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Hola, bienvenido y bienvenida una semana más.
Bienvenidos a ciclismo evolutivo, el podcast donde unimos prácticas, ciencias y experiencias
para hablar sobre entrenamiento, nutrición, psicología y todo aquello que tenga que ver
con el rendimiento en ciclismo.
Esta semana, o mejor dicho este curso académico, vamos a probar un formato nuevo en el os voy
a tratar de explicar y degranar aquellos artículos científicos que están cambiando los paradigmas
actuales en la ciencia del deporte.
Voy a ir cogiendo de vez en cuando aquellos artículos que considero que tienen la máxima
calidad y la máxima importancia y tratar de hacerlos digeribles y entendibles para todo.
Y para empezar este formato quiero hacerlo con un artículo que no es realmente conocido
pero creo que cambiará la forma en la que veamos la tendencia de la percepción de esfuerzo.
Este artículo está realizado por el grupo de investigación en sistemas complejos del
INEF de Cataluña.
Su autor es Daniel Aragonés y como coautores tiene a Natalia Balaguer, a la cual entrevistamos
en el podcast, Robert Hrosky y Rafael Pol.
El artículo se llama las fluctuaciones dinámicas de la percepción de esfuerzo en un ejercicio
a potencia constante y se publicó en 2013 en la revista Physiology of Sport and Exercise.
Como introducción a este estudio debemos decir que muchos estudios previos encontraban
una relación lineal entre el aumento de la percepción de esfuerzo y el tiempo hasta
el agotamiento, siendo esta percepción de esfuerzo máxima cuando llegábamos al agotamiento.
Y es que esto realmente es algo que damos por hecho, sin embargo también hay algunas
voces o algunas experiencias prácticas que nos dicen que la percepción de esfuerzo va
variando incluso aunque mantengamos el ritmo.
No sé si os ha pasado alguna vez, imagino que si a los que compitáis que cuando estáis
subiendo un puerto a cierto ritmo, por ejemplo impuesto por los demás, podemos tener un
momento en el que estamos a punto a punto de quedarnos donde creemos que no podemos
más y en cambio si seguimos ahí, si seguimos manteniendo el dedo en la llama, como se suele
decir, llega un punto, una sensación de que volvemos a encontrarnos con fuerza y ese ritmo
de repente deja de parecernos tan fuerte, esto nos puede pasar también haciendo un
test, por ejemplo, ¿vale? Bien, este fenómeno no es algo aislado, sino que está ampliamente
documentado y se conoce como el efecto del segundo aliento y es que a una misma intensidad
de repente disminuye nuestra percepción de esfuerzo e incluso disminuye la hiperventilación,
la cantidad de respiraciones que hacemos por minuto. Esto se puede explicar de muchas formas,
hay quienes lo tratan de explicar desde el punto de vista fisiológico, por ejemplo haciendo
referencias a que en ese punto pues empezamos a meter hidratos de carbono o que de repente
aumenta la captación de oxígeno por el músculo, pero en realidad no tenemos ninguna hipótesis
fiable de que esto ocurra por cambios lógicos porque no ocurre siempre y más bien se piensa
que es un mecanismo espontáneo. Típicamente la percepción de esfuerzo se ha medido con
escalas, la escala de Bohr va desde el número 6 al número 20 y trata de relacionar la percepción
de esfuerzo con la frecuencia cardiaca, aunque también tenemos una escala de Bohr modificada
que va desde el 1 a 10. Las escalas típicas que utilizamos son las escalas ordinales que
miden la percepción de esfuerzo dándole una puntuación a la dureza que sentimos
en el momento, sin embargo también podríamos utilizar escalas ordinales donde simplemente
diríamos si nuestra percepción de esfuerzo es más alta que nunca o mayor o menor que
la percepción de esfuerzo anterior y las cuales como veremos en el estudio pueden ser
totalmente validas. Es curioso que todos los indicadores de carga interna fluctúan
a lo largo del tiempo incluso aunque mantengamos la carga externa constante, a un ritmo estable
la frecuencia cardiaca siempre va variando, incluso aunque fuésemos a 100W en un momento
podemos ir a 90 pulsaciones, al poco vamos a 93 y luego a 88 pero siempre va variando,
en reposo igual, si os ponéis el pulsómetro en reposo veréis que vuestra frecuencia
cardiaca nunca está estable y es que si medí el pulso en reposo vais a ver que hay tanto
diferencias en el número de latidos que ocurren en un minuto, lo que mediría la frecuencia
cardiaca, como diferencias entre las diferencias de tiempo que se dan entre diferentes latidos,
lo cual es la variabilidad de la frecuencia cardiaca. Pero es que si tuviésemos la oportunidad
de medir o de analizar los gases que consume y que expulsa un deportista veríamos que
el consumo de oxígeno también a carga baja o en reposo tampoco es estable sino que va
variando dentro de ciertos límites, seguramente tampoco sea estable la producción de oxígeno
y la eliminación de las datos o las datos que medimos en sangre, lo que ocurre es que
aquí como decía antes lo que importa es la escala con la que la medimos, porque esta
frecuencia o esta regla la que determina el resultado final, por poner un ejemplo ¿Cuánto
mide la costa cantábrica?