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L'Entrevista

Espai de reflexió, actualitat, difusió, prevenció i sensibilització consistent en una entrevista diària de temàtica diversa. Espai de reflexió, actualitat, difusió, prevenció i sensibilització consistent en una entrevista diària de temàtica diversa.

Transcribed podcasts: 92
Time transcribed: 1d 0h 46m 14s

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L'entrevista. Ara parlem de salut amb la col·laboració del Departament de Salut de l'Ajuntament de Cornellà, el Centre d'Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva, el Centre d'Higiene Mental de Cornellà, el Servei de Prevenció de Drogodependències i els Centres d'Atenció Primària de Cornellà.
Molt bona tarda i benvinguts a un nou espai de salut. Avui ens acompanyen les professionals del Centre d'Higiene Mental de Cornellà, les psicòlogues Marian Mesa i Janina Pepe. Bona tarda a les dues. Bona tarda. Bona tarda, buenas tardes. Hoy venís a hablar-nos del perfeccionismo. Ser perfeccionista puede parecer a simple vista una virtud, ¿verdad?
Bona nit.
Esto es más o menos así lo que nos vienen a exponer en el tema de hoy, ¿verdad? En parte sí, Mireia. Sin embargo, detrás de ese brillo aparente que se esconde hay un peso invisible. El dolor constante de nunca sentirse suficiente.
El sujeto moderno o el sujeto de hoy está atravesado por una consigna de ser la mejor versión de uno mismo. Esto es algo que estamos escuchando mucho últimamente, ser más productivo, ser más atractivo, ser más exitoso. Entonces, esta exigencia se interioriza como una voz...
No que castiga por no obedecer, sino por no rendir lo suficiente. Entonces, claro, el perfeccionismo es algo que afecta profundamente, sobre todo en esta época de tanta hiperexposición y de comparación constante. Entonces, en vez de liberar el mandato de perfección, produce culpa, ansiedad, agotamiento.
¿Cómo entendemos la perfección? Porque alcanzarla es algo que nos cuesta o que nos limita. De hecho, podemos decir a veces que el perfeccionismo nos hace quedarnos como congelados. Es decir, no actuamos porque queremos ser tan perfectos, hacerlo todo tan bien, que ante la duda de si podremos ser capaces de hacerlo todo bien,
Nos paralizamos. Nos paralizamos, exacto. Tal cual. Y por eso, tal y como lo decías y lo explicabas, tenemos que incluir algunos términos un poquito teóricos, pero van a ser bastante claros, porque no lo entendemos como una meta real alcanzable, sino es una manifestación de nuestro deseo.
de esa falta estructural que habita en todo sujeto. Antes mencionábamos ser más productivos, ser más atractivos. Es como que ese nunca ser suficiente, el psiquismo lo considera como una falta ante esa manifestación de ese deseo de ser más. Entonces, desde esta perspectiva de incompletud constitutiva del sujeto,
Nunca somos del todo, nunca poseemos todo lo que queremos tener o ser. Entonces, esta falta, Freud, un teórico del psicoanálisis, la describió como un ideal del yo.
y sería la imagen de la perfección que anhelamos. Y luego está el ideal del yo, que sería la instancia que nos juzga según esta imagen. Es lo que impulsa el movimiento psíquico. Vamos a poner un ejemplo. El yo ideal representa la fantasía de ser perfecto, de amar o ser amado sin condición, exitoso o pleno. En cambio, el ideal del yo...
Exige a ese sujeto alcanzar esa perfección, imponiendo la culpa, la vergüenza, la ansiedad cuando no es logrado. El deseo de perfección puede convertirse también en una fuente de goce y de malestar. Es decir, nos mueve a mejorar, pero también, como bien decías antes, nos paralizamos o nos castigamos cuando se vuelve una exigencia que resulta ser imposible.
Entonces, desde la teoría del psicoanálisis, profundiza un poco esta idea afirmando que el sujeto siempre está dividido. Es decir, que toda pretensión de completud no deja de ser una fantasía imaginaria. Algo a lo que queremos alcanzar, pero...
No deja de ser eso, una fantasía. Entonces esta perfección no existe en lo real, sino que es una ilusión que vela esa falta que tenemos ante un deseo que queremos conseguir. Entonces podríamos decir que somos muchos los que tenemos esa sensación de ser falsamente perfeccionistas o ese ideal, esa busca del yo perfecto.
¿Qué efectos tiene ese perfeccionismo en nuestra vida cotidiana? Cuando esta perfección se vuelve un mandato, la persona queda atrapada en una especie de carrera, pero sin línea de llegada. Es decir, algunas personas viven con la sensación, como decíamos antes, como comentaba Janina,
de que siempre falta algo, un detalle más, un esfuerzo más, una mejora más, y ese un poco más al final nunca alcanza. Esto al final se traduce con la postergación, como tú comentabas Mireia, porque al final
Si no está perfecto, pues ya ni se hace. O también se puede traducir en angustia, porque ningún resultado al final se siente que es suficiente. O en hacer muchísimas cosas al mismo tiempo y que al final acabe con sobrecarga, porque la persona se exige cada vez más para sostener esa imagen ideal.
Y sí, además el perfeccionismo suele encubrir también algo. Por ejemplo, el miedo a fallar, a decepcionar, a no ser suficiente para otra persona. Entonces, detrás de lo que socialmente se llega a ver como productividad o con mucho compromiso, muchas veces hay una persona agotada tratando de evitar el juicio o la mirada crítica.
La vergüenza es un funcionamiento que lejos de generar tranquilidad mantiene a la persona en tensión permanente. ¿Por qué diciembre es el tema que habéis escogido tratar el tema del perfeccionismo? ¿Por qué diciembre en particular reactiva tanto estas exigencias?
Diciembre es un mes que moviliza mucho por las fiestas, por el cierre de año. Entonces es un mes que viene a ponernos en un balance y a preguntarnos qué hice este año, qué esperan de mí para el nuevo año.
Así como en alguna ocasión en este espacio de la entrevista en enero hablábamos de esos propósitos y enero parece que es una mirada hacia el futuro, en diciembre hacemos como una mirada hacia el pasado, hacia lo que sucedió ese año. Entonces, esa evaluación interna se articula con ideales sociales, el éxito, el rendimiento...
Y todo esto se intensifica con estos rituales de cierre. Entonces el ideal se activa con más fuerza comparando lo que somos con lo que deberíamos haber sido. Y ahí entra esta parte de la angustia que decía Marian, ¿no? Si teníamos un propósito quizás...
en enero del 2025 y llegamos a diciembre y vemos que no lo hemos conseguido, pues entramos otra vez en toda esta parte de esta evaluación y esa comparación con esos ideales. Además, aparecen las cenas con amigos, con familiares, en donde nos reencontramos con quienes marcaron también nuestra historia y esto se suma con las expectativas o los juicios
explícitos o implícitos que pueden tener estos familiares, estos reencuentros, estas amistades y de hecho muchos pacientes llegan a nuestra consulta sintiéndose también exhaustos, pero no solo por lo laboral, sino también que suele ser una época de ir cerrando muchas cosas o en un aumento incluso de volumen laboral, pero con una sensación de
que deben de llegar bien, enteros, perfectos. Y ahí empezamos a ver todo ese peso a nivel emocional y a nivel psíquico. Claro, mucha tensión por cubrir esa exigencia con uno mismo y también con los que nos rodean, sean amigos, sean nuestros familiares, también sean nuestros compañeros de trabajo, esa comparación con lo que han conseguido los demás, esas metas que a lo mejor no hemos alcanzado.
Al final el resumen de lo que vosotros nos queréis contar es que deberíamos dejar de ser la etiqueta de perfeccionistas. Nos tendríamos que empezar a relacionar mejor con la imperfección y con la exigencia.
Totalmente, sí. Tal vez en ese sentido no se trataría de dejar de desear o de mejorar, sino que intentemos aceptar nuestras limitaciones y dejar de perseguir ese imposible. Que podamos también preguntarnos de quién es este ideal que estamos tratando de alcanzar o si responde realmente a nuestro propio deseo o al deseo de otra persona. Y ahí también se abre el espacio de la singularidad de cada uno.
para descubrir qué es lo propio, es decir, qué deseamos cada uno de nosotros, más allá de los mandatos de la productividad o de la imagen perfecta.
También aceptar que hay algo que nos falta, ¿no? Como decíamos antes, que no somos completos, que no podemos con todo. Y eso no es una derrota, sino que significa que somos humanos. De hecho, es lo que permite al final dar espacio a esa creatividad, al encuentro con los demás, al humor, incluso también al amor. ¿Y qué podemos decirles a quienes sienten que el perfeccionismo les pesa o los limita?
Sonará un poco cliché, pero que no están solos, porque quién no se ha sentido así alguna vez. Vivimos en un tiempo que nos empuja y nos impulsa a no detenernos, a no mostrar la fragilidad.
A no fallar y sin embargo fallar es justamente la parte constructiva de poder existir. A veces es necesario parar y preguntarse qué estoy tratando de sostener, qué pasa si aflojo un poco. Y obviamente pedir ayuda ya sea en terapia o en un espacio de conversación. No es un signo de imperfección sino de deseo, de querer vivir de otra manera, menos exigida y más auténtica.
Digamos que especialmente en esas personas que son tan exigentes consigo mismo, deberían tener espacios como para relajarse, para tomar las cosas con más distancia y ser más indulgente con uno mismo, ¿no?
No sería igual para todos los casos. Obviamente la persona que es un poco más descuidada, en ese sentido, no debemos aconsejarlo de esta manera, pero en este caso sí, intentar que esa persona encuentre la manera de ver su proceso, su avance, con positividad, aunque no haya llegado a alcanzar el 100% de lo que él se había...
el o ella se había exigido de esa temporada. Y más que en esta época del año en que nos dedicamos a hacer listas, a hacer checklists de lo que hemos conseguido y lo que no, nos han aportado unas reflexiones muy interesantes las psicólogas del Centro de Higiene Mental de Cournayam, María Mesa y Janina Pepe, a quienes agradecemos que hayáis venido
Una vez más a los estudios de la radio para traernos temas interesantes de reflexión sobre psicología y que seguro que nos harán pensar un poco de cara a estas fiestas en qué preguntas hacemos, por ejemplo, a un familiar, ¿no? Dejar de hacer estas preguntas un poco, bueno...
¿Cómo ha ido el año? O cuáles han sido los logros. Exacto. Y como bien decía Marian, es tratar de tener ese espacio con uno mismo y poder ir reflexionando también, pero conocer nuestras limitaciones. Que no lo hayamos conseguido este año no quiere decir que no vaya a venir. Y no exigirnos tanto alcanzar, sino tratar de entender cuál es esa idea que hay detrás.
Pues Mariana y Janina, muchísimas gracias por haber venido a los estudios de Radio Corrella. Nos volvemos a ver en unas semanas, pero aprovechamos para desearos a las dos y a todo el equipo del Centro de Higiene Mental de Cornellà unas felices fiestas y un feliz año nuevo. Gracias, Mireia. Gracias, Mireia.