar el hambre, bueno, habrá gente muy motivada que
pueda soportar el hambre dos meses, otros menos que lo pueden soportar una semana, pero da igual,
da igual lo motivados que estemos, da igual lo grande que sea el objetivo, el hambre siempre
va a ganar, siempre vamos a terminar pecando, siempre vamos a terminar comiendo y recuperando
nuestro peso anterior, sino más lo que se conoce como efecto yo-yo. Y esto es inevitable,
porque el hambre es un mecanismo fisiológico que nos llama a comer, nos llama a mover el culo,
a salir a por comida, pese a que está a buscar comida, pues nos incomoda, nos cansa y nos podría
poner en peligro a vida. Por tanto, si tenemos hambre, hambre aguda y tenemos alimento a nuestra
disposición, tarde o temprano vamos a acabar haciéndolo. Pero esta hambre no nos hace solamente
devoradoras e incansables, sino que el hambre es un mecanismo perfectamente regulado para hacernos
mantener nuestro peso adecuado. Os podría decir que os fijáis en la naturaleza, si bien hay animales
que hibernan y por tanto consiguen un extra de porcentaje graso para pasar el duro invierno,
también los hay que mantienen el peso estable más o menos durante todo el año, pese a que haya
super abundancia de alimentos. Por ejemplo, un león en la sabana, un tigre, no se pone gordo pese a
que haya muchas cebras que cazar, porque si se pusiese gordo sería incapaz de seguir cazándolas.
Bueno, pues yéndonos a los humanos, que seguramente no. Bueno, nos va a resultar más fácil de
entender. Seguro que todos conocéis gente que pese a que no se pesa nunca, pese a que no cuenta
las calorías que sube o que baja, siempre parecen mantener el mismo peso, siempre parecen mantener
el mismo porcentaje de grasa. ¿Por qué ocurre esto? Esto ocurre porque el hambre está en un
mecanismo bastante bien diseñado para regular nuestro peso corporal en un punto que el cuerpo
considera óptimo, lo que se denomina el side point, el punto de ajuste. Cuando marcamos o el
cuerpo determina que un porcentaje de grasa es óptimo para nosotros, ponen marcha mecanismos
compensatorios para evitar las frustraciones de peso. Por ejemplo, cuando estamos en nuestro
porcentaje de grasa ideal y tenemos un periodo de atracones de comidas, por ejemplo, de navidad,
el cuerpo reacciona de dos formas. Una es aumentando ligeramente la tasa de energía que gasta en reposo,
o sea, el metabolismo basar, y por otro lado lo hace disminuyendo de forma aguda el hambre que
sentimos. Por tanto, ¿qué va a pasar? En condiciones ideales, en condiciones naturales,
la persona trae un festín, trae un periodo de abundancia, volvería su peso mediante mayor gasto
y menor ingesta. Y también pasa el contrario, cuando entramos en periodos que el cuerpo considera
de hambruna, entre comillas, o sea, cuando metemos menos calorías de las que estamos ingiriendo y el
cuerpo ve que parece que está llegando un tiempo en el que, porque él no sabe que tú vas a comer o
que tú estás haciendo dieta. Nuestro cuerpo no entiende eso. Evolutivamente, detectaba que cuando
venía poca comida es porque se avecinaba un tiempo de vaca flaca, un invierno. Entonces, actúa otra
vez de dos formas, disminuyendo el metabolismo en reposo, además eliminando todas las funciones que
no son estrictamente necesarias para la supervivencia. Vale, por ejemplo, las funciones reproductivas o
las funciones anabólicas y además aumentando mucho el hambre o la necesidad de comer. Por
tanto, al final, en condiciones naturales, ¿qué pasaría? Pues menos gasto y más hambre se volvería
a restablecer o, por lo menos, pondríamos las bases para restablecer nuestro peso. Bueno,
cuando hacemos dieta ocurre exactamente lo mismo, aumenta el hambre y disminuye el gasto calórico.
Esto es otro de los factores por los que a largo plazo, como ya he explicado en otro artículo y
en eso voy a intentar no entrar hoy porque si no se alargaría demasiado. Viví en una dieta
continua, en una restricción continua, o bien intentas compensar el pasarse en la comida o no
tener una buena alimentación con un exceso de entrenamiento suele llevar resultados bastante
pobres y a largo plazo malos. Bien, lo que sí quiero hablar hoy es que como hemos visto el hambre
debería ser o evolutivamente en un entorno normal para que estamos diseñados sea un mecanismo que
nos haría mantener un peso óptimo, más o menos, aunque quizá, bueno, fluctuando un poco sí que en
verano se cogería más grasa aprovechando que hay más abundancia de energía y en invierno se suele
perder porque hay menos disponibilidad, al menos en la zona alejada del ecuador. Pues este mundo
ideal ya no existe. Hemos cambiado el hambre fisiológica, el hambre real, por hambre hedónica,
o sea comer por placer. Ahora mismo muchas veces confundimos el placer o el deseo de comer,
el deseo de saborear una comida, lo confundimos con el hambre real y casi nunca ya comemos por
hambre, casi siempre comemos porque toca, porque toca desayunar, porque son las dos y toca comer,
porque son las nueve y toca ganar, tanto por exceso como por defecto, porque a veces podemos
tener mucha hambre, pero es que son las siete de la tarde, cómo voy a comer, no? Si hasta las nueve
no se cena, o hasta las ocho, o hasta las once, ya cada uno cuando quiera.
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