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El salario mínimo es el importe mínimo por el que se puede, por el que se está
autorizado a trabajar asalariadamente dentro de un país. Cuando un gobierno
eleva este mínimo, este importe mínimo, tres efectos pueden desencadenarse.
El primero es que el empresario, al que se le encarece el coste de mantener
contratados a algunos de sus trabajadores, trate de compensar esa
a su vida de coste mediante otras vías. Por ejemplo, empujando a sus trabajadores
afectados, a que trabajen de manera más intensa, a que trabajen durante más horas
y no se remuneren ilegalmente, claro, esas horas, o mediante la retirada de
algunos complementos no salariales que esos trabajadores venían percibiendo.
Es decir, un primer efecto, una primera posible consecuencia, es que para el
trabajador nada cambie demasiado, cobra más por el lado salarial pero o tiene
que trabajar más tiempo o más duramente o cobra menos por vías no salariales.
Ahora bien, imaginemos que el empresario no puede compensar o al menos no puede
compensar plenamente el efecto de una subida del salario mínimo. En tal caso,
otra consecuencia, otro posible efecto, es que el empresario decida
prescindir de ese trabajador. Es decir, que lo despida porque ya no le sale a
cuenta tenerlo contratado, ese trabajador, imaginemos que contribuye a
generar dentro de la empresa unos ingresos adicionales al mes de 800 euros, si
suben el salario mínimo a 900, ya no es rentable mantener contratado a ese
trabajador. O, aunque no se le despida totalmente, porque a lo mejor no es
posible prescindir por entero de ese empleo, de esa ocupación, si puede
reducirle la jornada laboral de manera que sólo esté contratado las horas
mínimas imprescindibles para desempeñar una función básica dentro de la
dentro de la empresa. Y, desde luego, también cabe la posibilidad de que,
aunque ese trabajador siga siendo rentable, imaginemos que genera dentro de
la empresa 1.000 euros, unos ingresos adicionales de 1.000 euros y el salario
mínimo sube a 1.150 por ciento. Todavía el empresario sale ganando, manteniendo
ese trabajador, si es posible sustituir a ese trabajador por otras
fórmulas, por otros mecanismos que le resulten ahora más rentable al
empresario, pues puede proceder también a despedir a ese trabajador para aplicar
otra de estas otras fórmulas. Por ejemplo, mecanizar el puesto de trabajo o, por
ejemplo, sustituir al trabajador no cualificado por un trabajador más
cualificado que, aunque le cuesta más salarialmente, también le puede reportar
una ganancia que ahora es relativamente más importante que antes de que subira el
salario mínimo. Pero imaginemos que el empresario no puede sustituir, no puede
reemplazar, no puede prescindir de su trabajador y tampoco puede compensar
contra él la subida salarial. En este caso, la tercera, el tercer posible
efecto, es que la subida salarial se consolide, es decir, que el empresario
suba el sueldo al trabajador y ese trabajador reciba a partir de ese
momento un sueldo permanentemente más elevado. Este sería el caso de, por
ejemplo, aquellos marcados laborales monopsónicos o cercanos al monopsónico,
es decir, donde una empresa maneja, controla el mercado de trabajo y decide
bajar el sueldo para remunerar a sus trabajadores por debajo de su
productividad marginal. En ese caso, si se obliga, si se obliga a esa empresa a
pagar un sueldo más elevado, el trabajador puede salir netamente ganando.
Por tanto, hay tres grandes posibilidades que se desencadenan o que
pueden desencadenarse después de una subida del salario mínimo legal. La
primera es que nada cambie para el trabajador. Sí, me suben el salario
mínimo pero me congelan las subidas salariales futuras, me obligan a
trabajar más horas, me obligan a trabajar más intensamente, me quitan otros
complementos no salariales que venía percibiendo, etcétera. Es decir, me
mantengo indiferente como trabajador. La segunda posibilidad es que el
trabajador sale perdiendo. Supuestamente me suben el salario mínimo pero soy
despedido, por tanto no cobro ya nada en esa empresa. Y la tercera posibilidad es
que el trabajador salga ganando, sube el salario mínimo y pues permanece con el
puesto de trabajo y por tanto cobro más a final de mes. Por eso, dado que estos
tres efectos van a estar siempre presentes en cualquier mercado laboral, es muy
sencillo que cualquiera de nosotros se encuentre ejemplos anecdóticos de
alguno de estos tres casos. Todos podemos conocer trabajadores que han perdido
su puesto de trabajo al poco tiempo de aumentar el salario mínimo, otros
trabajadores que han visto aumentada su remuneración o también trabajadores
que se les ha compensado, se les ha cancelado la subida salarial por otros
mecanismos. La cuestión es que, como digo, los tres efectos se pueden dar y se
tenderán a dar dentro de cualquier economía y negar que alguno de los
tres vaya a estar o pueda estar presente, es una actitud bastante
irresponsable y bastante poco rigurosa de cara a estudiar cuáles son los
efectos del salario mínimo. Evidentemente, por tanto, el salario mínimo
puede destruir empleo, puede destruir puestos de trabajo, no es el único
efecto, pero puede y va a tener desde luego ese efecto. Ahora bien, cuando hablamos
de destrucción de empleos como consecuencia de un aumento del salario
mínimo, desde luego, a lo que no nos estamos refiriendo, es a que haya una
brutal destrucción de puestos de trabajo. Normalmente, los trabajadores afectados
por una subida del salario mínimo son muy poquitos, especialmente en países como
España, donde hay una altísima penetración de la negociación colectiva,
prácticamente en cualquier sector el salario mínimo de ese sector lo marca
el convenio colectivo y lo marca a un nivel más alto que el del salario
mínimo nacional. Por tanto, el salario mínimo, el nacional, el legal para el
conjunto del mercado laboral, aplica a un porcentaje residual de los
trabajadores y es sobre ese porcentaje residual sobre el que puede haber una
cierta destrucción de empleo. Por tanto, basarnos en las cifras de empleo total
de una economía para avalar o para desmentir los efectos del salario mínimo,
desde luego, no tiene ningún sentido. Hay que hacer un seguimiento de los
trabajadores afectados para ver y sobre todo comparando su evolución con otros
trabajadores similares, más afectados por el salario mínimo, para ver cuáles
son las repercusiones de esta política. Y esto es justamente lo que acaba de
hacer el Banco de España. En el año 2017, en España, a través de un pacto, debido a
un pacto entre el Partido Popular y el Partido Socialista, el salario mínimo subió
un 8% en términos nominales, en torno a un 6% una vez descontamos la
incertidumbre. ¿Cuáles fueron las repercusiones de esta subida del salario
mínimo sobre el empleo? Bueno, pues el Banco de España ha hecho un
seguimiento de los trabajadores afectados, los ha comparado con otros
trabajadores similares, pero no afectados, y las conclusiones son las que cabía
esperar. Primero, el porcentaje de trabajadores afectados es muy reducido,
es decir, el número de trabajadores beneficiados o perjudicados por la
subida del salario mínimo es muy escasa. Estamos hablando del 2,4% del conjunto
de trabajadores. Por consiguiente, como digo, los efectos buenos o malos no pueden
ser muy generalizados en el conjunto de la economía. Y en concreto, lo que ha
localizado el Banco de España es que algo más del 3% de esos trabajadores
afectados, es decir, el 3% de ese 2,4% perdieron su empleo como consecuencia
de la subida del salario mínimo. Unos doce mil trabajadores fueron despedidos
como consecuencia de esta elevación del salario mínimo. La cifra podrá
parecer escasa, pero no deberíamos menospreciarla debido a tres causas
fundamentales. La primera es que el Banco de España no está midiendo ni la
reducción de horas trabajadas, simplemente está midiendo si una persona
tenía algún empleo y ha dejado de tenerlo en relación con otras en similar
posición, y ni tampoco está midiendo la dificultad para encontrar empleo.
Subir el salario mínimo también puede afectar a la probabilidad de que un
parado encuentre empleo. No está midiendo ni un factor ni el otro, solo la
destrucción real de empleo. Por tanto, la reducción total del empleo
probablemente sea mayor que estos doce mil puestos de trabajo. En segundo lugar,
tampoco deberíamos despreciarla porque existe una importante dispersión en el
número de trabajadores afectados. Aunque hemos dicho que solo afecta al 3,2%
que solo son despedidos el 3,2% de los trabajadores afectados y estos ya eran
muy poquitos, si los fragmentamos por grupos nos podemos encontrar con que hay
grupos muy afectados. Los trabajadores de más de 45 años, por ejemplo, solo el 1%
de ellos se vio afectado por el salario mínimo porque en general los mayores de
45 años que están trabajando cobran más que el salario mínimo. Ahora bien, de
esos trabajadores de más de 45 años afectados, supuestamente beneficiados por
la subida salarial, el 10% más del 10% perdieron su empleo. Por tanto, estamos
hablando de un grupo de personas de muy difícil colocación porque más de 45
años cobrando el salario mínimo no es que sea fácil encontrar empleo y al 10%
de todos ellos se descastiga mandándoles al paro. Y en tercer lugar, tampoco deberíamos
alegrarnos mucho o menos valorar la importancia de estos doce mil empleos
porque fijémonos que para subir un poquito el salario mínimo a una masa de
trabajadores al 2,4% de trabajadores, doce mil personas perdieron su empleo.
De acuerdo con el Banco de España, las gallinas que salieron por las que
entraron, en esencia, el conjunto de salarios, la masa salarial del país como
resultado de la subida del salario mínimo no se vio afectada. Es decir, lo que
ingresaron además los trabajadores a los que se les subió el sueldo por la
subida del salario mínimo y que no perdieron su empleo, se canceló totalmente
con la destrucción salarial, con la pérdida de salario de aquellos
trabajadores que sí perdieron su empleo. Fijémonos portando que estamos ante una
política redistributiva de pobres a pobres. Hay unos trabajadores que cobran
un poquito más a cambio de que otros trabajadores que también son pobres no
cobren nada, un desastre de política redistributiva. Pues bien, esto es lo que
ya sabemos que pasó en el año 2017, pero ¿qué va a pasar en el año 2019 si
replicamos este mismo análisis? Bueno, aquí, evidentemente, el Banco de España es
mucho más prudente porque se trata de extrapolar un resultado histórico no
de levantar acá de lo que ha sucedido, sino de lo que podría suceder, pero aún
así, las cifras y la potencialidad del daño es suficientemente relevante como para
resaltarlo. Como bien sabemos, el salario mínimo en 2019 se ha incrementado un 22
por 100, el Banco de España alerta de las consecuencias potencialmente muy
dañinas sobre el empleo de este movimiento. ¿Y por qué son consecuencias
dañinas? Bueno, el nuevo salario mínimo que ya ha
entrado en vigor en 2019 va a afectar a más del 6% de todos los trabajadores, es
decir, no al 2,4% sino al 6%. Pero es que además no va a destruir sólo el
3% de los puestos de trabajo, de los empleos afectados, sino que va a
destruir más del 12% de los trabajadores afectados, según, insisto, el Banco de
España. En consecuencia, la subida salarial de 2019, de acuerdo con este
análisis del Banco, va a destruir 125.000 empleos a lo largo de este 2019.
No estamos hablando, repito, ni de reducción de horas de trabajo, no lo
mide el Banco de España, ni tampoco de empleos que se dejan de crear como
consecuencia de la subida del salario mínimo, sino de gente que tiene su
empleo y que deja de tenerlo como resultado de la subida de este salario
mínimo legal. De hecho, y aquí el Banco de España vuelve a hacer el mismo
análisis, todo lo que van a aumentar los salarios de aquellos trabajadores
afectados por la subida y que mantienen su empleo se va a perder por el lado de
los trabajadores que tenían salario y que ahora lo van a ver desaparecer como
consecuencia de este incremento del salario mínimo legal. La masa salarial no
va a aumentar, va a ser una política redistributiva desde trabajadores
pobres a otros trabajadores pobres y de hecho, de acuerdo con el Banco de
España, la desigualdad en el año 2019 va a aumentar dos décimas como
consecuencia de esta subida del salario mínimo. Es verdad, insisto, que estamos
ante un mero ejercicio especulativo en función,
trapladando lo que ha sucedido a lo que puede suceder, pero aún así son cifras
suficientemente considerables para tenerlas en cuenta y para preocuparnos.
La forma a largo plazo de subir los salarios de un país no es elevando el
salario mínimo legal, que impide que aquellas personas con una productividad
más baja, con una menor capacidad para generar riqueza dentro de una empresa,
sean empleadas. Es verdad que hay trabajadores que pueden salir ganando con
la subida del salario mínimo, pero ciertamente va a haber otros que salgan
perdiendo y repito, la solución para que todos salgan ganando no es subir el
salario mínimo. La solución pasa por fomentar el ahorro, para fomentar la
inversión, para fomentar la acumulación de capital y a través de la
acumulación de capital la productividad de los trabajadores. Esa mayor
productividad en el marco de una economía de libre mercado es lo que
permite que los salarios vayan subiendo año a año, pero antes que eso hace
falta evidentemente acabar con el desempleo dentro de España para que los
empresarios tengan un mínimo incentivo en incrementar la productividad para
aumentar su producción dentro de sus empresas. De momento sigue saliendo
más barato contratar al nuevo trabajador antes que aumentar la
productividad de uno de los trabajadores ya contratados y ese drama no se va a
desaparecer, no se va a sumar hasta que el desempleo desaparezca y para que el
desempleo desaparezca de nuevo necesitamos un mercado laboral libre y
una economía también liberalizada en todos sus otros aspectos. Por tanto más
ahorro y más libertad es lo que a largo plazo hará subir los salarios, desde
luego subir los salarios mínimos afecta a muy pocos trabajadores y a una parte
nada desdeñable de esos trabajadores supuestamente beneficiados los afecta para
condenarlos al desempleo.