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Hola, bienvenido y bienvenidas una semana más a Ciclismo Evolutivo.
Ya sabéis, el podcast donde unimos práctica, ciencia y experiencia para hablar sobre entrenamiento,
nutrición, psicología y todo lo que tenga que ver con el alto rendimiento en ciclismo.
Hoy vamos a tener un episodio, creo que es muy interesante porque voy a dar respuesta
a algunas dudas que me han llegado respecto al libro y para hacerlo pues vamos a hacer un repaso,
un poco de casi todos los episodios y poner en contexto pues todo lo que hemos venido diciendo
hasta ahora, así que creo que va a quedar un episodio bastante interesante.
Antes de empezar, eso sí, me gustaría recordaros por si queda algún desplictado o desplictada que
ya salió el libro de la naturaleza del entrenamiento que podéis comprar en Amazon y de cual os dejo el
enlace en las notas del episodio. La verdad que el recibimiento no podría haber sido mejor,
hemos tenido muy buen feedback, decenas de comentarios de cinco estrellas en Amazon,
lleva desde que salió siendo el más vendido en la categoría, así que os diría que si os lo
estáis pensando que le echéis un vistazo porque creo que realmente es útil para el entrenamiento
de cualquier deportista. Así que ya sí, vamos con el episodio donde vamos a dar por hecho que
los oyentes habéis escuchado el libro, si no lo habéis leído, bueno, puede que haya
algunas cosas que se queden en el tintero, os quedéis con la duda, así que motivo de más para leerlo.
Bien, pues empezamos con la primera. Una pregunta que me hizo llegar uno de mis deportistas que decía
bueno entonces si las cosas que damos por sentadas en cuanto al entrenamiento no están
tan claras o en muchas ocasiones son erróneas, quiere decir que no sabemos nada sobre cómo
deberíamos entrenar, en qué te puedes basar para entrenar. La respuesta es que no, obviamente que
tenemos unas bases en la ciencia del deporte que nos indican a grandes rasgos cómo tenemos que
entrenar. Estas bases parten de la fisiología, la observación empírica y la antropología,
sí hasta la antropología. Empecemos por ella. Todos somos diferentes entre nosotros y respondemos
de forma diferente a los estímulos dependiendo tanto de cómo los percibamos, en qué momento y
circunstancias personales nos encontremos, nuestro historial, como también de nuestra genética.
Nuestros genes son únicos pero a su vez todos compartimos el 99,99% de ello. Todos somos homo
sapiens, seres humanos hasta que se demuestre lo contrario. Esto quiere decir que todos estamos
influidos por nuestra evolución y que todos estamos adaptados a los mismos estresores y el
mismo estilo de vida. No conocerás un homo sapiens al que le siente bien la comida basura, el
sedentarismo o la soledad crónica. Esto ya de por sí es una base sólida de conocimiento.
¿Creéis que seríamos capaces de entrenar o mejorar la salud de un león de un zoológico?
Porque yo creo que sí. Simplemente recreando su hábitat natural, sus patrones de ejercicio y
movimiento en la sabana, su dieta y su entorno, estoy seguro de que mejoraríamos la salud y el
rendimiento de ese león de zoológico aún no sabiendo nada de entrenamiento o de fisiología.
Por tanto aquí ya tenemos la base desde la cual podemos mejorar el rendimiento y la salud de una
persona. Darles los actímulos que su organismo espera, o sea los actímulos para los cuales ha
sido diseñado. Solo con esto ya tendríamos una gran mejora y estos ejercicios no dependen del
azar, dependen de saber qué necesita un organismo. A esta base de conocimiento antropológico podríamos
decir se suma todo lo que hemos aprendido sobre lo que funciona o no funciona en el entrenamiento en
la última década. Periodizaciones, tipos de series, patrones nutricionales, suplementos, etcétera.
Aquí meteríamos más bien actividades o recursos que mejoran el rendimiento máximo incluso por
encima de la salud como por ejemplo nuevos descubrimientos como la ingesta alta de hidratos
de carbono durante la actividad, la cafeína, el entrenamiento respiratorio, la hiposia, etcétera.
Y por último tendríamos el conocimiento conseguido a base de metanálisis científico,
de buscar la evidencia probando diferentes estrategias de entrenamiento. Esto es lo más
complicado de demostrar realmente puesto que como mostramos en un episodio anterior es muy
difícil aislar variables y comparar tantísimas posibilidades como se pueden dar dentro de cada
persona. Pero por ejemplo dentro de este conocimiento científico tenemos la evidencia de cómo el trabajo
de fuerza máxima parece mejorar el rendimiento de resistencia o cómo la fatiga mental o las
emociones y pensamientos afectan al rendimiento deportivo. Por tanto sí que sabemos cómo entrenar
de forma general al individuo promedio si nos formamos lo suficiente y tenemos la mente abierta,
eso sí. Lo que no sabemos es cuál es la forma óptima de entrenar a un individuo X con unos
condicionantes Y, una genética Z, etcétera. Aquí la complejidad toma el mando y es cuando
tenemos que ser mucho más fino y utilizar las sensaciones y percepciones del deportista. Tener
en cuenta comportamientos pasados y tomar decisiones basadas en probabilidades de
acierto. Es donde el trabajo de entrenador se vuelve más importante, lo que nos lleva a la siguiente pregunta.
¿Para qué necesito un entrenador si no hay una forma óptima de entrenar? Bueno,
en el libro explico por qué la forma óptima de entrenar no puede existir como no existe una
especie óptima o el alimento óptimo. Todo depende siempre del contexto. No existe el
tratamiento óptimo a una enfermedad, la pareja óptima o la casa perfecta y sin embargo no por
ello dejamos de ir al médico, tener pareja o tener vivienda. Un entrenador adecuado no va a tener la
receta mágica exacta para que tu rendimiento sea máximo desde el minuto 1, porque esa receta no
será la misma hoy que dentro de un mes. O sea, no la tiene porque no existe, pero dentro de eso sí
que te puede ayudar a que cada día tu entrenamiento sea un poco mejor, más adecuado a lo que necesitas
y mejor de lo que tú por ti mismo nunca podrías encontrar. Por un lado, porque el entrenador se
supone que tiene algo que tú no tienes. O sea, todo el conocimiento formal y práctico del que
carece y del que hablamos en el punto anterior. Estas bases te permiten ya comenzar con un plan
de entrenamiento, varias órdenes de magnitud superior a lo que harías sin entrenador. La
mayoría de personas están muy equivocadas con lo importante del rendimiento. Pensamos que este
depende demasiado de las cosas que hagamos, cuando en realidad el rendimiento depende mucho más de
los errores que evitamos. Un deportista que entrene sin errores graves va a tener pocos cambios. Puede
ganar unos pocos vatios por meter entrenamientos que os digo yo en altura o alguna serie diferente,
etcétera, pero los fallos te hacen perder decenas de vatios y de rendimiento. Por eso, un entrenador
bueno lo primero que hace es evitarte cometer errores. Hay casi una infinidad de posibles errores que el
ciclista novato suele cometer. Ahora que se habla tanto de cómo los jóvenes tienen tanto rendimiento,
os daré una de las que yo pienso que son de las razones entre otras muchas. Los entrenadores han
mejorado y los deportistas jóvenes cometen menos errores en su entrenamiento. Muchos ciclistas,
entre los que me incluyo, hemos perdido algunos años importantes de nuestra formación o en su 23
comiendo o entrenando fatal y muchas veces las cosas que aprendes por ensayo y error la aprendes
demasiado tarde. Tener a alguien que te guía bien al empezar es una mejora de tiempo y por tanto de
progreso brutal. Y aparte de evitar errores, un entrenador es capaz de detectar patrones o mejor
aún detectar falsos patrones de cosas que ocurren en tu organismo y que puede utilizar para entrenar
mejor. Detectar qué tipos de entrenamientos te hacen reaccionar o mejorar más, qué tipo de
periodización necesitas, cuanta carga de entrenamiento, etcétera. Esto obviamente es un proceso lento que
requiere de tiempo, meses y años. Algo muy alejado de lo que la mayoría de personas buscan, que es
empezar con alguien y mágicamente pegar el pelotazo. Eso sólo pasa si venías de entrenar mal y cometer
errores. Como en el vino, el tiempo y la paciencia dan rentabilidad en el entrenamiento. Pero claro,
para esto también hace falta que la comunicación entre deportista y entrenador sea bidireccional.
Como digo en el libro, solamente el deportista sabe lo que ocurre en su cuerpo y las sensaciones son
vitales para saber qué hacer y qué no hacer cada día. El entrenador barra gobernador, ese que se
limita a mandar, nunca va a tener información real de lo que ocurre en el organismo y por tanto
no sabe el efecto de lo que manda. Y por tanto no sabe nada. Siempre decimos que el todo es más que
la suma de las partes. Y en el entrenamiento se cumple a rajatabla. El entrenador y deportista se
sinergizan, llegando a aprendizaje y mejoras que no podría conseguir ninguno de los dos por separado.
Por eso, no son solo conocimientos lo que aporta el entrenador. Es también la capacidad de ver el
problema desde fuera tomando decisiones sin estar influido por tus emociones, como el miedo a perder
la forma física o a engordar. ¿A que eres mejor dando consejos que aplicándotelos? Esto nos pasa
todo. Simplemente porque cuando tomamos las decisiones personales, las emociones deciden.
Incluso los deportistas, que saben mucho de entrenamiento y deporte, se podrían beneficiar
de tener un entrenador de confianza para poder delegar decisiones y limitarte a realizar el
trabajo y descansar, ahorrando energía mental. Esto nos lleva a la tercera pregunta, que dice,
¿entrenar por sensaciones significa hacer lo que te apetece cada día? Bueno, esta quizá es la
afirmación que más se utiliza para criticar a las sensaciones. Si yo hiciera lo que me dictan
las sensaciones, me quedaría en el sofá. Lo que me apetece es comer donuts y ver Netflix,
mi mi mi mi mi mi. A ver, que parece mentira que aún estemos con este discurso. Pero bueno,
lo voy a explicar bien. Cuando hablamos de escuchar a las sensaciones y percepciones,
nos referimos a integrarlas en nuestro proceso de toma de decisiones y no a que estas nos
controlen a nosotros. Es algo muy diferente. No se trata de decir, estoy cansado y por tanto
me quedo descansando, sino de decir, estoy cansado, ¿debería estar tan cansado hoy?
¿Qué significa esto? ¿Por qué ha ocurrido? Y actuar en consecuencia. Quizá estoy cansado
porque ayer entrené fuerte, pero me interesa meter dos días duros seguidos para conseguir
mayor adaptación. O quizá no, y hoy me interesa estar fresco para entrenar muy duro,
por lo que me quedaré descansando ya que no he recuperado tal y como esperaba. Como dije en un
episodio el año pasado, todos son datos. Tanto los que nos arroja el potenciómetro como las
sensaciones que percibimos, los olores o nuestro estado de bienestar. No porque no podamos ponerle
un número en menos importante, sino al contrario. Hay procesos tan complejos y ricos que no pueden
ser reducidos a un número, como explico en profundidad en el libro, pero que no por ello
dejan de ser información en nuestra mente y por ende no dejan de ser importantes o incluso
más importantes. Por tanto la relación entre percepciones y actuación es dinámica. Hace poco
escuché un podcast de MotionMe donde decían que tú tengas pareja no quiere decir que dejes de
sentirte atraído por otras personas, pero no porque te sientas atraído puntualmente por una
persona. Vas a cortar o ponerle los cuernos a tu pareja, ¿cierto? Tenemos una cosa que se llama
fuerza de voluntad y razo cimio que hace que no nos comportemos como animales, lo cual está bien.
Ahora bien, eso no quiere decir que no debas oír esa sensación o esa emoción. Si esta sensación
es muy recurrente o muy fuerte con una persona en particular, te está dando información. Eso
está pasándote por algo. Quizás tus objetivos son distintos o necesitan un cambio. De hecho,
será la siguiente paradoja que me parece brutal. ¿Es racional ser puramente racional e ignorar tus
percepciones y emociones en temas como la elección de pareja, el hobby o el trabajo?
Porque normalmente uno no se comporta de forma totalmente racional, por ejemplo,
con la elección de pareja. A fin de cuentas uno no puntúa ítems en una escala de prioridad y se
acaba colando por alguien y no sabe por qué. Tus emociones te ofrecen una información que quizá no
puedas explicar con números, pero que no deja de estar fundamentada en multitud de parámetros.
Yo os digo, ¿sería más óptimo o más racional vivir ignorando totalmente tus emociones,
buscando la pareja que sea más adecuada en base a una puntuación e ignorando cuáles sean tus
sentimientos por ella? Yo creo que no. Que no es racional. Que de la misma forma que no es racional
vivir haciendo a cada momento lo que te apetece sin tener un mínimo de raciocinio,
tampoco es racional vivir continuamente ignorando tus sentimientos. Es más, sería estúpido.
Lo mismo podríamos decir de temas como la elección de nuestro hobby o cómo invertir
nuestro dinero. Seguramente lo más eficiente sería dedicar el tiempo libre a formarte e invertir el
dinero que ganes en fondos de inversión o en planes de ahorro, evitando desde luego salir a
cenar con amigos o cualquier otra actividad como viajar. Desde luego que hacer 25 horas de bici a
la semana no es la decisión más óptima racionalmente hablando de lo que podemos hacer con nuestro tiempo
o con nuestro dinero. Sin embargo, ¿es racional vivir muerto en vida sin hacer lo que te gusta,
sin socializar o sin viajar simplemente porque no son las cosas más óptimas computacionalmente
hablando? Por supuesto que no. Serían decisiones equivocadas y todo lo sabemos internamente. ¿Se
entiende verdad? Pues en el entrenamiento es lo mismo. Que yo sienta desgana por entrenar un día
me indica que algo pasa. Puede ser fatiga, problemas personales o falta de motivación.
Tengo que detectar por qué ocurre lo que ocurre y tomar la mejor decisión. A veces será ignorarlo
y seguir tal cual lo previsto, pero otras veces será descansar. Lo que está claro es que que me
sienta así, por ejemplo en ese caso, que me sienta apático, ya me está indicando muchas cosas. Quizá me
estoy pasando de entrenamiento o tengo que intentar mejorar mi vida personal o cambiar
de deporte. En definitiva, usar las sensaciones y percepciones no quiere decir ir como pollo
sin cabeza haciendo lo que me apetece en cada momento, sino entender qué está ocurriendo
dentro de tu organismo y a partir de eso tomar mejores decisiones. Porque este es el mejor mecanismo
que tenemos para saber cómo estamos a nivel global. Y por último esto nos lleva a la cuarta
pregunta. Si dices que las sensaciones son tan importantes, ¿quiere decir que los datos no sirven?
Bueno, esta pregunta que hemos empezado a medio responder en la anterior, me gustaría profundizarla
mucho más. Para empezar, y como decía, un gran error es pensar que los datos son solamente los
números que nos da el potenciómetro o el software de turno, y que por cierto son muy diversos entre
sí. Hay datos muy precisos y fiables, como la potencia, y otros con mucho ruido y sedgo,
como las estimaciones de consumo de oxígeno, umbrales o carga de entrenamiento. De hecho,
aquí se comete la falacia narrativa de usar la palabra medición cuando deberíamos decir estimación.
No se mide el FTP o la potencia crítica, sino que se estiman. Y no es lo mismo medir el V2+,
que estimar el V2+. Llamar de igual manera a ambos da la sensación de que estamos ante
datos más precisos de lo que realmente son. Como decía, todo lo que nos ocurre, y hasta lo que
no nos ocurre, son datos que tenemos en cuenta a la hora de tomar decisiones. Estarás escuchando
este podcast porque en general te aporta más que no escucharlo, aunque no tenga un número exacto de
cuánto te aporta este podcast o en qué ranking está en este momento. Por suerte, nuestros cerebros
son más potentes que un ordenador y no necesitan solamente de datos numéricos para funcionar
correctamente, lo que hace que podamos tomar decisiones adecuadas en entornos complejos
donde no hay una solución al problema de qué podcast escuchar o que deberías estar escuchando
en este momento. Bueno, dicho esto, también diré que ignorar los datos es tan absurdo como ignorar
las sensaciones. Todo lo que nos aporta información de calidad nos ayuda a tomar mejores decisiones.
Si os dais cuenta, tanto en este podcast como en el libro, nunca decimos que los datos no funcionen,
sino que criticamos la calidad de algunos datos que se usan. Algunos. Eso sí hay que tenerlo muy
en cuenta. Unos datos erróneos, poco precisos o mal interpretados, darán lugar irremediablemente
a decisiones erróneas. Por eso no me gusta cuando se dice, cuantos más datos mejor. No,
porque la información que obtenemos marca nuestros comportamientos. Ya sabemos el peligro
que tienen las noticias falsas. Si nos convencen de que Juan es un violador y anda suelto,
aunque Juan sea más bueno que el pan, seguramente algún padre le pegue un tiro a Juan.
De hecho, una de las leyes que postula Donella Meadows para tratar con sistemas complejos es
la de honrar la información. Si obtenemos un feedback erróneo del resultado de nuestras
acciones, entonces modificaremos nuestras acciones de forma que persiga ese objetivo erróneo.
O como decía hace poco Marco Altini, no tener información es mejor que tener mala información.
Y es a lo que me refiero cuando digo que no tener un modelo es mejor que tener un mal modelo.
La vía negativa de Taleb en estado puro. Así pues se puede cometer el error de pensar que lo que yo
digo es que no usemos modelos o que no usemos datos en vez de lo que realmente digo, que es,
no utilicemos predicciones estériles con un margen de error enorme o no hagamos predicciones
reduccionistas en sistemas complejos llenos de comportamientos no lineales e interrelaciones.
A partir de aquí, por supuesto que tenemos que utilizar toda la tecnología e información
que tengamos disponible. El potenciómetro es una herramienta alucinante y nos ha permitido
avanzar muchísimo en el control del proceso de entrenamiento. A conocernos mejor, a investigar
y a entrenar mejor. Lo mismo podríamos decir de la frecuencia cardíaca, en las datos,
la variabilidad, la DFA, etc. Siempre que los datos tengan calidad y precisión deben
ser utilizados para tomar mejores decisiones. Esto debería estar fuera de todas dudas. Además,
al unir las sensaciones y las percepciones con los datos más cuantificables nos podemos ayudar
a ser capaces de entender mejor qué está pasando y si por ejemplo la relación entre la potencia
o el pulso y la percepción de esfuerzo tiene sentido o por el contrario es demasiado alta
o demasiado baja y qué nos indica esto. De hecho hablamos bastante de ello en el libro y si algo
criticamos es el empleo de modelos comerciales muy dudosos que extrapolan conclusiones imposibles de
sacar de una serie limitada de datos y que se venden como una solución simple para problemas
complejos, o sea para ser capaces de entrenar a cualquier persona atendiendo a cuatro números.
O sea lo que criticamos es el reduccionismo y el científicismo pero nunca a los datos. Los
datos son inertes y no dicen nada, somos nosotros los que le damos significado. Los datos por tanto
dependen del conocimiento teórico y práctico de quien los interpreta. Sin conocimiento ni
la mejor serie de datos te hará tomar buenas decisiones. En fin y hasta aquí el episodio de
hoy espero que os haya gustado, que haya sido interesante y si queréis profundizar mucho más
pues lo tenéis en el libro la naturaleza del entrenamiento. Para terminar deciros que tenemos
un grupo en telegram, un canal llamado ciclismo evolutivo donde vamos compartiendo información
interesante del día a día sobre entrenamiento y de cual os dejo el enlace en las notas del episodio.
Y sin más yo soy Manu Solarphona y esto ha sido ciclismo evolutivo, nos escuchamos la semana que viene.