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Transcribed podcasts: 3639
Time transcribed: 1d 20h 18m 35s

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El dol, la pèrdua d'un ésser estimat durant l'estat d'alarma.
Com ho encarem?
Enriqueta López és psicòloga clínica i forense de Tarragona.
El duelo és el procés natural per el que passa a qualsevol persona
que ha sufrido la pèrdua d'un ser querido.
Quanto més fort sigui el vínculo amb la persona fallecida,
el duelo serà d'una més intensitat.
La marxa d'un ser querido és una herida que es produc en el nostre interior.
Algo se nos rompe, algo cambia en nosotros,
cuando ese ser querido marcha.
En la elaboración del duelo influyen múltiples factores.
Entre ellos destaca la forma en que hemos recibido la noticia de su fallecimiento.
Si el fallecimiento ha sido rápido e inesperado
o si el fallecimiento ha venido precedido de una larga enfermedad.
También influye mucho la edad del fallecido.
El duelo por la muerte de un hijo o de un niño es muy traumático.
Es una pérdida que no se acaba de superar,
sino que se aprende a vivir con ella.
En situación de emergencia, que es la situación en la que nos encontramos actualmente,
la propia situación va a influir muy negativamente en los procesos de duelo.
El punto principal para elaborar el duelo de una forma correcta
es poder realizar una buena despedida.
En la vida de lo posible, acompañar en su traspaso.
En nuestra situación de alarma, la muerte del familiar implica el no acompañamiento en estos últimos momentos de su vida.
En el momento de su marcha, existiendo el temor y a veces la culpa
de haber sido una marcha sin una mano que le guía de una forma tranquila en su traspaso.
También se suma el aislamiento que posiblemente haya precedido a su marcha,
por lo que la incertidumbre y el desasosiego invade de forma brusca en el ser de cada uno de los familiares y amigos.
En esta situación, su despedida no se realiza de forma adecuada.
Es una situación con muchas incógnitas, con muchas lagunas y mucho sentimiento de impotencia,
por lo que el proceso de duelo será difícil.
A ello, habrá que tener en cuenta el carácter, la personalidad y las vivencias de cada una de las personas
que deben pasar por este trance, lo que dificultará o facilitará mucho la elaboración del duelo.
Como todo proceso de duelo, la persona pasará por distintas etapas.
Hay esa mezcla de incredulidad, el miedo, a la vez también ira y rabia,
acabando un estado de decaimiento total al ser conscientes de la pérdida y lo que ello significa.
Para pasar, con el tiempo y con calma, a una actitud de aceptación de dicha pérdida
y a un vivir de forma adaptativa con la ausencia de ese ser querido,
con el objetivo de llevar una vida lo más normalizada posible.
Hay un antes y un después de un fallecimiento.
Algo nos cambia en nuestro interior.
Para el que lo sufre, el tiempo se para, pero en realidad la vida continúa.
Todo sigue igual, nada se detiene, porque el tiempo no tiene freno.
Analizando la situación en la que nos encontramos,
el proceso de duelo se presenta como un proceso doloroso y diferente
al que podríamos tener en otro momento de nuestras vidas.
Estamos en una situación anormal, con reacciones completamente normales,
como la angustia, la incertidumbre, el miedo, la rabia, la impotencia, el desánimo,
falta de ganas de vivir.
Esta situación actual no permite el acompañamiento en los últimos momentos
de la vida del fallecido, no pudiendo dar lugar a esa despedida personalizada,
a esa compañía en ese trance de su marcha.
Tampoco permite el acompañamiento de familiares y amigos en esos momentos tan duros,
en esa ceremonia de despedida.
Ya no puede haber ceremonia.
Y cómo no, en esta situación de alarma, cuántas incógnitas, dudas, inquietudes,
posibles sentimientos de culpa, surgen con respecto al ocurrido y a su desenlace.
Pero al final, la realidad durísima invade a los familiares y nada se puede hacer.
Hay que intentar que no se queden encerrados en nuestro interior las lágrimas,
la rabia, las palabras, los sentimientos, porque si se encierran, se enquistan
y el dolor se hace mucho más difícil de superar.
Es importante aceptar la situación con dolor, mucho dolor,
pero con la conciencia de lo ocurrido.
Esa aceptación costará y necesita de tiempo,
pero con confianza, acompañamiento y apoyo se consigue.
Ser realistas en un momento en lo que todo parece irreal,
como sacado de un sueño, como si de una pesadilla se tratara.
Es bueno hablar y exteriorizar lo que se siente,
las dudas, los miedos, la rabia, el malestar.
Compartir con personas allegadas que aportan una escucha activa.
Procurar descansar, mantener el equilibrio fisiológico,
el sueño, la alimentación, la hidratación.
Dejar paso a sentir sensaciones dispares,
que hacen pensar que todo es irreal.
Bajar el nivel de autoexigencia.
Darse un tiempo para adaptarse a la vida cotidiana.
El ser querido ha marchado, pero su huella se queda en nuestro ser,
en nuestro interior.
Vivir como a él o a ella le hubiera gustado que vivieras,
que su cariño sea tu aporte de fuerza y valor para seguir el día a día.
Siempre estará presente en vuestras vidas,
su enseñanza, sus calores, sus sentimientos.
Y los niños.
El duelo en los niños dependerá de la edad,
pero sí es preciso que se les informe,
que se les explique con naturalidad la marcha de ese ser querido,
de una forma real, sin que le queden dudas ni incógnitas.
Permitir que lloren, que afronten esa marcha
como algo que está en nuestras vidas.
Con sinceridad y haciéndoles partícipes de la situación,
así como de la despedida,
ayudaremos que la afronten bien.
Ella ser conscientes de esa realidad de marcha
que forma parte de sus vidas y de todos los demás.
Los niños deben aprender que no hay solo lo positivo
y gratificante,
sino también deben aprender lo negativo,
porque así sabrán afrontar mejor la realidad
a medida que vayan creciendo y madurando.
El no hacerles partícipes o bien engañarlos de esa marcha
no será más que una fuente de angustia
que dañará al menor sintiéndose engañado
sin poder haber realizado una despedida de su ser querido.
Todos los niños y adultos que han perdido a un ser querido,
vivir como a él o a ella les hubiera gustado que vivierais,
sin renunciar nunca a nada ni a nadie.
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!
¡Gracias!