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¿Puede la teoría económica marxista calificar como explotación el tipo de relaciones laborales
que se dan dentro de las Big 4?
Aunque pueda parecer que sí, en realidad no puede.
Veámoslo.
En el vídeo de ayer traté de explicar por qué el modelo de relaciones laborales de
las Big 4 es un modelo que resulta perfectamente defendible desde un punto de vista liberal,
lo cual no significa, por cierto, que aún no le tenga por qué gustar ese modelo o tenga
por qué querer trabajar bajo ese modelo de relaciones laborales.
Simplemente significa que hay razones para respetarlo, para que si otras personas quieren
trabajar bajo esa modalidad no se lo prohibamos, no iniciemos la violencia a través del Estado
contra ellas para bloquear un acuerdo legítimo entre partes.
En el vídeo de hoy, en cambio, quiero ahondar sobre un asunto que toqué ayer de refilón,
pero que también tiene su relevancia, sobre todo desde el punto de vista de la teoría
económica e incluso de la historia del pensamiento económico.
Y me refiero a cómo encaja el modelo de relaciones laborales de las Big 4 con la visión que
tiene el marxismo y que tenía Marx sobre la explotación del trabajador.
Marx pensaba que el capitalismo es un modo de producción basado sobre la explotación
estructural del trabajador porque el trabajador carece de medios de producción y al carecer
de medios de producción, la única vía que tiene ese trabajador para cooperar socialmente,
para trabajar socialmente dentro de un mercado capitalista, es vendiéndole a otra persona,
aquella que tiene los medios de producción, el capitalista, vendiéndole a otra persona
su fuerza de trabajo, es decir, que el trabajador vende como mercancía su capacidad laboral
y el capitalista compra como mercancía esa capacidad laboral.
Y en esa transacción mercantil sobre la fuerza de trabajo, el capitalista es capaz de pagar
un precio por esa fuerza de trabajo, el precio de la fuerza de trabajo es el salario, que
es inferior al valor que genera el trabajador durante toda la jornada laboral, o traducido
en términos de horas de trabajo, el trabajador trabaja 10 horas y, en cambio, el capitalista
únicamente le remunera el equivalente a 4, 5 o 6 horas de trabajo.
La diferencia, por tanto, entre el valor que le distribuye el capitalista al trabajador
a través de los salarios y el valor añadido que realmente engendra dentro del proceso de
producción ese trabajador, esa diferencia, esas horas de trabajo no remuneradas por el
capitalista al trabajador, es lo que Marx llama plusvalía y lo que constituye la cuantificación
de la explotación de ese capitalista sobre el trabajador.
Por tanto, y en definitiva, para Marx lo que habilitaba a una persona, al capitalista,
o más bien a una clase social, al capital, a explotar a otra persona, el trabajador
asalariado, o más bien a otra clase social, el trabajo asalariado, lo que habilitaba estructuralmente
la explotación, es que el capital posee el monopolio de los medios de producción y
el trabajador carece de medios de producción, de modo que el trabajador está estructuralmente
forzado, empujado a vender su fuerza de trabajo en el mercado, en lugar de producir por sí
mismo para el mercado a debender su capacidad laboral, de la que se apropia el capital,
y al vender esa fuerza de trabajo el capitalista puede pagarle un salario que es inferior
al valor generado durante toda la jornada laboral.
Bien, esta visión de Marx sobre la relación económica que existe entre el trabajo y el
capital es una visión problemática por muchas razones, pero me quiero centrar ahora mismo
en un punto que es relevante para la reflexión que quiero hacer a continuación, y es que
uno de los problemas más claros es cómo sabes que el valor que genera el trabajador
durante la jornada laboral es inferior al valor que se le distribuye al trabajador
en forma de salarios.
Imaginemos que los trabajadores dentro de una empresa se terminan apropiando a través
de los salarios del 60% del valor añadido que ha generado esa empresa.
El valor añadido no es otra cosa que la diferencia entre el precio de los inputs, el precio de
los bienes intermedios que compra una empresa a otras empresas y el precio de los outputs,
es decir, el precio de la producción final de esa empresa en el mercado.
Pues bien, imaginemos que los trabajadores de esa empresa se apropian, como digo, del
60% del valor añadido que ha generado esa empresa.
¿Cómo sabemos cómo podemos afirmar categóricamente, taxativamente, que esos trabajadores están
siendo explotados en el sentido de que no se les está distribuyendo todo el valor
añadido que han generado?
Si esos trabajadores solo han generado el 60% de todo el valor añadido y se les distribuye
el 60%, ahí no hay explotación de ningún tipo.
Por tanto, para que Marx pueda decir que hay explotación, tiene que proporcionarnos
un criterio que nos permita concluir que distribuir el 60% del valor añadido, o el 50% o el 40%,
era igual. Cualquier porcentaje, inferior al 100% del valor añadido de una empresa
a los trabajadores, que distribuir menos del 100% del valor añadido de una empresa
a los trabajadores, constituye explotación.
Y ese criterio nos lo proporciona Marx.
Ese criterio se llama teoría del valor trabajo.
Marx parte de la base de que todo el valor añadido lo generan los trabajadores.
Por tanto, si los trabajadores reciben menos del 100% del valor añadido que se produce
dentro de una empresa, entonces es que hay un tercer elemento ahí dentro, llamémosle
capitalista sin funciones directivas, porque si el capitalista ejecuta funciones de dirección
interna, Marx también considera que ha de recibir parte del valor añadido, pero supongamos
que hay un capitalista que no dirige la empresa internamente y que se apropia de una parte
del valor añadido de esa compañía, del valor añadido generado dentro de esa compañía.
Pues bien, si el valor solo lo genera el trabajador y el capitalista no directivo no genera ningún
valor y hay un capitalista no directivo que se queda con el 20% del valor añadido de esa
empresa y a los trabajadores solo les llega el 80%, eso para Marx necesariamente significa
que el capitalista está explotando a los trabajadores porque sin haber generado él
ningún valor, se está apropiando de parte del valor que solo han generado los trabajadores.
De nuevo, la teoría del valor trabajo tiene muchísimos problemas, en mi libro anti-Marx
dedico más de 300 páginas a criticar la teoría del valor trabajo o ya defender la teoría
del valor subjetivo, pero son problemas en los que de nuevo no me quiero centrar en este
vídeo, porque para el argumento que quiero efectuar a continuación no son relevantes.
Como digo, la teoría del valor trabajo nos proporciona un criterio aparentemente sencillo
para concluir que los trabajadores están siendo explotados por los capitalistas.
Si los capitalistas no trabajan, si los capitalistas no generan valor añadido porque no trabajan,
entonces el hecho de que los capitalistas se apropian de cualquier parte de cualquier
porción del valor añadido de una empresa por necesidad será explotación.
Si todo el valor añadido no va a parar a los trabajadores, incluyendo dentro de esta
categoría a los capitalistas que trabajan como directivos, si el 100% del valor añadido
no va a parar a los trabajadores es explotación porque todo el valor añadido surge del trabajo.
Pero la teoría del valor trabajo no nos proporciona un criterio para determinar cuando
puede haber explotación de un trabajador sobre otro trabajador.
Imaginemos una empresa cooperativa donde no hay socios capitalistas.
Supongamos que en esa empresa cooperativa trabajan 100 trabajadores y que todos los
trabajadores trabajan la misma cantidad de horas.
Y sin embargo, hay 10 trabajadores de esos 100 trabajadores que cuando se venden sus
mercancías en el mercado se apropian del 90% del valor añadido que se ha generado dentro
de esa cooperativa.
Y en cambio, hay 90 trabajadores que apenas se apropian del 10% del valor añadido generado
dentro de esa cooperativa.
¿Hay explotación o no hay explotación?
Pues depende.
Si los 10 trabajadores han generado el 90% del valor añadido dentro de esa cooperativa
no habrá explotación si se apropian vía distribución de ingresos netos de la cooperativa
del 90% del valor añadido generado dentro de la cooperativa.
Pero si han generado el 30% y se apropian del 90%, entonces sí habrá explotación.
Pero como sabemos si esos 10 trabajadores han generado el 90, el 80, el 70, el 50,
el 20 o el 10% del valor añadido dentro de esa cooperativa, la teoría del valor trabajo
no nos proporciona ningún criterio al respecto.
Y es que el hecho de que todos los trabajadores dentro de la cooperativa hayan trabajado
el mismo número de horas no equivale ni siquiera para la propia teoría del valor
trabajo a que todos hayan generado el mismo valor añadido.
La propia teoría del valor trabajo reconoce que pueda haber horas de trabajo de un trabajador
que generen más valor que las horas de trabajo de otro trabajador.
Existe lo que Marx llama trabajo potenciado.
Una hora de trabajo concreto de un trabajador sin mucha cualificación puede equivaler
a una hora de trabajo social, pero una hora de trabajo de un trabajador muy cualificado
podría equivaler, no es incompatible con la teoría del valor trabajo, a 10 o 15 horas
de trabajo social.
Por tanto, a priori es perfectamente factible que 10 trabajadores dentro de la cooperativa
hayan generado el 90% del valor añadido dentro de esa cooperativa.
¿Cómo sabemos si lo han hecho o no?
¿Y cómo sabemos si hay explotación o no?
Pues la teoría del valor trabajo no tiene respuesta.
O mejor dicho, algunas de las respuestas que nos proporciona la teoría del valor trabajo
son respuestas muy deficientes.
Por ejemplo, la teoría del valor trabajo intenta estimar cuál es el valor que genera
por hora trabajada un trabajador cualificado en función de cuánto le ha costado en términos
de horas de trabajo adquirir la formación que con carácter diferencial le permite ejercer
ese trabajo potenciado.
Si un estudiante ha tenido que estudiar 5.000 horas para convertirse en un trabajador cualificado,
se presupone que en cada hora de trabajo de ese trabajador cualificado se imputa una
parte del coste de la formación de esas 5.000 horas que ha tenido que socialmente trabajar
en el pasado para adquirir su conocimiento.
Pero de nuevo, este argumento es enormemente problemático, porque además no tienen cuenta
que pueda haber formaciones, que pueda haber cualificaciones que tengan un carácter no
reproducible, es decir, que no todas las personas puedan adquirir con igual grado de pericia
por muchas horas que se le dediquen.
Y la propia teoría del valor trabajo reconoce que no es aplicable para aquellos bienes que
tengan un carácter no reproducible en el mercado, por tanto si hay formaciones, si
hay cualificaciones que tienen un carácter no reproducible, la teoría del valor trabajo
en sí misma reconoce que no es capaz de explicar el valor de esas formaciones, y por tanto
tampoco es capaz de explicar el valor añadido generado por los trabajadores con una cualificación
no reproducible a través del mercado.
Con lo cual la teoría de la explotación y la teoría del valor trabajo de Marx no nos
permiten conocer si dentro de una empresa donde no hay capital o donde el capital no
recibe ninguna porción del valor añadido generado dentro de la empresa, no nos permite
conocer si dentro de esa empresa, dentro de esa cooperativa, dentro de ese equipo de trabajo
existe explotación desde unos trabajadores a otros trabajadores, el único tipo de explotación
en el que puede pensar Marx y el único que puede caracterizar, y de una manera bastante
precaria, a través de su teoría económica, es la explotación del capital sobre el trabajo
pero no del trabajo sobre el trabajo, del trabajador cualificado sobre el no cualificado
o del no cualificado sobre el cualificado, o también del cualificado sobre el cualificado
o del no cualificado sobre el no cualificado.
Y por todo ello la teoría marxista no es adecuada para comprender, para caracterizar
las relaciones laborales que se dan dentro de una Big Four.
Como ya explicamos en el vídeo de ayer, dentro de una Big Four el conflicto distributivo
básico no se da tanto entre trabajo y capital, que no es que no exista capital, pero el capital
solo lo pueden adquirir los trabajadores, socios, que van ascendiendo en lo más alto
de la jerarquía.
Y solo pueden adquirir el capital dentro de las Big Four, esos socios, porque son esos
socios los que le proporcionan el grueso del negocio a la Big Four.
Y cómo se lo proporcionan, por sus contactos, por sus redes comerciales, por la capacidad
de retener a las empresas clientes que le dan negocio a una Big Four.
Si los trabajadores de más bajo rango dentro de la jerarquía de una Big Four se pliegan
a la Big Four, no es porque esos trabajadores carezcan o no puedan conseguir el capital
que necesitan para montar una consultora o una auditora o una asesoría legal y fiscal.
No es por eso, es porque, dejando de lado que puedan carecer o no, de los conocimientos
suficientes como para proporcionar servicios de consultoría, de auditoría, de asesoría,
de igual calidad que una Big Four, que puede ser o puede no ser, de lo que carecen, sobre
todo, es de las redes de contactos de la cartera de clientes para nutrir su compañía.
Y esa cartera de clientes la posee no ya la Big Four, sino los socios de la Big Four.
Por tanto, el argumento que confiere capacidad de explotación en términos marxistas dentro
de una Big Four no es el capital.
Lo que confiere capacidad para ejercer poder dentro de la organización de una Big Four
es la posición dentro de la jerarquía de esa Big Four.
Y la posición dentro de la jerarquía te la dan tus contactos personales con otras empresas
para fidelizarlas a la cartera de clientes de esa Big Four.
No te la da la aportación de capital que hayas hecho.
Hay socios que ni siquiera efectúan aportación de capital y los socios que efectúan aportación
de capital es más como un peaje, como un precio que tienes que pagar al resto de la
organización por llegar a lo más alto de la jerarquía y, por tanto, para tener la mayor
capacidad de absorción del valor añadido que se genera dentro de esa empresa.
Pero esa capacidad de absorción del valor añadido, repito, no la da la aportación
de capital.
El capital no es lo escaso dentro de la empresa.
La capacidad de absorción de valor añadido te la dan tus contactos, tus redes comerciales
de carácter personal.
Por tanto, uno podría llegar a pensar que los altos mandos dentro de una Big Four,
los senior managers, los socios que no hacen aportaciones de capital a la empresa y los
socios que sí efectúan aportaciones de capital a la empresa, que ese grupo de alta jerarquía
está explotando a los nuevos trabajadores que llegan a la Big Four, a los junios.
Uno podría querer caracterizar las relaciones laborales dentro de la Big Four de esa manera.
Pero tengamos muy presente que esa forma de caracterizar las relaciones laborales dentro
de una Big Four no es una forma que tenga encaje dentro de la teoría marxista.
Tanto porque en este caso quienes están explotando a los nuevos trabajadores, a los junios, son
otros trabajadores, senior managers o socios, cuanto sobre todo porque la capacidad para
explotarlos no viene del capital, la capacidad para explotarlos viene de sus redes de contacto
personal con otras empresas que proporcionan el negocio al contratarla como auditora o
consultora a una Big Four.
Y todo esto es relevante más allá del debate de si las relaciones laborales dentro de una
Big Four son funcionales o no lo son, son compatibles con el liberalismo o no lo son,
pero si hay explotación de los junios por parte de los altos mandos de una Big Four
o no la hay, todo esto es relevante porque pone de manifiesto que la teoría económica
marxista es deficiente e incompleta.
No solo eso, también pone de manifiesto como han terminado reconociendo otros marxistas
o pseudomarxistas porque son marxistas analíticos y no todos los marxistas lo reconocen como
auténticos marxistas.
Por ejemplo, Eric Colin Wright, como han reconocido estos autores, pueden existir otros argumentos
que posibiliten la explotación dentro de una economía.
En este caso, por ejemplo, Wright reconoce, en un argumento similar al que acabamos de
efectuar, que la posición jerárquica, los bienes jerarquía dentro de una empresa pueden
habilitar a la explotación de unos trabajadores sobre otros trabajadores, de tal manera que
el único conflicto potencial que existe en una economía no tiene por qué ser el conflicto
capital trabajo, dentro de una cooperativa de trabajadores puede existir el mismo conflicto
que en una empresa capitalista y puede existir la misma explotación, desde la visión marxista
que en una empresa capitalista.
Y esto de nuevo es relevante porque si la jerarquía es fruto de explotaciones, en una economía
socialista, donde todavía no hayamos llegado al fin del estado y a la abundancia infinita
de recursos, en una economía socialista de planificación centralizada, por definición
tenemos una jerarquía, hay unos que planifican y hay otros que son planificados.
Y dentro de esa jerarquía de planificación, como acreditan todas las experiencias del socialismo
real a lo largo del siglo XX, por supuesto que puede existir explotación.
No es una desviación o una degeneración de cómo debería haber funcionado el socialismo
según el marxismo.
Una vez flexibilizamos el pensamiento marxista, una vez lo volvemos más realista, incluyendo
otros argumentos, incluyendo otras causas de explotación, más allá del monopolio
de los medios de producción, entonces una vez reconocemos que por ejemplo la posición
jerárquica, incluso en ausencia de control monopolístico de los medios de producción,
te confiere capacidad para explotar a otro, una vez reconocemos esto, la explotación
estructural dentro del socialismo no solo es perfectamente factible, sino que parece
más bien una consecuencia inexorable de esa planificación centralizada de carácter socialista.
En definitiva, aunque muchos marxistas puedan estar tentados a utilizar el caso de las Big
4 para ilustrar la explotación dentro del capitalismo, en realidad aquellos marxistas
que apelan a las Big 4 y aún probablemente, sin saberlo, se están pegando en realidad
un tiro teórico en el pie.